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Chapter 24 - CAPITULO 24: PRISIONERA DE MI MISMA

En este tiempo, el pago de la casa que, se había sacado por medio del banco, sufrió una nueva estructuración, y dos veces al año se pagaban doble mensualidad de 1,500, en ese tiempo eso era mucho dinero.

En este tiempo pasamos hambre.

Recuerdo que, había ocasiones en que mi madre lloraba en el cuarto a solas.

Oprimida por la situación.

En su trabajo, descargaban comida de los aviones.

Se supone que todo se tiraba, pero, los trabajadores se ayudaban con eso para sobrevivir.

Esto, se perfectamente que es robar.

En este tiempo, no había mejor forma de sobrevivir.

Seguí cuidando niños, aportando a la casa económicamente, pagando entre todos los gastos de la casa, alimentos y demás.

Pocos meses después, a mi madre le recomendaron un abogado muy bueno, el señor era muy noble, cobraba lo menos posible y ayudaba a personas de bajos recursos.

Fue quien le ayudo a tramitar la pensión alimenticia.

Al inicio, del juicio, mi padre iba a amenazarnos por las noches.

Luego de meses en que el juicio se llevaba a cabo, el dinero no rendía.

Como al año fue que pudimos poner un barandal y esto ayudo a cesar el acoso de mi padre.

Entre a una escuela de comercio, la carrera era: secretariado con contador privado, inglés y computación.

Curse un año, cuando los gastos se incrementaron, deje la escuela.

Una de mis tías paternas, llego a ir para llevarnos a comprar ropa y zapatos, iba por encargo de mi padre.

Ella de alguna manera, creo que si nos quiso un poco.

Ella decía que le pedía dinero a mi padre, que era justo que gastara en nosotros.

Pocas veces lo vi a él.

Mi hermana, era más noble que yo.

Creía en sus palabras de consuelo.

Yo no pude creerle y él lo notaba.

Me miraba extrañado, no se enojaba, creo que no sabía que hacer conmigo.

Había un abismo entre los dos.

Tiempo después, mi madre llevo a un joven a vivir con nosotros, venia de Sinaloa, su nombre: Julián.

Fue una ayuda con los gastos de la casa.

Con el tiempo, se convirtieron en pareja.

Como a los dos años, una de mis amigas de la primaria, Raquel, la misma que, tenía un novio de 20 cuando estuvimos en sexto.

A la misma que, ayude cuando le vino su menstruación.

La misma que fue mi mejor amiga.

Me visito.

Fuimos a la tienda a pasear y en el camino hablamos de algunas cosas.

Ella me pregunto por varias personas que, en realidad yo no conocía.

Entre la plática, pude ver que ella se burlaba de mi por no conocer a nadie.

Por no salir de mi casa, como dijo ella.

Como una prisionera de sí misma.

Me moleste con ella en ese momento.

Le dije que, si ella quería volver a verme, que fuera en buen plan, yo no tenía la misma vida que ella, debía sentirse orgullosa, pero, esta persona, no era mi amiga de la primaria.

Raquel, se sacó un poco de balance.

Solo se despidió y se fue.

No la volví a ver hasta unos 10 años después.

Hoy en día, creo que ella vio algo que yo no vi.

Y que de alguna manera tenía razón.

Claro que no fue la forma correcta de hacérmelo ver, pero, algo había de cierto en eso.

Era prisionera de mi misma.

Y una idea comenzó a nacer en mi mente.

Debido a tantas circunstancias en que sentí la diferencia de trato que mi madre tuvo conmigo y con mi hermana, ese favoritismo tan notable, me hizo pensar que, el motivo real por el que mi madre no podía amarme por mas que lo deseara, era que, era la única de sus 3 hijos que era la viva imagen de la familia de mi padre, mis rasgos le recordaban aquel que fuera el motivo de su alegría y de su dolor.