Ambos cruzan las cortinas rojas que dan al backstage. Un gran repertorio de instrumentos, vestimentas y maquillaje se revela ante los ojos de Ryo.
El sonido de la orquesta ya suena lejano. Una tenue luz hace de intermitente sobre la mesa de un despacho de madera caoba. Con cada parpadeo se iluminan las partículas de polvo.
"Señorita Usaga, qué sorpresa verla por aquí." La dueña del despacho apaga el puro en el cenicero. Sus manos son blancas como el papel y tiene una cabeza cuadrada. La boca es horizontal, como una ranura. "¿Viene a pagar la cuenta?"
De la boca de la individua asoma un folio a modo de impresora. La extraña maldición pone el papel sobre la mesa. "Firma aquí."
Usaga mira el cheque. 'Tsk, aquí va lo que me queda de ahorros.' Con gran tensión toma la pluma y mira a la maldición de reojo. Se lo piensa y una gota de sudor resbala por su sien.
"Clic." Ryo abre la lata. "Bfff." El gas efervescente de la cola chorrea milimétricamente el suelo y el joven empieza a beber.
Con un elegante y ligero movimiento de muñeca, el cheque queda firmado. "Todo saldado pues." La maldición impresora guarda el vale en uno de sus muchos cajones.
Ryo y Usaga salen del local. "¿Qué clase de trato has hecho?" Pregunta Ryo.
"Desconozco su nombre, pero es la maldición de las copias. Por algo de dinero he conseguido que haga unas copias nuestras para que durante dos semanas vayan al instituto por nosotros."
"Ohh, ya veo. Supongo que nos tocará ponernos las pilas al volver." Ryo se pone la capucha de nuevo por el frío de la calle nocturna.
Usaga monta la bici. "¿Dónde vives? Te llevaré a casa." Las calles están totalmente desoladas por la hora.
Cuando llegan a casa de Ryo se despiden. "¿Entonces nos vemos mañana a las 11 aquí mismo? La estación de tren está más cerca de tu casa que de la mía."
"Hecho." Contesta Ryo mientras la bicicleta se aleja a gran velocidad.
La noche es corta y el sol no tarda en salir.
'Huh... ya de día.' Con un profundo bostezo, Ryo despierta y se dirige al baño.
"Buenos días princeso. Vaya horas de levantarse para ir a estudiar. No he querido despertarte y vaya que si se ha hecho tarde." Niu sobrevuela en círculos a Ryo hasta que este entra al baño.
'¿Y estas ojeras? Sí que he dormido poco.' Piensa Ryo mientras se mira al espejo y se lava la cara. "¡No te preocupes! Es una historia larga, pero tengo un par de semanas de vacaciones." Aclara el amo a la mascota.
Al ver la hora empieza a preparar la maleta con calma. "Marcharé esas dos semanas. ¿Vale Niu? Debo ir a hacer algo con una maldición." Ryo acaricia el lomo del gato espíritu. "Te encargo a ti la vigilancia de la casa, eh."
"Como si necesitase un guardián. Tienes tantas cosas para que te roben..." Responde Niu con un tono desconforme.
Con la mochila sobre los hombros sale de casa. 'A esta hora debería ya estar en el instituto...'
"¡Eh tú!" Una voz asusta a Ryo. No sabe si voltear. "Te hablo a ti, al chico de la mochila gris." Definitivamente asustado, Ryo se hace el sordo.
La policía lo toma con fuerza del asa de la mochila. "¿Te haces el sordo o qué?" Ryo se gira y ve con alivio y a la vez ira la cara de Quibilah.
"No me andes dando esos sustos. ¿Además, que haces vestida de policía?"
"Soy policía. ¿No me crees?" La detective Samir saca una placa identificadora. "Ahora mismo podría pararte por saltarte las clases, pero me pillas de buen humor." Susurra. "Y lo de ser policía es por una misión encubierta."
Ryo responde molesto. "Genial, genial. Ahora no me estorbes más. Me voy de vacaciones, cuando vuelva ya me explicas todos tus rollos."
"Quedaremos entonces." La detective sonríe forzosamente, molesta por el comportamiento arisco de su vecino y se marcha en el coche patrulla.
Después de escasos cinco minutos esperando, llega Usaga con un sombrero de pescador, camiseta de tirantes y chanclas. "Oye, que nos vamos a por la maldición del sexo. No es un viaje de ocio."
