…La sabiduría de la brisa del alma,
la magia de las miradas,
y lo bravío de nuestros corazones,
hicieron una muralla para fortalecer
a nuestros castillos en el aire.
Mares, tormentas y poderosos torbellinos
hicieron que la tranquilad de nuestro
paisaje de soledad familiar, se convirtiera
en una cascada convergente
de tramos difíciles de sortear.
Nada como una buena balsa
para poder navegar aguas turbias,
esa que nunca te dejara en vano,
la que soportara hasta las caídas más profundas.
Esa embarcación que siempre estuvo en casa
hecha de un material resistente al mundo,
inexplicable a los ojos de todos pero,
irresistible a los míos.
Solo tuve que sostenerme en ella
y ponerme a remar con todas mis fuerzas,
para salir a flote y sin descansar
sortear la suerte al viento
y dejar que las aguas corriendo
sigan su curso y nos dejen en paz…