…No había nada más hermoso
que recorrer la perfección
de sus imperfecciones.
Pero en el interior de su cuerpo,
se vivía la experiencia más sensual
y cálida de todas.
Desde allí, se fueron mezclando
nuestros placeres, nuestras vivencias,
nuestros miedos, nuestro amor.
La sensación de ir convirtiendo nos
en mejores amantes día a día,
hizo que el frenesí despiadado
del deseo corporal mutuo
nos llevara a tener esa necesidad
de sed sexual inexplicable.
Ardían nuestros ojos al vernos,
despertando una llama
interior,tan excitante
que nos desbordaba de pasión.
Esa, que tanto la pudimos
saborear, degustar y disfrutar
nos dejó cicatrices en el alma
y las curvas más preciosas por admirar…