«Ya no nos pertenecemos. Ya no somos seres, sino cosas. Somos las primeras en su amor propio, las últimas en su estima».
La Dama de las Camelias, Alejandro Dumas (hijo).
David se encontraba cabizbajo, sentado en el pequeño sofá escuchando atentamente a sus padres. Llegaron a la casa de Lucas cerca de las siete de la noche y este, se encontraba leyendo un libro.
Benjamín, hablaba con fuerza casi a los gritos, repitiendo en diferentes formas lo deteriorado que se veía David y lo enfermo que podría encontrarse. Esther solo afirmaba con pocas palabras, mirando a David y luego a su hermano, sin más que añadir a las exigencias.
Ambos solo pedían una cosa, a lo cual, Lucas finalmente exclamó:
—Quiero que me entierren con camelias en el ataúd. —Se quitó sus lentes colocándolos sobre su pequeña mesa y cerró el libro con cuidado, colocando a un lado—. Bien, ¿cuál es el problema? —Levantó la mirada a la pequeña familia—. Oh, David, ¿qué te ocurrió? Pareces un zombie —añadió con el más carente sentido de preocupación al verlo.
—¿Nos ayudarás sí o no? —Preguntó Benjamín quien rápidamente había perdido la paciencia. Podía notarse en su vena resaltada de la frente y el párpado temblándole.
—Sí y no —respondió somnoliento, para luego alcanzar su botella de cerveza—. Siendo el jefe de ambos, debo recordarles que aún siguen en marea alta; sin embargo, los puedo ayudar dejando que David se quedé aquí donde cuidaré que duerma, coma, se entretenga con libros y respose ya que yo, estoy en marea baja. —Tomó un sorbo para luego añadir—. Tómalo o déjalo Benny.
—No me llames así —masculló entre dientes.
—¡Gracias! —Esther volvió la mirada en David, esperando que la noticia sirviese un poco para animarlo—. Será de mucha ayuda para todos.
—Si no tienen ninguna otra exigencia más quiero se marchen de mi casa. Mañana los quiero temprano en L'amore para el desayuno internacional con los coreanos. —Apuntando con la boca de la botella a Benjamín, agregó—. Cuida ese temperamento, niño bonito, que además de tu cuñado, soy tu jefe y el gobernador de tu trasero. Que no se te olvidé con quien estás hablando.
—Sí, señor —exclamó suavemente, bajando la mirada.
A ese punto, David estaba sorprendido de que su tío fuese el dueño de la empresa en la que tanto Paris desea entrar. Verlo ahí, tan relajado bebiendo cerveza no le causaba una buena vibra como empresario. Tal parece que su expresión de disgusto llamó la atención de Lucas.
—¿Qué? —Arqueó una ceja, reposando la boca de la botella en su labio inferior—. Soy el dueño de L'amore y tus padres son mis empleados. ¿Acaso creías que me la pasaba leyendo, bebiendo y armando rompecabezas?
—No pareces un empresario —respondió bajo, desviando la mirada hacia su madre—. ¿Cuánto tiempo me quedaré aquí?
—Unos días, tres a lo mucho cuatro —respondió, acercándose y pasando sus manos por la cabeza de David—. Todo va a estar bien. En cuanto terminemos de trabajar usaremos nuestro tiempo para recompensarte bien, ¿cierto, querido?... ¡Ben! —Se cruzó de brazos al ver a su esposo dándole dinero a su hermano.
—Perdí una apuesta en el partido de la mañana —murmuró apenado, procurando tapar la escena de los ojos de David.
—Sigue aflojando que te hace falta el del mes pasado —remarcó Lucas antes de retomar su bebida.
—Cielo, por favor, no tomes nada de esto en serio, son solo bromas de ellos. —Esther trataba de excusarse con David, ya que el no saber qué ocurría con su hijo la hacia sentir un gran malestar.
—Tranquila, mamá. —Torció una sonrisa—. Voy a estar bien, estoy seguro de que Lucas podrá manejar todo con calma.
—Sí, por supuesto que sí lo vas a estar. —Le devolvió la sonrisa, antes de besar su frente.
