Chereads / Faernes / Chapter 11 - Parte 2 El demonio con máscara de ángel Capítulo 11 El plan del infierno aéreo

Chapter 11 - Parte 2 El demonio con máscara de ángel Capítulo 11 El plan del infierno aéreo

La princesa Cristal se había levantado muy temprano, el sol aún no asomaba sus rayos y ella podía sentir el frio en la cal de sus huesos, los vientos acariciaban la estructura en la que vivía y poco a poco se iban alejando las nubes que se convertían en neblina por las noches, la calidez de las fogatas empezaba a calentarla y dejó su cama para darse un baño. Las cartas habían sido enviadas a las demás princesas y la reunión sería en el almuerzo, aprovechando perfectamente la situación, para hablar de otros asuntos. Su cuarto tenía una forma circular y era una de las tres torres más altas de todas las diez existentes, las llamas danzaban entre las sombras mañaneras que empezaban a disiparse, la noche estaba acabando y según las leyendas de esas tierras, los espíritus llamados Octums, empezaban a guarecerse en lo profundo de los bosques más negros y profundos. Cristal se colocó una túnica hecha con piel de alce, el grosor de esta le proporcionaba un calor que la calentaba plácidamente entre el frio asesino que se pavoneaba todos los días y a todas las horas. Descendió por los escalones en espiral, su vestido para dormir se balanceaba con ella y sus pasos resonaban por las piedras lisas, antorchas alumbraban la mañana y dejaban ver el camino, acarició el barandal adornado con telas blancas y logró apreciar por la ventana la mañana que empezaba a asomar. Entró en la planta principal, ella había aprendido a no perderse con el paso de los años, aunque cuando niña era un frecuente. La sala del trono era enorme y siempre le había gustado la decoración tan original que diseñadores efectuaron hacía tantos años. Caminó por uno de los pasillos y llamó a unas sirvientas para que le prepararan el baño.

––No se preocupe mi princesa, le tendremos el baño listo para que usted guste de él como es debido.

Las sirvientas se retiraron, sus vestidos eran distintos a las otras, de mangas largas y telas gruesas, con faldas cortas pero que llevaban bajo ellas lana para protegerles las piernas, ella misma había seleccionado el color. Se dirigió a la sala del comedor y ahí ordenó que le llevaran algo para beber, estaba sedienta y quería apaciguar dichos sentimientos y necesidades. Le llevaron una copa de vino que bebió alegremente, contempló el cáliz del cual estaba bebiendo y lo ladeó con sus dedos. Tras terminar aquella bebida las sirvientas entraron en la sala del comedor, candelabros de cristal alumbraban la sala y por las ventanas empezaban a colarse los rayos del sol que se asomaban tímidamente. Les había tomado apenas cinco minutos para prepararle el baño ya que todo el castillo contaba con agua caliente para afrontar las bajas temperaturas. Ella fue acompañada por las sirvientas, se desvistió y dejó que ellas la bañaran con leche, perfume y agua con rosas azules, aquellas flores eran las que le daban su fragancia en su piel. Luego del baño la secaron y le colocaron sus vestidos más lujosos, pasaron a una sala pequeña que había en el baño en donde le colocaron un maquillaje que le hizo juego.

Cuando salió de aquella terapia se topó con uno de los duques que la estaba esperando desde hacía unos minutos. Al verla fue a su encuentro y le besó la mano como se tenía por costumbre entre toda la realeza.

––Y bien ¿me traes buenas nuevas?

––Si, ya hemos comenzado con la elaboración de los planos, tomamos los que habían hecho nuestros antepasados y creemos que con la tecnología actual podremos hacerlo, esperando claramente, que no vuelvan a explotar.

––Bien, eso me alegra. Ahora solo queda esperar a que las demás vengan, espero que el plan pueda ponerse en marcha.

Caminó hasta la sala del trono, el duque la siguió hacia una puerta y con una llave a modo de collar la abrió.

––¿Qué va a hacer mi princesa?

––No puedo creer que Diligitis dijera tales obscenidades en mi contra, le haré pagar ya que… no hay manera existente en la que yo… …–– La puerta se abrió y el sonido resonó por todo el lugar––, pueda dañar a mis niños y mis niñas.

Entró y la puerta se cerró a sus espaldas…

Verum estaba en su recámara, jugaba con la almohada usando sus finos pies, había mandado a Jen a traerle otra copa de vino y estaba esperando a Diligitis, el cáliz lo sacudía y el vino armonizaba el silencio, el sonido de aquel líquido en movimiento era sumamente adictivo, poco a poco estaba recuperándose, sentía que quizá, un mes era demasiado tiempo y en cuestión de quizá un día o dos podría estar mejor. Quería intentar algo que solo le habían contado, y con Ciclea, tenía la oportunidad perfecta para poder probar aquel ritual prohibido. Diligitis entró, Verum sorbió un trago. Estaba en una posición coqueta, dejando ver bien una de sus piernas, apoyando un brazo en la misma y dejando su cabeza reposar en el respaldar.

––Mi señora ¿De qué quería hablar usted conmigo?

Ella se levantó de su cama y se dirigió a la ventana, sorbió vino, quería ver cuántos ocuparía para embriagarse. Observó el paisaje y jugó con su cabello, Diligitis esperaba pacientemente en silencio.

––Te llamé por dos necesidades, la primera es un tanto importante para mí, es un placer culposo. Necesito que me consigan una boquilla para fumar plácidamente, durante mis años prostituyéndome en los burdeles cogí la manía de fumar, pero eso puede esperar––Se volvió hacia Diligitis, tenía la cara un poco roja, sacó sus alas y Diligitis pudo ver que su ojo en forma de luna brillaba un poco y podía verse levemente a través de su pañuelo––. Desde que pisé nuevamente estas tierras hubo algo que me estaba sucediendo, ella me está llamando. Quiere verme, y sabe que su hija no ha muerto, me anhela y clama mi nombre con pasión y locura.

––¿Quién la está llamando?

Verum volvió a la ventana, sentía que su cuerpo necesitaba volver al lugar de su nacimiento, la quemaba por dentro.

––Recueras que te mencioné de dónde vienen las hadas. Nacemos por un árbol que ha estado por miles de generaciones, mucho antes de que la gran guerra explotara, de ese árbol nació Melusina, la primera reina de las hadas, pero… ella pensaba que yo había muerto y por eso te llamé a que habláramos en privado. Sé muy bien que tu familia tuvo que haber documentado bien todo lo que pasó cuando me mandaron al mundo de los espíritus.

—Si bien nuestra familia al igual que toda la familia real de Edén sabía de su existencia, no creo que sea posible el mostrarle datos exactos.

—Pero… ustedes debieron de documen…

––Lo quemaron todo.

