Por suerte para todos se había llegado a un acuerdo: si San Gabriel lograba ganarle a los dioses nórdicos presentes en la escena, estos dejarían que él y las tres diosas se marcharan en paz. Pero de perder, sería San Gabriel quien sufriría las consecuencias en vez de Brigit, Morrigan y Wadjet. A pesar del peligro y lo difícil que parecía, el mismo arcángel mensajero aceptó sin dudar.
Las Batallas de Inmortales era una tradición en todos los Panteones, en la que cualquier disputa se resolvía con un combate especial entre inmortales; los principales organizadores podían luchar solos o con ayuda de compañeros de su propio Panteón, aunque también tenían la libertad de solicitar la ayuda de inmortales de otros Panteones, siempre y cuando se les pudiera pagar de algún modo (en el caso de que piden algo a cambio de prestar su ayuda).
Es por eso que este tipo de combates tienden a ser torneos o batallas campales, muy similares a los organizados en los coliseos o torneos de artes marciales. No obstante en este caso San Gabriel lucharía sin ayuda de sus hermanos, o algún conocido/amigo suyo de otro Panteón (como Sun Wukong o Loki), ya que fue la condición principal para aceptar resolver el conflicto por medio de ese combate; aunque de todos modos el arcángel mensajero no tenía pensado luchar con ayuda, ya que consideraba la situación tan personal que no quería involucrar a nadie más.
Por ello, tras acordar la lucha y las reglas, todos los inmortales presentes fueron a una zona rocosa del Territorio Nórdico —muy lejos de las aldeas humanas— rodeada de algunas montañas y colinas boscosas. Sin embargo no había tantos árboles en el área ni había animales cerca. Por lo que era un lugar ideal para construir un asentamiento, o comenzar una batalla de proporciones inimaginables.
Brigit, Morrigan y Wadjet estaban junto a Freyja y las Valquirias en la cima de una colina cercana, sentadas en diferentes sillas de madera, las cuales salieron como raíces de la tierra por magia de la mencionada diosa Vanir. Pese a que las tres diosas y las Valquirias no estaban para nada felices de estar cerca, no tenían más opción que ver el combate desde allí. Y no eran las únicas con ese propósito.
En una colina opuesta se encontraban Odín y el resto de los Æsirs, todos sentados también en sillas de piedra, observando el centro del área, donde se hallaban el Ángel de la Divinidad y el Dios Nórdico del Rayo, parados frente a frente y separados por veinte pasos lejos del otro, preparándose para pelear.
—Ustedes ya no lucen muy preocupadas por su ninfa masculina —le dijo Freyja de un modo burlón a las tres diosas compañeras del arcángel, quienes parecían muy tranquilas.
—Se equivoca Señora Freyja —decía Brigit notándose un poco nerviosa por la situación, y molesta por tener que dirigirle la palabra a la diosa Vanir—. Claro que estábamos preocupadas en un principio cuando él dijo que desafiaría a todos al mismo tiempo. Pero...
—Pero ahora solo sentimos lastima por Thor ¡Je, je, je! —prosiguió Morrigan riéndose como una cruel y carismática villana.
—Así es. No tienen ni idea de lo que les espera. ¡Ja, ja, ja! —comentó Wadjet bastante divertida y cruzada de brazos, denotando su característico desbordante orgullo.
Aquellas respuestas dejaron muy confundida a Freyja y a las demás Valquirias, por lo que solo volvieron a prestar atención a la inminente lucha, para ver y entender lo que se refería el trío de diosas. Y no iban a tardar en saberlo, porque la lucha estaba por iniciar.
—Supongo que usaras tu martillo llamado Mjolnir —comento San Gabriel mientras flexionaba los hombros.
—Supones bien estrella habladora ¡Ja, ja, ja! —contestó Thor con gran regocijo y alza en su mano derecha su famoso e imponente martillo—. ¡Contempla el arma definitiva de Asgard, capaz de hacer temblar todos los reinos! ¡Forjado durante meses por los enanos de Svartalfheim y bañado en sangre de gigantes! ¡El Mjolnir!
—Sí, es una herramienta de trabajo muy bonita. Aunque me desagrada verla, por la cantidad de sangre inocente en que fue bañada —dijo San Gabriel con cierta molestia y disgusto en su tono.
—Veo que simpatizas con esos horribles monstruos —comentó Thor, frunciendo el ceño y mostrando un tono molesto, aunque seguía sonriendo.
