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Chapter 14 - Capítulo XIII: La Estrella, el Sol, el Mono y el Loco

—Cielos tío. Me imaginaba tu vida sexual y matrimonial como la de Brahma o Karttikeya. Pero ahora me recuerdas más a una ninfa que Ares, Hermes y Apollo compartieron durante un mes.

Comentó Helios parpadeando un par de veces, bastante perplejo, tras haber escuchado como fue la vida de casados de su tío angelical, relatada por éste mismo. El Dios Griego del Sol se había sentado en una roca cerca de San Gabriel, para escuchar el origen de los lamentos de éste último, y literal fue todo lo contrario a lo que se imaginaba.

La historia de su tío angelical le recordó bastante a las historias de inmortales masculinos compartiendo una misma humana mortal o, siendo más exactos, historias de tres mujeres de alta clase compartiendo un esclavo o guerrero guardián, siendo ambos casos muy comunes en el Territorio Griego.

—También según recuerdo, Baldur, Magni y Modi una vez compartieron una valquiria. Pero se lamentaban por no poder acostarse con ella —decía Helios recordando esa otra anécdota.

—¿Lo ves? A eso me refería cuando hable con Rafael y Raziel. Yo literalmente soy como una ninfa, siendo utilizada como juguete sexual por un trío de dioses —dijo San Gabriel liberando otra vez las frustraciones contenidas con la cabeza baja.

—¿Pero los ángeles no son una versión masculina de las ninfas? ¿O si hay ángeles mujeres?

—En realidad los ángeles no tenemos género; somos entidades cósmicas asexuales. En el principio no teníamos cuerpos físicos, debido a que nuestro cuerpo real no tiene forma definida; somos seres de energía pura, por eso muchos nos comparan con estrellas. Pero después de que se crearan los primeros Proto-Humanos, tuvimos que crearnos formas físicas para comunicarnos mejor con ellos.

»Y dado a que somos entidades similares a Padre, y él fue el primer ser en tener una forma física, Madre nos pidió hacernos cuerpos físicos semejantes al de él. Y en el caso de nuestras hermanas demonio, como Nanma y Agra-Bat, al ser entidades similares a Madre se hicieron formas físicas parecidas al de ella.

—Y puesto que el cuerpo físico del bisabuelo Yahweh era masculino, el de ustedes también terminó siéndolo. Y en el caso de la bisabuela Khaos, al tener un cuerpo físico femenino, el de las tías endemoniadas también fue femenino.

—Exacto. Pero a diferencia del cuerpo físico de nuestros padres, el nuestro tuvo que pasar por un proceso de crecimiento normal, como todo ser vivo. Y cuando nuestros cuerpos con forma física llegaron a la edad de 20 años, dejaron de envejecer como el cuerpo de cualquier inmortal. Además Madre siempre nos consideraba varones, por ser entidades similares a Padre.

—Curioso, porque ella tampoco tuvo género al principio, y solo desarrollo mentalidad de mujer siglos después de haberse creado su cuerpo físico femenino —Helios se rasca la barbilla, un poco divertido de esa ironía.

—¡Lo mismo le decíamos! Pero de todos modos nos seguía considerando varones. Aunque no la culpo. De todos nuestros hermanos, nosotros los ángeles fuimos los únicos que nacimos similares a Padre, mientras que nuestras hermanas demonio nacieron siendo similares a Madre, por lo que a ellas si las considero femeninas, y en el caso de nuestros hermanos titanes, ellos fueron los unicos que nacieron teniendo formas físicas con género parecidos al de Padre y Madre.

—Y es algo curioso el linaje familiar. El primer ángel fue un varón, en físico claro, el primer titán fue una mujer, y el primer demonio fue otra mujer... también en físico. El tío Lucifer, la abuela Gaia y la tía Nanma: la gran Trinidad Familiar. Para ser honesto tío, sigo diciendo que el tío Lucifer debió casarse con la abuela Gaia, y no con la tía Nanma, ella me da escalofríos.

