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Chapter 11 - Capítulo X: Problemas Familiares

Había transcurrido un día desde que el arcángel mensajero fue unido una vez más a otra diosa, y la vida pacífica como la conocía se convirtió en una serie de catastróficas desdichas. Si ya de por si le era problemático resolver los conflictos entre Brigit y Morrigan, ahora con una nueva integrante en la casa como Wadjet, era un verdadero milagro que él no tuviese que reconstruir el pequeño planeta en donde vivía.

Sin embargo todavía quedaban momentos en los que San Gabriel podía tener paz y respirar tranquilo (al menos para descansar), incluso ahora con una tercera compañera. Un ejemplo de ese corto tiempo de descanso eran las horas de trabajo; de vez en cuando él debía encargarse de la red de comunicaciones dentro del Panteón, además de entregar mensajes en el Mundo Mortal y en otros Panteones, en nombre de su padre y hermanos, y a veces debía ir al mismo Mundo Mortal para predecir nacimientos.

Y justo ahora el arcángel se encontraba en la oficina de su casa organizando el papeleo. La habitación dedicada a su trabajo era un cuarto enorme, con un estante en una pared lleno de pergaminos y libros. En otra pared se hallaba un closet antiguo de madera, cerca había una mesa cuadrada de madera tallada a mano, con una fila de cinco pergaminos reunidos encima, y al lado de la mesa se encontraba el arcángel sentado en una banca de madera leyendo uno de esos pergaminos.

A pesar de que San Gabriel no necesitaba luz para leer gracias a los sentidos súper desarrollados de su cuerpo físico, de todos modos en la habitación había cuatro candelabros colgando de tornillos clavados en las paredes, en los que flotaba una pequeña luz blanca similar a una mini estrella, pero con suficiente potencia como para iluminar toda la habitación; en el resto de la casa había más candelabros así, de modo que toda la casa siempre estaba iluminada por las noches de ese pequeño planeta, el cual gravitaba alrededor de un pequeño sol, e incluso poseía su propia luna (aunque de una escala muy pequeña).

De momento el arcángel leía uno de los informes acerca de un problema ocurrido en el Panteón Griego, que involucraba a su rebelde hermana menor, la Titanide de la Noche, Nyx. Según el informe, su hermana destruyó cinco planetas en la galaxia cercana a la Vía Láctea, en un arrebato de furia extrema. Por ahora nadie sabía la causa, pero de repetirse él tendría que intervenir y calmar a su hermana menor, antes de que su locura crease un desequilibrio en el universo, y el Dios Hindú de la Destrucción, Shiva, por obligación tendría que intervenir en su lugar, para "eliminar el problema". Y eso San Gabriel no podía permitirlo, porque estaba fuera de su alcance.

Shiva era el dios que se encarga de mantener el orden en el cosmos, y evita que los demás inmortales, incluido los de otros Panteones, perjudiquen el balance natural en el Mundo Mortal y de los universos. Y de entre los dioses más fuertes, él estaba en la cima; tal era su incalculable poder, que con tan solo un chasquido de sus dedos, era capaz de eliminar por completo el Panteón Griego o el Nórdico.

No por nada todos los inmortales, sobretodo Zeus, Odín, Ra, Quetzalcóatl e Izanagi, le tenían increíble miedo.

Pero de momento no había de qué preocuparse, porque Nyx —al parecer— se ha calmado, y no ha vuelto a destruir otro planeta, al menos no uno importante. Así que San Gabriel podía respirar tranquilo por ahora, al saber que su querida hermana menor no se metería en un grave problema, en el que él tuviese que intervenir, otra vez. Y es que resolver los problemas de su hermana titánide ya era casi una mala tradición familiar; a veces hasta el arcángel llegó a pensar que ella solo lo hacía a propósito bajo algún objetivo desconocido para él.

Ni siquiera el marido de Nyx (y también hermano gemelo), el Titán de la Oscuridad Érebo, era capaz de entenderla, o tan siquiera calmarla cuando se enojaba. Los únicos a los que Nyx llegaba a hacer un poco de caso (además de sus padres) eran su hermano mayor arcángel mensajero, y su hermana mayor titánide Gaia.

Pero San Gabriel, aunque se pasara siglos tratando de comprenderla, lo cierto es que le costaba entender a algunas criaturas con género, sobretodo las hembras. Por eso era un verdadero milagro que él llegase a comprender un poco a Brigit y Morrigan. Sin embargo aún no podía decir lo mismo de Wadjet. Y como si invocara a una de las tres con la mente, el arcángel peliplateado escucho la puerta de su oficina abrirse.

