'No hay manera. Por mucho que los corte, vuelven a atacarme.' Ryo sigue defendiéndose de los malditos por Lust. 'Tengo que deshacerme de ellos, si no Usaga...'
Lust se aproxima lentamente al cuerpo herido de Usaga. "No les llegas a tus padres ni a la suela de los zapatos, eres una patética humana más."
La mente de Ryo parece iluminarse, recordando que Lust ha emitido algún tipo de señal a los humanos malditos para que los atacasen. 'Recuerda las clases de física... las ondas...' Ryo cierra los ojos y se intenta concentrar para emitir una segunda señal espiritual que intercepte la primera.
Un puñetazo le hace abrir los ojos de nuevo. '¡Joder! No tengo dominio suficiente.' Con un gesto frío, Ryo balancea el brazo y clava el gladio sobre un corazón. 'Lo siento.' Consecutivamente y sin ninguna misericordia, sigue apuñalando enemigos como si fueran naipes de corazones.
Mientras, Lust pisa con los pies desnudos el cuerpo de Usaga, que libera contenidamente clamores de sufrimiento. "¿Debería acabar contigo?" Lust se agacha hacia ella. "Tienes cierto punto de atractivo." Pasa suavemente la mano por el rostro inmóvil de Usaga.
"¡Luust!" Ryo hunde con furia el acero filoso en el cuerpo de la maldición.
"¡Maldito...!" Cogiendo a Ryo por el brazo lo tira contra el suelo. "Ahora sí que me habéis jodido." Lust pasa el brazo sobre la reciente herida de gladio con una ligera expresión de dolor y levanta el otro brazo. "Horn of horny."
Rápidamente, Ryo se levanta del suelo y esquiva los seis proyectiles con forma de cuerno. Vuelve a correr hacia Lust.
"Re-Horn of Horny." Las astas que ya había dejado atrás Ryo vuelven hacia Lust y ensartan el tronco del joven Shura. "Yo también se atacar por la espalda."
La camiseta de Ryo empieza a traspasar sangre. "Todo va según lo planeado." Dice Ryo. Desengancha de su cuerpo los cuernos clavados. 'Armas de largo alcance... Dispongo de seis.' A duras penas se mantiene de pie y vacila con caer al suelo.
"Venga ya, tu expresión lo dice todo, farolero." Ahora es Lust la que se acerca a él rápidamente para darle el golpe de gracia.
A la desesperada, Ryo lanza cuatro cuernos. Lust los esquiva fácilmente. Ryo retrocede a una velocidad patosa y lanza el gladio a la altura de los ojos de Lust.
Lust no puede frenar en seco para esquivarlo y se cubre con un brazo. Recibe el corte directamente. Impedida de visión, siente algo clavarse en sus pies descalzos. Son los dos cuernos restantes, que Ryo había dispuesto en el suelo a modo de trampa.
"¡Ahora Usaga!" En el suelo, Usaga saca de la mochila la jaula que le dio el ermitaño y entona un último susurro antes de desmayarse. "Get back to your gloom." Coloca los dedos en forma de cruz.
De la jaula sale una mano fantasmal que arrastra a Lust hacia su interior. La maldición, atónita, no dice nada. Sin cambiar la expresión, queda encerrada en la jaula, que coge un tono negro opaco.
'Por fin se acabó.' Ryo se acerca a Usaga cojeando. Con la mano ejerce un pequeño movimiento con el que comprueba el desmayo de su compañera. Esforzándose consigue levantarla y con ella en brazos sale del establo.
Sin embargo, lo que debería ser una tranquila noche oscura es un luminoso poblado en llamas. Las casas, la plaza, las calles, los establos. Todo arde en un fuego carmesí.
De pronto, una carcajada sombría ensordece el crepito de la madera candela. La figura eclipsada en miasma absorbe el añil de los ojos de Ryo. Tiene un sombrero de pico y cabello gris. Lleva una negra y refinada túnica, que le llega hasta los pies.
"No estés inquieto, niño. Este fuego solo afecta a esas sarnosas maldiciones." La anciana se acerca a Ryo. "Esta niña de tus brazos. Debo llevármela, entrégamela."
"¿De qué estás hablando?" Ryo agarra con fuerza a Usaga. Sabe que esa mujer no es alguien a quien deba tomar a la ligera.
"Verás..." La señora se sienta cómoda sobre una nube de polvo que deja salir de un frasco. "Las maldiciones son una aberración para el concepto de vida y muerte. Además, nos complican la existencia a todos. Si no fuese por la maldición que acabas de combatir, no hubieses tenido que manchar tus manos con sangre humana." La bruja observa las manos sangrientas de Ryo.
"Es su voluntad. Los humanos no deben convivir ni tolerar su existencia. Ni siquiera deberían hacer pactos para aprovecharse de ella. Siempre deberíamos tener en cuenta que son seres independientes que, al fin y al cabo, siempre van a mirar por su propio bien. Toda maldición debe ser exterminada y esta niña no es excepción."
'No estoy en condición de combatir. Acabaría malparado.' Ryo se acerca mucho a la bruja. 'Está mayor, pero se le nota que fue guapa en su juventud.' Se fija también en el colgante en forma de estrella que lleva. "Verás, Usaga no es una maldición. Ella es un espécimen extraño; mitad humana, mitad maldición. Una víctima de lo que tú dices."
"Me da igual, por muy víctima que sea no deja de ser una maldición. Por el bien del mundo, debe perecer." La anciana acerca la mano al corazón de Usaga.
Con una rapidez sobrehumana, otra mano detiene la de la bruja. Es el ermitaño, Tsubasa Junhagane. Dos alas de energía espiritual salen de su chándal. Mira a los ojos a la mujer de negro. "Chihiro..."
La bruja lo mira algo sorprendida. "Me llamo Ember. No conozco a esa tal Chihiro."
Aprovechando el despiste de la bruja, Tsubasa toma a Ryo y Usaga al vuelo y los aleja. "Fármako." Las heridas de Ryo y Usaga se empiezan a curar poco a poco.
"Chihiro, deja de huir de ti misma." Dice mientras da la espalda a Usaga y Ryo para encarar a Ember.
"¿Huir? Tú eres el único cobarde." Ember desenvuelve cuatro shuriken entre los dedos y los lanza simultáneamente a su enemigo.
Tsubasa los esquiva con facilidad y mira a Ember con expresión melancólica. Como si viese pasar su vida por delante.
Veloz como el mercurio toma por el cuello a Ember y la acorrala contra una pared. "Podemos evitar esto." Tsubasa la mira con pena.
Ember mira las llamas de reojo. Toma un puñal de debajo de la túnica y sacando el brazo atraviesa la tráquea del ermitaño. "Por eso eres un cobarde. Eres incapaz de asumir el presente, Tsubasa Junhagane."