-Por allá de los inicios de siglo XVI, en la villa de Córdoba de los 30 Caballeros, perteneciente al estado de Veracruz en México, cuenta una antigua leyenda local, que vivía una hermosa y joven mujer que nadie sabía de donde había llegado, su belleza era tan especial que todo hombre que tenía la fortuna de conocerla o por lo menos de verla de lejos, se sentían atraídos por ella, por sus venas corría sangre negra y española, nombrada como María de la Soledad García Arenas, pero mejor conocida como: la mulata de Córdoba.
-También se dice que era muy entendida en artes de medicina, que conjuraba tormentas, podía predecir eclipses, temblores y que llegó a prevenir pandemias que curaba tan solo con brebajes naturales, que preparaba en grandes ollas, que daba a beber a toda la comunidad que confiaba ciegamente en ella.
-Aunque la mayoría de los nativos la consideraban una santa y buena mujer, los fanáticos religiosos y supersticiosos la consideraban una bruja, y afirmaban que tenía pacto con el diablo, que tenía poderes mágicos y el don de la ubicuidad, al enterarse la santa inquisición, no tardó en apresarla y enviarla al presidio de San Juan de Ulúa, acusada de brujería.
-Sin embargo, a pesar de que se contaba que en su casa se podían observar luces que bajaban del cielo, luego de la puesta del sol, como si se estuviera realizando un ritual diabólico, nunca se le pudo comprobar, la mayoría de los testigos declaraban a su favor porque también se le consideraba una poderosa hechicera, especialmente en el rubro dedicado a los milagros casi imposibles de realizar, quienes acudían a ella sanaban de enfermedades incurables, las jóvenes casaderas que habían sido abandonadas por sus novios después de entregarles su virginidad, veían que estos regresaban para ponerse definitivamente a sus pies, y conseguían beneficios urbanos tales como el empleo y el bienestar familiar, al parecer las artes de hechicería de la misteriosa y bella mulata no tenían límites al complacer a sus clientes.
-También se afirmaba que tenía el don de volar y que lo hacía sobre los tejados por las noches, alarmando a los perros guardianes, aunque jamás hubo testigo presencial que afirmara ese prodigio.
-Muchos afirmaron que era posible verla al mismo tiempo en la ciudad de Córdoba y en la ciudad de México, lo que en parapsicología se conoce como bilocación y en las creencias populares como el don de la ubicuidad, o la capacidad sobrenatural de estar en dos lugares simultáneamente.
-No había dudas de que la mulata cordobesa conocía los vericuetos de las antiguas enseñanzas de la magia, no por nada en México, cuando alguien recibe un pedido imposible de cumplir, contesta: ¡No soy la mulata de Córdoba! Hasta nuestros días ha llegado su fama.
-Y por eso, tanto alboroto y rumor atrajo la atención del santo oficio de la inquisición, quien no tardó en abrir una investigación en la que se le acusó de practicar la magia negra, invocando a los poderes de las tinieblas, de tener comercio infernal con Satanás y burlarse de la religión contraviniendo los designios de Dios.
-Porque para ellos, si la mulata curaba a alguien de una enfermedad incurable, era ir en contra de los designios de Dios y burlarse de su religión.
-La bella mulata fue sometida a juicio, muchos de los testigos de cargo que levantaron graves acusaciones habían sido clientes de ella, fue declarada culpable, pero más que nada por el testimonio de un alcalde de Córdoba; Don Martin de Ocaña, que había tratado de conquistarla por medio de costosos regalos, sin haber conseguido sus favores como mujer, porque la mulata nunca lo aceptó y se negó a salir con él, más que nada porque era un hombre casado, la insistencia obsesiva del alcalde alcanzó a ser del dominio público y ni así logró convencerla, el cual despechado, para justificarse ante su esposa que era la hija de un noble español, dijo que había sido víctima de sus artes mágicas.
-Y así, fue encontrada culpable de brujería y condenada a relajación; en otras palabras, a ser ejecutada en la hoguera en pública sentencia por el poder civil, se fijó una fecha para la aplicación de la pena capital, tras un plazo de unas cuantas semanas.
-Pero un par de días antes de la fecha de su ejecución, se desató un aguacero incesante sobre la ciudad de Córdoba y toda la región, jamás se había visto caer tal cantidad de agua de los cielos, las calles se hallaban sumergidas en liquido amarronado y lodoso, de pronto, un fragor intenso se escuchó desde los muros en donde se hallaban las celdas de la cárcel de San Juan de Ulúa (1), y en medio de la huracanada tormenta, los guardias vieron a la mulata que con un pedazo de carbón, dibujaba un barco de velas en la pared en medio de grandes olas, el dibujo no tenía muchos detalles pero se miraba impresionantemente real, como si pudiera saltar de la pared de repente, inundando las mazmorras.
-¿Qué tal me quedó mi barco, caballeros?
-Les pregunta a un par de guardias que admiraban el dibujo desde afuera de las rejas.
-Pues la verdad señora; ¡Nada más le falta que navegue!
-¡Pues que navegue entonces!
-Dice la mulata y avanzando hacia el muro se difuminó entre el dibujo y la pared, afuera, desde el refugio de sus ventanas, los presos y los guardias carcelarios, vieron como la mulata Soledad, volando sobre las olas entre los vientos huracanados, abordaba un barco pequeño que emulaba las formas de un galeón español, pero de dimensiones adaptadas al cuerpo de la bella mujer, que fue llevada por la furia de la tormenta lejos de la fortaleza, perdiéndose entre las olas enfurecidas sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo, ya que la lluvia era tan intensa que no permitía ni siquiera caminar, ni mucho menos navegar en persecución del pequeño galeón.
-Cuando el diluvio amainó, los jefes de la penitenciaría pudieron ver en una de las paredes de la celda de la mulata, el dibujo a carbón de un barco navegando en aguas turbulentas, y los guardias que habiendo perdido la razón, declaraban que la prisionera se había subido a ese barco dibujado en el muro, entonces se corrió la voz de que con sus poderes satánicos, la mujer había convocado a un navío desde algún lugar del otro mundo, para escapar de la inexpugnable prisión, desde entonces, jamás se volvió a saber de la mulata de Córdoba, santa para algunos, bruja para otros, y sus ancestrales artes mágicas se perdieron para siempre. –termina su relato solemnemente; María de la Soledad García Arenas.