—Hey no exageres. Nanma no es tan mala cuando la conoces... En serio. Volviendo al tema; pues, respecto a los ángeles femeninos, en realidad son humanas que ascendieron gracias al hermano Azrael. Así que, los ángeles originales, como yo, somos masculinos solo en físico.

—Entonces nuestra teoría es en parte correcta. Ustedes tienen cuerpo de hombre, pero mente asexual. Eso quizás explicaría porque no pueden sentir amor.

—Tampoco es para tanto. Hay mortales e inmortales asexuales que pueden enamorarse. Pero los ángeles no podemos sentir amor romántico, porque nuestro caso es algo más complejo que una simple asexualidad, porque como dije, somos seres de energía pura. Y de todos modos tampoco es tan diferente. Hubo casos en los que algunos de nuestros hermanos ángeles, como Samael, sintieron atracción por alguien del género opuesto de sus cuerpos físicos. Aunque en realidad, más que amor, lo que sucedió fue que ellos empezaron a sentir el instinto reproductor de sus formas físicas, y lo confundieron con amor. Y al ser un instinto primitivo, no pudieron controlarlo. El resto ya es historia.

—Sí, conozco esa parte de la historia. La caída del tío Samael y el Clan Grigori.

—Pero esos fueron casos en situaciones especiales. Y por naturaleza los ángeles no podemos sentir ese tipo de amor, ni tampoco placeres.

—... ¡¿Que dices?! —Helios agrandó los ojos y casi se cae de espalda por la sorpresa que le produjo esa revelación.

—Como lo oyes. No podemos sentir ningún tipo placer, ni menos carnal. Los únicos que lograron sentir un poco de placer carnal fueron Lucifer, Samael, Samyaza y el Clan Grigori; aunque mucho después de haberse apareado con varias humanas, ninfas y demonios femeninos.

—¡¿Pero de verdad no sientes nada?! —decía Helios todavía no pudiendo creer lo que oía—. ¡¿Ni siquiera cuando tienes relaciones sexuales con aquellas tres diosas a la vez?!

—De hecho, lo único que siento son ligeras cosquillas, dolor muscular y un extremo cansancio. Pero placer no. Mi cuerpo físico reacciona por instinto cuando vamos a procrear. No obstante, sin importar lo que hagan ellas, no siento nada de placer carnal, ni mucho menos atracción.

—... Qué bueno que no nací siendo un ángel.

—Créeme sobrino. Sabría lo que es el placer, si hubiera sentido algo más, aparte del tremendo cansancio, dolor y cosquilleo en cada noche, algunas veces durante el día y cada vez que nos bañamos juntos —San Gabriel se toca los hombros y la cadera, incómodo al recordar cuánto esfuerzo físico tenía que hacer cada día para satisfacer a las tres diosas.

—¡Ja, ja, ja! Qué envidia.

Ahora fue el turno del arcángel mensajero de sorprenderse; aquel último y extraño comentario del Dios Griego del Sol, junto con ese raro tono, que casi se asemejaba al de un verdadero adulto sabio, lo dejó en absoluta confusión.

—¿Envidia? ¿Pero si estabas dando gracias de que no fueses un ángel? —preguntó San Gabriel.

—Pues sí. Pero... no negaré que te envidio, por el hecho de que toda esta política y leyes de Panteones te obligo a estar unido con tres diosas. También, de cierta forma, es envidiable un poco eso, de que no puedes sentir nada de placer.

Helios ahora hablaba como un adulto con años de experiencia, muy contrario al dios griego alegre e infantil de hace un momento. Incluso, a pesar de que todavía tenía esa sonrisa alegre, muy característica de un adolescente despreocupado, su mirada reflejaba siglos de gran sabiduría; fueron detalles que sorprendían cada vez más al arcángel mensajero, puesto que jamás lo había visto actuar así. De cualquier modo, no le interrumpió, y siguió escuchándolo.

