Eva no sabia en que momento exacto es que había tomado su maleta de viaje con ropa desordenada dentro y las llaves de su moto, realmente no era consciente de ello y mucho menos de a que lugar es que se estaba dirigiendo, solo se dio cuenta de que reacciono de su rumbo cuando empezó a amanecer y junto al sol llego una suave llovizna, que la trajo a la realidad de manera suave.
El panorama empezó a ser nublado y el frio estaba rozando su piel, haciendo que los vellos en sus brazos se erizaran ante la helada brisa, estaba en un lugar un poco apartado de todo y aun no encontraba lugar para detenerse a pensar siquiera que era lo que estaba haciendo, solo veía las ramas mojadas de los verdes pinos a los lado de la carretera, hasta que en medio de la niebla alcanzo a observar una pintoresca casa de color blanco y rojo, y tenia un letrero en el que alcanzaba a leer que era un hospedaje.
Con cuidado se acerco mas a esta, topándose con una entrada enrejada de acero rojo, en esta había un pequeño aparato para llamar hacia el interior de la propiedad y con sus temblorosos dedos delgados presiono el botón, no contesto nadie así que se animo a tocar unas dos veces más porque el frio en su cuerpo estaba colonizando todo y sus ropas ya estaban empapadas.
— Hola— hablo una suave voz femenina en la otra linea, haciendo que Eva soltara un suspiro de alivio.
— Hola, perdón la molestia— se apresuro a hablar Eva y escucho una suave risilla en el otro lado— ¿Hay servicio de hospedaje?
— Claro— dijo la mujer en el otro lado de la linea, luego se escucha el ruido de cerámica rompiéndose y esta maldiciendo, haciendo que Eva frunza levemente su labio— Te voy a dar paso.
La reja de color rojo empezó a abrirse mientras la niebla se movía un poco ante este movimiento, Eva entro con su moto por una pequeña subida que no estaba tan empinada pero si estaba repleta de rocas no muy grandes, haciéndola saltar un poco mientras pasaba, cuando llego a lo que supuso que era el hospedaje, se fijo que era una linda casita decorada con jarrones llenos de todo tipo de plantas que se podían tener, la casa tenia dos hamacas colgadas cerca a la gran puerta principal y las paredes estaban un poco sucias en la parte de abajo, pero en general se veía bastante bonito todo.
La puerta principal se abrió, dejando ver a una mujer de cabello negro largo y piel tostada, tenia puesta una pijama con estampado de conejitos y una chaqueta impermeable de color rosado, salió a correr hacia la dirección de Eva con rapidez mientras se cubría la cabeza con la capota de su chaqueta. Al estar frente a Eva, esta noto que tenia pequeñas pecas esparcidas por su nariz y mejillas de manera casi adorable.
— Hola, soy Valeria— saludo con amabilidad la chica haciendo que Eva suspirara, sus ojos se veían como los de una persona amable y bastante cálida— Parquea la moto allí— señalo la chica hacia un espacio a unos metros de la casa, que tenia un techo, parecido al lugar donde ponen a los caballos o algo así— Y entra, hace frio y te puedes resfriar.
Eva siguió las indicaciones de Valeria y entro trotando a la casa, el lugar era demasiado acogedor, con muebles que se veían bastante acolchados y de color marro, también había cuadros con paisajes decorando la pared color crema y era bastante cálido, haciendo que su ropa se sintiera mucho mas pesada por el agua.
— Ven— Valeria puso su mano sobre el hombro de Eva y le dio un leve empujoncito hacia uno de los pasillos donde daba a las habitaciones, Valeria abrió uno de la habitaciones y era pequeña, con una mano abrió una de las habitaciones enseñando una cama sencilla con una mesita de noche a su lado y la puerta para el baño— Cámbiate mientras te preparo algo de tomar, luego arreglamos la cuentas.
