"Voy a bajar a por algo para cenar." Dice Ryo mientras se seca las lágrimas con la sábana de la cama.
"De acuerdo. Creo que está lloviendo, así que coge el paraguas." Añade Niu.
"No, no hace falta. Voy justo debajo de casa, al 24 horas. ¿Quieres comer tú también? Estuve leyendo anteayer en Internet sobre maldiciones. Es verdad que no tenéis la necesidad de comer, pero seguís pudiendo disfrutar de la comida."
"La verdad hace tiempo que no como nada, así que si traes algo perfecto." Responde Niu relamiéndose los bigotes.
"Bien, pues traeré una pizza." Ryo se pone la sudadera con capucha y baja a la calle, pensando en lo que le había sucedido esa misma tarde.
La oscuridad hacía invisibles las gotas de lluvia, que salpicaban en el suelo sin cesar. La luz del supermercado alumbra la oscura calle. Ryo entra por la puerta automática y hace sonar la breve melodía de bienvenida.
'Veamos, una pizza... Creo que me apetece la cuatro quesos. Aunque no sé cómo le gustará a Niu. Me he olvidado de preguntarle. ¿A los gatos les gusta el pescado no? Una de sardinas tal vez iría bien.'
Las notas de bienvenida suenan de nuevo. Ryo coge una pizza marinera y camina entre los distintos pasillos. 'Creo que no necesito nada más.'
"¡Rápido, vacía toda la caja!" Ryo oye la voz ronca de un hombre. Mirando entre una estantería confirma la situación. Un hombre atraca a la cajera a punta de navaja.
'Tsk, qué molestia. No me voy a entrometer...' Ryo mira al suelo esperando a que pase la situación mientras recuerda la amabilidad que la cajera ha tenido siempre con él. 'Somos dos contra uno, talvez podamos hacer algo.'
Ryo sale de su escondite. La cajera ya no está y el ladrón aprovecha para vaciar toda la caja. "Vaya, había alguien más. ¿Venías a comprar algo no muchacho? Hoy es tu día de suerte, puedes llevártelo gratis."
En silencio se dirige a la puerta con la pizza en la mano. 'Espera. ¿Está bien permitir que roben? No, no lo está. A mí me hubiese gustado que alguien me hubiese ayudado en aquel momento.'
"D-deja el dinero." Dice Ryo al atracador, que acababa de llenar el bolso con el dinero.
El ladrón mira con lástima a Ryo. "No te metas nunca en problemas que no te puedan beneficiar de ninguna manera." Cargando la bolsa en la espalda, el ladrón se dispone a salir por la puerta.
Tomándolo desprevenido, Ryo coge la navaja que tenía el atracador en el bolsillo y la desenvaina. El hombre deja el dinero en el suelo y de un puñetazo bien dado en la sien deja a Ryo tirado en el suelo. "Te está bien empleado."
Lo siguiente que oye el joven Shura es la sirena de los servicios de emergencia, que lo llevan al hospital.
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Corporación V (centro de investigación de la Naicho). Esa misma tarde.
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"¿Qué te ha traído hasta la Naicho a ti, Akira?" Liam bebe un sorbo del zumo que les habían servido.
"Vengo de Osaka. Me tuve que mudar para encontrar trabajo. En mi casa andamos mal de dinero." Responde Akira mientras se toca con nerviosismo la horquilla que sostiene su pelo negro.
'Ayer fui demasiado arriesgado con la búsqueda de archivos. Tengo que hacer que esta novata consiga la llave de la planta -5, donde se encuentra esa maldición.'
"Es un muy loable propósito el de querer traer dinero a casa a tan temprana edad. Teniendo en cuenta que tienes doce años, tener trabajo estable es una muy buena ventaja."
Akira mira con anti-naturalidad como Liam sorbe hasta la última gota de zumo a través de la cañita. "Sí, aunque la verdad quiero escalar más puestos y así tener mejor sueldo."
"Ohh ya veo." Con unos ojos depredadores, Liam mira el reloj de pared. "Verás, me he enterado de que están montando un simulacro para novatos como nosotros. Una prueba de espionaje."
Akira escucha con interés y Liam continúa diciendo. "Consiste en infiltrarse al piso más profundo de esta misma sede. Parece que en ese piso hay algo que nos servirá para certificar que hemos superado la misión con éxito."
"Ir demasiados le quitaría mérito a la misión. ¿Qué te parece si entre los dos acaparamos todo ese éxito?"
Los ojos verdes de Akira brillan. "Hay trato. ¿Qué debo hacer?"
"Consigue la tarjeta de acceso. El guardia delgado siempre toma una siesta a las 17:00. Yo me encargaré del resto. Y si puedes congela la imagen de las cámaras. Se sorprenderán aún más si completamos la misión sin que se den cuenta."
Dicho y hecho, Akira se acerca al recibidor y le roba la tarjeta al guardia dormido. Liam esperaba la entrega justo al lado. Mientras Akira congela la imagen de las cámaras con gran destreza y velocidad, Liam baja por el ascensor.
'Este lugar está muy oscuro.' Piensa Liam mientras enciende las luces. Caminando por el pasillo de la planta -5, llega hasta una cápsula de contención para maldiciones. Una habitación transparente que impide salir a las maldiciones que se encuentran dentro.
Sentada y atada en un trono se encuentra Suria. La maldición del tiempo de grado épsilon. "¿Te lo pasas bien en este lugar?" Dice Liam vacilando mientras entra a la sala. 'Recuerda. Tal como en los simulacros. Es clave mostrar tu superioridad.'
"Desátame de este trono." Dice la maldición. "De todas maneras, no puedo salir de esta celda." Liam cumple con su voluntad.
Suria se ve como una niña de unos siete u ocho años de edad. Cuenta con unos ojos violetas y cabello verde. La falta de boca y sus cuatro brazos la diferencian de un humano.
"Vengo a ofrecerte un trato." Supongo que estarás harta de estar en este lugar, llevas más de diez años aquí metida.
"El tiempo es relativo." Dice Suria mientras juguetea con la tarjeta de acceso.
"Me gusta la gente fuerte, es por eso que quiero formar un pacto contigo." Liam la mira seriamente. 'No era el plan inicial hacerla mía, pero es mejor que nada.'
"¿Hasta qué precio estarías dispuesto a pagar, Joven curse tamer?" Suria mueve sus dedos en el aire, haciendo crecer y encoger el cabello blanco de Liam.
"Lo que sea necesario. Estoy dispuesto a dar años de mi vida por tu poder."
La maldición sonríe y susurra. "Tres, dos, uno..." La puerta de la cápsula de contención se abre y aparece un hombre de unos 40 años. Fornido y con alguna que otra cana gris en su cabello.
Suria, que ya había visto la apertura de la celda con sus poderes, aprovecha para salir y se esfuma al instante.
'Me la ha jugado. No debería haberla desatado del trono hechizado.' Piensa Liam mientras gira su cabeza hacia el hombre. "Señor Sato..." Dice intentando disimular.
"Puedes ahorrarte los honoríficos, Liam Taylor."