-Sacerdotisa, han llamado del jardín de niños, dicen que Aran ha escapado y...- Hizo una pausa la monja temiendo que la información que seguía hiciera enojar a su ama.
-No me hagas perder el tiempo, sabes que tengo muchas citas con los otros sacerdotes de los alrededores- Dijo mientras la miraba fijamente con un semblante claramente molesto.
-B,bueno, la miss que llamó dijo que Aran escapó, no dio muchos detalles, pero creo que deberíamos ir a ver que sucedió- Terminó de decir la monja que recibió la llamada.
-Mmmm okay, supongo que debería ir yo en esta ocasión. ¿Cierto?- Dijo la arrogante sacerdotisa mientras sonreía con sus labios pero no con sus ojos. Simplemente era macabra.
La sacerdotisa pidió que todas salieran, se cambió a sus atuendos más "religiosos" y salió de aquel cuarto. Con sus zapatos negros que retumbaban caminó a paso seguro y con la frente en alto, claramente iba a hacer uso de su posición en la iglesia para arreglar el problema. Ella y dos de sus monjas salieron de la iglesia, ellas buscarían a Aran mientras que la sacerdotisa iría a la escuela.
Después de caminar algunos minutos llegó a la puerta del jardín de niños, en ese instante ella inició su gran actuación. Con un rostro del que jamás se pensaría que emanase arrogancia y egocentrismo entro al lugar.
-Bienvenida Sacerdotisa, q,quisieramos hablar de algo con usted. Como sabrá por lo que le mencionamos en la llamada Aran escapó. Y bueno, todo fue debido a que se peleó con un compañerito suyo. Así que por disposición de nuestros superiores, debido al mal comportamiento de Aran, e,el está expulsado- Dijo la miss intentado sonar convincente, madura y valiente, sin embargo, aunque era bien sabido por el pueblo que la sacerdotisa era una religiosa bondadosa, no sabía como reaccionaría en esta situación.
-Oh, que sorpresa, por una pelea de niños mi pequeño Aran será expulsado. Bien, ya que nos dió las noticias me retiro- Dijo por ultimo la sacerdotisa con un rostro acongojado mientras se daba media vuelta.
Nada había salido como esperaba, y sobre todo, nunca imaginó que alguien no la escuchara debido a su estatus social-religioso. Eso era inaceptable, la habían humillado, simplemente no dejaría que las cosas se quedaran así. Les demostraría su poder.
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Las monjas estaban dando vueltas por todo el pueblo que honestamente no era nada grande ni grandioso. Simplemente después de dar tantos recorridos y preguntar a mas de 30 personas se dieron cuenta que Aran no estaba en el pueblo y como el niño no sabía andar en el bosque, solo podía estar en un lugar, la iglesia.
Cuando estuvieron de regreso se dirigieron directamente al cuarto de Aran y para su sorpresa al ver por la ventana lo vieron de pie viendo hacia la nada y moviendo sus manos con signos que parecían extraños.
De repente, Anty volteo su vista hacia la ventana pues escuchaba los murmuros de alguien, cuando observo a las monjas viendo raro a Aran rápidamente le dijo a Aran.
**Aran, bebé, las monjas están aquí, voltea. Tal vez quieren hablar contigo** Le dijo en lenguaje de señas.
Arán volteó al ver lo que su padre le había dicho asustado y cuando vio a las monjas corrió rápidamente hacia ellas.
-Hola...- Dijo Aran sabiendo claramente porqué iban a verlo.
-Hola Aran, nos dijeron que escapaste, y pensar que estarías aquí. ¿Sabes cuanto tiempo te estuvimos buscando?- Dijo una de las monjas completamente molesta
-Lo siento, pero no fue mi culpa. Yo no hice nada malo.- Dijo Aran con ojos rojos y llorosos.
-No nos importa, al rato que vuelva la sacerdotisa te presentarás ante ella- Dijo la ultima monja saliendo del cuarto.
Fuera de la ventana que daba hacia el raro bosque se encontraba un niño del cual brotaban abundantes lagrimas silenciosas. Sin embargo, nadie sabía que en realidad los insultos por parte de los 3 adultos mágicos hacia las arrogantes monjas no se detenían ni un solo segundo.