—Piénsalo tío. La mayoría de las maldades, la mayoría de los errores y locuras que hacemos en la vida, es a causa de la necesidad por satisfacer algún tipo de placer. La mayoría de acciones irresponsables que se comenten, sobretodo en la juventud, es a causa del placer descontrolado, y las consecuencias de esas irresponsabilidades tienden a ser muy atroces. Todo sería aún mejor, si todos no pudiésemos sentir ningún tipo de placer.

»Y tú, un ser que no puede sentir nada de eso, de forma irónica el destino te dio tres compañeras eternas. Además no quieres tener más de una pareja, y no es por amor romántico, sino porque sientes que es lo correcto. Y la única razón por la que sigues con esas tres diosas, es porque tu responsabilidad, no por deseos carnales. De verdad que eres un ser muy extraño, y hasta único, tío.

—¿Y que se supone que debo hacer? —respondió San Gabriel, suplicando un ansiado consejo que lo ayude—. Como dijiste sobrino, estoy con ellas por obligación y no dejo de sentirme mal por eso y por tener que estar con las tres.

—Pero no sientes amor por ellas ¿verdad?

—Claro que no. Lo único que siento por las tres es amor amistoso. Aunque me cuesta aceptarlo, aparte de Brigit también siento algo de aprecio por... Morrigan y Wadjet; a pesar de que todo el sufrimiento y jaqueca que me dan, de cierta forma la comprensión y nostalgia que sentí al conocerlas más, sumado al tiempo que pasamos conviviendo juntos, hicieron que yo sintiera algo de empatía y cariño por ellas. A las tres solo las veo y amo como miembros de mi familia. Pero como amantes no.

—Pues concéntrate en eso y piensa que solo estás viviendo o pasando el tiempo con amigas o mujeres de la familia.

—¿Sabes que es de enfermos y degenerados acostarse con tres mujeres de la familia? —San Gabriel hace una mueca de disgusto y asco al tan solo pensar en eso.

—En mortales sí. Pero recuerda tío que en nosotros, los inmortales, está permitido hasta cierto punto —seguía explicando Helios, cada vez con más ánimo y motivación—. Por ejemplo Zeus se casó con su hermana mayor, Hera. Lucifer se casó con su hermana menor, Nanma. Y Urano con su hermana mayor, Gaia. Y no olvidemos al resto de la familia y casos dentro de otros Panteones. Así que tu caso imaginario no sería tan raro para nosotros, ni debería serlo para ti. Pero si no lo quieres sentir muy raro solo imagínalas como primas y ya.

—Me sigue pareciendo enfermo.

—Pero es mil veces mejor que hermanos con hermanos, o progenitores con descendientes —Helios se acomoda la corona, un poco estresado de la incesante negatividad de su tío angelical—. El punto es que si ellas son felices estando a tu lado en esa triple Unión Eterna, pues entonces piensa en su felicidad y concéntrate en ayudarlas a mejorar como personas, tal como, según me has dicho, ha estado sucediendo desde que viven juntos.

»Concéntrate en ayudarlas a ser cada día mejor. Pero sobretodo continúa allí para darles comprensión y felicidad; como primas o nuevos miembros de la familia. Porque el deber de un hombre es brindar protección y felicidad a la familia. Y a pesar de que en espíritu y mente no eres hombre ni mujer, tienes el cuerpo de un hombre. Por lo tanto cargas con todas las responsabilidades de uno: tal como el bisabuelo Yahweh, es decir, tu padre.

San Gabriel no volvió a responder; en vez de ello se sumió en sus propios pensamientos, reflexionando sobre cada palabra que le dijo Helios, y de una manera —loca y enfermiza— éste último tenía razón. Aunque en un principio esa Unión Eterna ha sido un total caos, con el paso de los días el arcángel fue cambiando la vida de las tres diosas para mejor.

