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Chapter 12 - Capítulo 12 Entre Rosas y Muerte

El frio de la noche era anormalmente intenso, sin embargo, Albert estaba tan agotado que callo dormido nada más poner su cabeza en la almohada, al igual que Víctor.

Mientras Diane y Jack jugaban cartas, una de las ventajas, o desventajas según se viera de ser vampiro, es nunca dormir. Sin embargo, era el momento perfecto para que ellos dos pudiesen dialogar tranquilos, desde la muerte de Cris, las cosas se habían puesto algo tensas entre los dos, Jack se armo de valor y por fin decidió tocar el tema.

-hay algo que quiero preguntarte desde hace tiempo- dijo Jack al tiempo que tomaba una carta, y notaba que tenia una escalera de color en su mano

-de que se trata – Diane se mordió levemente el labio y coloco sus cartas sobre la mesa al tiempo que decía- me planto

-Cris, me llamo príncipe prometido, ¿Qué significa eso? - Jack revelo su mano

- ¿cómo carajos? ¡hiciste escalera de color! Pensé que con un full ganaría esta vez- Diane parecía realmente desolada mientras se frotaba los ojos con sus dedos - tu gana de nuevo. ¿cómo diablos lo haces? – miro por la ventana y por un instante recordó a su mejor amigo y guardián Cristopher Roxacruz. Suspiro y nuevamente miro a Jack, quien con literal cara de póker simplemente la miraba

-no evadas la pregunta- le dijo Jack - gane y como prometiste debes responder cualquier pregunta, que te haga

- Lose. Es solo que no entiendo, como eres tan bueno en este juego. Sobre tu pregunta. Se le llama príncipe prometido, a aquel, quien bebe la sangre de una princesa vampírica virgen, eso en otras palabras significa que te escogí como mi esposo.

- ¿espera que? - Jack levanto la voz tanto que despertó a Albert quien le tiro una almohada con tanta fuerza que lo derribo del asiento.

- ¡quieren callarse! - el enorme hombre se puso de pie semi desnudo, su cuerpo estaba repleto de cicatrices por todas partes. Como era de esperarse de un guerrero como el, se colocó los pantalones y su camisa – gracias a su maldito escandalo ya no podre dormir más.

De manera molesta tomo una botella de licor de la mesa de noche y salió del cuarto dando un portazo que despertó a victor. Decidió dar un paseo por el pueblo, con suerte la taberna estaría abierta. El frio de la madrugada en verdad le gustaba, incluso si era tan intenso como el de esa noche. Albert amaba la neblina y la lluvia, su mejor recuerdo era estar bebiendo una enorme taza de chocolate caliente mientras veía caer la lluvia junto a su esposa, el día que se enteró que sería padre.

camino hacia la puerta bebiendo de forma exagerada de la botella, quería matar ese recuerdo antes de ponerse a llorar como un bebito. El silencio era sepulcral, pero Albert no le dio importancia, abrió tranquilamente la puerta pensando que era un pueblo de vagos. Algo por fin llamo su atención, ni siquiera un perro ladraba o un gato peleaba en el tejado. De repente el olor a flores invadió su nariz. aun no soltaba la puerta del hotel cuando se dio cuenta, eso era muy extraño y de no estar tan alcoholizado lo habría notado mucho antes.

Al abrir la puerta lentamente se revelo un escenario macabro. Todos y cada uno de los habitantes del pueblo, incluso los animales, yacían muertos sobre un jardín de cientos de flores.

- hermoso ¿no crees? - un hombre elegante de cara afilada y rasgos de noble, olía una rosa de su macabro jardín mientras sonreía a Albert.

- tu...- Albert dio un torpe paso hacia atrás, beber de forma tan desproporcionada le estaba pasando factura.

- Por tu expresión pareciera que no disfrutas verme- el hombre se puso tranquilamente de pie, y luego sacando un pañuelo del bolsillo de su traje se tapo la nariz- apestas mas que la ultima vez.

Alberto busco su arma, pero se dio cuenta que las había dejado en el cuarto del hotel.

- ¿tienes miedo? -el hombre lo miro con un par de ojos rojos- ¿tan mala impresión te di la última vez?

el impulso de correr en Albert crecía cada vez más, sin embargo, hacer algo precipitado frente a ese maldito vampiro era suicida. Ese sujeto era un monstruo, pero, porque no los había matado también al igual que a todo el pueblo- ¿qué quieres? - por fin pregunto Albert.

- la estatuilla por supuesto. – respondió el vampiro- he venido por la estatuilla que está en esta zona.

- ¿y tenías que matarlos a todos?

- No tenía, pero es divertido. - abrió sus brazos y giro en su propio eje mostrando todo el lugar, un jardín con cientos de tipos de flores, que brotaban de los cadáveres de cada ser vivo que hacía solo unos momentos habitaba el lugar- ¿No te parece que es una hermosa obra de arte?

-ni es hermosa, ni es arte. - los ojos de Albert ahora ya no tenían miedo, ardían en ira- estas enfermo.

El vampiro trono sus dedos

- rosho homo fabule

Los cadáveres se colocaron en pie de forma errática, como marionetas que lentamente cobran movimiento, pero sus caras inertes dejaban en claro que ya ninguno tenía vida. Como si fueran un ejército de zombies arremetieron contra Albert, quien corrió hacia el cuarto donde Diane en toalla se disponía a darse una ducha, sin embargo, Albert la tomo de la mano y la tiro sobre Jack y Víctor quienes estaban hablando algún tema muy serio.

- ¡Víctor mis armas! - rugió Albert y casi instantáneamente sus pistolas llegaron Asus manos, apunto con ambas a la puerta al tiempo que rugía nuevamente- ¡Mocosos alerta!

Víctor imito al borracho con otro par de pistolas apuntando a la puerta mientras, Jack se quitaba la camiseta entregándosela a Diane colocándose frente a ella de forma protectora, aunque la flaca, escuálida y temblorosa espalda de Jack no era muy confiable, ella no pudo evitar sentirse alagada por ese valeroso gesto. La chica sin perder tiempo vistió la ropa de Jack y se preparó para luchar. Para su fortuna, era más pequeña que el chico, su camiseta llegaba casi hasta sus rodillas.

En solo unos segundos todos estaban en guardia y a la expectativa, esperaron en silencio que algo se moviera, o alguna señal de hostilidad se manifestara. Pero nada. El olor a flores era cada vez más fuerte, el frio se hacía más intenso cada segundo, la atmosfera era simplemente escalofriante, pero no había ni un ruido.

Inesperadamente una rosa floreció dentro de la habitación.