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Chapter 39 - Cyndressa

Si recorrieran Xera, de extremo a extremo, reconocerían que descontando a las exuberantes amazonas habría muy pocas mujeres más hermosas que la distinguida Lady Cyn, su cabello del color del cobre recién pulido era hipnotizante, su tez blanca era muy poco común en los pueblos que rodeaban la gran ciudad, con solo verla podías identificarla como parte de la nobleza más alta de Imperial, pero, aparte de que fuera una Lady, muy poco se podía saber de ella. Solo que había estado casada 3 años con un tal Larry, caballero de baja alcurnia, que al ser expulsado de la guardia real se recluyó con su esposa en una agradable cabaña de un pueblo dormitorio, paso obligado para aquellos que se aventurasen a Ciudad Foro.

Fueron 3 años muy hermosos para Cyn, eso hasta que los hermanos "Fortune", antiguos centuriones del ejército normal desertaran de este, volviéndose ellos y sus tropas una panda de bandidos asalta caminos. Larry, como antiguo caballero, seguidor de un estricto código de justicia que nunca negó, formó una milicia local para proteger el camino, única fuente de recursos del pueblo. Fueron masacrados, por más de 100 pillos liderados por Rokar Fortune, al ver comprometidos sus intereses por la acción de los civiles. Larry fue tomado prisionero, torturado y muerto, su cuerpo fue enviado a Imperial para ser enterrado junto a sus padres.

El viejo cantinero, Zarko, corrió desde dentro de su local con un afiche de "Se Busca" justo antes de que la pareja de viajeros cruzara la empalizada del pueblo.

- ¡Kuro Cazador de bestias! - le gritó al mercenario moviendo el papel en el aire; -tengo un trabajo que te puede interesar-.

El mago detuvo el andar de Uxor y ambos movieron perezosamente la cabeza hacia su viejo conocido.

- ¿lo conoces? - preguntó Arzelen.

-por desgracia, trabajó como guardián del gremio- tosió, escupiendo la palabra "cantinero", entre el poco fingido "cof cof".

-tranquilo, niño perro, este viejo ya no te trae la cuenta de tus destrozos- rio sonoramente, hablando con un acento poco común, que deformaba claramente el idioma.

- ¿entonces? -.

-bueno- continuó Zarko, mientras que corriendo delicadamente se acercó desde la cantina una joven de cabellos rojizos, vestida en un impecable vestido que, a cualquiera, menos a ella, le habría echo tropezar; -ella es Lady Cyn y te tiene unas palabras que decir-.

Kuro al ver la belleza que tenía delante olvido que a aferrada a su espalda estaba una celosa Am apretando sonoramente sus dientes, y se dispuso galantemente a hacer una reverencia a la dama, reverencia que más bien pareció una teatrera mueca de alguien que estuvo bebiendo toda la noche.

-mi señor- comenzó Cyn; - saliendo del pueblo, entre los bosques se encuentra el campamento de Rokar Fortune, el asesino de mi esposo, no tengo mucho que ofrecer- sollozó tristemente; - si pudierais acabar con él, aunque sea solo con él, te daría todo lo que tengo-.

Pudo responder como un caballero, como un príncipe, pero Kuro era un mal educado mercenario - ¿y qué sería eso? - atinó a decir, de la manera más vulgar que pudo.

-mi casa, sus escrituras y la posesión de todo lo que se encuentra en ella- ofreció con decisión y amargura.

-no tenemos tiempo para eso- susurró Am.

-pienso lo mismo- le contestó a la maga con voz baja.

-veremos qué podemos hacer, mi dama- le dijo Arzelen fingiendo una sonrisa, Kuro hizo lo propio moviendo la cabeza hacia abajo.

Lady Cyn respondió con un distinguido gesto -estaré esperando ansiosa noticias de vuestra hazaña, si cumplen dejaré las llaves de mi hogar con el Sr. Zarko y volveré a Imperial con mi padre, que tengáis buen viaje mi señor, con su permiso señorita-.