Malditos estos ojos inútiles,
incapaces de apreciar
la sútil curva de tu escote.
Condenados sean estos labios impíos.
Estas ansias implacables de probarte
y el deseo de estrecharte entre mis brazos.
Maldita esta distancia que te mantiene alejada de mí.
Millas y millas de deseo inabarcable
entre dos cuerpos que arden el uno por el otro.