Brigit, a pesar de tener un carácter volcánico, también tenía un corazón tierno, amable y cariñoso, que solo deseaba un poco de amor incondicional, tras sufrir una larga existencia llena de rechazos y tristeza. Y gracias al arcángel mensajero, ella consiguió un marido que es honorable, la respetara y jamás la abandonará en los peores momentos, ni menos la rechazara por su color de cabello como hacen muchos otros.

Pero eso no era todo; también fue gracias a San Gabriel, que Brigit logró recuperar la verdadera felicidad al dejar de culparse por la muerte de su hijastro Ruadhan, y como resultado ella abrió una vez más su corazón para volver amar, siendo el arcángel mensajero el nuevo hombre digno de recibir tal incalculable amor. Y aun cuando la druida pelirroja sabe que él jamás sentirá ese tipo de amor, continúa demostrándole cuanto lo ama cada vez que estan juntos.

En cuanto a Morrigan, aunque se casó para satisfacerse igual que un dios griego lo hace con una ninfa o un Deva con una apsará, San Gabriel sabía muy bien que ella jamás se interesó ni se fijó en otro ángel del Paraíso; toda su lujuria la saciaba solo con él. Además, pese a que no lo mostraba de forma abierta, el arcángel mensajero podía ver que la reina fantasma guardaba un lado sensible y amable; como ejemplo de esto está el aprecio que ella siente hacia su familia materna.

Sin embargo la madre y las hermanas de Morrigan no eran las únicas en recibir tal cariño por parte de ésta última; en más de una ocasión, la reina fantasma ha dado algunas señales de también mostrar algo de preocupación por el arcángel mensajero, como ocurrió aquel día cuando él tuvo que visitar el Panteón Egipcio para sellar un acuerdo de paz —casándose por tercera vez—. A pesar de todo Morrigan no era tan mala como aparentaba ser; hasta compartía pasatiempos con San Gabriel.

En el caso de Wadjet, desde su nacimiento fue mimada y todos hacían lo que ella ordenara. Y lo peor era que ella iba a casarse solo por interés con un dios egipcio que era de la peor clase de hombre. Pero terminó siendo unida a un ángel que jamás la lastimaría, y que, con un poco de esfuerzo, podría enseñarle lo que es la humildad, el respeto hacia los demás y la amabilidad. Pero sobretodo, le daría el cariño genuino de una familia, que la doncella egipcia tanto ha anhelado y necesitado.

A pesar de que Wadjet podía ser un dolor de cabeza la mayor parte del tiempo, al grado de colmarle la paciencia hasta al mismísimo arcángel mensajero, no era algo de lo que éste último haya lidiado antes; porque en realidad San Gabriel ya lidió con seres iguales a la doncella egipcia, y ha logrado darles una gran enseñanza. Un claro ejemplo eran algunos de los hermanos titanes de San Gabriel, como la titanide Nyx. Por ello, el arcángel mensajero no podía rendirse en guiar a Wadjet, o sería un fracaso como hermano mayor, y como compañero eterno.

Por otra parte, de un modo irónico, San Gabriel no necesitaba esforzarse tanto para imaginarlas a las tres diosas como miembros de la familia, porque en realidad, como él ya había dicho antes, comenzaba a verlas así desde hace un tiempo; con cada una de ellas ha entablado una pequeña conexión familiar, que a causa de los problemas, dolores de cabeza y mal emocional, no ha podido crecer y hacerse más fuerte.

Pero ese vínculo familiar permanecía allí, y solo se necesitaba trabajar un poco más, para superar los obstáculos y fortalecer aquel vínculo especial. Y a pesar de que él se siente mal por tener que estar unido a las tres, está cambiándolas para mejor; está dándoles esa felicidad y comprensión incondicional que jamás tuvieron o perdieron.