Valeria salió cerrando la puerta tras ella, Eva se quedo observando la habitación un rato y luego se derrumbo, por primera vez en todo el rato se dio cuenta que realmente había huido, que había buscado su respiro antes de enloquecerse.
Las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos negros y mientras cubría su rostro con las palmas frías de sus manos.
— Debo estar muy loca— susurro para si misma, luego con sus muñecas se limpio las lagrimas y empezó a desnudarse, dejando en el suelo la empapada ropa.
Estando desnuda, se dirigió al baño y dejo que el agua caliente recorriera su pálido cuerpo en cuanto entro a la ducha, se quedo pensando un rato en todos los dolorosos recuerdos del pasado que la habían obligado a huir y cuando salió de la ducha, tomo la pijama mas abrigada que empaco y su celular, que aun tenia toda la batería y luego recibió una llamada:
— Alo— dijo ella y escucho como la persona en la otra linea suspira bullosamente.
— Estaba asustada, bastarda— dijo Belén, su mejor amiga y jefa— ¿Dónde estas? Cuando vine a tu apartamento esperando una escena del crimen, no estaba ni tu cuerpo.
— Hui— responde Eva, sintiéndose una adolescente rebelde que se escapo de su casa luego de una pelea con sus padres— Y no se bien en donde estoy.
— Mierda— susurra su amiga, puede sentir como sonríe al otro lado de la linea y eso la hace sonreír a ella— Hare una carta de adelante de las vacaciones que nos has pedido por dos años.
— Gracias— realmente Eva se sentía agradecida con su amiga, y más teniendo en cuenta que se había ido sin poder reparos en las consecuencias de sus descuidadas acciones.
— Recupérate— pide Belén, haciendo que Eva muerda su labio inferior para evitar desmoronarse— Te esperaremos aquí.
La llamada se corto y Eva empezó a abaniquearse el rostro para evitar llorar, no quería llorar más.
Busco la billetera entre su maleta hasta que la encontró y de allí, saco su tarjeta debito para pagar por la estadía. No sabia si se quedaría todo el tiempo en este hospedaje o si se iría luego, aun no tenia nada decidido. Al salir de la habitación se encontró con un delicioso olor a chocolate y lo siguió hasta llegar a una bonita cocina, la cual quedaba separada por una pared de la sala.
Valeria estaba apoyada contra el mesón de la cocina mientras esperaba pacientemente a que el chocolate estuviera listo y cuando observo a una dudosa Eva, le regalo una cálida sonrisa.
— Yo te puedo pagar con tarjeta— dijo Eva señalando la tarjeta en sus manos y eso hizo que una sonrisa aun mas grande se reflejara en el rostro de Valeria— ¿Cuánto tiempo me puedo quedar?
— El tiempo que tu tarjeta me pueda pagar— dijo la chica, luego se giro sobre sus talones y con un trapo, agarro la olla de chocolate para servirlo en dos tazas con figuritas de conejos rosados, extendió una taza a Eva y esta la acepto dudosa— Normalmente no llueve tanto pero llegaste en la temporada de lluvia— se queja Valeria.
— No fue algo muy planificado de mi parte— habla Eva, sintiéndose cómoda de hablar de lo que sea con la desconocida frente a ella.
— A veces no es necesario que planees todo— Valeria se ve demasiado al confiar en esto— Cuando llegue aquí, no tenia nada planeado y termine siendo dueña de este hermoso lugar.
— Ganaste la lotería— piensa en voz alta Eva, haciendo que Valeria le sonría de manera encantadora, mostrando que sus dos dientes de adelante tienen un pequeño espacio entre ellos.
— Este lugar es hermoso— le cuenta Valeria a Eva, con una mirada tan risueña que le prende la buena energía a la otra— Deberías ir al pueblo cuando escampe un poco, te vas a enamorar.
— Puede que lo haga—
— Si quieres yo te llevo— se ofrece Valeria luego de soplar un poco el caliente chocolate en su taza— No tengo mucho que hacer y eres la única clienta que podía esperar con este clima.
