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Chapter 26 - La célula del Ostro y la Ostra.

Y después de que la invitaran a comer, tiempo que aprovecharon para planear lo que se podía y no se podía decir en el reportaje.

La reportera salió a hablar con los miembros de la guardia voluntaria del ejército autodenominado: "Ejército insurgente de la mansión Román" Entre los que estaban el Ostro y la Ostra, que, aunque eran de otro barrio, habían ido a la mansión Román para negociar lo de la formación de una célula, con la misma finalidad, defender a la mansión Román y a la ciudad de los ataques de la condesa de Malibrán, porque un par de compañeros suyos del barrio de La Huaca, estaban desaparecidos.

-Si señorita, no encontramos al Dandy y al Ornelas, finísimos miembros de nuestro barrio, y ya los buscamos en todas las cárceles de la ciudad y del estado, la poli no tiene reporte de que los haya capturado y por eso queremos unirnos al ejército, porque no es justo que esa bruja del infierno se esté llevando a nuestros compas, sin que nosotros hagamos nada.

Le dice el Ostro a Leticia, durante un segmento de la entrevista.

-Este es un ejemplo más de la hermandad de barrios surgida por el evento de la Condesa, donde al fin de cuentas, no todo es malo, señores, donde una vez más se demuestra que los mexicanos siempre estaremos unidos, ante un enemigo en común, que en esta ocasión es la condesa de Malibrán, yo soy Leticia Correa para el noticiero de la XEW radio y televisión, buenas tardes.

En ese momento, la Caribe de Romaia se acercaba tocando el claxon, a lo que un par de soldados del ejército insurgente les abrieron el portón corredizo, pero la Ostra reconoció a Érika y a Pamela que acompañaban a Romaia, acercándosele a la ventana.

- ¡Hola güeritas! ¿Se acuerdan de mí? –les pregunta el muchacho recargándose en la puerta.

-Yo si amigo, pero es mejor que hagas como que no nos conoces, porque aquí está la Señora a la que le robaron el bolso.

Dice Érika nerviosa, con una sonrisa de complicidad como pidiéndole su silencio.

- ¡Giovanny y Benjamín! ¿Qué hacen por acá? ¡Si no se regresan inmediatamente a su casa, le voy a hablar por teléfono a sus mamás!  –les dice Soledad regañando al Ostro y a la Ostra.

-No se enoje vecina, nada más veníamos a ofrecerles nuestro apoyo a los de los barrios de por acá. –le contesta nervioso el Ostro, cuyo nombre era Benjamín. –Porque no encontramos al Dandy ni al Ornelas, desde antes de semana santa.

- ¡Ya nos cayó el chahuistle, güeritas! Esa doña nos conoce desde chiquitos, como quiera ya nos tenemos que ir, pero para cualquier cosa aquí estaremos para cuidarlas. –le dice la Ostra, cuyo nombre era Giovanny, a Érika.

- ¿Y por qué no me habían avisado? Al rato voy para allá para que me platiquen bien, nos vemos en la biblioteca a la hora de cerrar.

Les dice Soledad, y los muchachos abordaron el urbano para regresarse a su barrio.

- ¿Así que esos son los cadeneros profesionales que contrataron? –les dice Romaia burlona, mientras metían la Caribe.

- ¡Nos engañaron! –dice Pamela. -Pero ya me las pagarán.

- ¡Entonces tú también nos engañaste! –le dice Érika a Soledad, furiosa.

-No tengo idea de lo que me hablas; Érika. –le contesta la mulata sonriendo, mientras se metía a la casa.

- ¡Leticia, necesito que hagas un reportaje directamente en mi barrio!  –le dice Soledad a la reportera, entre molesta y entristecida. –Me acabo de enterar de que hay dos muchachos desaparecidos, creo que, por concentrarme en cuidar a las niñas de la mansión, descuidé a los demás, y eso de alguna manera la Condesa lo supo, dándome un golpe donde sabía que me iba a doler.

- ¡Claro que sabe dónde nos duele! –dice Adelina. –por eso vino por René.

Ya la mayoría de las chicas habían llegado de sus clases y la escucharon angustiadas.

- ¡Ustedes no se preocupen! Que yo seguiré protegiéndolas a través de las puertas mágicas, pero aquí solo tendrán una en el pasillo, una en el jardín y una en la terraza, solo que tendré que ir al barrio del centro a prevenirlos y a enseñarles a usarlas. –dice Soledad.

- ¡Bueno ya, todas a comer! Que con hambre les dará más miedo.  –dice Adelina.

- ¡Ánimo mosquetebrias! –dice Romaia. –No se dejen abatir y no tengan miedo, hasta ahora no ha logrado llevarse a ninguna de nosotras y no lo logrará.

-Te esperó a las 7 de la noche en el parque que da a la biblioteca pública; Leticia, por favor, creo que ahora la mejor arma de la que disponemos contra la Condesa es la de prevenir a la población; ¿Y quién mejor que tú para detonarla?

-Si claro; Soledad, cuenta con todo mi apoyo.

- ¡Con todo nuestro apoyo! –dicen varias de las chicas a una sola voz. Se - ¡Porque todas nosotras vamos a acudir a ese reportaje!

- ¿Verdad doña Adelina? –pregunta Belinda como pidiéndole permiso.

- ¡Si claro! No vamos a dejar sola a Soledad, ni al barrio de la Huaca solos en esta guerra.

Dice Adelina reforzando el ánimo que necesitaban para dejar de temer.

Y así, se dio la más extensa congregación de barrios en la historia de Veracruz, donde todos los chicos de todas las edades y estratos sociales, se dieron cita en aquella reunión, para reforzar la creación del ejército insurgente de la mansión Román, al que todos querían pertenecer, sin importar la edad, ni el barrio, ni la ciudad en la que vivían.