Brigit, Morrigan y Wadjet ahora son parte de su familia. Y como en todas las familias era común el haber problemas y discusiones, que solo con la comprensión, el entendimiento mutuo y el trabajo duro, se podrían solucionar para que la familia se mantuviera unida, y pudiera enfrentar cualquier adversidad por muy difícil que fuese; por lo tanto, San Gabriel no podía darse por vencido con facilidad.

¿De verdad ha hecho todo lo posible para mantener a esa nueva familia unida? Quizás no, y por eso debería esforzarse un poco más, y tal vez podría conseguirlo. Solo el tiempo lo confirmaría, y solo él podría averiguarlo; después de todo el camino hacia la paz nunca es sencillo.

Además San Gabriel ya había prometido siempre brindarle protección y felicidad a la familia; se lo había jurado su querida madre, Khaos, antes de que muriese. Y a pesar de no haberlo cumplido con sus hermanos menores, el Clan Grigori, no se iba a permitir de ningún modo cometer el mismo error. Ya no cometería más errores, ni menos que involucren a su preciada familia.

—Gracias sobrino —dijo San Gabriel, mostrando una sonrisa de felicidad genuina, que reflejaba aquella paz que no ha tenido en mucho tiempo—. En serio me ayudaste a ver algunas cosas, que antes no podía ver. No sabía que eras tan sabio.

—Bueno, ser el dios griego que lo ve todo tiene sus ventajas. Por ejemplo, ahora mismo estoy viendo a unas bellas ninfas bañándose en un lago —decía Helios, enfocando su miraba en dirección al planeta tierra, mientras esbozaba una sonrisa soñadora.

—De acuerdo, acabas de arruinar el momento —San Gabriel vuelve a bajar la cabeza, incómodo y avergonzado de la respuesta de su sobrino.

Con el comentario del arcángel, el dios griego se río a grandes carcajadas. Y el arcángel, dando un suspiro rendido, decide unirse a las risas poco a poco; también le hacía falta momentos así en los que podía relajarse con algún momento divertido, y reírse sin preocupaciones.

—¡Vaya, vaya!

De repente se escuchó otra voz masculina detrás del arcángel y el dios griego, quienes al instante detuvieron sus risas, y al poco escucharon a alguien aterrizando en la arena a sus espaldas. Al mismo tiempo ambos se voltearon, y se sorprendieron de ver quien era el nuevo individuo en el lugar.

Era un ser que parecía una especie de hombre-mono de pelaje marrón, constitución musculosa y ojos dorados. Además llevaba el cabello recogido al estilo clásico de las tierras chinas. Portaba una armadura de origen chino, que consistía en una pechera color rojo oscuro con hombreras doradas, falda hecha con piel de leopardo, protectores en antebrazos y piernas de color negro con bordes dorados. Iba descalzo, y para complementar traía una capa roja, y una corona delgada de color dorado, parecido a una tiara o cinta.

Era el Dios-Mono de China, también conocido como el Sabio Semejante al Cielo y el Apuesto Rey Mono, Sun Wukong.

—No sabía que esta roca espacial secreta no era tan secreta —comentó Sun Wukong bastante sorprendido y divertido del inesperado encuentro con dos seres que conocía de sobra, y le caían muy bien.

—¡¿Qué?! ¡¿Tú también venias aquí?! —preguntaron San Gabriel y Helios al mismo tiempo igual de impactados.

—¡Claro! He visitado este mundo algunas veces para meditar —respondió Sun Wukong todavía divertido del extraño encuentro—. El espacio es un lugar perfecto para encontrar la paz interior.

—Bueno, en eso tienes razón amigo. Te lo digo por experiencia reciente —confirmó San Gabriel acariciándose la nuca por parecerle divertido la ironía del comentario.

—¡Vaya así que por fin hiciste caso a los pergaminos que te di! ¡Te dije que te serían útiles! —dijo Sun Wukong feliz de saber que ayudo al arcángel mensajero a encontrar la paz interior.

