Todo pareció apagarse, todo se notaba irreal, se deformaba y se diluía. Redhand sintió temor, era esto el fin de todo, pero si lo que había vivido era real, Dios existía, habría un paraíso para quien salvo al mundo, o un infierno para el que más de un millar mato por dinero.
Un pestañeo de oscuridad.
"Gar'Dal Dark Dreams" escuchó a lo lejos, como si lo convocaran, pero no supo de dónde, ni quién, ni por qué.
Entonces sintió una sensación muy real, agua, mucha agua, un remolino de agua que los arrastraba a un abismo.
Abrió los ojos y se vio sumergido y un animal con tentáculos arrastrándolo al fondo, le miró con furia fingida, pero lo suficiente para amedrentar al cefalópodo.
Nado rápidamente, como un torpedo a la superficie, y salió eyectado sobre el agua, vio lo que había al rededor, un paisaje idílico, virgen, verde, sin alteración humana, aire limpio como ninguno había respirado en la Tierra.
Nadó hacia la costa de la laguna en la que había despertado, pensó cómo un pulpo o calamar estaba en agua dulce, en una laguna tan pequeña, no, esto no parecía la Tierra, y era tan idílico el paisaje que pensó que era el Paraíso, ¡No!, movió la cabeza, eso era incoherente, algo lo había jalado a este lugar, del momento de su muerte a este bosque, pero un asesino no podía ir a un paraíso, por más heroico que fuera su sacrificio final.
Redhand caminó desnudo entre los árboles, buscando quizá algo con qué taparse, sería descortés encontrarse con alguien en bolas. Cogió luego de un rato algunas hojas, las más grandes que encontró y se improvisó un escuálido taparrabos.
De pronto sintió algo moverse, ¿un animal?
Redhand sintió entonces un calor abrazador golpear con una fuerza tremenda su espalda, se había descuidado, o sus agudos sentidos no estaban del todo agudos.
Se sintió un fuerte estruendo como si una bola de metal chocara con un escudo de acero.
Red no pudo evitar caer de rodillas al suelo, pero trato de reincorporarse en un instante, moviéndose como un torbellino hacia su atacante.
Era una mujer, pero no era humana, le pareció irremediablemente bella pero no era humana.
Su rostro era hermoso, simple y redondeado, con una expresión serena incluso en su severidad, su piel era rosácea pálida, pero por acción del sol se veía un tanto bronceada, sus ojos verdes parecían emitir una extraña luz, sus rasgos faciales eran delicados y muy proporcionados. Entre sus cabellos dorados y hermosamente atados en un moño, se extendían dos orejas muy largas y en puntas. También eran visibles algunos kilos de sobrepeso, pero completaban la imagen de un ser armonioso. Todo eso lo vio cuando lo rodeo con su arma firmemente empuñada, un hacha de metal muy afilada, pero no lo suficiente para traspasar su piel. Volvió a mirar su rostro, aunque no era humana era muy bella.
-¿quién eres? - le preguntó la mujer con severidad, un tanto consternada porque Red siguiera en una pieza;- este no es un lugar para extranjeros-.
-¿Me preguntas eso?- contestó Redhand tratando de ponerse de pie, algo tambaleante; - primero golpeas luego preguntas, por poco me rompes la espalda.
-Eso debió matarte, esa fue mi intención, ¡responde! Al menos que quieras que termine mi trabajo-.
-Puedes llamarme Redhand, y ¿tu? -.
La mujer se ruborizo ante la insolencia del humano, pero al notar que definitivamente no era un enemigo guardó su imponente arma en una correa de cuero que cruzaba su espalda.
-Seradriel - le respondió extendiéndole la mano, Red la tomo un tanto sorprendido, al parecer su mera presencia en el bosque era una gran ofensa para aquella mujer;- creeré que estás perdido, lamento atacar antes de preguntar, por alguna razón me pareciste más un animal sediento de sangre que un viajero perdido-.
-no soy de aquí, definitivamente no sé cómo llegué acá-.
Seradriel guardó silencio un momento, meditativa.
-a qué te refieres que no eres de acá, acaso no eres de Xera-.
-no sé qué es Xera- sonrió Red llevando su mano detrás de la cabeza para soltar una risa de confusión.
-¿eres de Zorath?- le preguntó la mujer con una ilusión en el rostro, como si hubiera esperado mucho tiempo aquel momento.
-No sé de qué me hablas, pero soy de la Tierra, y esto definitivamente no es la Tierra-.
Seradriel agachó la vista, mordiendo su labio con decepción.
-al menos eres como yo, tampoco pertenezco a este mundo-.
-entonces quizá me puedas explicar qué es todo esto, Zorath, Xera, y, realmente nunca había visto... una mujer como tú, no te ofendas, eres muy linda, pero no eres humana, ¿o sí?-.
-no lo soy, soy una Elfa, nací en Zorath, y luche hasta morir en aquel mundo, mi hogar y el de mi gente, luego aparecí acá, en Xera-.
-eso, es confuso, pero también estoy seguro de eso, luche y morí en mi Tierra, acaso viene la gente luego de morir acá-.
-somos muy pocos, solo te conozco a ti, pero sé que hay más en Xera, algo nos trae hasta acá, nos impide volver de donde somos -.
Red pensó en Kalair, acaso nunca más la vería, se sintió irremediablemente triste al pensar en ello.
-Soy forestal en un pueblo que colinda con este bosque, Zurvarat, tal vez pueda ayudarte, primero a conseguirte un poco de ropa-.
Redhand había olvidado su desnudes, un poco de pudor lo ruborizó de estar así frente de esa elfa tan encantadora.