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Chapter 25 - El regreso a clases.

Y así, se llegó aquel lunes 19 de abril de 1982, el día del regreso a clases, tan esperado por algunas, tan detestado por otras; Soledad les pidió que borraran el dibujo de la puerta mágica de sus habitaciones a las chicas, para evitar futuras confusiones y ya cuando la última de las estudiantes entró a su respectiva escuela; Adelina y Soledad regresaron a la mansión, que estaba siendo vigilada por una guardia voluntaria del nuevo ejército insurgente, conformado por miembros de pandillas de las conurbación Veracruz-boca del rio, que gracias a René se habían unido dejando de pelear por ese territorio, prometiéndole mantenerlo a salvo durante su ausencia.

-Ya con los chicos del barrio y la unidad de la marina haciendo guardia me siento un poco más tranquila, y ahora sí, el presidente de la ciudad me prometió no retirarlos ni, aunque pase un año, por órdenes del gobernador del estado, don Agustín Acosta Lagunes, aparezca o no la Condesa. –dice doña Adelina.

-Tal vez, aunque en realidad no lo sé, la última vez la sentí muy débil, como que no se defendió. –dice Soledad. –O tal vez su único objetivo era llevarse a tu hijo.

- ¡Esto ya lo volvió personal! –dice Adelina. – ¿No habrá manera de que me conviertas a mí en una guardiana de la humanidad? Mira que yo si preferiría ver a René morir de viejo que saberlo muriendo porque esa bruja maldita se lo llevó.

Dice Adelina, mientras hacían la comida para las pensionadas, ya que las sirvientas también se habían ido de vacaciones y llegaban a mitad de semana, también Leticia Correa que había estado muy ocupada todos esos días, en entrevistas y reportajes con respecto a las manifestaciones de la Condesa, iba de vez en cuando a visitarlas, como en esa ocasión que le tocó ayudar a preparar la comida.

-Ya no sé ni que versión oficial dar, lo bueno es que la guardia del barrio no deja acercarse a nadie ajeno a la mansión, con la manifestación de ayer el asedio por parte de los curiosos aumentó de nuevo, lo bueno es que a mí ya me tienen identificada entre el selecto grupo de los habitantes de la mansión, como nos dicen en los noticieros, porque si no, jamás me hubieran dejado entrar. –dice Leticia. -Tal vez lo mejor de todo esto es que el barrio se ha hermanado y ya no pelean entre ellos, hasta en las escuelas donde estudian nuestras niñas tienen guardias voluntarios, con pancartas y todo, las pancartas dicen: "Ejercito insurgente de la mansión Román" Y la gente los ve con buenos ojos, hasta comida y ropa normal y militar les llevan; ¿Saben qué? Ya sé cómo voy a desviar la atención de los turistas y de los grupos de cazadores, le haré un reportaje al ejército insurgente para desanimarlos a que vengan, ya ves que no dejan acercarse a nadie, pero a los vecinos o a los que van de paso no les dicen nada, además de que hay oficiales de tránsito de la ciudad desalojando a los autos que se estacionan y que no son de la zona.

- ¡Si, está bien, pero primero come! –dice Adelina. –Que te has puesto tan flaca que cuando te coma un cocodrilo, ni siquiera el hambre le vas a quitar.