Aran era un niño sordo, por alguna razón mágica o médica no podía escuchar. Anty y Nina ya habían decidido que hacer pues le enseñarían lenguaje de señas, aunque extrañamente serían dos tipos pues los entendería a ellos y a los humanos.
Con hoja y tinta en mano Anty se dedicó a garabatear, la verdad era que su método de enseñanza no era ni cercano a bueno, sería un milagro que Aran aprendiera algo. Con buen pulso, buena letra además de dibujos envidiables Anty hizo el abecedario en la hoja de papel y la puso frente a Aran.
En la cabaña de aspecto gracioso (porque solo tenía un cojín y una cobija) Aran, Nina y Anty intentaban algo nuevo. Nina hacia las letras con sus manos y Anty daba ejemplos que el mismo había dibujado.
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La verdad es que es todo un misterio lo que piensan los bebés a esa edad, puede que sorprendentemente les entendiera... o no. Aunque ciertamente, el rostro de Aran daba a entender ternura, dulzura y amor, menos que entendiera de que se le estaba hablando.
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A pesar de estar muy confundidos sobre su grandiosa técnica de enseñanza ambos continuaron haciéndolo.
Después de 5 meses de trabajo arduo un Aran de 8 meses por fin dijo algo con lenguaje de señas.
**A-G-U-A** pidió Aran intentando imitar de la mejor manera las formas con sus manos.
Mirándose mutuamente a los ojos Anty y Nina no podían creer lo que estaba pasando ¡Aran había dicho algo! técnicamente no había hablado, ¡Pero se había comunicado! y eso era mas que suficiente para ellos. Decir que estaban al borde de las lagrimas no era mentira, estaban orgullosos de su trabajo, pero sobre todo de su niño.
Pasaron los días y poco a poco Aran se comunicaba con mas fluidez, ya podría decir leche, y mencionarse a sí mismo.
Por otra parte, el cuarto oscuro aún era el lugar en el que pasaba mayor tiempo Aran. Era difícil para ellos pero el bebé tenía que pasar la mayor parte del día y la noche ahí, pues desde aquella ocasión la Sacerdotisa ordenó que se le vigilara de cerca al niño.
Anty y Nina prácticamente se robaban al niño cuando veían que las monjas se iban del cuarto. Usando magia se transportaban rápidamente a la cabaña y pasaban el tiempo ahí hasta que tenían que devolverlo. Esto se repetía cada vez que una monja iba, o sea, era un ciclo de robárselo muchas veces al día para estar con el en la cabaña. Lo mas curioso de toda esta situación es que ambos tuvieron que aprender a leer el reloj con las horas humanas para poder regresar a Aran cada que una monja iba al cuarto oscuro a revisar.
Este tipo de vida lo llevaron hasta que Aran cumplió 1 año.
Aran de 1 año ya se comunicaba bastante bien para su edad, pedía lo que quería, era amable y lindo. En este punto de la vida, un nuevo reto surgió para Anty y Nina, ¿Qué pasaría si Aran va a la escuela y no sabe comunicarse?
Al analizar todo lo que se podía venir en contra de su bebé decidieron enseñarle algo.
**Mi amor, lee mis labios y dime que dije** <
**¿Qué..?** Aran no había entendido nada.
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Habían decidido seguir con eso hasta que Aran se acostumbrara, con suerte y práctica funcionaría.