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Chapter 10 - Capítulo 10 Entre Rosas y Vampiros

El calor era insoportable. En especial para un vampiro acostumbrado a los fríos, oscuros y acogedores espacios de un castillo.

Pero ni el calor, ni siquiera el implacable sol, eran tan terribles como la música popular, que resonando a todo volumen a través de unos destartalados parlantes, parecía marcar el paso errático al viejo y apestoso bus, que de manera torpe tomaba las angostas curvas de la carretera sin pavimentar amenazando con volcarse cada vez.

Diane podía sentir cada piedra en el camino clavarse directamente en sus nalgas, gracias la inexistente amortiguación del bus. El asiento era prácticamente una lámina de metal con un milímetro de espuma y una cubierta de cuero, realmente solo en este tipo de situaciones se podía valorar la comodidad de un féretro.

Por primera vez en todas sus décadas de vida, empezó a considerar que morir podría ser una opción, de hecho creía que morir en una hoguera sería mejor a seguir en ese vehículo. Y solo habían trascurrido 9 horas de viaje.

El interior del destartalado auto era aún peor que el exterior. Las gallinas apresadas en sus jaulas, se balanceaban y cacareaban colgadas de donde deberían ir las maletas, justo sobre la cabeza de Diane, llenándola de plumas y de excremento de vez en cuando. Pero lo peor para ella era la cabra. ¡La maldita cabra! que no dejaba de masticar algo al mismo tiempo que clavaba su penetrante mirada en ella desde hacía más de 5 horas.

Jack le dio una patada en la cara a la cabra, lo que hizo que el pobre animal saliera volando al techo del bus hundiéndolo y rebotara sobre el conductor casi causando que se fueran por el barranco.

Furioso el conductor pregunto en un idioma que no comprendían los chicos "quién diablos le había arrojado la cabra"

-señor- se apresuro a contestar Víctor, de forma fluida y perfecta, imitando con existo el acento de la ciudad- mi nieto se resbalo del asiento y sin querer el golpeo

-¡su nieto!- una vieja campesina se paró furiosa- ¡tendrá que pagar mi cabra. ¡Mírela la pobre ni se para!

- si claro- dijo Víctor, extendiendo la mano a Diane quien saco un billete de mediana denominación y se lo entrego- no se preocupe pagaremos la cabra

-ohh- la cara de la anciana se ilumino al ver el dinero- son turistas ricos, ¿no quisieran también comprar las gallinas?

Acto seguido, todos los pasajeros del bus trataban de venderles desde joyería artesanal hasta sus propias ropas. Al final Diane, Albert, Víctor y Jack tuvieron que bajarse en medio de la carretera

- ¿así que esto es Arica? - pregunto Jack sentado sobre su maleta esperando que otro bus pasara a recogerlos, en medio una carretera sin pavimento, rodeada por hermosos y frondosos bosques de un exuberante verde.

Enfrente de él, un gigantesco barranco se extendía cientos de metros para luego ser una llanura que terminaba donde una enorme cordillera iniciaba

- ¿tenías que patear la maldita cabra? - pregunto Albert, quien con cara de pocos amigos le dio un golpe en la cabeza del chico, tan fuerte que lo tiro a la carretera, luego se paro y tomo el cadáver de la cabra y lo arrojo al barranco con ira.

-oye no le pegues- Diane se puso de pie y ayudo a pararse a Jack- el solo lo hizo por que la cabra me estaba molestando.

De hecho, no había sido así, el solo había estirado el pie debido a un doloroso calambre y accidentalmente pateo el animal con demasiada fuerza, claro no era algo que el fuera a confesar.

-En fin, - dijo Víctor tomando su maleta – si seguimos la carretera llegaremos a el siguiente pueblo en unas 3 horas, es mejor que esperar a que pase otro bus.

- si vamos a paso rápido llegaremos en dos horas- contesto Albert, tomando su maleta y colocándose camino al pueblo.

Diane tomo su equipaje y agarro de gancho el brazo de Jack con una hermosa y amable sonrisa le dijo

- gracias por patearla

Jack no entendía exactamente por qué le agradecía, pero actuó de la forma mas sabia que se le ocurrió, simplemente le devolvió la sonrisa y asintió con su cabeza mientras decía.

-No hay de que

Diane soltó a Jack y camino hasta donde Albert, luego le pregunto

- ¿cómo rastrean ustedes las estatuillas?

- pregúntale al anciano de ahí – respondió Albert señalando a Víctor unos pasos detrás de él.

- bueno- dijo el anciano pensativo- me baso en mitos y leyendas... también sigo los movimientos de los seed y el vaticano donde ellos ponen sus ojos hay siempre hay algo.

- ¿y cuantas estatuillas tiene? - pregunto Jack

Albert levanto su puño y del puño levanto el dedo de en medio, Diane no supo si era una obscenidad o quería decir que solo una.

- ¿qué estatuilla buscamos esta vez? - le pregunto Diane a Víctor

-buscamos la estatuilla que corresponde a Santa Muerte, la leyenda habla que esa estatuilla es en honor a un hombre que asesino cientos de miles de personas por no controlar su poder, cuando por fin lo domino, dedico el resto de su vida a sanar a las personas, tratando de enmendar los horrores del pasado.