— Eso seria genial— responde con agradecimiento Eva.
Ambas toman de sus chocolates calientes, mientras hablan de cosas hermosas que encontraran en el pueblo.
***
El pueblo, ciertamente, era un hermoso lugar incluso cuando Valeria decía que la niebla y la lluvia opacaban mucho de su resplandor, Eva lo había considerado un lugar bastante hermoso.
Era pequeño, en realidad en una hora de recorrido por la zona urbana de este, lo recorrieron y Eva noto que aun conservaba un estilo muy antiguo en sus casas y que la mayoría de personas se conocían, unas se saludaban con las otras constantemente, e incluso Valeria lo hacia cada que se encontraba con alguien nuevo. Era bonito pero ya estaba lloviendo nuevamente, obligando a estas dos chicas a refugiarse en una pequeña panadería de paredes color crema y olor constante a vainilla con azúcar.
— ¿Trabajas?— pregunto Valeria con curiosidad a Eva mientras observaban por las puertas de cristal como llueve a cantaros.
— Soy del departamento de marketing en una empresa de alimentos congelados— le cuenta Eva, haciendo que Valeria frunza el seño.
— Los alimentos congelados son como la llorona para las personas de aquí— explico Valeria, haciendo que Eva la mirara con muchísima atención. En la ciudad normalmente las personas los consumían porque la comida fresca es mas cara y no había tiempo— En estas tierras se siembra papa y los demás pueblos, siembran otros alimentos— seguía explicando Valeria— Al ser un recorrido corto, podemos gozar de comida orgánica.
— En la ciudad no tenemos esa dicha— explica ahora Eva— Tener comida congelada es todo un placer.
— Con razón la gente en la ciudad muere tan joven— se queja Valeria, haciendo que Eva estalle en una carcajada— También esta la realidad de que ustedes son esclavos de trabajo y sufren de estrés.
— ¿Aquí no se sufre de estrés?— pregunta en broma Eva, aunque también tenia curiosidad.
— Claro que sufrimos de estrés— responde Valeria con rapidez— Pero es mas fácil lidiar con el estrés aquí, además de que es mas económico vivir aquí y posiblemente no hemos visto la mitad de la delincuencia que tu haz visto en un día en veinte años.
— Parece un sueño— comenta Eva, concentrada en una gota que se desliza por el cristal de la puerta con lentitud— Vivir aquí.
— Es parecido al paraíso terrenal— susurra Valeria, también mirando hacia afuera con concentración— Tenemos que vivir con otros demonios pero se sobrellevan mas fácil.
— Pareces enamorada de este sitio— comenta o, mas bien, piensa Eva, haciendo que Valeria la mire con una profunda sonrisa.
— Este lugar me salvo de morir— explica la chica, sus palabras son tan profundas como su sonrisa.
***
El hospedaje había sido invadido por la melodía de un piano, el cual estaba siendo tocado por Valeria mientras Eva estaba tirada en el suelo, sobre el tapete grueso bajo su cuerpo, había pasado aproximadamente cinco días desde que ella había llegado al lugar y se la pasaba hablando con Valeria, su celular se la pasaba la mayor parte del tiempo apagado en su habitación mientras ella se permitía tomar el respiro por el que había viajado hasta este lugar.
La rutina en este tiempo era que ella se levantaran en la mañana y desayunaran huevos con plan tostado, Valeria había llevado a alimentar a las vacas y ordeñarlas en las mañanas a Eva, la cual había tratado con amor a los animales y en la tarde, iban algunas veces al pueblo y otras veces se quedaban agarrando mangos del árbol que crecía cerca al hospedaje y los comían en la casa o, cuando no llovía, bajo el árbol mientras hablaban de cosas sobre el pueblo o sobre ellas mismas.