La fría respuesta de Diligitis dejó a Verum sin palabras, estaba confundida.

––Entonces como… ¿Cómo sabes lo que pasó? ¿cómo sabes que tus antepasados me enfrentaron?

––Se trasmitió por tradición oral, de generación en generación. Y quemaron todo por precauciones, incluso Edén no quería revelar detalles a los demás reinos ya que preferían mantener todo en secreto.

––¿Por qué me hicieron eso? Yo nunca toqué ni a un solo humano. Quiero respuestas certeras, te lo exijo, hoy no estoy de buen humor.

Diligitis dio una bocanada de aire y observó fijamente a Verum.

––Lo que mi padre me había comentado hace ya bastante, es que fue por miedo.

––¿Miedo? No me digas que fue por…

Diligitis se sentó. Verum creía saber la razón.

––¿Fue por la profecía? ––Diligitis la observó, los ojos de Verum ardían y una pequeña llama salía de su pupila y se deformaba en el aire––. ¿Fue acaso por la profecía bajo la que nací?

––Había terminado la guerra, más de veinte millones de humanos murieron, para aquella época eran demasiadas vidas, mi padre me contó que fue casi un milagro que los humanos se salvaran, pero… las naciones quedaron muy debilitadas y apenas se estaban levantando, rearmando, pero… era lento el proceso. Incluso los libros de historia hablan sobre aquello.

––Eso no es cierto, cuando yo nací, la guerra tenía apenas cincuenta años de haber terminado.

––Por eso mismo, bajo el furor de aquella guerra se contaba que existía una leyenda que profetizaron las sirenas y algunos oráculos humanos. Bajo la luz blanca de la luna y la luz negra de su hermana gemela, un hada se alzaría por sobre las demás, su poder sería igualado con el de los dioses y ella reinaría por sobre todas las razas, su belleza postraría las estrellas a sus pies y los mismos dioses le rendirían tributo…

––De ella iba a depender una vida en paz, o un mundo en donde aquella guerra sería apenas un juego de niños a comparación de lo que haría.

––Correcto. Las naciones temían del poder de las hadas y de su crueldad en la guerra, aunque tampoco salvo a los de mí misma especie, todos en la guerra son unos demonios y el odio de los humanos también se ve desatado. Pero, volviendo a la historia… Los reyes temían más, al saber el nacimiento de aquella hada, no podían arriesgar a que toda la raza humana desapareciera, por lo que debían eliminarla, no podían jugarse una carta tan arriesgada y menos conociendo ya el temperamento de las hadas y de lo que eran capaces. Todas las naciones planificaron la estrategia, pero Edén, fue la que pretendió liderar. La noticia de tu nacimiento recorrió y sacudió a todo este planeta ya que nunca se había visto algo similar. Se contaba que incluso las mismas hadas se habían sorprendido.

––Pero esa leyenda está mal contada, no tendría el poder de una diosa, no postraría a las estrellas a sus pies, sino que preferiría vivir tranquilamente, sin hacer daño a nadie, y el poder del que tanto hablaban era todo el que pude destilar en mi intento por tomar este castillo, no es tan poderoso. Yo tengo la mitad de mi poder sellado. No soy tan fuerte.

––Por aquellos años si, recuerda que el dominio de la magia no se había profesionalizado y perfeccionado como el que ahora se usa como las princesas y las mismas hadas.

––Para ese punto ya tenían a Ciclea ¿Por qué no la utilizaron?

––Si la leyenda era cierta, aquella hada podría no solo matarla, sino reducir a polvo a Ciclea, debes entender la situación límite a la que estaban todas las naciones, era para ellos devorar o ser devorados.

––¿Y para eso tenían que violarnos y arrancarle las alas a Saeria?

––¿De qué estás hablando? ––Diligitis la miraba extrañado––. Eso, no era parte del plan, solo tenían que torturarte unos meses, aunque siempre te iban a obligar a matar a tu compañera, pero… violarte, eso no era lo que se planeó. Se contrataron mercenarios sin nombre, los mejores que se pudieron encontrar para llevar a cabo esa labor, tenían que infundirte miedo.

––Si, pero esos mercenarios no perdieron la oportunidad de meternos mano. Supongo que parte de esa tortura era el violar.

––Ellos no debieron hacer lo que dices, solo tenían que torturarte psicológicamente, no sexualmente. Eso nadie lo supo y la historia lo borró, desaparecieron, así como llegaron y nunca se volvió a saber de ellos. O… por lo menos eso se omitió en lo que me contaron.

––Pero el matarme no tenía sentido, el árbol está conectado con mi energía, pudiendo ubicarme con facilidad. Todas las hadas lo saben.

––¿Por qué crees que te mandaron a otra dimensión?

Verum acomodó sus ideas.

––Para que el árbol no pudiera localizar mi aura, así las hadas nunca lo hubieran sabido y si ellas no lo sabían, no les harían daño, porque si se llegaba a enterar de que ustedes me pusieron un dedo encima… …––Se volvió hacia Diligitis con cierto temor.

––Nos habrían reducido a polvo y no quedaría piedra sobre piedra de nuestra civilización.

––Por eso asesinaron a todas las hadas que nos acompañaban, pero… se puede saber ¿Qué demonios hicieron luego de mandarme al doceavo mundo de los espíritus?

––Colaboraron con las hadas para buscarte.

Verum se tuvo que sentar, dio un gran trago, una sirvienta pasó en ese momento y Verum le pidió que le llenara otra vez la copa con vino.

––Los reyes de las ciudades superiores removieron cielo y tierra para buscarte, pero no te hallaron, ellos mismos firmaron un acuerdo de paz con las hadas y ellas lo firmaron con el fin de encontrarte por medio de investigaciones. Pusieron todo su esfuerzo, incluso el héroe de la gran guerra, Celgris, te buscó por todo el mundo.

––Pero ellos fueron los que me enviaron al mundo de los espíritus.

––Supongo que construían una fachada para cubrir su pecado, no se todos los detalles, como lo de ese grupo de mercenarios u otras cosas que escapan a mi entendimiento.

––¿Qué ganaron con todo eso?

––Al cabo de cien años, las naciones se armaron hasta los dientes y crearon fuerzas especiales y armas poderosas para matar a las hadas… las pistolas Dragon están hechas para eliminar hadas con facilidad. Se aumentó el uso de la pólvora y de las energías geotérmicas, claramente no es como se usa hoy en día, pero era un comienzo, se investigaron alternativas, además… la siguiente hada reina no fue ni la mitad de poderosa que la anterior. Pudieron armarse y prepararse para una posible segunda guerra a escala global. Las hadas bien pueden tener magia, pero nosotros tenemos la magia de la pólvora y la de las armas, que no necesita precios a pagar como la magia, además, los números juegan a favor.

