Sacudiendo los pensamientos innecesarios, decidió aprovechar el exceso de energía que había obtenido antes para encender los propulsores de su traje, lanzándose a gran velocidad hacia el Dragón. Luego cerró con fuerza su puño mientras lanzaba un golpe al rostro de la bestia.
La fuerza contenida en ese golpe fue tremenda. El aire a su alrededor vibró con la energía desatada por el impacto, y un sonido sordo resonó como un trueno. Einar pensaba que cuanto menos causaría que se tambaleara un poco, pero la cabeza del dragón apenas se movió. Aun así logró llamar su atención y enfurecerlo en gran medida.
El aire a su alrededor vibró con la energía desatada por el impacto, y un sonido sordo resonó como un trueno.
—¡Ahora es el momento Liam! — gritó Einar dándole la señal para que se moviera.
Liam no dudó ni un segundo antes de abalanzarse hacia donde estaba la nave, procurando siempre cargar a Élis con cuidado.
—¡ROARRR! —Pero en ese preciso instante el dragón lanzó un potente rugido, mientras un campo de energía se extendió desde la bestia, expandiéndose extremadamente rápido, mandando a volar a Aren y Einar que se encontraban más cerca.
Drake que se hallaba en estado de concentración profunda, también fue golpeado y enviado lejos, causando que el campo gravitatorio que había estado reprimiendo al dragón se retirara. Su espalda golpeó un árbol lejano antes de caer desmayado.
En el momento en que el dragón sintió que sus restricciones se levantaban, un brillo astuto apareció en sus ojos y con una velocidad inhumana lanzó un ataque con su cola envuelta en rayos.
Su objetivo sorprendió a todos, en realidad estaba lanzando un ataque sorpresa a Liam y Élis. Nadie tuvo tiempo para reaccionar y solo pudieron observar impotentes cómo la enorme cola del dragón se les acercaba.
«¡Oh no!» pensó Liam al ver que no podía esquivar el ataque.
«¡Si eso golpea a Élis en este estado no hay forma de que ella pueda sobrevivir!»
Su mente empezó a funcionar a toda su capacidad, y con un pensamiento envío una orden al exotraje: «activa elemento viento en los brazos» fue la única orden mental que pudo dar antes de que la cola del dragón lo alcanzara.
Justo antes del impacto una ráfaga de aire salió desde los brazos del exotraje y levantó a Élis en el aire.
—¡Bang!— el fuerte sonido del impacto retumbó en los oídos de todos.
Inmediatamente después, vieron el cuerpo de Liam salir disparado a una velocidad impresionante. Fue enviado tan lejos que no pudieron ver el lugar donde aterrizó. En cuanto a Élis, la ráfaga de aire la había enviado a un pequeño lago donde su pequeño cuerpo se hundió y se perdió de vista.
—¡Nooooooo!— Gritó Einar, él quería ir a auxiliar a sus compañeros de inmediato, pero el dragón simplemente no les iba a dar esa oportunidad.
«Maldición ¿Qué diablos estoy haciendo, acaso no soy el guardián de éste equipo? ¿Entonces por qué diablos estoy permitiendo que mis compañeros sean lastimados?» se recriminó con furia Aren.
—¡AAAAAHH!— gritó Aren mientras se lanzaba a atacar al dragón, ya no le importaba si salía herido o si moría.
—¡No voy a permitir que dañes a nadie más¡ — gritó con firmeza.
—¡No, espera no te precip... !— empezó a decir Einar, pero se detuvo a medio camino.
«No, estaba equivocado, el dragón es más inteligente de lo que creí, mientras siga con vida nunca nos dejara escapar, si queremos sobrevivir tenemos que eliminarlo rápidamente para auxiliar a los heridos»
«Pero, ¿Cómo podemos acabarlo?, sus defensas son formidables, y aunque agotemos toda la energía del exotraje, no creo que podamos hacerle un daño significativo»
Sin poder llegar a una respuesta, se lanzó en la ayuda de Aren.
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Aren estaba resistiendo bien a pesar de que la velocidad del Dragón había aumentado drásticamente. Su cuerpo se movía de forma increíble evitando siempre en el último instante todos los ataques que le lanzaba.
Desde que comenzó la batalla él había sentido varios cambios en su cuerpo. No solo era más rápido y fuerte que de costumbre, sino que además sus ojos parecían haber obtenido un nuevo poder, él podía concentrar la energía en el orbe de su frente, para acelerar su percepción del tiempo, es decir que podía ver todos los movimientos del dragón como si estuvieran en cámara lenta.
Era por esto que era capaz de esquivar los rápidos ataques de su enemigo, pero a pesar de que podía ver sus ataques, a su cuerpo aún le resultaba difícil seguir el ritmo del dragón.
Poco a poco el cansancio le estaba empezando a pasar factura y su velocidad iba disminuyendo gradualmente. Sus músculos dolían, sus reflejos se ralentizaban, y cada respiración se volvía un esfuerzo, pero aun así siguió atacando al dragón sin miedo mientras esquivaba por los pelos las garras y rayos.
Él sabía que tenía que encontrar una forma de dañar al dragón, por esto había concentrado sus ataques en una escama en particular del dragón.
Según el conocimiento que había adquirido, la forma más fácil de matar a un dragón era eliminar una escama de una zona que no tenga huesos, como el abdomen o el cuello, pero era muy difícil acceder a esas zonas sin correr el riesgo de ser aplastado, por lo que no era una opción muy viable.