San Gabriel se ríe un poco de la vergüenza que sentía, y antes de responder, él y los otros dos escucharon a alguien más aterrizando cerca de ellos. Y otra vez les invadió la sorpresa al ver quién era el nuevo invitado.

Era un tétrico hombre de piel pálida y físico delgado. Su cabello era de color blanco como la nieve, liso y largo hasta por debajo de los hombros. Tenía los ojos en su totalidad de un color rojo brillante, en su frente sobresalían unos enormes cuernos encorvados similares a los de un carnero, y debido a que sonreía podía apreciarse que tenía los dientes filosos. Llevaba una simple camisa negra, que hacía juego con su pantalón, hombreras, cinturón, brazaletes, botas y capa de colores oscuros y de origen germánico.

Era el Dios Nórdico del Engaño y la Calamidad, Loki.

—Por la barba del viejo tuerto. ¡Ja, ja, ja! ¡No sabía que en esta roca espacial secreta había reuniones secretas! —comentó Loki también sorprendido y divertido de ver a personas en ese mundo desolado. Aunque el arcángel no le veía nada de gracioso a eso.

—¡¡¡Pero qué clase de lugar secreto es este si toda la existencia lo conoce!!! —exclamó San Gabriel estupefacto y molesto del nuevo momento surrealista que estaba teniendo, y que jamás en su eternidad se iba a acostumbrar a seguir teniendo.

—No hace falta que grites estrellita fugaz. ¡Je, je, je! —comentó Loki con diversión mientras se tapaba los oídos.

—¿Y tú a qué vienes aquí? ¿Y desde cuándo? —le pregunto Helios a Loki bastante curioso, además de estupefacto de que cada vez aparezcan más individuos al lugar.

—Pues, como este lugar es muy tranquilo y remoto, venía aquí de vez en cuando para descansar, tomar hidromiel, comer y mirar las estrellas. Incluso el Dios de la Calamidad necesita descansar un poco de la calamidad que genera. ¡Ja, ja, ja! —explicó Loki como si fuera lo más normal y divertido del universo.

—No es posible discutir contra esa lógica —comentó Sun Wukong con la mano en la barbilla, y entonces sonríe de forma sarcástica—. Aunque en realidad no hay lógica alguna en alguien como tu Loki.

—Exacto gran rey de los monos —contestó Loki calmando un poco sus risas, y luego se fija en el arcángel mensajero—. Por cierto, tú debes de ser el famoso arcángel, que fue obligado a unirse con tres diosas por culpa de toda esa ridícula política de los Panteones.

—Sí, ese soy yo. Me lo recuerdan mucho —respondió San Gabriel bajando la cabeza y cerrando los ojos con bastante vergüenza.

—¡Genial! Porque en caso de que no te hayas enterado, esas diosas están causando un buen desorden en el Territorio Nórdico. En serio compañero, no sé cómo puedes siquiera dormir con esas diosas aterradoras —dijo Loki de un modo casual y bastante temeroso en lo último.

—... ¡¡¡¿Queeeeee?!!! —exclamaron San Gabriel, Helios y Sun Wukong ampliando los ojos y quedando boquiabiertos, al estar impactados más allá de lo inimaginable con la noticia del dios nórdico. Entonces el arcángel se levantó en un instante, corrió directo hacia Loki y le sujetó de los hombros de forma angustiosa.

—¡¿Qué fue lo que sucedió?! —preguntó San Gabriel con una mezcla de emociones que iban desde la intensa preocupación hasta el terror absoluto, al grado de que si fuera un ser vivo normal le habría dado un paro cardíaco.

—¡Oye tranquilo chico-estrella! —dijo Loki divertido por la reacción del arcángel, mientras levantaba las manos para tratar de tranquilizarlo—. Verás, lo que pasó fue que ellas vinieron al Territorio Nórdico de Midgard, con el propósito de ir al Helheim por ideas absurdas de que estabas ahí, siendo escondido por tu hermano Azrael y mi hija Hela.