––Pero esas cosas no funcionaron conmigo.

––No sé lo que hiciste en ese mundo, pero sea lo que sea, te enseñaron bien. Ya que un impacto de esos te hubiera matado.

––Ferneris, ella me enseñó todo lo que nunca quise aprender en el castillo con mis maestras.

––¿Quién es Ferneris?

––Es una de las princesas demoníacas del doceavo mundo de los espíritus, en total hay siete príncipes. Ella me mostró el cómo entender la magia, también como usarla y… me enseñó cómo anular a fuertes hombres con el poder de mi cuerpo, como ser aún más femenina y usar todas mis armas para poner de rodillas a este mundo.

Verum caminó hasta situarse a unos cuantos metros de Diligitis.

––Tengo una duda mi señora.

––¿De qué se trata?

––¿Por qué no tomaste venganza? ¿Por qué no mataste a todos los que te hicieron aquello? ¿Por qué no asesinaste a los sucesores? Podías hacerlo, podrías haberlos buscado y aniquilado, más no lo hiciste… No creo que alguien con un poder para ganarme le haya costado obtener información y asesinar con la facilidad con la que un niño patea una lata. ¿Por qué mi señora?

Verum respiró y lo observó con una mirada serena, se sentó en la cama y le hizo señales para que él se sentara al lado de ella.

––En un inicio, lo pensé, pensé en vengarme de todos ellos. Pero, descubrí que eso no me llenaría, llegué a la conclusión de que no es justo que gente que no tuvo conexión o culpa de todo lo que me pasó pague. El matar a esas personas inocentes, no haría sino convertirme en alguien peor que ellos, no sería sino repetir el círculo de odio. Obviamente me dolió y no deseo que le pase lo que a mí a más personas… nunca lo voy a desear. Pero… el que tenga magia no significa que pueda hacer con las vidas lo que me plazca. Yo sé que los que me hicieron eso no van a pagar, nunca… lo que ellos hicieron fue arrastrado por el viento, pero… arremeter contra sus descendientes, no sería justicia.

Verum dio un respiro y le enseñó las marcas en sus muñecas.

––¿Sabes la razón del porqué aún conservo estas marcas? ––Su voz se empezó a quebrar lentamente––. Ferneris las pudo hacer desaparecer hace muchos siglos.

Diligitis se encogió de hombros.

––Es mi pecado. Es mi recuerdo––Trataba de mantener la compostura en aquel momento––. Ellos no mataron a Saeria, yo la maté… la mató mi debilidad, la mató mi falta de valor y madurez, no pude salvarla. Aquel día pude matar a todos en la sala, pero… no lo hice; la maté con mis propias manos, vi como la torturaban y no hice nada… Durante muchos años y a veces aún hoy en día–– Las lágrimas corrían tímidamente por su rostro, manchando su pañuelo y haciendo que su nariz empezara a moquear––, quiero regresar el tiempo, quiero evitar lo que pasó, pero me doy cuenta de que ya no puedo hacer nada y solo tengo esto para recordarlo. Me gustaría tenerla en mis brazos, aunque sea cinco minutos, pero no puedo… ya no puedo.

Diligitis trataba de pensar en cómo ayudarla, pero… no sabía cómo.

––¿Sabes la razón por la que quiero ser una Diosa?

Diligitis negó con la cabeza.

––¿Poder sobre los demás?

Verum dio una leve risa.

––La razón es…

Jen irrumpió en la sala.

––Lamento mucho el molestarlos, pero… Lord Cid ha llegado.

Verum dio las gracias y se limpió las lágrimas.

––Proseguiremos después. Lo importante es la reunión con Lord Cid, hoy tengo que convencerlo para que esté de mí lado.

… …

La princesa Cristal había salido de su sala de diversión donde pasó buenos momentos y para suerte de ella no había manchado sus vestidos, el lugar de las plantas bajas no era uno en el que el polvo reinaba y el moho se apacentaba entre las paredes y crecía vilmente entre las mismas, tejiendo como una sucia araña sus hilos y destruyendo la infraestructura. Las sirvientas pasaron, Cristal observó su reloj, ya era hora de que las demás princesas y duques llegaran, por lo que se encaminó a las afueras del castillo para recibirlos, el palacio tenía un enorme jardín nevado en la parte delantera y exhibía entre sus muros la mejor flora y fauna del país, sus árboles tupidos de toda la gama de verdes adornaban como si de un bosque mágico se tratara y habían más de doscientas mil flores coronando todo el jardín, una fuente central y estatuas grabadas en mármol, cientos de colibríes revoloteaban alegremente entre flor y flor y la escarcha se acumulaba junto con la nieve. El aire estaba frio, ella salió a caminar entre las flores, tomó un Retoño Nevado y acarició su capullo, según se contaba, se abrían una vez cada diez años, olfateó su fragancia y contempló su azulado color. Un sonido le llamó la atención, las trompetas sonaron, quebrando el frágil silencio que sostenía la armonía de las aves y algunos animales del jardín.

Las trompetas anunciaron la llegada de las demás princesas, algunas sirvientas aparecieron por las grandes puertas del palacio y se colocaron en el camino tanto a la derecha como izquierda del mismo, sostenían blancos paños, los soldados se colocaron a si mismo al lado de las sirvientas, vestían sus armaduras ceremoniales que se les obligaba a usar en ese tipo de circunstancias y por su apariencia era conocida como Lestar ed Cidrem, que quería decir los heraldos del fin, o, la muerte negra. Sus cascos eran completamente negros, llevando el símbolo de la familia real tallada en el hierro, sus petos eran del mismo color y el emblema del animal representativo de la familia real estaba grabado en oro puro, los negros metales recorrían sus piernas, sus hombreras eran del mismo color y cargaban con sayos de pieles gruesas, la visera y el peto imposibilitaban ver sus emociones, siendo inexpugnable saber su estado de ánimo y sostenían lanzas ceremoniales con banderas del país. La princesa Cristal se colocó al final para esperarlos, los carruajes aparecieron y las princesas y duques descendieron, pasando en medio de las sirvientas y los soldados.

Fueron conducidos dentro del castillo hacia una de las salas diseñadas para invitados, en todo el trayecto el silencio fue la cuna que los arropó y ninguno quiso objetar nada hasta llegar a su destino. El salón contaba con sillones cubiertos con pieles de venados, la alfombra de un tigre de rayas negras y piel albina y algunos armiños que jugaban en una vidriera a un lado, la mesa era de madera de pinos y estaba adornada con telas rojas, había también una pantalla a uno de los lados de la sala. Todos tomaron asiento.

––Les agradezco que vinieran hasta mi castillo.

––No hay de qué preocuparse.

––¿Todos vieron el video?

