Corrió tanto como sus pies se lo permitieron, con pasos agrandados y tropezones de repente sus piernas no dejaron de moverse ni un segundo. Aran estaba tan emocionalmente dañado que no le importaba nada mas en el mundo que regresar con sus padres en ese momento. Así nadie pudiera verlos, así fuera solo un producto de su imaginación o simple locura suya quería verlos y demostrarse a si mismo que estaban ahí.
Con voz entrecortada se detuvo en frente de una tienda de comestibles, al observar a sus alrededores se dio cuenta que estaba perdido. Sus ojos aun llenos de lagrimas impedían que viera bien, haciendo aun mas difícil ubicar donde estaba.
Asustado por lo que había hecho además de no saber donde estaba caminó por los alrededores del lugar. Si bien Aran no pudo haber ido lejos y por lo tanto era imposible que se perdiera en realidad el nunca salía por lo que solo se sabía el camino de la escuela a la iglesia y de regreso. No conocía nada.
+++No se donde estoy, me perdí, ¿Y si nunca me encuentran?+++ Pensó Aran
Al seguir caminando por los alrededores en un callejón desolado Aran chocó con alguien cayendo hacia atrás.
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Mirando hacia arriba para ver con quien había chocado Aran levanto la cabeza lentamente para poder ver a un ser corpulento y de rostro rudo. Nada comparado a sus padres.
<<¿Quién eres?>> Preguntó el ser misterioso con una sonrisa juguetona y que ciertamente describía que tenía otras intenciones.
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<<¿Por qué?>>
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<<¿Cómo?>>
De repente el espíritu se acerco a Aran, tomó su mano y le dio un pequeño beso en el dorso. En realidad el espíritu había olvidado contar ciertas cosas importantes a propósito pues sabía que ese pequeño niño humano no sabría manejar la situación, tampoco entendería y el definitivamente no podía desperdiciar tal oportunidad. Lo que estaba llevando a cabo era un contrato de sirviente completo, o en palabras mas duras un contrato de esclavitud que le permitiría vivir.
Durante el tiempo que el espíritu mantuvo sus labios en el dorso de la mano de Aran, este ultimo sintió como si algo se le añadiera a su pequeño cuerpo. Tuvo una sensación similar a cuando comió chocolate por primera y única vez.
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Rony tomó de la mano a Aran y juntos caminaron de regreso a la iglesia. Para Rony ese día era el mejor día se su vida pues además de que ya no moriría había conseguido la libertad que durante siglos había soñado. Definitivamente protegería al pequeño maestro que se había conseguido y que el destino le había regalado.