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Chapter 23 - ¿Por qué no puedo amarla?

Mis crisis existenciales aumentaron para octubre, habían pasado meses en los que había intentado amar a Angela fallidamente porque Paula seguía atada a mi, robándole suspiros a mi corazón y sonrisas a mi alma, y dolía.

Cada día que pasaba, me dolía mucho más.

Angela cada día que pasaba estaba más volátil, explotando por lo mínimo y jalando mi cabello por todo, hasta el punto en que se caía sin cesar, tenía pequeñas calvas por toda la parte baja y mis intentos por cubrirlas apenas si funcionaban.

Marcos me ayudaba a cubrirlas.

Había encontrado un escape en el mogollón de chicas que veían a los chicos jugar y naturalmente me volví cercana a Marcos, además de que había pillado lo que pasaba entre Ángela y yo, siempre me decía que me tenía que alejar antes de que saliera más herida, y se que tiene razón pero me siento culpable, dejándola cuando su casa era un infierno y no pudiéndola amar, cuando ella me amaba a mi.

— ¿Por qué no te rapas la cabeza?— sugiere Marcos, luego de ayudarme a acomodar mi rizado cabello.

— No me quedaría bien— resoplo yo, mirándolo.

— No he visto a la primera mujer negra que se vea mal rapada— intenta alentarme él, a su extraña manera.

— Puedo ser la primera— intento refutar y él se ríe.

— Se que te vas a ver bien— me alienta y yo solo suspiro— Sería más fácil que ver tu cabello caerse todos los días gracias a esa hija de puta.

— En parte es mi culpa— intento defenderla y él me mira fijamente, se ve bastante molesto.

— ¿Culpa de que?— pregunta él y yo estoy a punto de responderle, pero no me deja— ¿De qué no la correspondas?— me quedo muda ante sus palabras— No es tu obligación; esa idiota debe aprender que en esta vida vamos a ser rechazados por las personas. En serio la odio.

— Siento que se lo debo— le digo y él solo me abraza por los hombros.

— No le debes nada— susurra Marcos— Ella te hace creer que le debes algo pero en el fondo, tú sabes que no es verdad.

Me quedo pensando un rato en sus palabras pero eso no hace que me sienta menos culpable por no poder corresponderle, se que Marcos puede tener razón pero aun tengo este sentimiento de culpabilidad muy arraigado a mi corazón.

— Lo haré— le digo y él me mira— Me raparé la cabeza.

— ¡Eso!— celebra Marcos.

Al terminar las clases, soy llevada por Marcos a un salón de belleza, allí nos encontramos a Paula y siento nervios, y muchas ganas de echarme para atrás cuando la estilista me hace sentar en la silla y me pone la capa esa encima del uniforme, atándola a mi cuello con sumo cuidado.

— Hola— saluda Paula y se hace al lado de Marcos— ¿Qué se va a hacer?— pregunta ella a Marcos.

— Se va a rapar la cabeza— le responde Marcos y veo su mirada de sorpresa.

— Me va a quedar fatal— me quejo yo y veo a Paula sonreír, esa sonrisa hace que mi corazón de un brinco en mi pecho.

— Yo también me lo haré— dice Paula y yo la miro sorprendida ¿Qué diablos?. Cuando estoy a nada de quejarme, ella pone un dedo sobre mis labios y dice— Ambas nos veremos feas, así n o te sentirás sola en esto.

Paula se sienta al lado de mi silla y por el espejo, alcanzo a ver como la máquina va quitando el cabello sobre su cabeza, hasta dejar una fina capa de pelo sobre su cabeza. Se ve tan hermosa que me impresiona.

Mi cabeza queda casi igual a la de ella, solo que la capa de pelo sobre mi cabeza es menor y me siento rara, además el aire que pasa se siente demasiado fuerte sin tanto cabello protegiendo mi cabeza.

Paula se acerca a mi por atrás y apoya su mentón sobre mi hombro, mientras yo toco mi cabeza.

— Que guapa— me piropea con una sonrisa y mis mejillas se calientan, me he puesto tímida.

— Tu también estás guapa— le devuelvo el cumplido y Paula besa mi mejilla— Gracias.

— ¿Quién es esa diosa?— dice Marcos poniéndose a mi lado y tocando mi cabeza— Ahora tenemos el mismo peinado.

— Que goals— resoplo yo, pero tomó a Marcos de la mano y a Paula también— Gracias, son los mejores.