––Si, pero… sigo sin encontrar la pieza que falta de este rompecabezas.

––Brillo tiene razón––La princesa Sara cruzó sus piernas, su kimono era elegante y llevaba simbología y flores pintadas en el mismo––. Hay algo que no llego a entender… los soldados.

––Ella los mató a todos, los calcinó hasta la muerte.

––No me refiero a esos soldados, me refiero a los que estaban fuera de la ciudadela en ese momento––Brillo se cruzó de brazos.

––Yo creo que es algo extraño––Vanitas se encogió de hombros y observó sin emoción el techo de la sala––. La ciudad completa tenía soldados por ella y la mayoría se concentraba en la misma, muchos patrullaban para evitar disturbios o robos.

––¿A qué te refieres? ––El duque Zaer reposó su brazo en el sofá.

––Los soldados tuvieron que llegar a la ciudadela, pero… no llegó ni uno solo.

––Pon la grabación Cristal.

Cristal tomó el control y prendió la televisión, seleccionó la grabación del festival.

––Adelántala hasta el momento en el que ella mata a los soldados.

Cristal así lo hizo y la grabación parecía igual, más Brillo se había percatado de algo, la cámara, por unos dos segundos y con una mala toma, enfocó a algunos soldados que llegaron a la puerta.

––Páusala––Cristal así lo hizo––. Miren detenidamente en el lado izquierdo, hay soldados llegando.

––Si, pero no hicieron nada.

––Miren bien, uno de ellos parece estar cubierto con algo rojo.

––¿Sangre quizá?

––Si, pero ¿por qué un soldado tendría sangre si los únicos que habían peleado contra ella fueron los que estaban en la ciudadela?

––Ahora que lo pienso, hubo algunos reportes de que murieron más de la mitad de los soldados.

––El problema es que un poco más de los soldados estaban fuera, lo que quiere decir que…

––No creo que eso haya pasado, no creo que… los soldados–– La princesa Sara golpeaba suavemente con sus dedos la mesa.

––Si afirmamos que ella pudo de alguna manera controlar y manipular a Diligitis, afirmaríamos que hizo lo mismo con los soldados. Diligitis nunca estaría con ella por las buenas.

––¿Pero cuando hizo eso con los soldados? No sucedió durante un año o dos… tuvo que haber sido planificado con más tiempo. Ese ataque no pudo ser algo espontáneo.

––Chantajes, sobornos, manipulación, todo eso se pudo emplear, pero… en un año es imposible. Estamos hablando de que nuestros aliados eran una de las mayores redes de espías de todas estas tierras. Lo peor de todo es que… tampoco podemos estar seguros de que sean todos.

––Pero Diligitis… ¿cómo pudo caer? ¿cómo diablos cayeron los soldados en sus garras?

––Sexo. Ella actuaba de manera coqueta y se pavoneaba por todo el lugar como lo hacen las putas de los burdeles, además, sus ropas… eran un tanto reveladoras.

––El dinero no pudo haber sido, Diligitis tenía dinero y mucho poder y podía incluso tener las mujeres que quisiera, es muy codiciado incluso entre la realeza.

––¿Capricho?

––Lo dudo viniendo de él.

––Entonces lo sedujo.

––No sabemos bien, pero, de ser así, ella tiene que ser una persona muy lasciva y una completa víbora en la cama para que alguien como él sucumbiera a sus encantos. No creo que la magia pueda controlar a las personas, ya que, de ser así, hubiera controlado a todos y no a unos pocos.

––Creo saber quién puede darnos pistas––La princesa Cristal guardó silencio.

––¿Quién?

––En estas tierras existe un anciano que ha vivido desde hace más de mil años, se llama Celgris y sé que él nos puede dar unas pistas de quién demonios es ella realmente. Después de todo es el héroe de la guerra de hace mil años.

La princesa Cristal llamó a uno de los soldados y mandó a traer a Celgris, Zaer se ofreció a traerlo en los carruajes ya que sería más rápido que en tren desde la capital. Cristal dio las indicaciones del lugar donde se encontraba el anciano y raudos se dirigieron al sitio. Luego de que Zaer saliera, las sirvientas llegaron y llevaban vino blanco, galletas y panecillos. No platicaron mucho, pero el tema central fue el cómo Cristal lidiaba con lo que había dicho Diligitis, eso le había acarreado problemas, los rumores se habían dispersado por todas las tierras de Helster y las personas miraban con un poco de descontento a Cristal, más aún habían debates y dudas, muchos opinaban que quizá eran conspiraciones falsas y que todo era culpa del hada, pero Cristal ya había mandado a encargarse de todo lo sucedido, estaba tratando de hacer propaganda por parte de los soldados, e incluso la banda más conocida de esas tierras (les había pagado) en sus conciertos propagaran la noticia, el próximo sería en la provincia de Galtris y ellos deberían hablar bien de ella. No podía dejar que se le escapara de las manos y tenía que mantener su reputación, pero, aun así, muchos seguían pensando que eran reales, alguien tan importante como Diligitis no diría mentiras, incluso había llegado a oídos de ella, que muchos pensaban que quizá, las desapariciones de muchos infantes tenían que ver con la princesa, ya que, se habían dispersado demasiados rumores a lo largo de los años de lo que sucedía en el castillo de Cristal.

—Es importante mantener en secreto todo esto.

—Bueno, los infantes son muy codiciados entre las casas, sus videos y fotos generan muy buenos ingresos y hay muchos Lores que han pagado buenas sumas por una noche con una niña.

—Si, pero es mejor que nada de esto salga a la luz. Cristal, este país es el que maneja casi el cien por ciento de esa red de pornografía y prostitución, si queremos que siga generando ingresos y a la vez podamos beneficiarnos de eso manteniendo a muchos de la nobleza en silencio y de nuestro lado, debemos ser precavidas. Eso puede ser un gancho para sobornos.

—Eso lo sé. No hay de que preocuparse. Nada nunca ha salido a la luz y nunca saldrá, todo está planificado de forma casi perfecta, no hay forma existente en la que todo pueda caer.

—Eso esperamos.

Ella sabía que esos rumores sobre su vida si bien podían ser verdad, no había motivos para tirar más leña al fuego, encender la llama solo detonaría revueltas y por eso Cristal tenía que mantener su imagen y seguir ayudando a su nación en esos tiempos de crisis. La ayuda del ejército era fundamental para ella en esos momentos y les comentaba mientras bebía plácidamente de la taza lo mucho que le había costado generar esas propagandas, los gastos de su nación en los últimos días se habían disparado brutalmente, pero ella en secreto ya tenía una idea para aumentar el producto bruto de su nación, el plan contra el hada tenía no solo como fin derrotarla sino ayudarla a aumentar la economía del país. Las demás platicaban de varios rumores, pero pese al miedo y la intriga que inundaban las ciudades, todo seguía funcionando con relativa tranquilidad y no había disturbios, más sin embargo las conversaciones conspirativas inundaban algunos locales y eso había llegado a oídos de ellas, pero no era nada que escapara de su control y todo podía ser mantenido, su sociedad era en general pacífica y no partidarios de disturbios.