—¿Y ahora qué? —se quejó San Gabriel en voz baja, dejando el pergamino en la mesa y girándose sobre la banca para ver en dirección a la puerta. No se sorprendió para nada al ver que era Wadjet quien entraba a la oficina, pero si le dio una ligera sorpresa algo más.

La doncella egipcia ahora llevaba solo un conjunto de telas blancas, similar a una momia, pero apenas cubriendo parte de su cuerpo, sobretodo en el área de los pechos y la entrepierna; solo faltaba retirar algunas telas para que su cuerpo quedase expuesta en su totalidad, y pese a eso, ella no mostraba ni un signo de pudor. Pero a pesar de eso, y aunque Wadjet hacía una pose seductora en la puerta, solo conseguía verse adorable para los ojos del arcángel, quien solo la veía, en un principio sorprendido, para después mostrar una expresión indiferente, sin ánimos para bromear o algo parecido.

—¿Que... estas... haciendo? —preguntó San Gabriel de forma lenta, seria y sin ni una pizca de humor para juegos, ni menos para complacer el gusto enfermo de una diosa.

—¿Acaso una mujer no puede lucir bella para su amado? —contra pregunto Wadjet con una sonrisa pícara, aunque lo único que hacía era lucir aún más adorable.

—No puedes responder una pregunta con otra pregunta.

—Y tú en vez de quejarte y preguntar, deberías pedirme que me acerque para gozar.

—Wadjet, ya te dije que, aunque mi cuerpo físico sea el de un hombre, mi verdadero cuerpo no tiene forma ni género. Por lo tanto, no siento atracción por ningún género. Y las reacciones de mi cuerpo físico son reacciones instintivas naturales que no siento. Por ejemplo, el órgano reproductor de mi cuerpo físico responde, por instinto reproductivo, a ciertas señales de su contraparte, en este caso las hembras con un alto grado de similitud a mi cuerpo físico, con el propósito de reproducirse; no para sentir placer. Por lo que jamás en mi eternidad sentiré algo semejante al deseo carnal.

—¡Naaaahhh! ¡No me des clases de biología! ¡Me case con un joven y divertido ángel con cuerpo masculino! ¡No con un estúpido, viejo y aburrido profesor! —se quejó Wadjet en absoluto disgustada de las explicaciones biológicas del arcángel.

Acto seguido la doncella egipcia cierro la puerta de forma brusca, y comienza acercarse al arcángel, con ambas manos en la cintura y moviendo las caderas igual que una modelo; sin duda la forma en cómo estaba vestida, sumado con sus acciones seductoras, podría volver loco a muchos hombres. Pero su compañero ángel seguía sin inmutarse y mirándola de un modo indiferente, e incluso molesto.

—Y no puedo creer que no sientas lo que tu cuerpo siente —prosiguió Wadjet ahora sonriendo de forma pícara—. Te recuerdo que anoche sembraste tu "semilla" dentro de mí, y de Brigit y Morrigan; tres veces. Aunque Morrigan todavía tenía energía para una ronda más.

—Ya te lo dije; mi cuerpo físico reaccionó por puro instinto reproductor —seguía explicando San Gabriel, con la fe de poder hacerle entender sobre que la naturaleza de los ángeles era muy distinta al de las criaturas con género y forma física—. Y en el apareamiento, por instinto, mi cuerpo libera las "semillas". Es algo difícil de explicar. Básicamente es como si mi cuerpo pensara por sí solo. Pero yo no siento ese tipo de emociones y sensaciones, aparte del agotamiento, un leve cosquilleo y dolor por la "acción" y vuestros... besos, lamidas, rasguños y mordidas.

—Lo dices como si te incomodara —Wadjet se detiene frente a San Gabriel y se inclina un poco, haciendo que el rostro de ambos estuviera a escasos centímetros cerca del uno y el otro.

—Por supuesto que me incomoda. Parece como si me estuvieran probando para comer.

—Pues, no estás del todo equivocado. Te probamos y saboreamos para "comerte" en otro sentido. Vaya que eres demasiado inocente. Pero eso solo te hace ser más... "comestible".