—Ellos no son monstruos. Al igual que los humanos y otras razas, son mortales. Por lo tanto merecen respeto y reconocimiento como cualquier ser viviente. Además, a diferencia de los humanos de este Territorio, yo si conozco la verdadera historia —decía San Gabriel con seriedad, y cruzado de brazos—. Y algo que no tolero, es el sufrimiento de criaturas inocentes a manos de personas como ustedes, que en su ignorancia, estupidez y aires de grandeza, tachan de monstruos.
—Muy irónico que digas todo eso, maldita estrella blasfema. Porque si mal no recuerdo, a ti te enviaron a exterminar a los gigantes Nephilim —dijo Thor ahora molestándose por las palabras del arcángel.
—Es cierto. Pero a diferencia de ti, yo no disfrute hacerlo. Y de todos modos no espero que lo entiendas.
—Ten por seguro que jamás lo haré. No me extrañaría que un ser tan blandengue e infantil como tú simpatice hasta con esas repulsivas criaturas llamadas "demonios".
—No veo motivos para detestar a una raza, que solo quiere recuperar los planetas de los que fueron echados, por culpa de dioses locos como mi malcriado sobrino-nieto Zeus. Además algunas de mis hermanas son diablesas.
—Entonces también debes sentirte molesto por escuchar que hablen mal de la raza de tus repulsivas hermanas —comentó Thor a modo de burla e incitación al conflicto.
—La verdad es que sí. Y por ello me veo en la obligación de darte una golpiza. Pero como no me gusta pelear en desigualdad de condiciones, también usaré un arma —San Gabriel dirige su mirada al cielo—. ¡Oye hermano Uriel, sé que me estás escuchando y observando cómo lo hace el sobrino miron Helios, así que por favor mándame esa "espada"! ¡Sé que no es una emergencia de escalas bíblicas, pero no quiero pelear en desigualdad de condición y ese es el arma que mejor sé usar!
Después de que el arcángel le hablara al cielo, pasaron algunos segundos en los que hubo un total silencio, hasta que se escuchó un agresivo estruendo en el cielo. Acto seguido se ve una extraña luz caer cual comenta en la zona, justo en donde estaba parado el arcángel mensajero. Entonces él extendió hacia adelante su mano derecha y atrapó la luz, revelándola como una majestuosa espada dorada de filo oscuro, empuñadura plateada, brillante pomo dorado, cruz con intrincado diseño, y bañada por completo en llamas.
Era la mítica y legendaria Espada Flameante; el arma más poderosa del Panteón Israelita, capaz de cortarlo todo en la existencia, incluido la realidad misma.
—¡Ohhhhh! ¡Qué espada más bonita! —dijo Thor fascinado por aquella majestuosa espada—. Y también veo que es una espada de fuego. Me recuerda a la espada de Surtur. Aunque es de un diseño completamente diferente... ¡¡¡Pero espero que sea al menos igual de poderosa!!!
Con esa respuesta llena de euforia por pelear, Thor avanzó con la fuerza y velocidad del mismo rayo, teniendo como único objetivo atacar al arcángel; en cuanto lo tuvo de frente, levanto el Mjolnir y lo descendió en un poderoso golpe, que hizo temblar toda la zona. Pero además de eso, todo lo que pudo hacer fue crear un pequeño cráter en ese valle, porque San Gabriel bloqueo aquel ataque con su espada, y ni siquiera se movió de donde estaba.
—¡Ja, ja, ja! ¡Esa espada es estupenda! —dijo Thor con la emoción de un loco por el combate.
—Obviamente. La crearon mis padres juntos para proteger a la familia de dioses locos sedientos de sangre como tú —respondió San Gabriel de forma simple e indiferente.
—¡Entonces esto será emocionante! —exclamó Thor cada vez más emocionado por pelear, y a una velocidad eléctrica levantó su martillo y efectuó un devastador golpe en vertical, que el arcángel volvió a bloquear, pero a costa de ser obligado a retroceder por la fuerza del mismo golpe.
No obstante San Gabriel detuvo su retroceso, justo a tiempo para bloquear otro devastador golpe en descenso del Mjolnir, seguido de otro en vertical y luego —a una imperceptible velocidad— en direcciones aleatorias. Cada golpe bloqueado hacía temblar la zona y agrietar el suelo. Además en algún que otro momento el arcángel evadía ataques para bloquear otros. Siguieron así durante cinco segundos, en los que para ambos luchadores parecieron varios minutos, hasta que en un último choque, se separaron, y Thor decidió desatar el poder en su interior a través de su martillo.
—¡Voluntad de Mjolnir —comenzó a conjurar Thor, alzando su martillo al cielo y liberó una potente energía eléctrica de color azul—: Lluvia de Centellas!