––Cambiando de tema… no podemos permitir que esa red de espías permanezca en nuestras naciones.

––¿Y qué propones?

––Someter a toda la guardia a exámenes psicológicos, así podremos estar más seguras de su estado mental y de su lealtad para cubrirnos más las espaldas de ser necesario.

—Estoy de acuerdo.

Pasaron quince minutos, el duque Zaer llegó, Celgris caminó tímidamente, su altura era considerable, pero temía lo que había sucedido, no sabía las razones del porque se hallaba ahí, dudaba, pero entró en la sala con cierto halo de intriga en sus adentros.

––Bienvenido señor Celgris. Por favor, tome asiento. Es un honor tenerlo entre nosotros.

Celgris entró un tanto más tranquilo, tomó asiento en uno de los sofás, el silencio le era incómodo, pero sabía y quería creer y pensar la razón del porqué se hallaba ahí, pero aun así no decía nada, tenía que esperar para confirmar sus sospechas. Tomó un poco de aire…

––Princesas, señoras mías ya estoy acá ¿en qué puedo servir?

––Ya lo verás.

La princesa Cristal colocó nuevamente el video y le pidió que lo observara detenidamente. El ataque de Edén se reprodujo completamente y Celgris podía confirmar casi que era Verum, Calai tenía razón, pero… no enfocaba mejor su rostro y no podía saber si era Verum o una farsante. Sabía que tenía que ir a comprobarlo.

––Sabemos muy bien que participaste en la gran guerra, eres el héroe después de todo y… sabemos que quizá puedas conocer quién es ella, viviste demasiados años con las hadas.

El anciano se levantó, le costó un poco, pero logró ponerse en pie, observó detenidamente la imagen de la joven, dio un suspiro y dejó caer sus pensamientos.

––Creo que puede tratarse de Verum.

Las princesas quedaron en silencio, no se dijo nada durante un breve espacio de tiempo.

––¿¡El hada de la profecía!? ¡Eso no puede ser verdad!

––Ella no puede ser esa hada, ya que está muerta, desapareció y no se supo nunca su paradero.

––Cristal tiene razón, todas las familias reales la buscaron por cielo y tierra, pero no se supo nada de ella.

––Por algo dije creer.

Las princesas trataron de calmarse y acomodar sus ideas, estaban a la espera de lo que Celgris iba a decir.

––Creo, pero… Verum nunca haría tales cosas. Verán… yo la conocí desde su nacimiento, la vi crecer, le enseñé todo lo que pude. Ella era un hada que le gustaba oír canciones, recoger flores, nunca tuvo el más mínimo interés en aprender magia. Me cuesta creer que ella sea Verum, ya que, a diferencia de todas las hadas, ella es y ha sido la única en nacer sin alas, debe ser una impostora.

—¿Una impostora?

––Entonces eso explicaría muchas cosas.

––Si, pero nos deja la incógnita de quién es y sus verdaderas intenciones. Para iniciar, ningún hada ha subido, no tendrían motivos y desconocen cómo hacerlo; o eso quiero pensar.

––Bien, suponiendo que ella es una impostora… ¿cómo vamos a vencer su magia?

––Los Lord siguen en sus investigaciones y de momento no sabemos mucho, pero hay algo que si podemos hacer––La princesa Cristal se levantó y se puso en frente de todos, tenía que dar el primer paso––. Hay que usar nuestro plan. Ella posee miles de soldados en tierra. Sin embargo, esas tropas hasta donde sabemos no pueden volar, solo ella y quizá Diligitis, pero… para eso vamos a desatar el infierno aéreo. Usaremos nuevamente los dirigibles.

––Bueno, no los han usado desde las tragedias generadas, pero ahora con nuestra tecnología, podemos corregir todas las imperfecciones que antes no entendíamos y, además, podremos equiparlos bien, de tal forma que lleven armas pesadas para detonarlas contra ella.

––Debilitaremos sus tropas desde el aire, obligándola a salir, ella puede defenderse, pero no infinitamente, se cansará y para cuando suceda, la eliminaremos e invadiremos sus dominios cuando los cañones de las murallas, ejércitos y francotiradores sucumban ante nuestro poder. Arriesgaremos lo necesario, no mandaremos a la muerte a miles de soldados injustamente y nuestras órdenes se basarán en minuciosos reconocimientos del terreno, por tierra, mar y aire.

––Yo voy a realizar la construcción de los dirigibles, el metal que produce nuestra nación permite crear las aleaciones requeridas para su puesta en práctica. Pueden estar seguras de que se implementará rápidamente. El precio lo discutiremos después, lo importante es que los planos estén listos. No vamos a escatimar en gastos. Realmente estoy ansiosa, las personas que podían volar lo hacían con más frecuencia, pero los trenes, automóviles y buses terminaron por dejar de lado los métodos anteriores, por lo que… no creo que sea un gasto, podemos usar todas las ventajas que nos otorguen.

––Primero deberíamos usarlos para reconocer el área––El duque Zaer se levantó––. Sus tropas son muchas y deben estar no solo en el centro de la capital, sino en calles principales y callejones, desplegaremos un mapa detallado de las ciudades principales.

––Si, comenzaremos con la capital. Si esta cae, debilitaremos el país entero. Tenemos que matarla y si para ello requerimos destruir todo el castillo y toda la ciudadela, pues que así sea. Además, podemos incitar a las masas en su contra, hay millones de pobladores que aún no dejan ni dejarán Edén.

––Muy bien, en una semana nos volveremos a reunir para perfeccionar el plan, a las doce del mediodía, en mi castillo. Yo ya tendré los planes, Vanitas y yo vamos a colaborar en eso.

––Desde luego, buscaré los planos, deben estar en la biblioteca, en los libros de geografía, no debe ser difícil, además, podré ver si consigo más información útil, eso sumado a que en la reunión en el castillo de la princesa Brillo, podré sugerirles algunos puntos de ataque, viví toda mi vida en ese lugar y créanme, ese plan va a funcionar.

––Muy bien, está decidido––La princesa Cristal observó a Celgris––Espero que nos sigas colaborando. Además… tu boca es una tumba… correcto.