—Estás hablando como Morrigan, lo cual me está empezando a asustar —San Gabriel, ahora empezando a ponerse nervioso, por lo qu intenta alejarse de la doncella egipcia arrastrando la banca con los pies. Sin embargo tuvo que detenerse en seco al chocar su espalda contra la mesa; parecía un pequeño animal acorralado.

—¡Je, je, je! No te pongas nervioso. Y no me compares con esa arpía de malagüero —Wadjet vuelve a erguirse, todavía sonriendo de un modo pícaro—. Cada una de nosotras tiene algo único. Brigit es inocente y tiene buen calor, junto con unos buenos glúteos. Morrigan es pervertida y dominante, y también posee un cuerpo maduro y bien ejercitado. En cuanto a mí, además de mi hermoso, saludable, bronceado y atlético cuerpo juvenil y belleza exótica del Nilo, tengo otras especialidades. ¿Te las muestro?

"De hecho, me he identificado, de alguna forma y en diferente aspecto con Brigit y Morrigan. Contigo no sé si pasará lo mismo. Aparte me parece muy raro que de pronto estés aquí comportándote de este modo, como si... espera un momento...", decía San Gabriel en su mente, un poco perturbado de la situación actual, y entonces empieza a tener una idea respecto al repentino comportamiento seductor de la diosa egipcia; por lo que decidió hacer el intento de preguntar. —Wadjet, ¿estás tratando de seducirme para lograr algo?

—¡Ja, ja, ja! ¡Oh vamos! ¡En serio eres bastante inocente! —respondió Wadjet tan divertida por lo que dijo su compañero ángel y después, de modo inesperado, se sentó sobre el regazo de él, y luego le rodea el cuello con los brazos, mientras éste seguía mirándola con total indiferencia—. Y de todos modos, ¿Qué podría lograr encantándote estrellita de ojos naranja? No seas aburrido y diviértete un poco.

—Wadjet... —dijo San Gabriel con una increíble severidad, no como un esposo o padre, sino más bien como un hermano mayor que reprende a un hermano menor revoltoso y maleducado—. Conozco a las hembras de raza racional que son como tú, y siempre que quieren lograr algo, recurren a lo más fácil para ellas: usar su encanto femenino.

—Me alagas. ¿Eso quiere decir que me consideras encantadora?

Wadjet se alegra y ruboriza un poco por el comentario del arcángel. Pero cuando ella ve la mirada severa de él, sin ni un solo rastro de deseo carnal ni menos de haber caído un poco bajo sus encantos y acciones seductoras, toda su fachada de diva y "belleza fatal" cayó.

—¡Está bien, está bien tienes razón! ¡Lo que sucede es que, cuando dijiste que no se permiten tener esclavos aquí, decidí tratar de convencerte para que me dejaras tener, al menos, un esclavo o dos! —exclamó Wadjet con furia, angustia e histérica, para luego abrazar al arcángel de una forma tan desesperada que lo sobresalto un poco—. ¡No me importa la raza o si es un ser viviente o no! ¡No quiero tener que hacer todos los malditos y sucios trabajos domésticos! ¡No quiero ser la pobre mujer doméstica!

—¡Pero si yo no te obligare ni pediré hacer nada! —explicaba San Gabriel mientras sujetaba a la diosa egipcia de los hombros y trataba de despegarla de él, lo cual consiguió con un poco de esfuerzo, e hizo que ella lo mirase confundida por la respuesta—. En realidad, por si no te lo explicaron, yo mismo me preparo mi comida, lavo mi ropa y ordeno mi parte de la casa.

»Lo mismo es con Brigit y Morrigan, ellas preparan su propia comida, lavan su propia ropa y arreglan sus propias zonas de la casa. Respecto a la limpieza general de la casa, eso lo arreglamos tiempo atrás; cada quien se turna para limpiar las zonas neutras. Aquí cada quien hace sus propios quehaceres domésticos, igual que una persona que vive sola o comparte la casa con un familiar o amigo.

—Esto parece más la típica vida en un hotel que una vida matrimonial —contesto Wadjet mirando al arcángel bastante estupefacta de lo que oía—. Pero un hotel de la clase más vaga, por no tener ni sirvientes.

—Lo mismo es con mis demás hermanos que también se casaron —proseguía San Gabriel con su explicación—. Una boda es la unión entre dos criaturas con género que se aman. Nuestras bodas, técnicamente, son más como una "creación de vínculos amistosos entre diferentes seres", debido a que nosotros, los ángeles, y te lo vuelvo a recalcar, somos criaturas carentes de género. Por lo tanto, no nos casamos por amor, sino para mantener un vínculo de paz entre Panteones.

