Las balas especiales del padre fráncico destrozaban las momias de la misma forma que la bala de energía vital de Albert lo había hecho, mientras las dagas del asesino Neltair de un corte exorcizaban las momias demoniacas, mientras que Diane solo podía derribarlos y aturdirlos. Ella era un demonio y su única arma era su espada de sangre cristalizada.
Ella era una verdadera presa fácil. Y por más que quisiera aparentar fuerza, era consiente que esos dos maestros estaban al tanto de su debilidad. Ella no era una amenaza para esos dos, mucho menos una oponente respetable, su muerte no era más que un mero trámite desde la perspectiva de esos dos hombres.
El sacerdote dirigió su arma hacia la vampiresa. Atacándola a traición, estaba tan concentrada en sus lamentos y sintiéndose inferior que cuando se percató del disparo ya era demasiado tarde para evadirlo.
Sin embargo, las balas colisionaron con otras desviándose de su trayectoria. El sacerdote miro incrédulo lo que había pasado, dirigió su mirada de inmediato a aquella persona capaz de tan increíble hazaña.
Un enorme hombre. Vestido con arrapos, pero con un sombrero de excelente gusto, eso era algo que no se podía negar. Había desviado sus balas sin siquiera mirar hacia donde disparaba, no solo eso. Al mismo tiempo con su otra mano disparaba una segunda arma, evitando que los monstruos dañaran a él lobo caído y a él vampiro inútil.
Albert entro al recinto y como si imitara los movimientos del sacerdote empezó a volarle las cabezas a las momias. El padre Francisco quedo perplejo al ver aquel hombre, incluso el asesino no entendía que pasaba, ¿acaso era un maestro de la imitación? Era prácticamente imposible que fuera otro maestro de las armas de fuego, ya que solo existían tres en el mundo o al menos eso se creía.
-Buen hombre, -pregunto el sacerdote haciendo una reverencia al tiempo que se quitaba su sombrero y lo colocaba en su pecho - ¿quién es usted? –
El vagabundo no tenía aura de demonio, sin duda era humano. Quizás ayudo a los vampiros creyendo que eran niños humanos. Si el sacerdote no tuviera los ojos de Dios también habría hecho lo mismo en su posición, pensó para sí mismo.
- Estamos en medio de un apocalipsis de momias – dijo el vagabundo- en vez de preocuparse por quien soy yo, o de donde saque mi hermoso sombrero, mejor fíjese donde dispara, casi la mata a la niña.
El hombre avanzó entre los monstruos con una facilidad extraordinaria acercándose a Diane y luego le grito.
-Mocosa estúpida. ¡Deja de pensar en tu novio y concéntrate en la pelea! - mientras le golpeaba su cabeza con enorme puño.
- ¡Mocosa estúpida tu madre! - le contesto Diane quien se sobre salto ante el insulto y golpe, ¡era una maldita princesa! ¿Cómo se atrevía a tratarla así? Pensó para sí misma. Su respuesta había salido sin siquiera pensarlo, pero de inmediato se sonrojo consigo misma.
La verdad era que ella quería llorar. Pero por la alegría de ver a ese borracho vagabundo entrar en escena. Sintió que un rayo de oscuridad la abrazaba en medio de un día soleado. Por algún motivo que ella no era capaz de entender sabia que él podría ayudarla a salir viva de ahí junto a sus camaradas.
- ¿Que dijiste? – le respondió Albert haciéndole una seña obscena con la mano a la chica mientras se dirigía junto el sacerdote ahora- Mejor presta atención a tu derecha colmillitos
- "Sin duda ese hombre es aliado de los vampiros"- Pensó el sacerdote, así que esta vez decidió ser más directo
- Eres capaz de desviar balas en plena trayectoria, eso es asombroso
- No es nada que tu no puedas hacer- le respondió de forma seria Albert al sacerdote
- acaso tu... ¿no serás uno de los discípulos del legendario maestro de las armas de fuego?
- ¿ese anciano? - respondió Albert -supongo que tú eres uno de ellos.
El sacerdote y Albert se colocaron espalda contra espalda y en una coreografía perfectamente ejecutada. Sus balas chocaron entre si matando entre tres y cuatro momias por disparo. Pronto no quedo ninguna, solo aquella que parecía comandar a las demás
-Viejo, puedes usar balas de energía vital- pregunto Albert mientras señalaba la enorme bestia que se dirigía hacia ellos
- Eso es anticuado, tengo estas bellezas- saco un cargador de alguna parte de su capa, y lo introdujo en su arma - son balas de sangre bendita, amplifican la energía vital hasta 10 veces. Ningún demonio podría resistir más de un par de disparos.