Su tono cariñoso le hizo perturbarse un poco, pero no lo suficiente, pensaba en ir a Edén y comprobar con sus ojos si en realidad se trataba de Verum, aunque fuera estúpido, aunque él supiera que estaba desaparecida y muerta, él quería verla, quería quizá, retar al destino, aunque este lo anulara y se burlara por su estupidez. Pese a que le ofrecieron dejarlo en los carros tirados por pegasos, él se negó, tenía intención de ir en la noche a Edén, burlar la seguridad y llegar hasta el castillo, por suerte, estaba muy cerca ya que la capital era la entrada al país, cosa que incluso jugaba en contra de Verum.

… …

Las copas tintinearon y el brindis no se hizo esperar, era el décimo de la noche, aunque no había razón alguna para llegar siquiera a esa ridícula cantidad. Diligitis ya había bebido bastante, al igual que todos los presentes, el problema era que todos parecían estar saciados, todos menos Verum. Ya había brindado más de diez veces y había ordenado sustituir el vino por un alcohol especialmente potente, uno que era más fuerte que el vino, uno que incluso hizo que algunas de las sirvientas se marearan al probar un poco de este.

––Estas basuras de frutas majadas con pies… no son suficientes para embriagarme. Quiero embriagarme Diligitis–– Verum se echó a reír, todos los presentes estaban incómodos, ella tenía la cara roja y bebía una y otra copa sin parar.

Verum llenó nuevamente su cáliz y de un trago se acabó todo lo que había vertido en la misma.

––¿Por qué las caras largas? Esto no es un cementerio, es… ¡una fiesta! ––Verum sacudió sus brazos y soltó una risa.

––Yo ya he bebido lo suficien…

––¿Que? ––Verum se inclinó torpemente––. Nunca es suficiente. Nunca lo es.

Sacudió su copa y empezó a reír bruscamente, su forma de hablar era briaga y la dulzura de su habla se mezclaba con la torpeza de sus palabras.

––¡Asvid!

––Si mi señora.

––¿Cómo eran las tetas de la princesa Alma?

Asvid se puso roja y no habló. Se quedó en silencio, la pregunta la incomodó.

––Les puedo asegurar que no hay tetas más lindas en todas las tierras como las mías.

––No puedo creer que la reina más poderosa de las hadas, la que supuestamente era el hada de la profecía esté profiriendo tales desaguisados––Diligitis se tapó la cara, estaba apenado.

––¡Diligitis!

––¿Si mi señora?

––¿Por qué volteas tu cara?

Verum bebió otra copa, Diligitis creía que podría ser la vigésimo quinta de la noche.

––¿Es acaso que no te gusta mi cuerpo?

––Señora… se lo pido por…

Diligitis no pudo finalizar su frase, se quedó helado y desvió su mirada, Verum se había bajado la parte superior de su vestido y sus pechos quedaron al descubierto, todos en la sala pudieron verlos. Algunas sirvientas se taparon los ojos y otras corrieron a tapar a su ama.

––¡No quites tu mirada! ¿Acaso no has visto nunca las tetas de una joven? Míralas ¿No son lindas? ¿Es acaso que no te excito? ¡Contesta! ––Lo observó con una mirada perdida, pero, a la vez un tanto seria… tontamente seria para lo que era ella––. Ningún hombre ha escapado de mis ensantos… entrantos… lo que sea. El punto es que soy todavía joven, solo tengo noventa años.

Verum puso sus pechos en frente de Diligitis y le obligó a mirar, podía verlos, eran perfectos y tenían sus pezones rosa duros.

––¡Tócalos! No seas tímido. Como tú ama debo recompenshate. Te aseguro que son suaves, como un malvavisco–– Usaba su tono más coqueto y seductor.

Ella le tomó las manos y se las puso en sus pechos, forcejeó bastante, pero al final Verum logró su cometido.

––Mierda, alguien que me mate–– Pensó mientras Verum movía las manos de Diligitis por sus pechos.

Las sirvientas intentaron taparla, pero Verum se molestó. Diligitis tenía la cara roja y muchos quedaron sin poder objetar nada, Lord Cid le tapó la vista a su sobrina, que se sentía incómoda.

––¡Déjenme! Están celosas, de seguro todos son vírgenes, pero… si quieren les daré el secreto para tenerlas así. Deben tomar leche ¡pero no la de los hombres! Aunque es un buen sustituto, pero como sea, deben tomar–– Verum dejó escapar un poco de aire y tuvo un poco de hipo––. Deben tomar las de… las de vacas, eso les dará unas tetas como las mías.

Al finalizar esa frase se tocó sus pechos como para ella, en su pensar, dar a entender de que estaba hablando de sus pechos, aunque para todos fuera ilógico.

Lord Cid ya no sabía qué hacer, su sobrina había escuchado todo. La sobrina no entendía lo que Verum decía, más, le dio curiosidad.

––Berlis, ¿a qué se refiere con la leche de los hombres? ¿Ellos pueden producir leche?

Lord Cid se quedó hecho piedra y se volvió hacia su sobrina, tenía la cara roja, Verum reía de una manera bastante descortés.

––Mejor olvida lo que ella dijo. Por los dioses te lo pido.

Silhist trató de acercarse.

––Mi señora, por favor no diga cosas tan obscenas, hay una niña en esta sala.

––¿Qué? ––Verum la observó con un rostro perdido, rojo y con una sonrisa increíble y carente de cordura––. ¡Santulonas y santulones! ¡Mojigatos y mojigatas! Nadie es tan santo, les aseguro que todos se masturban por las noches.

––Tápese por amor a los dioses.

––Yo decido lo que hago con mi cuerpo, es más, si quiero me puedo quitar las bragas ¿¡Acaso quieres eso!? ––Volvió a llenar la copa y beber de un solo trago––. Este alcohol está delicioso, no había tomado uno tan bueno desde hace años.

Las risas de Verum inundaban la sala, y lo que había iniciado como una tranquila velada, se transformó en una fiesta y carnaval a ojos de Verum. Los soldados incluso se sentían incómodos escuchando todo lo que decía.

––Una vez recuerdo, que lo hice con ocho, no fue lo más práctico que he hecho, pero sabían mínimo el cómo tratar a una dama en la cama–– Se paró en la mesa y se empezó a bajar las bragas, lentamente. Las sirvientas trataron de detenerla, pero ella amenazó con fuerza–– Asquerosas hipócritas, no me toquen, (Sacudía sus manos torpemente) además, todos en esta sala a excepción de la enana han visto a una verdadera mujer desnuda. Tranquila, lo serás cuando crezcas, serás como yo.