»Pero Freyja y las valquirias les prohibieron el paso, y no sé qué fue lo que les dijeron a esas diosas para que se enfadarán, e iniciaron una batalla que terminó destruyendo medio Territorio Nórdico. Lo último que supe fue que Odín, bastante furioso por cierto, iba a intervenir en la pelea junto a otros Æsir. Y tú y yo sabemos perfectamente cuán vil y despiadado es ese viejo tuerto, sobretodo con los extranjeros.

—¡Ese trío de desquiciadas! —exclamó San Gabriel furioso, preocupado y aterrado, todas esas emociones mezcladas mientras soltaba a Loki para sujetarse la cabeza.

Acto seguido el arcángel mensajero empezó a correr. Luego extiende sus alas y ejecutó un salto tan poderoso, que aparte de destrozar el suelo y levantar arena, se elevó al cielo y voló más allá cual rayo blanco, en dirección al planeta tierra.

[Territorio Nórdico: Aldeas Humanas]

En unas colinas cubiertas de nieve, cerca de ríos y bosques, se podía ver varios pueblos germánicos, junto con montañas y bosques, destruidos a causa de aparentes explosiones e impactos de algo pesado o en extremo resistente. También, no muy lejos de allí, en un gran cráter de tierra y nieve se encontraba un grupo mayor de veinte guerreros nórdicos y valquirias; estas últimas tenían heridas visibles y sus armaduras estaban un poco destrozadas. Todos se hallaban agrupados detrás de cuatro hombres nórdicos, que destacaban por encima de los demás.

Los primeros dos eran un par de hombres jóvenes un poco parecidos; ambos de ojos azules y rubios, aunque se diferenciaban en que el primero comenzaba a ganar barba, mientras que el segundo apenas tenía una pequeña barba de candado. Y pese a que llevaban armadura ligera de color gris muy similar, portaban armas diferentes; el primera tenía una gran espada y el segundo un hacha; ambas armas estaban detalladas con runas azules en el filo.

Eran Magni y Modi, los hijos de Thor y Sif.

El segundo era un hombre que aparentaba rondar cerca de los 30 años. Tenía una larga cabellera rojiza atada en una coleta, ojos azules, piel un poco más pálida de la que debería tener de forma común un nórdico, barba un poco prominente, y un físico menos musculoso que el de sus compañeros. Su vestimenta consistía en un simple pantalón y camisa de piel de ciervo, y a diferencia de los demás llevaba menos armadura encima (casi nada de hecho), como si no necesitase protección en batalla.

Era el Dios Nórdico Invulnerable de la Luz, Baldur.

El siguiente era un hombre que parecía también rondar por los 30 años o más; de cabello pelirrojo rizado y largo hasta los hombros, ojos azules, una notable barba y un físico bastante robusto. Su vestimenta consistía en un conjunto de armadura germánica, junto con una capa azul sujetada en sus hombreras metálicas. También llevaba unos destacados guantes metálicos con runas azules y un cinturón reluciente, en el que colgaba un gran martillo de mango corto.

Era el Dios Nórdico del Rayo y el más sanguinario berserker de Asgard, Thor.

Y el último era un hombre anciano, que seguía conservando un físico robusto para la edad que aparentaba. Carecía de un ojo izquierdo, el iris de su único ojo era de color azul cielo y tenía una larga barba blanca que le llegaba hasta el pecho. Llevaba puesto un conjunto completo de armadura nórdica de color plateado y dorado, que incluía un casco con cuernos y una capa azul sujetada en sus hombreras. Además portaba una majestuosa lanza dorada en su mano derecha.

Era nada más ni menos que el Dios Nórdico de la Sabiduría y las Artes Mágicas; el Rey de Asgard, Odín.

Y en frente de todos los inmortales nórdicos se encontraban Brigit, Morrigan y Wadjet; la primera llevaba un cómodo vestido de lana blanco para el invierno, mientras que las últimas dos traían su respectiva armadura y vestimenta. Y cada una portaba su característica arma.