- ¿y tú crees que logro hacerlo? - pregunto Diane con una cara triste- no creo que salvar vidas enmendé el hecho de quitar otras

-no creo que eso lo enmendé- le dijo Víctor de forma paternal, mientras acariciaba su cabeza con la mano libre, - pero es mejor intentar cualquier cosa, a arrepentirse sin hacer nada.

-Es verdad- asintió Diane con una hermosa sonrisa

Jack por su parte había alcanzado a Albert que con cara molesta lo ignoraba

- pronto anochecerá – le dijo Jack emocionado - ansió entrenar mis habilidades vampíricas

Albert ya harto de ese mocoso tomo su morral y se lo entrego en la cara a Jack

- ¿quieren entrenar? Empieza por cargar mi equipaje también, igual por tu culpa es que tenemos que caminar.

Jack lo tomo, y luego le quito el equipaje a Diane y a Víctor, era verdad, tenia que esforzarse y ser útil al equipo, así fuera únicamente llevando las maletas de todos. Albert no pudo evitar dar una sonrisa, al menos ganas no le faltaban al chico.

No paso mucho tiempo hasta que por fin llegaron al pueblo, un lugar donde la mayoría de casas eran de barro y tablas. Se notaba que no era un lugar pensado para los turistas. Sin embargo, era un lugar ruidoso y alegre, algunas cantinas rebosando de lugareños que cansados de sus agotadoras jornadas de trabajo bebían alegremente, hicieron que la molesta cara de Albert se iluminara de alegría.

- ¡bienvenidos turistas! - dijo un hombre que tomando el equipaje del grupo lo monto sin preguntar en un taxi

-espera deja esas maletas hay- le grito Albert, el conductor lo ignoro, hasta que Albert empezó a bajar las maletas, acto seguido ambos empezaron una calurosa discusión.

Diane estaba un poco más nerviosa de lo usual, a medida que se habían ido acercando al lugar, se sentía observada, era como si su instinto le advirtiera de un peligro inimaginable. Sus vellos se colocaron de punta y una ansiedad irracional la invadió, su respiración estaba algo agitada, había pasado tiempo desde la última vez que se había sentido así, su nariz había captado un olor en particular, el olor más aterrador que ella pudiera percibir.

Miro a todos lados buscando de dónde provenía, pero sin resultados. Concentro todos sus sentidos para identificar a la persona de la que emanaba ese olor, su agudísimo olfato por fin la condujo a unas inofensivas rosas a unos metros del grupo.

A pesar de solo ser unas flores, le causaban bastante miedo así que sin apartar su mirada de ellas se alejó hasta hacerse detrás de Víctor.

Jack noto que Diane había mirado esas flores con mucho entusiasmo. Esta vez no pasaría de alto lo que ella le gustaba. No repetiría lo mismo que con la cabra.

Por la forma en que las miraba, seguro ella era una amante de las flores, sería el regalo ideal para empezar a acercarse más ella. Así que tomo un par de billetes que le quedaban y compro un ramo cuando todos estaban distraídos, quería que fuera una sorpresa.

Albert por su parte, aun discutían el hombre del taxi. Quién exigía un pago, mientras que Albert se negaba a darle un centavo, con toda razón pues él no le había pedido nada.

Víctor contemplaba resignado la escena y mirando a los dos jóvenes les dijo que lo siguieran, después de todo Albert tardaría un buen rato antes de terminar pagando.

Jack escondió las rosas lo más que pudo en su moral tratando de no dañarlas, Miro a Diane quien de forma paranoica movía sus ojos como quien trata de hallar a alguien desesperadamente. Al parecer le incomodaba estar en un lugar completamente desconocido. O eso pensó Jack, quien acelero el paso y empezó a caminar junto a ella, pero parecía completamente distraída, incluso algo asustada.

- Jack- le dijo la chica abrazando su brazo con fuerza, ella estaba sudando, eso le sorprendió al chico. Nunca la había visto tan nerviosa, algo muy raro le estaba pasando- ten los ojos abiertos- su voz sonaba paranoica y asustada, Jack empezó a preocuparse aún más por ella- tengo un pésimo presentimiento.

- ¿qué sucede? - le pregunto el chico

- No te preocupes- dijo la chica tratando de sonreír- a lo mejor no es nada, quizás solo es que no me gustan los lugares así de verdes. ¿Pero ten cuidado quieres? - lo apretó un poco más fuerte. Su mirada realmente era la de alguien asustado

- segura ¿está todo bien?

- sí, solo tu mantente alerta

-no te preocupes, Ares esta no nosotros, recuerdas él es invencible.

Inesperadamente, esas palabras parecieron tranquilizarla casi inmediatamente y le regreso una mirada ya más tranquila

-es verdad ese borracho puede con cualquiera.

Jack le regreso la sonrisa, estaba de racha. Primero la cabra y ahora el comentario perfecto, sin dudas las flores serian el broche de oro para un excelente día.