Las manos de Verum siguieron bajando y sus bragas con ella, poco a poco se pudo ver la forma de su vulva, el vestido la volvió a tapar, pero ella sacudía sus bragas torpemente, luego las lanzó y cayeron en la cara de Jen, que se las quitó lo más rápido posible. Lord Cid no pudo más y sacó a la sobrina de la sala, él por órdenes de Verum no podía dejarla, pero al menos su sobrina si podría quitarse de ese martirio. Podía ser salva. Cuando volvió, Verum se había resbalado y podía ver toda su entrepierna en la máxima calidad posible, ella reía sin parar. Jen puso su cara contra la mesa y se tapó los oídos. Ella se paró torpemente y se quitó el vestido, quedando totalmente desnuda. Luego levantó su mano y creó una pequeña esfera de fuego, todos la vieron, su figura era sexi, su cuerpo era erógeno, pero, el miedo era por la esfera de fuego y lo impredecible que podría ser en ese estado, aquella esfera tenía el potencial para calcinarlos a todos tan fácil como el fuego quemaba la paja.

—¿No creen que hace frío?

Diligitis se puso en alerta y de ser necesario estaba dispuesto a noquearla.

Más, sin embargo, la esfera se desintegró y ella se puso a reír nuevamente, se acostó en la mesa, jugaba con la copa y no le daba vergüenza el estar desnuda. Abría y cerraba sus piernas y lo hacía de una manera muy sensual y hasta podía ser excitante el verla en otro momento, pero en aquella cena de celebración, no era para eso.

––No puedo y me niego a creer que ella sea así realmente, es como una niña fuera de control.

Jen no quería siquiera levantar nuevamente la vista, Diligitis en cambio, prefería arrancarse los ojos o ponerse sal en los mismos y mirar directamente al sol.

El alcohol les había mostrado como era Verum fuera de control y les hizo pensar que ella bajo esos efectos caminaría desnuda por toda la ciudad sin importarle tan siquiera que la miraran, es más, ella probablemente preferiría que la vieran.

––Una vez, me metieron dos al mismo tiempo, no me sentía preparada y creo estar un poco ebria esa noche, pero no se sintió mal. Aunque no estoy orgullosa, creo que vomité encima de ellos esa noche.

Las sirvientas se sentían miserables y no podrían de ninguna manera verla nuevamente a la cara, menos bañarla y Diligitis y Jen, estaban considerando salir y no volver, o quizá prohibirle beber nuevamente.

––Alguien que me mate–– Lord Cid desviaba la mirada mientras sus pensamientos circulaban. Las sirvientas estaban escandalizadas.

Lord Cid ya estaba harto y sabía que sería difícil volver a ver su cara. Caminó firmemente y la tomó del brazo, luego, como si fuera un simple saco, la sacó de la habitación. Verum estaba tan borracha que no podría tan siquiera, usar magia. Se dirigió con Verum en hombros, aunque temía que vomitara encima de él, los soldados miraron a otro lado.

––Suéltame––Su tono era ahora coqueto––Me vas a llevar a la cama… si es así no pienses que te la voy a chupar, así de fácil, primero quiero que me beses y me acaricies mi cabeza. No soy tan fácil en la primera cita, quizá en la segunda, pero nunca en la primera, soy una reina y tengo dignidad.

Si Lord Cid hubiera podido, hubiera quemado el castillo en ese mismo momento. Le costó subir las gradas, pero tras debatir un poco, pudo hacerlo cuidadosamente. El pasillo era un tanto largo, pero entre más rápido llegara sería mejor, quería salvar lo poco de dignidad que le quedaba a Verum, si es que aún tenía algo.

––Nunca quise matarla.

Lord Cid se quedó en silencio, se detuvo, ¿estaba diciendo una incongruencia? No, ella no hablaría en un tono tan serio estando tan ebria, o quizá sí, él no lo sabía a ciencia cierta.

––Ferneris me obligó a dejarla ir. Enterré su cadáver con su ayuda.

––¿A quién dejaste ir?

––Yo no quería, pero… quizá fue lo mejor, yo la maté.

––¿A quién mataste? ––Le siguió el juego, quizá podría saber algo más

––Esos malditos me hicieron sufrir––Sus lágrimas empezaron a salir levemente.

––¿A quién mataste?

––¿Matar a quién?

Lord Cid reparó en que no estaba en sus cabales, repetía las mismas estupideces. Los guardias custodiaban la entrada a su cuarto, llevaban uniformes elegantes con el emblema de la familia; lo dejaron pasar con un poco de desconfianza. Entró en la habitación en donde ella dormía y la dejó en la cama, Verum evidenciaba su falta de equilibrio fallando torpemente con sus movimientos que extrañamente la hacían lucir tristemente graciosa, tan graciosa como lo era una mujer ebria hasta la muerte. aunque apestaba a alcohol. Ella se irguió un poco y lo miraba fijamente con una expresión amorosa.

––¿Qué?

––Quiero un abrazo––Le extendía sus brazos hacia él.

Lord Cid sonrió, no abrazaría un hada y menos si estaba tan alcoholizada que apenas podía distinguir en donde estaba. Se retiró de la sala.

––¡Quiero un abrazo! ––Verum estaba casi llorando.

Lord Cid cerró la puerta, la dejó ahí sin reparar en las palabras de Verum, una de las sirvientas estaba al final del pasillo, él se acercó de manera lenta, sus ropas y su cabello café se sacudía suavemente. Se detuvo en frente de la sirvienta.

––Ella no debe salir y esa puerta no se debe abrir.

La sirvienta le observaba, su alta figura era esbelta y seguía con la cara roja.

––No puedo creer que no cuidaran más de su ama, pero ahora es su problema, no mío, aunque bueno, todo esto fue problema de ustedes. Les recomiendo desaparecer toda bebida alcohólica para que no se repita un hecho tan lamentable––Se retiró de la sala y la sirvienta se quedó pensativa.

Mientras bajaba, recordaba lo que Verum le había contado.

"Antes de la desafortunada cena, ella entró en la sala del trono, tenía sus alas extendidas y su figura era esbelta. Se saludaron cordialmente, él estaba ansioso, de cierta forma por saber su plan, se había decepcionado la primera vez que la vio. Se había imaginado que ella estaría sentada en el trono y que su poder se sentiría antes de la entrada, que los escalofríos le llegarían a la cal de los huesos, pero en vez de eso se había topado con un hada que estaba en cama, muy débil y vulnerable.

––Parece que mínimo puedes caminar.

––Eso es muy descortés, más viniendo de un Lord.

––Yo solo hablo con la verdad, aunque no quise incomodarte. Me disculpo.

Verum se le había acercado y no tenía intención alguna en dejarlo ir, tenía que convencerlo.

––Bien, supongo que vienes a escuchar.

––Vine a tomar una decisión, eres fuerte y…

––No soy fuerte— Se retiró su pañuelo color crema y Lord Cid pudo ver su ojo en forma de cuarto de luna.

Lord Cid se sorprendió, era mentira, ella puso de rodillas a una nación, ella sola, no existía manera alguna de que pudiera decir tales falsedades y que él se las tragara, no era estúpido, había visto el acto desde su mansión, como ella logró matar a todos cuantos se le entrometían, sus pantallas habían transmitido todo el espectáculo.

