Si bien la vengaza no es buena y se sabe que la violencia genera más violencia es verdad que regresarle todo lo negativo a una persona que te ha hecho mal es la sensación mas placentera que un humano (o espíritu) puede sentir. En este caso, los 3 espíritus sabían que sus acciones tendrían consecuencias negativas, sin embargo, haber hecho lo que creían correcto por un ser amado los mantenía en calma pues harían todo lo posible por cuidar de Aran.
Las monjas y Sacerdotisa estaban tiradas en el piso sin rastro alguno de lo sucedido, no tenían rasguños, quemaduras o signos de vejez, eran simples mujeres tiradas en el suelo. Era como si nada hubiese pasado en aquel cuarto, no obstante, ninguna sabía que las heridas no eran algo superficial como la carne, es decir, las heridas que habían recibido eran tan reales como la existencia del sol solamente que habían sido incurridas en lo más profundo de su alma.
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Cuando Nina y Anty se encontraban solos en el cuarto se miraron a los ojos como intentando preguntarse con la mirada que es lo que el otro había hecho, hasta que uno de ellos hablo.
<<¿En serio?... Usaste tu forma de serpiente venenosa. Jamás creí verte usarla de nuevo después de lo que pasó.>> Dijo Anty con un semblante serio.
<< Y yo jamás creí volverte a ver usar tu forma de lobo gigante>> Respondió Nina con el mismo tono de voz que Anty.
Lo cierto era que ellos guardaban muchos secretos y uno de ellos era que en realidad ambos poseían grandes poderes., eran tan increíbles como para gobernar un bosque cada uno, sin embargo, situaciones de su pasado les impedían siquiera gobernar 300 metros cuadrados.
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Cuando no había nada más que decir, ambos activaron sus poderes, colocaron a las monjas recargadas en la pared y a la sacerdotisa en su lugar. Ya no había nada más que hacer, la limpieza estaba hecha y Aran a salvo con Rony. Cuando terminaron de dejarlas acomodadas ambos se dirigieron al cuarto polvoso.
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Los 3 se quedaron ahí durante varios minutos, pasada media hora Aran abrió sus hermosos ojos grises rodeados de bellos colores, miró a sus padres y las lagrimas brotaron.
**Y, yo... ¿Me tengo que ir a otro lado? ¿Me van a dejar para siempre?** Dijo Aran en lenguaje de señas con sus manos temblorosas
**No bebé, nosotros jamás te dejaremos, incluso si vas a otro lado iremos contigo. ¿No es así Anty?** Respondió Nina con la voz mas dulce que pudo.
**Claro que si. Siempre estaremos a tu lado** Dijo Anty mientras tomaba a Aran en sus brazos y con su magia lo arrullaba.
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En el cuarto donde había sucedido la venganza una de las monjas despertó después de 2 horas de estar inconsciente, cuando logró recuperarse por completo las imágenes de lo que había sucedido llegaron como si de una película se tratara. Rápidamente intento levantarse, sin embargo, sus piernas se encontraban débiles por lo que se calló al suelo y entró en pánico.
-H, her, ¡HERMANAS! ¡Sacaerdotisa! ¡Despierten!- Grito con todas sus fuerzas.
Poco a poco, después de tantos gritos varias comenzaron a despertarse, al recordar lo sucedido algunas gritaban cosas hacia su Dios y otras murmuraban mientras se agarraban la cabeza con sus manos. Cuando la sacerdotisa despertó y vio la escena en la que sus monjas estaban es estado de pánico no lo entendió, cuando recordó lo que pasó dio una orden a pesar del estado emocional en el que se encontraba.
-¡M, monjas! El niño esta maldito, no lo quiero ni un segundo mas en esta sagrada iglesia, busquen el orfanato mas cercano y mándenlo ahí de inmediato. Nunca mas quiero verlo en esta vida- Ordeno con voz contundente aunque por dentro estaba mentalmente destrozada.
-Si mi señora- Dijeron todas mas calmadas.
Cada una se dedicó a buscar un espacio libre en algún orfanato cercano, con llamadas de rechazo y esperas infinitas después de 5 horas por fin encontraron uno, solo que estaba hasta un pueblo dentro de una cuidad. No obstante, eso no fue impedimento para la arrogante mujer.
-Si, buen día. Me informaron las monjas de mi congregación que hay un espacio libre para un niño, ¿Cierto?. Okay, el estará mañana en la tarde. Un placer conocerla.
Cuando colgó la llamada una sonrisa siniestra se dibujo en su hermoso rostro pues al fin se desharía del niño.