—Para ser dos diosas celtas y una diosa egipcia, son muy hermosas —comentó Magni de forma divertida y con una mirada lujuriosa.

—Ahora no es tiempo para eso Magni —gruño Thor con estruendosa furia—. Antes hay que hacerlas sufrir, ¡por toda la destrucción que trajeron a nuestro territorio de Midgard!

—¡Pueden intentarlo patéticos niños que se hacen llamar dioses! ¡No he mutilado a un asgardiano en siglos y estoy ansiosa por empezar ya! —contestó Morrigan sonriendo de modo frío y maquiavélico igual que una verdadera villana, para después emanar su aterradora aura espectral, que junto a su expresión y tono, hizo estremecer de miedo a los hijos de Thor, e incluso a varios guerreros asgardianos.

—¡No puedo creer que comparen a mi gente con bárbaros como ustedes! ¡Vuestra sola presencia me hace enojar! —exclamó Brigit con igual furia, mientras su cabello rojo flotaba cual flamas, su bastón se encendía en llamas iracundas y su cuerpo emanaba la característica aura de fuego feroz, lo cual aterró aún más a los asgardianos más jóvenes.

—¡Por tener la osadía de interponerse en mi camino montón de copias baratas de los Asuras, yo también los reduciré a cenizas lenta y dolorosamente! —exclamó Wadjet igual de furiosa mientras emanaba su iracunda aura de fuego azul, y el ojo de su báculo egipcio desprendía un siniestro brillo del mismo color que sus flamas, haciendo que varios guerreros asgardianos tuvieran tanto miedo que no querían dar el primer paso para atacar.

—Si esa es su respuesta. ¡Entonces así será! ¡No crean que por ser mujeres tendremos piedad, al contrario, haré que deseen no haber pisado mis dominios! —exclamó Odín con igual furia, y como respuesta aparecieron runas azules en su lanza, haciendo que brillara de un color azul celeste amenazante.

Los principales dioses nórdicos y las tres diosas estaban más que listos para colisionar entre sí en una encarnizada batalla, que haría estremecer cada gramo de tierra en el Territorio Nórdico, hasta que de repente, el cielo trono al romperse la barrera del sonido, y al instante algo cayó cual meteoro en medio de ellos, evitando el choque de poderes y causando que se levantara una nube de nieve y tierra.

A medida que se desvanecía la neblina recién creada, se podía ver que los dioses nórdicos tenían expresiones de desconcierto, mientras que Brigit, Morrigan y Wadjet estaban en absoluto impactadas. Y luego, con los rayos del sol, comienza a verse que en medio de ambos grupos se hallaba un hombre, con una rara armadura negra y dorada, y un par de alas emplumadas tan blancas como las nube; no era otro que San Gabriel, que volando a la velocidad de la luz logró llegar a tiempo.

—Si alguno de ustedes le hacen aunque sea un rasguño a mi familia... les arrancaré los brazos con mis propias manos —amenazó San Gabriel de forma lenta e implacable, sorprendiendo aún más al trío de diosas, sobretodo a Wadjet, ya que era la primera vez que lo veía actuar así, y al igual que Brigit y Morrigan, le encanto.

Pero además de las sorpresas y el desconcierto, había alguien que estaba furioso; frente al arcángel mensajero yacía parado Odín, quien debido a la diferencia de altura, siendo el primero unos centímetros más alto que el segundo, éste último le dirigía la mirada desde abajo.

El Padre Supremo de Asgard, por primera vez en su vida, miraba desde abajo a alguien que no era el todopoderoso Dios Hindú de la Destrucción; el único ser en el cosmos al que Odín, como Zeus e incontables inmortales más, le tiene inigualable temor y respeto por valor a su propia existencia y Panteón. Y eso era algo que no le gustaba; ser aquel que mira desde abajo a alguien, era algo que no le gustó para nada.