El espacio. entre nosotras variaba, dependía solo de los recuerdos y los sentimientos, del estado anímico y de los recuerdos. Se contaba por lágrima y sonrisas, por pasión y por amor.
El espacio entre nosotras crecía y se achicaba, era doloroso o un respiro. El espacio entre nosotras lo era todo o no era nada.
Su aroma y el mío llenaban el espacio y lo dolores; sus labios me besaban o maldecían, mis ojos se llenaban de brillo o de lágrimas. No había tonos grises ni secretos.
Ya no era lo mismo, yo había cambiado una vez me había ido de aquella ciudad. Ya nada iba a ser igual, estábamos adquiriendo la madurez de la edad.