La creatura estaba a solo unos centímetros del sacerdote, lista para decapitarlo con sus poderosas manos, pero en menos de un segundo el religioso dio cuatro disparos. La pobre momia simplemente fue desintegrada ante el poder de cada una de las balas
-veo que en cuestión de equipo me llevan años de ventaja- comento Albert mientras daba un resoplido, aun con sus balas de energía vital, la última vez le costó muchísimo trabajo derrotar a una criatura como esa.
El sacerdote se giró y de la nada le dio un enorme abrazo a Albert, luego lo tomo de los hombros y le dijo.
- Nunca imagine encontrarme con otro discípulo.
- ¿Yo? - dijo Albert mientras se liberaba del sacerdote y se alejaba del hombre tan rápido como podía sin darle la espalda- bueno, veras...
- Ya veo -dijo el sacerdote al verlo escapar asustado. Se apresuró a sacar algo de su capa a lo que Albert respondió apuntándole con un arma, sin embargo, en los dedos del sacerdote solo había una tarjeta de presentación - visítame cuando quieras, me encantaría te unieras al vaticano- lo miro de arriba abajo- la paga es genial, se que el dinero no te vendría nada mal.
- Paso - dijo cortante Albert mientras guardaba de nuevo su arma. Luego tomo la tarjeta del párroco y miro al sacerdote – ¿qué te hace creer que necesito dinero? En fin, no importa, ya pertenezco a un grupo.
Albert no había acabado de hablar cuando la tierra se estremeció y una sombra emano del centro del lugar. Era la silueta de un elegante hombre. En su mano una estatuilla exactamente igual al hombre que la sostenía, la silueta la levanto en alto como si fuera un trofeo.
Quien la sostenía poco a poco se desvaneció y la estatuilla cayó al suelo generando un sonido metálico, Diane fue la primera en correr hacia la estatuilla, pero fue interceptada por una daga que atravesó su espalda haciéndola caer de bruces.
Por primera vez en su vida, Diane sintió que moriría. Jack vio aterrado como el cuerpo de Diane se retorcía y corrió hacia ella, pero Cristopher lo detuvo.
- espera- dijo con dificultad- no eres de ayuda. Al menos no así, pero si bebes hasta la última gota de la sangre que me queda podrás ayudarla.
- Pero- dijo Jack angustiado- eso te mataría
- moriré de todas formas- criss había perdido demasiada sangre y le costaba demasiado hablar- date prisa, bébela y sácala de aquí tan rápido como puedas
Jack abrió su boca y como si el instinto lo guiara fue directo a la arteria y succiono,
Un torbellino de emociones recuerdos y sensaciones entro por la boca de Jack
-hijo- vio en medio del caos de recuerdo a un intimidante hombre de cabellera canosa que amablemente le hablaba a criss cuando era niño- tú serás el macho alfa de este pueblo cuando yo muera, sé que odias a los vampiros porque ellos te quitaron a tu madre, pero si no peleamos junto a ellos seremos exterminados.
La imagen cambio vertiginosamente, puedo ver a cientos de vampiros y lobos muertos, mientras un solo hombre, vestido con una capa negra y una medialuna roja estampada en ella los masacraba sin piedad alguna. Una hermosa joven de cabello rubio tomaba a un joven criss y lo arrojaba por un barranco mientras le decía "mientras tu vivas nuestro pueblo puede renacer"
Nuevamente todo giro y el hermoso rostro de Diane aprecio bañado en lágrimas.
-No importa cómo, -golpeo con todas sus fuerzas una pared que se agrieto al mismo tiempo que su puño sangraba- juro que reuniré esas malditas reliquias y traeré de regreso a nuestros pueblos, por favor ayúdame- le miro suplicante a Criss. Cristopher se arrodillo ante ella
-yo Cristopher de la casa Golden juro por mi nombre que la ayudare y la protegeré con mi vida princesa- aunque no lo dijo Jack pudo escuchar con claridad sus pensamientos – "y cuando traigamos nuestras familias y amigos de regreso, juro que le confesare mis sentimientos y la tomare como mi esposa"
Nuevamente todo cambio y Jack sintió en su pecho el dolor y la rabia que sintió Criss cuando Diane lo estaba besando en el cementerio y escucho sus pensamientos- "¿Por qué?... ¿por qué lo has escogido a él? ¿Por qué le compartes tu invaluable sangre a ese humano?... no importa, la amo y si el la hace feliz, entonces también lo protegeré a él con mi vida, pero si la lastima lo devorare por completo. Lo único que importa es que ella sea feliz.
La sangre que ingreso por su boca se desplazó por su cuerpo. Fue una sensación que haría quedar al orgasmo como un mero calambre agradable. Fue lo que llamarían el Nirvana. Los músculos y sentidos de Albert se vieron completamente aumentados y la ira, el miedo, la desolación se mesclaron en su interior y su juicio se nublo por completo, no sabia ya de quien eran esos sentimientos o pensamientos, se sintió al borde de la locura.