Benjamín y Esther esperaban que, con amabilidad, Lucas se despidiese de ellos fuera de la casa y pudiesen hablar con mayor privacidad acerca de la situación de David. Sin embargo, cuando la pareja se encontraba afuera pidiendo que saliese con ellos, Lucas solo respondió:
—La mejor forma de que David se mejores es dándole la confianza que se merece, no haciéndolo desconfiar de la ayuda que está recibiendo.
—Lucas —gruñó Benjamín.
David se sorprendió al verlo inclinarse para morder la mejilla de su padre, a lo cual, Benjamín reaccionó a separarse lejos de la puerta. Lucas se regresó a su sofá –luego de azotar la puerta–, acomodándose los lentes y tomando nuevamente su libro para continuar por donde se quedó.
—Si quieres leer, toma un libro; si tienes sed, puedes buscar en el refrigerador, pero procura dejarme una o dos cervezas —informó, acomodándose los lentes y pasando la página—. La cena llegará en una hora.
—Pero... soy menor de edad.
—A tu edad yo bebía.
—No sé por qué no me sorprende —murmuró.
—Ahora que tus padres se fueron podemos hablar, pero bien, no espero que me respondas como supongo que tú no esperas a que yo te dé mi total atención.
—Simplemente... estoy confundido por las cosas que me han pasado —exclamó decaído, bajando la mirada.
—Por primera vez seré el tío que nunca seré. —Dejó su libro nuevamente observando que la simple acción levantó un poco el ánimo de David—. Adelante, dime qué te pasa, confía en que no se lo diré a nadie y desahogate un poco.
—¿Esto solo sucederá una vez en mi vida?
—Posiblemente, cuando tengas dudas de con quién casarte vuelva a ser tu tío, o bien, cuando me esté muriendo te dé herencia. Lo que ocurra primero.
—Aprovecharé ahora... —Lucas observó el nervioso comportamiento que surgió de inmediato—. Esto es difícil de describir.
—¿Eres gay?
—¿Qué? —Su mirada se amplió ante la forma tan relajada en que salió la pregunta de sus labios—. ¡No! No, no lo soy... —Las palabras ya no pudieron continuar en cuanto sintió un dolor en su estómago, haciéndole esbozar una mueca.
—Ya veo... —Decidió continuar con la táctica de observarlo fijamente—. No sabes sí lo eres, por eso se te hace difícil de describirlo.
—Me siento muy mal hablando de esto contigo que no siente nada por ningún otro ser humano.
—Enfoquémonos en tu problema, no en mi vida personal —bufó, rodando los ojos ante su comentario—. Háblame de lo que te pasó, lo que sientes y cosas así.
—Es que, ni sé por donde iniciar —admitió abrumado con solo recordar cómo empezó todo—. Se supone que este era mi último año en la secundaria, con mi mejor amigo de la infancia y con mis otros dos amigos; pero todo se complicó en menos de lo que va el año, cada vez más complicado de lo que pensé... —Cubrió su rostro mientras trataba de no agitarse—. Jonatán quiere ser mujer o es mujer, o es algo relacionado a las mujeres; Levi está enamorado de mí o creo que ya no, y no tengo idea con Saúl.
—Por la forma en que lo dices sucede algo más. Debe ser algo que ocurrió mucho antes de que iniciara este año, ¿o no? —David alzó la cabeza—. Porque no creo que te hayas puesto como enfermo desde este.
—Es que... —Sus labios temblaron de solo tener la idea en mente—. Creo que...
—¿Que si te gusta el chico? —Preguntó con suavidad. David asintió despacio y con temor, porque Lucas se veía tranquilo ante la situación aunque no se supiese cuánto tiempo estaría de ese modo—. Temes a lo que digan tus padres, ¿cierto?
—No puede ser posible que yo sea homosexual. No es posible...
—¿Recuerdas nuestra última conversación? —David asintió—. Te dije que no debías atormentarte.
—No... —Estaba al borde del llanto—. No es tan sencillo.
—David, si sigues de esta manera te va a dar un infarto. Recuerda que tienes tus limites con la presión y no estás tan siquiera medicado.
—Me odiaran... —Su voz se quebró con la llegada de las primeras lágrimas—. ¿Cómo puedes estar tranquilo tan siquiera con la idea?
—Mira, estás llorando por algo que aún no sabes sí sucederá.
—Es solo una fase...
—¿Has tratado de juntarte con mujeres?