—Pero por lo que he visto, y sé, aquellas diosas terminaron enamorándose de tus hermanos.

—Para ser sincero, no sé cómo ni por qué sucedió eso. Y no creo que llegue a entender cosas respecto al amor romántico —por un momento San Gabriel cierra los ojos y baja la mirada mientras se rascaba un poco la cabeza, estando bastante confundido e incapaz de comprender el tema, para después volver a mirar a la doncella egipcia—. ¿Acaso tus padres nunca te enseñaron nada respecto al amor?

—Pues fíjate que no —Wadjet se cruza de brazos y desvía la mirada con cierta molestia, aunque sin mostrar debilidad emocional alguna—. Papá y mamá casi siempre estaban ocupados en su trabajo de ser guías de los muertos y evaluar a quienes mueren en el Territorio Egipcio. Así que mi hermana y yo fuimos criadas prácticamente por muertos-vivientes y algunas esclavas. Pero claro, como todo buenos padres que les importa más el trabajo que a sus hijos, los nuestros trataron de compensar su ausencia, trayéndonos a mi hermana y a mí regalos semanales, o cumpliendo cada uno de nuestros deseos, menos el de pasar más tiempo con nosotras.

»Y en sus muy escasos tiempos libres, hacíamos viajes por todo el Panteón Egipcio, o visitábamos al resto de la familia, como la abuela Neftis. Aunque a mí muy buena y ejemplar hermana mayor no le importaba que nuestros padres casi nunca estuvieran allí para nosotros, ¡yo sí que no lo toleraba! —Wadjet frunce el ceño aún más y aprieta los dientes, denotando su enorme rencor interior—. Reconozco que al principio yo hacía alguna que otra maldita estupidez, solo para llamar la atención de nuestros padres. Pero al poco tiempo aprendí a vivir sin ellos. Y como prueba de eso, fui una gran madre sustituta para el dios Horus; mucho mejor de lo que fue mi madre.

Sería poco decir que San Gabriel quedó sorprendido ante la historia de fondo de la joven diosa egipcia; en realidad no se esperaba algo así. Y aunque Wadjet no denotaba ni tan siquiera un pequeño sentimiento triste al contar su historia, sino al contrario, solo mostraba enojo y el característico ego, el arcángel no pudo evitar sentir un poco de pena por ella, e incluso —quizás por el reciente informe—, San Gabriel comenzó a tener un deja vu; ese momento y la historia de Wadjet, hicieron que él viese a Nyx reflejada en ella.

A menudo Nyx hacía alguna que otra travesura para llamar la atención de sus padres o de sus hermanos mayores. Y al cabo de un tiempo dejó de hacerlo para después empezar a distanciarse de toda la familia; ocasionando conflictos con sus demás hermanos titanes y otros inmortales. Y debido a que San Gabriel era el hermano ángel encargado de cuidarla en ausencia de Gaia y Khaos, casi siempre era él quien la tenía que sermonear y arreglar los problemas en que se metía o creaba.

Pero no solo era la historia; también la forma de ser de Wadjet era muy similar a la Titánide de la Noche. Y esto, aparte de aumentar la pena en el arcángel, también le hizo sentir gran nostalgia. Sin embargo a pesar de que Wadjet no denotaba ni una sola señal de debilidad o siquiera melancolía al relatar su historia —obvio por su excesivo orgullo—, y hacía entender en que no necesita de sus padres, San Gabriel no pensaba lo mismo.

Se podría decir que, muy en el fondo, tal vez la doncella egipcia deseaba tener un poco de la verdadera felicidad que solo una familia podría darle. Y por otro lado, el haber crecido sin tener figuras autoritarias, sumado a la costumbre de tener lo que desea, influyeron en que ella fuera una niña caprichosa e infantil en el cuerpo de una adulta; otro detalle que reforzó el parecido entre ella y Nyx.

Aparte San Gabriel se sintió un poco identificado con el hecho de que Wadjet tuvo que actuar como madre sustituta una vez, y pese a sus defectos, logró dar una buena educación al dios egipcio Horus; del mismo modo, en el que el arcángel mensajero fue aquella figura familiar, que siempre estuvo allí para Nyx.

