Como es el día más importante de las fiestas de Osato, el pueblo está lleno de gente. Tanto la calle principal como la plaza cuentan con una gran cantidad de paraditas de comida y de artesanía.
Ryo y Usaga habían estado toda la mañana inspeccionando los lugares más transcurridos sin resultado alguno. Cuando comen y recuperan energías, salen de nuevo a la calle.
Sin querer, Usaga choca con una joven que cargaba una caja llena de prendas de cuero. "Perdona." Dice Usaga mientras se agacha para recoger las prendas.
"No te preocupes." Sin mucha maña, la joven recoge lo caído y vuelve a apelotonarlo sobre sus brazos. Su cabello es marrón carmesí, tiene ojos carbón y manos de artesana.
Ambos la ven alejarse patosamente y deciden ayudarla para que no se le vuelva a caer todo. "Esto... muchas gracias." La chica coloca las prendas sobre su paradita.
Ryo se fija en lo pequeña que es la parada en comparación a las demás. "Descuida, a esta hora no hay mucho que hacer."
"Sí, aunque los que vendemos, tenemos que seguir preparándo cosas para la tarde. Me llamo Rebeca, soy de un pueblo algo lejano." Abre un compartimento de la paradita y saca una botella. Permitidme invitaros, es vino casero. Cortésmente, acceden a probar un poco.
Mientras los dos beben, Rebeca tiembla de una forma peculiar. "Bueno, un placer, chicos. En nada empieza la representación teatral, no os la vayáis a perder..."
"Está bien, muchas gracias por la invitación." Dice Usaga mientras marchan hacia la plaza.
Con un ojo puesto en la escena y otro en los alrededores, Ryo y Usaga se sientan en un banco. A medida que pasa la obra prestan menos atención al entorno y al terminar el espectáculo, la plaza se empieza a vaciar.
La noche ya empieza a caer. "Al final nada..." Dice Usaga con una mueca de decepción. Ambos caminan de vuelta a casa por las calles vacías, aún decoradas con guirnaldas. Ryo se detiene en seco. "He notado algo."
"Que vas tú a haber notado nada. Deben ser imaginaciones tuyas, tu capacidad de detección es inferior a la mía." Responde Usaga con un gesto de superioridad mientras sigue andando.
"¡Que sí!" Ryo la detiene cogiéndola por la muñeca. "Por aquí." Ryo la lleva hasta la puerta de un establo no muy lejano. Usaga cierra los ojos y se concentra.
"Tienes razón. Aquí hay energía espiritual. Y no solo eso, sino que tengo la corazonada de que es la maldición del sexo que tanto buscamos." Usaga hurga en el bolsillo y saca la caja de pastillas. "Tomate una. Como hemos bebido algo de vino no creo que tardemos mucho en digerirla."
Ryo mira la caja 'No Horny Pills.' Saca una y la traga. 'Ugh, no estoy acostumbrado a tomar pastillas y menos de esta manera.'
Usaga mira a Ryo. "Todo sea por prevenir sus poderes." Con un golpe extrañamente poco sonoro para su calibre, Usaga abre la puerta del establo. Es grande y está cubierto de heno aún fresco, aunque no hay ningún animal. Está totalmente vacío.
Una vez dentro, Ryo se concentra en detectar algún rastro y síntoma de éxito, empieza a apartar el heno de una zona, descubriendo una trampilla de madera. Ryo susurra dirigiéndose a Usaga "Debe ser algún tipo de despensa."
Usaga pone el oído sobre el suelo y se sonroja levemente. Recupera la compostura y mira a Ryo. "Hay sexo allí abajo."
Dándose cuenta de que sin conocer a su enemigo no pueden formular un buen plan, deciden entrar por las bravas, con la maldición como objetivo. De un salto caen al subsuelo.
En él, un sinfín de mujeres y hombres desnudos realizan sus deseos más carnales. Un sinfín de roces y gemidos, más animales que de humanos, conduce sus miradas hasta el fondo de la bodega; donde hay una mujer que ocupa un trono de piedra.
"¿Rebeca?" Ambos se sobresaltan, ignorando por completo el segundo plano del cuadro, que de no ser por las pastillas hubiese captado su atención.
"Oh, vosotros dos." Con un gesto de placer controlado, Rebeca los mira. "¿Queréis uniros, tortolitos?".
"Es una buena oferta, pero me temo que debo rechazarla." Dice irónicamente Usaga. "Lust, queremos tu cabeza."
"Sagishi namida." En la mano de la maldición aparece un pequeño cristal azul, que lanza contra Usaga a gran velocidad.
Acierta en el objetivo. Sin embargo, nada sucede, la habilidad de control no tiene efecto alguno. "¿Eso es todo lo que tienes?" Usaga la mira con una expresión de mofa. Tras medio segundo esperando alguna respuesta, Usaga corre hacia el trono.
Ryo la sigue, desenfundando el gladio y atendiendo al resto de gente, que sigue copulando como si nada sucediese. 'Definitivamente, están malditos.' Poniendo de nuevo la vista sobre Usaga, Ryo se da cuenta de que sus dos puños están cubiertos por energía espiritual.
Con un gran salto, Usaga se abalanza sobre Lust. Pero de un gesto reflejo, la maldición esquiva el ataque. El trono revienta y saltan las piedras por los aires.
"Ahora verás... Hot crowd." Lust chasquea los dedos y emite una señal espiritual que Ryo y Usaga pueden sentir. La multitud de gente se gira hacia ellos y con movimientos algo lentos los empiezan a rodear. En total, podría haber unas 21 personas bajo el efecto de la maldición.
Ryo encara a la muchedumbre para que Usaga pueda luchar tranquilamente. "Yo te cubro." Adopta una postura de guardia. 'Debo ir con cuidado de no matar a nadie, al fin y al cabo son personas.'
'Sin embargo... eso no me va a separar de mis objetivos.' Con un "dash" de espada, Ryo corta uno de los cuerpos desnudos. La multitud se abalanza sobre él, aunque Ryo logra esquivar la mayoría de los no muy potentes golpes.
Mientras, Usaga vuelve a embestir contra Lust. No obstante, sin demostrar demasiado esfuerzo, la maldición del sexo detiene el placaje. "Es absurdo que intentes plantarme cara, tus poderes son un satélite de los míos." Con una cantidad mucho más grande de energía espiritual, Lust golpea a Usaga y la envía volando contra la pared.
"Horn of horny." Lust lanza seis cuernos de macho cabrío contra Usaga. Todos ellos aciertan y causan perforaciones en el cuerpo de la muchacha.
"¡Usaga!" Ryo a duras penas puede mantener a raya a la muchedumbre. 'Piensa, piensa.'