Por suerte había una opción mejor. Según la morfología conocida, un 70% de los especímenes tenían una pequeña zona en la frente que no tenia ningún hueso, si alguien fuera lo suficientemente preciso y la destruía, seria posible atacar la carne del dragón penetrando hasta su cerebro.
«Diecinueve veces, ya he golpeado la escama en su frente diecinueve veces, pero apenas hay algunas grietas en ella, no creo poder destruirla antes de que se me acabe la energía» pensó Aren con preocupación.
Pero en el momento en que pensaba en eso cometió un gran error, su pie resbaló al aterrizar después de esquivar un ataque de las garras del dragón, perdiendo por un instante el equilibrio, causando que sus movimientos se estancaran ligeramente.
Este suceso no pasó desapercibido por el dragón, y con gran rapidez movió su cola tratando de aplastar a Aren contra el suelo.
Aren trató de esquivar el ataque, pero sabía que no lo lograría a tiempo, observando impotente en cámara lenta como ese ataque letal se acercaba. Trato de forzar a su cuerpo a moverse, pero sabía que no sería suficientemente rápido. La cola del dragón descendía rápidamente, y por un instante, pensó que su muerte era inevitable.
—¡AAAAAHH! —lanzó un grito mientras se preparaba para recibir el impacto.
Pero en ese preciso momento, Einar había cargado y con un golpe de puño en la cabeza del dragón, logró alterar el equilibrio de la bestia consiguiendo desviar ligeramente la trayectoria del ataque.
—¡BOOM! —se escuchó a la cola de la bestia impactar contra el suelo a escasos centímetros de Aren, creando una onda expansiva que lo envío a volar como un muñeco de trapo.
Pero utilizando su prodigiosa agilidad, Aren después de hacer varias vueltas en el aire logró estabilizar su cuerpo aterrizando con seguridad en el suelo.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo, acaso no te he enseñado que pelear individualmente solo pone en mayor peligro al equipo? —le gritó Einar con furia.
—¡Lo siento, perdí un poco el control de mis emociones! —respondió Aren.
—Sigamos tu plan y concentremos los ataques en un solo punto —le dijo Einar con apuro.
Él no había considerado la opción de destruir las escamas del Dragón, debido a que era extremadamente difícil conseguir golpear el mismo punto en una batalla desesperada, pero la habilidad de Aren había excedido sus expectativas y ya había conseguido agrietarla, por lo cual vio un rayo de esperanza en este plan.
Además, sabía que si no acababan esto rápidamente, su equipo sería completamente aniquilado.
—!Vamos! —gritó Aren, mientras atacaba la cabeza del dragón. El dragón vio este golpe y trató de responder con varios rayos condensados, pero antes de que pudiera terminar de canalizar su ataque, otro ataque lo golpeó desde el sentido contrario desequilibrándolo.
Enojado trato de responder con un golpe de su garra, pero Einar ya se había retirado de su alcance. Einar y Aren estaban logrando un nuevo nivel de equilibrio entre sus ataques, cada vez que el dragón trataba de matar a alguno de ellos, el otro intervenía para interrumpir o desviar el ataque. Aunque en teoría se veía fácil, esto era mucho más difícil de lo que parecía.
Este delicado equilibrio era como bailar en el delgado camino de un abismo donde cualquier mínimo error los haría caer. Este camino, estaba sostenido en primer lugar por las superiores habilidades de Aren recientemente adquiridas. En segundo lugar, por la monstruosa experiencia de combate de Einar, y en tercer lugar por la conexión casi telepática que tenían Aren y Einar, nacido del entendimiento mutuo de sus habilidades por sus múltiples combates.
Si cualquiera de los dos cometiera el más mínimo error, no había duda que ambos morirían en poco tiempo. Al fin sus esfuerzos rindieron frutos y después de casi un centenar de ataques, habían logrado destruir la escama central en la cabeza del dragón.
La escama que media casi medio metro al fin se dividió en varios pequeños pedazos que comenzaron a caer al suelo. Esta era la esperanza a la que Einar y Aren habían estado apuntando. Por eso, cuando por fin vieron caer la escama sus corazones saltaron de alegría. Aren preparó su espada y saltó para golpear la carne del dragón. Pero entonces...
Justo cuando su golpe estaba a punto de aterrizar en la cabeza del Dragón, una fuerte energía magnética se concentró en la frente del dragón y los pedazos de su escama de aspecto metálico que estaban a punto de tocar el suelo, se elevaron y con gran rapidez se ensamblaron en su lugar anterior en un abrir y cerrar de ojos.
«Imposible» pensó Einar viendo esa escena. Un sonido metálico sonó cuando la espada de Aren chocó con la escama que se había vuelto a colocar en su lugar.
Este giro sorprendió a Aren, y debido a que había puesto toda su fuerza en ese ataque perdió el equilibrio.
Einar observó esto y trato de llegar a Aren con todas sus fuerzas, pero entonces vio por el rabillo de su ojo que la cola del dragón dirigía un ataque hacia él.
Su preocupación por Aren había hecho que cometiera su primer error en esta batalla, poniéndose en una posición vulnerable por primera vez.
«Estoy muerto» pensó Einar, sabía muy bien que no tenía ninguna forma de esquivar ese ataque. Desprevenido y sin Aren para apoyarlo este golpe significaba una muerte inminente.