—Sí, ah... —Limpió sus lágrimas con el cuello de su camisa—. De hecho, tengo una amiga. Fue hace poco que la conocí.
—¿Qué sientes al estar con ella?
—Simplemente... es mi amiga. —Frunció el ceño.
—¿Pasó algo entre ustedes? —Interrogó al verlo pensativo.
—Cada vez que la veo me siento extraño. Ella es linda, casi todos mis compañeros la observan cuando estamos practicando; pero... cuando nuestros cuerpos rozan en el vals me siento inseguro y solo quiero alejarme. —Cerró los ojos, pensando en cómo se sentía al lado de Levi—. Justo ahora, me siento tan poco hombre con solo recordar.
—Siguiente nivel de aprendizaje sexual. —Dibujó un arco en el aire con las manos—. Ahora imaginemos vulvas.
—¡No! —Se levantó rápidamente del sillón, señalándolo con el dedo índice—. ¡Eso ya es pasarse! ¡No! Eso es depravado y degenerado.
—¿Cómo pasaste biología?
—Cerrando los ojos y con autoterapias luego de los exámenes gráficos.
—Veamos, durante toda tu vida has visto tu "cosito" ¿has pensado en la posibilidad de querer otro?
—Me siento tan sucio hablando de esto contigo —admitió retrocediendo al ver a Lucas acercarse—. ¡No te me acerques!
—Ven. Ven aquí.
—¡¿Qué tramas?!
—¡No te voy a hacer nada malo! —Prometió desesperado con su actitud tan nerviosa—. ¡Ni que quisiera que me arrestaran por pedofilia!
—¡Contigo no puedo estar tan seguro de eso!
—Auch, me dueles. —Se llevó la mano contra el pecho—. ¿En verdad crees que cometería incesto contigo?
—¿Es demasiado tarde para irme a casa? ¡No quiero estar aquí!
—Solo ven aquí, no te voy a lastimar.
—Tengo miedo de dormir aquí.
—De acuerdo, no vuelvo a ser tu tío y ya no te doy consejos, ni libros.
—Alto, no hay que sobrepasarnos. —Se acercó lentamente hacía él solo con la esperanza de que hacerlo retractarse con los libros—. Bien, ya estoy lo más cerca que quisiera estar de ti.
—No grites —expresó con seriedad antes de halarlo de la camisa.
—¡Dijiste que no sería nada malo!
—¡Solo te besé en la mejilla!
—¡Traicionaste mi confianza! Quiero irme a bañar...
—¿Dijiste que se llamaba Levi el que te gusta?
—¡Ni te atrevas a buscarlo! —Gritó, marchándose a la planta de arriba—. ¡Él no me gusta!
—¡Tal vez te quita lo marica! —Objetó molesto—. ¡Ni siquiera los homosexuales actúan como tú, la mayoría son más profesionales de lo que te imaginas!
—¡Cállate, no quiero saber nada de ellos!
[. . .]
Lucas se quedó en su sofá pensando en lo mucho que David necesitaba de una ayuda profesional. Se frotó los párpados al escucharlo quejarse en la planta de arriba por el insignificante beso que le dio en la mejilla.
En parte podía comprender a David de estar confundido sobre sus decisiones; pero le preocupaba enormemente que estas nuevas emociones que invadían a su sobrino pudiesen llegar a ocasionarle problemas más graves que unas simples ojeras.
—Estoy bien... Estoy bien —se repitió entre pausas para respirar profundamente—. Nunca he estado mal. Siempre he estado bien.
David murmuraba en la tina del baño. Se encontraba entre burbujas y un pato de hule que encontró con las pertenencias de Lucas. No deseaba usarlo al principio, pero terminó cediendo cuando se dio cuenta que podía hacerlo chillar con solo apretarlo.
Se tomó su tiempo en observar sus manos, a pesar de estar arrugadas como pasas, se veían muy pálidas. David podía decir que del resto de su cuerpo había tenido mejores días que los actuales. Se sentía muy mal de verse enfermo por tonterías, pero él nunca había pedido que algo así le ocurriese. Una imagen mental pasó por su mente.
—Levi...
Hundiéndose más en el agua, comenzó a burbujear con la boca. De todas las personas en el mundo, fue Levi quien llamó su atención. Podía enumerar tantas buenas cosas que tenía tanto físicas como emocionales; incluso era capaz de contar las malas con los dedos y ver que Levi ha estado mejorando para tener menos.