––No me tomes el pelo, no vine a escuchar bromas, vine a…––Verum parecía ignorarlo, pero le devolvió una mirada, su ojo izquierdo parecía arder ya que su pañuelo brillaba de aquél lado.

––No le estoy mintiendo. Más poderosa quizá, pero fuerte… Supongamos que el poder físico y mágico se mide del uno al cien, en la magia, mi poder sería como un noventa, quizá más, pero… en fuerza física no llegaría ni al once. Obviamente la magia no se rige bajo reglas tan absurdas como lo son los números, todo se basa en el principio de menos es más y más es menos.

––Explícate mejor.

––Yo soy el hada más poderosa que ha existido y existirá, pero… no por mi nivel de poder, sino porque, a diferencia de todas las hadas que han nacido, yo puedo usar tres tipos de magia. Lo que me da más creatividad y posibilidades en los combates, pero a su vez, eso es mi cruz a largo plazo.

Lord Cid no comprendía nada de lo que Verum decía, él no conocía de la magia y para él eso solo era un sencillo cuento de hadas que no tenía nada que ver con la realidad, o, al menos pensaba así hasta que ella le mostró lo contrario.

––Yo domino la magia del fuego con atributo rojo, magia negra de invocación tipo naer y magia blanca atributo tierra. La magia blanca, siendo la más poderosa de todas cuantas existen, pero la más riesgosa.

Verum se sentó en el trono, el sonido de las muñecas era constante, Lord Cid se dirigió hacia ella, Diligitis observaba desde la lejanía.

––Bueno, pero la magia sigue siendo útil.

––Te contaré una pequeña historia, no tomará mucho tiempo: Había una vez, en las heladas montañas, un niño que podía crear fuego. Con ese poder pudo disipar el frío que muchos sufrían. Pero un día, aquellas llamas que brindaban alegría y calor, sumieron esas mismas tierras en un infierno que lo consumió todo a su paso.

––Creo que empiezo a ver tu punto. La magia entonces es dañina.

––Prefiero decir que es como una rosa, bella y delicada, difícil de comprender y manejar ya que un movimiento brusco, podría destruir sus pétalos. Aun así… toda rosa tiene espinas y tarde o temprano… te clavarás una.

La mirada de Verum cambió a un tono agresivo, sus ojos parecían dilatarse y el símbolo en su ojo izquierdo parecía danzar como una llama. Su figura era más intimidante.

––Para lograr mi plan ocupo los tres talismanes restantes de las princesas, estos encierran el alma de hadas muy poderosas, con ellos podré ganar y aumentar más mi poder y así… lograré usar el hechizo de "El juego del hilo negro" con el cual tendré la oportunidad de poseer los cuatro libros de la muerte, recitar el hechizo de las almas susurrantes y romper las reglas de la magia a mi favor… convirtiéndome en una diosa que rompa los conceptos ya existentes. Desde luego, el robar los talismanes no será cosa simple, pero ya tengo una idea. Luego iniciará la fase dos de mi plan, pero, para eso hay que esperar, te comentaré todo con su debido momento.

––¿Por qué no los controlas como lo hiciste con Diligitis? Me contaste el día en que nos conocimos que puedes hacerlo.

––Ya no tiene sentido, tengo una idea más creativa para aumentar mi poder, además, no tendré siquiera que pelear con todas, la miseria y desesperación que voy a generar pronto romperá sus ciudades desde dentro, dejándome libre el espacio para actuar a voluntad, usaré todo lo que esté a mi alcance para lograr mi plan. Consiste en cuatro fases, la primera era tomar este lugar, la segunda, generar caos y robar los talismanes, la tercera es el juego del hilo negro y la cuarta, es el hechizo de las almas susurrantes, aquél que me permite poseer todo a mi favor. Por supuesto, siempre hay que actuar con sumo cuidado, ahora ellas están planeando cómo vencerme, pero… hasta que no sepan qué magia y qué técnicas utilicé en el ataque a Edén.

––No podrán ponerte un dedo encima.

––Correcto––Verum se levantó del trono y caminó a su encuentro––. Ellas no saben usar correctamente las reglas de la magia, pero yo si manejo esto, entiendo y comprendo la magia de manera diferente a todos cuantos la usan. Por desgracia, no todo es un cuento de hadas, como te dije, menos es más y más es menos, eso quiere decir, que el pelear usando mi magia es muy riesgoso, el precio de manipularla es duro y doloroso, tarde o temprano podría terminar muriendo a causa de un error, por eso no puedo permitirme pelear contra todas. Ellas piensan que sigo teniendo tropas infinitas, pero lo más importante se logró y de manera muy gratificante.

––Pero ¿cómo lograrás crear caos en todas las demás naciones?

––Sencillo––Verum le retó con la mirada––. Cuando vayan muriendo las princesas, las ciudades caerán, es más, ya están cayendo en mis manos, solo observa los desastres en algunas regiones de esta nación. Ahora imagínate lo que pasará, si llegan a morir sus amadas princesas, ahí es cuando les convenceré de confiar en mí, en alguien que puede efectivamente protegerlos, los convenceré que ellas no están aptas y si su psiquis está debilitada aceptarán mi hegemonía. Seré una diosa para ellos y por medio de la religión podré manipular a las masas.

––Bueno, supongo que podré ayudarte, pero… ¿qué recibo yo por mi ayuda?

––Sé bien que odiaste a la nobleza todo este tiempo… podrías obtener tu venganza, siendo testigo ocular, del cómo caen las princesas, Lord y duques. Entonces…––Le extendió la mano y su voz se endulzó, Lord Cid vio una marca en su muñeca, más no prestó demasiada atención en eso––. ¿Tenemos un trato? Le aseguro que mis amistades proveerán buenas recompensas.

—¿Cómo sabes eso? Son solo… rumores que corrieron por las calles hace muchos años.

—Tus ojos no mienten. De lo contrario ¿Por qué no me mataste? Lo hubieras logrado en múltiples ocasiones.

Lord Cid observó su mano, sus palabras lo enredaban como una serpiente a una rata. Las muñecas subían por los engranajes mientras que sus sombras no se tocaban, pensaba en todo lo que había visto y elevó su mirada hasta su rostro.

Tomó su mano, su piel era suave y delicada cual flor veraniega, sabía que ella quizá podía ser la clave para revelar los misterios de esas tierras, además… quería convencerse de que el hada de la profecía si existía en realidad podría cambiar el rumbo actual de las tierras de Faernes. Ella se volvió a colocar su pañuelo.

––Bien, lo esperaremos en la noche, organizaremos una velada en honor a usted, traiga a su sobrina, no pueden faltar…"