Toda esta reflexión llenó de tanta pena y comprensión a San Gabriel que, dejándose llevar por el momento, puso la mano derecha encima de la cabeza de Wadjet, con el fin de acariciarla un poco y darle algunas palmaditas, como lo hacía con Nyx; una acción dulce, que la doncella egipcia encontró desagradable a tal grado, que al instante apartó la mano de San Gabriel de forma brusca.

—¡No quiero tu maldita lástima! —exclamó Wadjet bastante indignada y ofendida por la muestra de cariño por parte de su compañero angelical.

—Oye solo trato de ser amable —respondió San Gabriel elevando el tono de voz, ahora empezando a molestarse de verdad por la actitud de la joven diosa egipcia.

—¡¿Quieres ser amable?! ¡Entonces deja que tenga aunque sea un sirviente, o al menos sé mi sirviente! ¡Eso me haría muy feliz! —pidió Wadjet, pasando de parecer molesta a triste en un instante, y de forma exagerada.

—¡De ninguna manera! ¡¿Hasta cuándo seguirás con tu tonto orgullo?!

—¡Una maldita estrella parlante asexual como tu no lo entendería! ¡No tienes idea de cuánto me duele tener que pedirte esto de esta forma! ¡Todo esto no es bueno para mi buena imagen!

—¡Pero si "buena imagen" no tienes nada!

—¡Mal fabricado pajarraco-estrella parlante insolente!

—Oigan ¿Por qué tanto escándalo?

La voz cínica e inconfundible de la reina fantasma llamó la atención del arcángel mensajero y la doncella egipcia, quienes de inmediato detuvieron su discusión y dirigieron la mirada a la puerta; vieron que allí se encontraban mirándolos la mencionada diosa celta en compañía de Brigit, la primera con una mano en la cintura y pareciendo estar a punto de reírse, mientras la segunda estaba cruzada de brazos y con una expresión de disgusto al ver la escena dentro de la oficina.

—Antes de que empiecen a insinuar lo que no es... —decía San Gabriel, pero fue callado por la repentina risa de Morrigan.

—¡Je, je, je! Sabemos más o menos lo que pasó —respondió Morrigan tratando de aguantar las risas—. Las quejas de Wadjet se oyeron hasta el jardín. Ella creyó que podría seducir a una entidad sin género para conseguir sirvientes, y no tener que hacer sus propios quehaceres por su propia cuenta. Qué triste y humillante. ¡Ja, ja, ja!

—¡Cállate arpía de malagüero! —grito Wadjet volviendo a cruzarse de brazos, aunque de forma brusca e igual a como lo haría una niña furiosa.

—Pero no esperaba que ambos terminaran armando tanto jaleo. Así que Brigit y yo vinimos a husmear un poco —termino de explicar Morrigan, levantando la mano derecha por un momento a modo de dar a entender lo que decía.

—No deberías hacer estas cosas con él, Wadjet. Ya tiene suficiente con una desesperante "Morrigan" —dijo Brigit con molestia y poniendo de mal humor a la mencionada reina fantasma por el último comentario.

"Al menos una me entiende", se dijo San Gabriel en su mente con un indescriptible alivio interno.

—Como siempre amargándome el día, fosforito parlanchín —se quejó Morrigan, ahora dejando de sonreír a causa del mal humor. Pero entonces dirige su siniestra mirada vuelve a caer en el arcángel, y entonces muestra su temida sonrisa sádica. —Lo bueno es que ya tengo algo que me sube bastante el ánimo. ¡Apártate Wadjet, quiero "divertirme" un rato!

—¡¿Qué?! ¡¿Acaso no ves que estamos en mi oficina?! —exclamó San Gabriel sorprendido, nervioso y preocupado a un mega nivel, ya que entendió la referencia a la perfección.

—¿Y eso qué? Los animales lo hacen hasta en la incomodidad de una madriguera. Y de todos modos ya nos hemos "divertido" muchas veces cuando nos bañamos juntos. Además, se me ocurren nuevas formas de "divertirnos" aquí —decía Morrigan con su tono siniestro y luego mira los distintos puntos en la habitación, sobretodo las paredes y el escritorio.

—¿Pues sabes qué? Yo no estoy de ánimos para complacer tu lujuria y sadismo enfermo. Por hoy no. Me niego —declaro San Gabriel tratando de sonar lo más severo y decidido que podía frente a la diosa de sus pesadillas, a pesar de que aún le tenía tanto miedo que ahora parecía más un niño quejándose. Pero la repentina risa diabólica de Morrigan le dio un muy mal presentimiento.