Pensó que tal vez había sido muy rudo con todas las personas que trataban de ayudarlo; también pensaba que no había nada en que debían ayudarle.
Durante esos momentos con el vapor del agua, la cálida sensación de la misma y los pasajeros recuerdos de Levi, David se encontró ruborizado con la imagen del contrario. No pensaba imaginar lo que había sugerido Lucas; pero con solo recordarlo tanto su imagen, como su voz y la dulce sonrisa de Levi se vio en un aprieto rápidamente.
—Se ve delicioso —exclamó Lucas, revisando la comida que había llegado—. Mañana llegaré con David a desayunar.
—¿David está en casa? —Interrogó el, conocido por los guardias, señor O'Brien—. Debes estar muy feliz de...
—¡Lucas! —Ambos se asustaron con la forma tan explosiva de gritar, mucho más debido a que David estaba en las escaleras—. ¡Tienes un gran problema conmigo por culpa de tus imágenes mentales!
—Rubén, te veré mañana —aseguró, antes de girarse para ver que David estaba usando una de sus batas personales—. ¡No, con mis batas no, reverendo cochino!
—¡Entre más rápido solucionemos esto, más rápido me la quitaré! —Titubeó avergonzado, cubriéndose lo mejor que podía.
—Hasta mañana, Lucas —exclamó risueño el señor O'Brien, antes de marcharse.
[. . .]
Luego de un par de horas David había despertado completamente asqueado, mareado y desorientado. No podía ver nada ya que todo estaba oscuro. Reincorporándose en el suelo sintió su mano húmeda, y recordando lo último que vio, su respiración se aceleró.
—¡Tío Lucas!
—¿Qué ocurrió? —Preguntó demasiado cerca de David que este gritó—. ¡Deja de gritar que son las tres de la mañana!
—¿Qué haces ahí? ¿En dónde estoy? ¿Qué me sucedió? ¿Por qué todo está oscuro?
—Iba por un vaso de leche. Estás en la sala de mi casa. Te desmayaste luego de descubrir tu propia erección. Porque son las tres de la mañana.
—Es imposible que eso haya pasado.
—Pues pasó —afirmó con seriedad—. Te entró una gritadera de los mil demonios, sentiste vergüenza, casi me atacas y luego te desmayaste cuando te diste cuenta que era una erección. Mencionaste mucho el nombre de Levi en todo tu espectáculo.
—Pero... —Tragó saliva—. ¿Qué es esto?
—¿El qué? —Encendió una linterna para alumbrar el suelo.
—¿Agua?
—Por si te ha dado amnesia, saliste del baño, ¿lo ves? —Apuntó a su abdomen con la linterna—. Estás usando mi bata de Batman.
—Quiero volver a casa —susurró.
—Y yo quiero un sobrino con estómago fuerte; pero nadie tendrá lo que quiere hoy.
—¡Qué asco! ¿Por qué siempre vomito cuando me desmayo?
—Al menos, agradece que te ayudé; de todas formas, no iba a dejar que ensuciaras mi bata, pero igual, agradéceme que me moví y no te ahogaste con tu propio vomito.
—¿Tan necesario era dejar la cubeta a mi lado?
—Para que te diese pena.
—Créeme, he vomitado en peores lugares.
—Vete a tu cuarto porque en un par de horas iremos a desayunar, irás a que te corten el cabello y luego te llevaré a consulta, para que te den algún medicamento contra la presión.
—¿Por qué mi cabello y no el tuyo?
—Porque estás en mi casa y quiero que te cortes el cabello porque sí.
—Esta noche no se puede poner más extraña.
—¿Estás retandome?
—¡¿Por qué no puedes ser un tío normal?!
—¡Agradece que no soy como tu tía paterna que te manda cadenas inservibles a mensajes!
—Tienes razón en eso, ¡pero solo en eso!
—¡Vete a dormir, ya me tienes harto y es, a penas, la primera noche juntos!
David no podía estar más avergonzado. Lucas se tomaba las cosas con demasiada normalidad que era imposible para la mente de David procesar tanto. Esperaba que con un poco de suerte, su mañana mejorase luego de dormir un poco.