"Hehe... Es que la idea de unas vacaciones también es muy apetecible." La mirada de Usaga cambia. "Pero tienes razón, vamos a lo que vamos."
Cargando su equipaje caminan hacia la estación central de Tokio. "Cogeremos el tren Yamabiko hasta Furukawa a las 11:30. Cuando lleguemos tendremos que coger un bus que nos llevará directos a la villa de Osato." Dice Usaga.
"Vamos bastante bien de tiempo entonces" Responde Ryo mientras llegan a la estación.
Tras comprar los billetes de viaje bajan por unas escaleras mecánicas. De reojo Ryo mira el reloj de la estación. '¿Las 11:25 ya? Sí íbamos con tiempo.'
La situación que los ojos de ambos ven es desesperante y pseudo-apocalíptica. Un andén abarrotado, niños llorando y un estrés casi que visible.
"Disculpe. ¿Qué está pasando?" Usaga pregunta a un señor que esperaba pacientemente leyendo el periódico.
"Llevo ya mucho rato aquí y cada vez hay más gente. Parece que los trenes no llegan y me da la sensación de que he perdido la noción del tiempo."
'La noción del tiempo...' Ryo mientras enciende brevemente su teléfono para ver la hora. '¿Las 11:45? ¿Cómo es posible?' Llevamos dos minutos apenas aquí.
"Oye Usaga, llámame paranoico, pero esto parece cosa de una maldición. ¿Cada cuanto tiempo suelen pasar los trenes?
"En una estación de importancia como esta cada cinco minutos debería pasar uno." Responde Usaga pensativa.
"Entonces no hay duda alguna, este andén está bajo el efecto de alguna maldición." Dice Ryo buscando complicidad en el ámbar de Usaga. "Señor, cuídenos un momento el equipaje." Los dos se sacan la mochila y saltan a las vías del tren.
Con pasos cautelosos se adentran en la oscuridad del túnel que conecta con la estación.
"Lo primero que deberíamos pensar es si el efecto de la maldición recae sobre la gente que espera en la estación o sobre los trenes que deberían llegar." Usaga se acomoda el gorrito pesquero.
"O ambas..." Ryo enciende el móvil y abre la aplicación del reloj. 'Uno, dos, tres...' Se sobresalta. "¡La aguja segundera va más rápido que los segundos reales! Y estoy seguro de que cuento bien."
"En la web dice que los trenes siguen en circulación. Si no han parado el sistema será que la maldición solo afecta a esta estación. Un overbooking como este en más de una estación paralizaría el sistema, estoy segura."
"Entonces no debe estar muy lejos." Ambos miran al unísono una puerta y entran. Ryo no quita el ojo del teléfono. "¡Eh! De repente hemos saltado el minuto 11:55. Ha pasado de 54 a 56 directamente."
"Tiene el poder de saltar un minu-" Usaga lo interrumpe. "Calla, estoy intentando detectar su energía espiritual." El silencio se hace en los pasillos de emergencia.
Usaga le comunica a Ryo por el teléfono. [La he encontrado, sígueme.] Manteniendo el silencio absoluto suben unas escaleras. Llegan a una sala sin puerta que da vistas al andén. 'Parece algún tipo de sala de control.'
Una figura redonda disfruta de las vistas sentada en una silla. "Mmm, esta sensación... Hacía mucho que no maldecía a tanta gente."
Sin hacer ruido, Usaga se aproxima y le hace una señal a Ryo para que se mantenga en el sitio. 'No creo que Ryo tenga ningún objeto maldito ni ninguna maldición.'
Con fuerza, Usaga clava la pierna derecha en el suelo, adornada sus chanclas. Un brusco movimiento giratorio de su cuerpo es suficiente para propinar un golpe de KO a la maldición.
Ryo entra y mira tanto la silla partida como la maldición. 'Se ve igual que el reloj de esta estación.' Con misericordia deja una manzana al lado. "Tal vez te has excedido un poco, pero buen trabajo."
Satisfechos por el buen trabajo, bajan de nuevo al andén y recogen su equipaje. "Gracias, señor por cuidarlo." Con una ligera inclinación de cabeza se despiden y suben al tren, que no tarda en llegar.
"Vaya, con el imprevisto se nos ha hecho mediodía." Dice Ryo mirando el paisaje por la ventana.
Usaga muerde el bocadillo de atún. "Hí, peo no hay poblema." (No se la entiende bien por la comida en la boca.)