—¡Ja, ja, ja! ¡¿Pues sabes qué?! ¡Lamento decirte que no puedes oponerte a eso! Está en el contrato del Sello de Paz entre nuestros Panteones —respondió Morrigan de modo burlón, para después juntar sus manos y separarlas al instante, invocando entre sus manos, en un fuego púrpura fantasmal, un pergamino flotante de letras doradas que parecía un contrato.

»Acepte vuestra solicitud bajo dos condiciones principales: que el ángel con el que me emparejara tuviera un joven cuerpo masculino bien ejercitado, y atendiera todas mis necesidades referentes al ámbito sexual —explicó Morrigan sonriendo de forma cínica y divertida, al mismo en que enseñaba con la uña de su dedo índice derecho la parte del contrato que ella se refería—. Lo siento mucho angelito... ¡Nah! No lo siento en realidad, ¡Ja, ja, ja!

"¡¿Por qué mis hermanos no me dijeron eso...?! Oh, claro, iba a ser una razón más para oponerme a estar pegado con esta enferma mental", pensaba San Gabriel con una gran decaída de ánimo.

—¡¿Por qué no me dijeron que podían agregar condiciones a las solicitudes?! —exclamó Wadjet impactada y cada vez más furiosa.

—Lo lamento Wadjet. Pero las condiciones que se agregan no pueden chocar con las leyes principales de los Panteones. Eso incluye la ley de no tener esclavos ni sirvientes aquí —explico Brigit, desilusionando bastante a la diosa egipcia, además de enojarla todavía más.

"¡Maldición!", pensó Wadjet con ira. Luego se levanta del arcángel, e invoca entre flamas azules el contrato sobre el Sello de Paz de su Panteón, para ver si también tenía solicitudes que le favorecían.

—Pero ya que piensan procrear aquí, entonces yo también me uniré —decreto Brigit de un modo firme y estricto que era exagerado.

—¡¿Qué?! ¡Pero si hace un rato regañabas a Wadjet por...!

—Lo siento, pero es obligatorio —interrumpió Brigit a un impactado San Gabriel—. Mi padre acondicionó en el contrato que el ángel con quien yo me emparejara obligatoriamente debía darme, al menos, dos hijos para continuar el legado familiar. Por lo que debemos seguir practicando para cuando estemos listas para que nos des hijos —explicaba ella jugando con un flequillo de su cabello con tanta vergüenza que sus mejillas volvían a ponerse rosadas—. ¡Pero descuida! ¡Prometo que tratare de controlar mi poder para no lastimarte tanto como las últimas veces!

—Je, y no eres la única obligada a eso.

Agregó Wadjet ahora estando sorprendida por ver un detalle curioso en su contrato, para después desaparecerlo del mismo modo en que lo invoco. Luego se pone ambas manos en las caderas y mira a sus compañeras célticas.

—Mi madre agregó que, aunque mi marido angelical no pueda traer esclavos, ni atender mis necesidades como uno, al menos debía complacerme como lo haría una pareja, y continuar el legado de nuestra familia dándome descendencia. Bueno, algo es algo. Esto al menos me levantara el ánimo como a Morrigan —explicaba Wadjet un poco cabizbaja al principio, pero al instante recupera su buen humor, e incluso con mayor entusiasmo que antes—. ¡Empezaré yo!

—Está bien niñita. Pero rápido —respondió Morrigan disgustada mientras desaparecía de igual forma su contrato y se cruzaba de brazos.

—Digo lo mismo —dijo Brigit cruzándose de brazos igualmente disgustada, y el arcángel solo pudo suspirar derrotado ante las exigencias de ellas tres.

—De acuerdo par de gruñonas. Pero recuerden que dentro de poco será la hora del baño con nuestra estrella parlante, lo que significa... ¡el triple de "diversión" por hoy! —contestó Wadjet cada vez más emocionada, al grado de juntar las manos en un fuerte aplauso por el resto de "diversión" que tendrá con el arcángel mensajero, aunque éste último no pensaba igual que ella.

"¿Es que acaso mi opinión no cuenta?", pensó San Gabriel con un ánimo tan bajo como el abismo, y deseando el no haber hecho caso a los deseos de su madre sobre hacerse un cuerpo físico masculino similar al de su padre.