— Las personas dicen que cuando toco el piano, el buen clima siempre esta rondando por aquí—le cuenta Valeria a Eva tirandose al lado de esta, sintiendo sus dedos un poco entumecidos.
— ¿Y es verdad?— cuestiona con bastante interés Eva mientras toma entre sus dedos un hilo de su calcetín.
— Claro que no— dice con una risa Valeria, acomodando su cabeza en el hombro de Eva y suspirando— Solo es una excusa para que lo toque.
— ¿Y los complaces?— pregunta Eva, mirando como la chica se acurruca a su lado.
— Claro, nací para complacer a las personas— responde con bastante simpleza Valeria mientras mira las manchas de su techo, las cuales a veces se mueven pero supone que no lo hacen de verdad— Me gusta complacer a las personas.
— Yo nunca he sabido complacer a nadie—
— A veces tu sola compañía lo hace— explica Valeria, sentándose ahora para poder mirar a Eva a la cara— No siempre tienes que actuar, solo estando al lado de la persona que lo necesite.
— Eso suena simple— acepta Eva.
— Aun no me cuentas que te trajo aquí— recuerda Valeria porque es verdad, siempre que alguien llegaba fuera de temporada era por un respiro desesperado y no importaba el clima, o si el pueblo era realmente turístico o una pila de mierda. Al Valeria ver la duda y angustia en la cara de Eva se apresura a hablar— He escuchado todo tipo de historias, muchas personas vienen aquí a dejar cosas del pasado, en el pasado.
— Si es un asunto de pasado— acepta Eva pero aun se ve recelosa a hablar de ello— Pero no es nada de lo haya que angustiarse— miente.
— Entonces deja todo aquí— anima Valeria, sacudiéndola un poco por el hombro— Los chamanes se encargaran de eliminar la mala energía luego.
— Suena a que es un trabajo duro— juguetea un poco Eva.
— Algo a lo que ya estamos acostumbrados— también juguetea Valeria, sonriendo radiantemente— No eres la primera en dejarnos mala energía.
***
Eva estaba sentada en el húmedo pasto mientras miraba el paisaje, una nublosa vista que daba a entender que pronto comenzaría a llover y que hacia ver todo tan helado y difícil, Eva nunca había estado frente a una vista como esta porque en la ciudad todo era gris y falto de brillo, pero aquí todo era tan relajado, dándole la oportunidad de relajarse un poco y respirar, algo que sonaba tan simple pero que no había podido hacer de manera tranquila en muchos meses.
Incluso luego de juicio, aun se le dificultaba respirar.
Un chico moreno se sienta a su lado en silencio mientras Eva estaba embobada con la vista, haciéndola volver al presente:
— Hola— saluda el moreno, mirando hacia el paisaje frio— Soy Lucas, el veterinario del pueblo.
— Hola— devuelve el saludo Eva— Soy Eva.
— La invitada— termina Lucas por ella y esta sonríe— La información viaja rápido en los pueblos y más si es pequeño como el nuestro.
— Lo acabo de notar— responde Eva de manera suave, dejándolo pasar porque se suponía que eso iba a pasar con ella saliendo al pueblo casi que todas las tardes a comer una rosquilla con café— Además no he sido prudente con mi estadía.
— Lo cual se te agradece— dice Lucas animado, Eva acaba de notar que la mayoría de personas en este lugar es bastante amigable y animada— Le compras comida a mi esposa.
— Así que tu esposa es la muchacha de la panadería— concluye Eva haciendo reír al tipo a su lado— Si que se nota que es un pueblo pequeño.
— Era ella o Valeria— bromea Lucas— Pero Valeria no esta muy interesada en los hombres.
— ¿Quién te dio el derecho de sacarme del closet?— se escucha un grito desde atras, haciendo que Eva y Lucas miren a una sonrojada y sudorosa Valeria con un pequeño perro que le muerde las piernas de manera juguetona.
