Ha pasado exactamente semana luego de lo que paso con Ángela, ella viene todos los días a la librería y me besa, no me puedo negar porque siento que me volverá a asfixiar y no quiero eso, esa vez ella dejó marcas apenas visibles en el cuello pero el recuerdo está fresco en mi memoria y se repite un sin fin de veces, como una marca permanente en mi memoria.
No me siento cómoda con esto, con lo que sea que tengamos ella y yo, cuando me besa quiero llorar y cuando me toca, es como si una parte de mi quisiera escapar. Cuando Paula llama, ignoró las llamadas porque siento que si hablo con ella, le contaré todo y no quiero lastimarla, no quiero que piense mal de mí. Tengo miedo de perderla, si le cuento algo.
Ángela está en mi cuarto y empieza a tocar mi cuerpo, quiero decirle que se detenga pero las palabras no salen de mi boca y cuando intento hablar, me besa intensamente.
Quiero gritarle que no quiero hacerlo pero ella no me deja hablar.
Luego de que ella lo hiciera, besa mi cabeza y se va; unas gigantescas ganas de llorar me invaden pero intentó aplacar ese sentimiento y convencerme de que me gusto porque ella me gusta un poco, ello lo hizo para que yo me sintiera bien, así que no debo sentirme mal, intento meterme eso en la cabeza porque no quiero pensar que fui abusada por mi mejor amiga de la infancia, eso en definitivo no paso, solo me siento así porque es la primera vez que alguien me toca; si, eso debe ser.
Me pongo en pie y cubro mi cuerpo con una toalla, salgo del cuarto y con rapidez entro al baño. Espero que el agua que lava mi cuerpo sea capaz de borrar de mi mente ese incómodo sentimiento pero no lo hace. Salgo de la ducha con la misma sensación por todo mi cuerpo.
Me empijamo y me acuesto en la cama, cierro los ojos pero ahora veo los ojos de Angela demostrando su ira y eso me asusta, porque ella ya no es la dulce chica que conozco desde hace mucho y eso rompe mi corazón.
Angela ha sido la primera persona en romper mi corazón.