El autobús frena en seco frente a la parada de la escuela Orionboshi. Un Ryo ya recuperado por completo entra por la puerta de la escuela. 'Ha pasado una semana ya desde la visita a la biblioteca. Estoy ya en perfectas condiciones, además las tardes de gimnasio sientan genial.'
Al cerrar el teléfono se fija en la fecha. 'Caramba, día 18 de abril, ya. Como pasa el tiempo.' Cuando levanta la mirada de la pantalla ve de espaldas a una chica de cabello negro por los hombros. 'Lleva ya casi dos semanas sin venir. ¿Será ella?'
Al entrar al aula lo confirma. Los ojos naranjas hielan su sangre por unos instantes. Sus miradas no se cruzan de nuevo hasta la salida al patio.
"Ven conmigo." Susurra Usaga a Ryo. Con plena decisión camina, dando por hecho que Ryo la sigue.
Como un tapón desatado de una tubería a presión, los malos recuerdos empiezan a enturbiar la mente de Ryo. Aun así la sigue hasta llegar a una zona alejada y solitaria del gran jardín de la escuela.
"Lo siento. Esto es lo primero que creo que debería decirte." Con una mirada tranquila, Usaga mira los ojos azules de Ryo.
"No pasa nada, sé que todo es por una maldición y no era tu intención real." Responde Ryo. 'Es una persona totalmente distinta. Para nada parece alguien capaz de perder el control.'
Usaga cruza los brazos con algo de indignación. "Me hubiese gustado pedirte perdón antes, pero te llevaste las pastillas que me quedaban, aquel día cuando te las metiste en el bolsillo y fuiste al baño. Estuve desde ese día hasta ayer en pleno descontrol por falta de pastillas. No podía salir de casa en ese estado."
"L-lo siento, se me olvidó por completo devolvértelas." Ryo se levanta del banco e inclina múltiples veces a una velocidad inhumana para pedir disculpas.
Con un suspiro, el gesto enfadado de Usaga vuelve a la normalidad. "Como has dicho, es por una maldición. Sin embargo, no estoy maldita por nada."
Usaga toma aire. "Cuando era pequeña vivía con mis padres. Ambos son agentes de la Naicho. Viven lejos, en Sapporo, prefectura de Hokkaido. Desde niña tuve exposición al mundo maldito, por lo que no tardé en poder verlas y sentirlas."
"Un día estaban peleando contra una maldición en casa. Maldición del vacío se llamaba. La maldición me atacó a mí y se vació la mitad de mi espíritu, desactivando por completo el hemisferio derecho de mi cerebro."
"Vivíamos en un barrio suburbial. Por la zona solían rondar maldiciones del sexo, que no les tenían demasiado aprecio a mis padres especialmente. A modo de venganza, una de ellas ocupó el vacío de mi cuerpo con parte de su alma."
Ryo queda asombrado. "Entonces eres mitad humana, mitad maldición. ¿Es eso posible?"
"Por lo visto sí. Aunque con el paso del tiempo he ido recuperando la parte de espíritu que me fue vaciada."
"Aun así, la maldición del sexo sigue ahí y tiene el hemisferio derecho. Funciones como lo son el control de emociones y el lenguaje no verbal le pertenecen."
Traga saliva. "Igual es muy egoísta de mi parte, pero la Naicho no se incumbe en problemas de poco calibre como este. Entonces me preguntaba si podrías ayudarme a darle caza..."
Ryo mira a Usaga con algo de incomodidad. "Eso es un favor complejo. Supongo que pondría en riesgo mi vida. Además, justo acabo de entrar al mundillo, así que no creo que sea de gran ayuda."
"Bueno, piénsatelo con calma. De todas maneras hay un sitio que me gustaría enseñarte. Quedamos hoy a las 22:00 en la puerta de mi casa, no acepto excusas."
"Entendido." Contesta Ryo. 'Se me hace raro hablar con ella. Y en cuanto a la maldición, no debería meterme en ningún compromiso.'
Llegan las 22:00 y Ryo bajo una sudadera gris llega a casa de Usaga. Llama al timbre. Nadie contesta. Vuelve a llamar pasado unos segundos.
"Ya va, ya va." La chica de ojos naranjas sale por la puerta. Lleva un vestido negro algo ajustado y el eyeliner maquillado.
"¿A dónde vamos que vas así vestida?" Pregunta Ryo sin sacar las manos del bolsillo de la sudadera.
"A mi bar favorito." Sin dar ningún detalle más, rebusca en el pequeño jardín de la casa y saca una bicicleta. "Súbete."
La brisa del viento nocturno y la velocidad agita su cabello. Con un gesto brusco, Usaga hace derrapar la bicicleta y para frente a un local abandonado.
"¿Es esto? Parece un local de los que hace veinte años que no entra ni un alma." Ryo baja de la bicicleta desconcertado. 'A saber a donde me ha llevado. Espero que no me viole.'
La puerta del lugar se abre con facilidad y empiezan a bajar unas escaleras. "¿No puedes sentir la energía espiritual desde aquí?"
Ryo se limita a bajar escaleras sin responder a la pregunta. 'No siento nada. Me debe faltar práctica.'
Abren entre los dos un portón negro. Una enorme cantidad de luces entra por la retina de Ryo, que queda cegado por unos segundos. Usaga toma su muñeca para guiarlo y así entrar.
Cuando Ryo abre los ojos descubre un local con luces, música y mucha gente. "Vaya, sí que se tienen escondido este lugar. Está muy animado." El joven Shura no tarda en darse cuenta. "Está lleno de maldiciones."
"Sí. Es un bar de jazz para maldiciones. Hace unos años lo montaron aprovechando el abandono del local." Ambos ven como un camarero de ocho tentáculos se acerca. "¿Bebes alcohol?" Pregunta Usaga.
"Eeh, la verdad es que no. Pide para mí una cola." Ryo se levanta y va al baño. Observa girando a diestro y siniestro la cabeza. 'Es raro, los individuos dan mal rollo, pero el ambiente da muy buenas vibraciones.'
Al volver del baño se encuentra a Usaga hablando con una especie de camaleón humanoide. 'Ahora que lo pienso, esto está bastante lleno de furros. Qué asco.'
"Un placer hacer negocios, pues." Susurra el camaleón levantándose y enfocando sus ojos saltones en Ryo, que se sienta en la mesa con una naturalidad forzosa.
"¿Querrás saber por qué este lugar verdad? Es cierto que es de mis bares favoritos, pero hemos venido para esto." Usaga muestra un papel con una sonrisa victoriosa.
"Tengo la ubicación de la maldición del sexo que buscamos. Se la vio hace poco en Osato así que cogeremos un tren y un bus hasta allí. ¡Nos vamos de vacaciones una semana!" Con entusiasmo se levanta de la mesa.
Ryo mira los tres vasos de chupito vacíos y coge la lata de cola (aún por abrir). "¿A dónde vas?" Usaga empieza a caminar hacia el backstage del escenario. 'Esto de seguirla sin saber a donde vamos me pone enfermo.'