— No es un secreto— le responde Lucas y Valeria, con mucha pelea, se sienta al otro lado de Eva— No luego de involucrarte con la hermana de Carmen.
— Nadie nunca soltara ese tema— se queja Valeria acomodando su cabeza en el hombro de Eva de manera dramática.
Valeria hace dos años había seducido a la hermana de la gerente de empresas publicas en una fiesta de cierre de campaña y había sido un gran escandalo en el pueblo, uno del que las personas aun hablaban y el motivo por el que la chica fue enviada a hacer un post-grado en una universidad en la ciudad mas lejana que encontraron. Desde ese momento, los chicos en el pueblo perdieron toda esperanza con la pelinegra.
Lucas, bastante gustoso, le conto todo esto a Eva, haciéndola reír a carcajadas y colocando como una manzana a Valeria de la vergüenza.
— Esa es la historia del porque Valeria es odiada por Carmen— concluye Lucas, con una sonrisa burlona.
— En todo pueblo hay una lesbiana— se defiende Valeria.
— Dudo que ella se anden sacando del closet a los tres caballitos de tequila— recalca Lucas, con una sonrisa malvada.
Lucas se sigue burlando un rato mas de Valeria, haciendo que esta lo intente golpear con fuerza y haciendo reír a carcajadas a Eva, la cual no recuerda lo que se sentía tener dolor de panza luego de una buena dosis de alegría y risas. Ella estaba recordando lo que se sentía reír. Pero el momento se ve interrumpido cuando empieza a llover con fuerza, haciendo que los tres corran torpemente hacia la casa y se internen en la sala.
Ya en la sala de la casa, Lucas hace reír a la chicas con mas divertidas anécdotas hasta que se ve y en eso se quedan solas, instalándose un incomodo silencio que nunca antes estuvo.
— Fui traicionada por mi mejor amigo— dice Valeria con la intención de hacer menos incomodo el ambiente, preocupada de repente por lo que piense Eva sobre sus gustos, que fueron tan criticados por el pueblo— Espero no te moleste— se disculpo aunque no sabia porque lo hacia, ella no estaba mal por tener gusto por las chicas.
— No eres la primera lesbiana con la que me topo— aliviana el ambiente Eva con su confesión, aunque le gustaría decirle que no son tan diferentes de lo que piensa la otra pero se acobarda, Valeria no le es nada indiferente a Eva.
— Supongo que en la ciudad es mas fácil conocer lesbianas— piensa Valeria.
— Te podría pasar el número de unas cuantas— anima Eva y Valeria se ríe mientras se dirige a su habitación.
— Buenas noches, cupido— se despide para luego desaparecer en su habitación.
***
La lluvia sonaba tan fuerte que el techo pareciera que se va a caer encima de la cabeza de Eva, la cual esta en la cocina preparándose una caliente y reconfortante taza de café mientras mira con duda el celular sobre el mesón de la cocina, el cual ha estado apagado por dos semana y que tiene miedo que si lo enciende, estalle por la notificaciones de sus padres angustiados, de Belén en un ataque de psicosis por desaparecer y del trabajo. Aunque Belén le prometió que este seria un tiempo de vacaciones.
— ¿Por qué miras tu teléfono como si tuviera un moco cubriéndolo?— pregunta Valeria entrando a la cocina mientras deja en el lavaplatos una taza vacía en la que antes hubo café.
— Algo así es lo que tiene— responde con desinterés Eva, aun mirando el celular— ¿Quieres hacerme un favor?
— Dime—
— Enciéndelo—
Valeria se queda unos instantes mirando los ojos de Eva y luego toma el celular sobre el mesón, que es de color rosado y que enciende, el celular vibra como loco unos instantes en las manos de Valeria hasta que se detiene, luego de unos largo minutos.
— Hay un mensaje que dice que un tal Pablo murió— lee Valeria la notificación mientras Eva se pone tan pálida como un pedazo de papel
Pablo murió ¿En la cárcel?