No repare mucho a como reaccionaria Angela ante mi escandaloso cambio de look, y su reacción no fue muy buena pero me estaba cansando, había sido torturada todos estos meses por Angela y cuando por fin puedo estar con Paula, noto que yo merezco más de lo que me puede llegar a ofrecer Angela.
Estoy cansada.
— Te ves radiante— me halaga Paco y yo le regaló una sonrisa
— Gracias— le susurro.
Hace mucho no hablaba con Paco y hacerlo ahora, era bueno. Paco me cuenta que Angela y él volvieron y yo solo puedo pensar que siempre seré el sucio secreto de Angela, con Paula eso nunca pasaría y veo la diferencia, el espacio entre las cosas; Angela solo me quiere para ella pero yo nunca aspiraria a tenerla solo para mí, y eso también me hace sentir mal por Paco.
— A mi me parece que le va fatal ese corte— se queja Angela sentándose al lado de Paco, con voz muy alta.
— Callate— le grita Marcos a Angela desde la otra punta del salón— Te ves como una diosa, Martina, mi amor— vuelve a gritar y se que eso lo van a malinterpretar pero tengo que admitir que me dio risa.
— Gracias, chiquistriquis— le gritó yo y él se parte de la risa.
— ¿Ahora Marcos?— pregunta de manera pedante Angela.
— ¿Qué tendría de malo?— le pregunta Paco y ella solo hace mala cara.
— Nada— susurro Angela.
— Aún me gusta Paula— digo yo, sabiendo perfectamente lo mal que se le da a Angela escuchar esto— Aún sigo con ella.
— Que lindas— susurra Paco con ojos brillantes.
Angela hace mala cara todo el tiempo, Paco anda detrás de ella y eso me da lástima, él merece algo mejor.
A la hora del receso, Paula y yo vamos a ver el partido de fútbol en el que Marcos participa, al principio la veo incómoda pero luego le empieza a gritar a los jugadores que reaccionen y eso me causa mucha gracias. Al término del partido, Marcos nos lleva con el resto del equipo, el cual es más agradable de lo que uno puede pensar.
— Nunca vi a Martina gustarle los deportes como en los últimos meses— comenta uno de los jugadores.
— No se crean, solo vengo para ver sus traseros— me burló y ellos se rien— Es mentira, ustedes son pésimos jugadores.
— Ya te quiero ver a ti, jugado fútbol— comenta el otro.
Nos quedamos hablando un rato más, con ellos molestándome y yo recalcandoles todos los goles que se comieron hasta que es hora de entrar a clases. Los que son de grados superiores nos llevan a nuestra aula y luego se van.
— ¿Ves que no todos somos pendejos?— me molesta Marcos.
— Eso ya lo sabia— le digo— Pero no voy a dejar de hacer chistes sobre golpear paredes y jugar Free Fire.
— Igual si son ciertos— acepta Marcos— Y algunos si dan risa.
— La mayoría dan risa—
— Ya se pero no lo voy a admitir— me molesta Marcos y luego me saca la lengua.
Paula y nos vamos a nuestros asientos al igual que Marcos, y a los lejos veo a Paco y Angela discutir.