En cuanto recito el hechizo, del cielo cayeron relámpagos que impactaron justo donde se encontraba el arcángel. Pero cada centella fue evadida por éste último como si de un juego de niños se tratase, hasta que tras un largo minuto se detuvo la "lluvia de centellas", y entonces ambos luchadores se detuvieron un momento.
A simple vista se veía que ambos estaban igualados, lo cual dejó otra vez sorprendidos a los Æsir, sobretodo a Odín.
"Esto tiene que ser una maldita broma... no solo esa espada soporta los golpes del Mjolnir como si nada... esa maldita estrella parece estar al mismo nivel que mi hijo", se decía Odín en su mente, comenzando a tener una vena hinchada en su frente por la creciente frustración. No obstante, además de él y todos los presentes, había uno que estaba muy confundido; el mismo individuo que luchaba con el arcángel.
—¡¿Qué sucede?! —pregunto Thor con clara confusión y empezando a aburrirse—. ¿Por qué no atacas? Todo lo que haces es defenderte con esa poderosa espada y evadir. ¿Acaso eres el típico blandengue pacifista, que evangeliza a sus oponentes con palabras y no con golpes?
—Oye no lo malinterpretes —decía San Gabriel todavía indiferente, mientras se ponía la hoja de la espada encima del hombro derecho—. Solo quería que tuvieras un pequeño momento de gloria, antes de empezar a darte una golpiza.
Luego de decir eso, cada fibra de los músculos de Thor le incitaron a éste a alejarse; una orden que él obedeció, y más tarde agradecerá el haberlo hecho, porque podría haber recibido un corte más profundo en su pecho, en vez de un roce que cortó su pechera junto con la camisa y causó un rasguño superficial en su piel. Esto se debió a que, más rápido de lo que se puede describir, San Gabriel pasó de donde estaba a estar frente a Thor, y dio un corte en diagonal con la espada flameante.
"¿Qué? ¿En qué momento...?", pensaba Thor tratando de procesar cuando recibió el ataque. No obstante, antes de siquiera pensar en atacar, su estado de sorpresa alcanzó un nuevo nivel, cuando escuchó lo siguiente.
—Voluntad de Mjolnir: Lluvia de Centellas —conjuro San Gabriel, con el dedo índice de su mano izquierda apuntando al cielo, para luego descender el brazo y apuntar hacia Thor. Y tan pronto como lo hizo, de forma irónica, el Dios Nórdico del Rayo fue bombardeado por centellas de color dorado.
Pese a que Thor al ser un Dios del Rayo era casi invulnerable a la electricidad, aquellas centellas sí pudieron causarle un daño considerable, porque el poder ejercido era diferente; no era magia elemental de electricidad ni menos electricidad natural, era un poder diferente. Además tal suceso conmocionó por completo a los Æsirs y a las Valquirias. Aunque había cierto trío de diosas que no pudo evitar reírse el inesperado giro de acontecimientos.
—¡¿Qué es tan gracioso?! —pregunto Freyja en voz alta, enfadada de lo divertido que les parecía a las tres diosas tal humillación, y es que para un dios no existía mayor vergüenza que lo que estaba sucediendo.
Ni siquiera ser vencido o humillado por un mortal se comparaba con tan dolorosa y horrible vergüenza, como la de ser humillado o derrotado por un inmortal de otro Panteón, sobretodo los que son de un Panteón que es descrito como "débil" por los humanos adoradores de los dioses nórdicos y griegos, simplemente por ser menos conocido que sus idolatrados dioses en la sociedad humana.
—Como les dijimos, no tienen idea de lo que les espera ¡Je, je, je! —respondió Brigit con una sonrisa inocente y no pudiendo contener sus risas—. Wadjet, ¿puedes hacer el favor de explicarles?
—Será un placer Brigit —respondió Wadjet sonriendo de forma divertida, y luego exhala un poco para elevar la voz en un ensordecedor grito—: ¡¡¡Escuchen con atención niños incultos e ignorantes!!!
El repentino grito de la doncella egipcia despertó a todos los nórdicos de su estado de absoluto desconcierto, haciéndolos centrar la mirada ahora en ella.
—San Gabriel no es solo un ángel mensajero: es el tercer ángel nacido del Primordial Israelita de la Creación y la Primordial Griega del Caos, y es uno de los cinco ángeles más poderosos —reveló Wadjet con desbordante orgullo, adornado con una sonrisa divertida y egocéntrica—. También es la personificación del Espíritu Santo, por lo tanto, ¡es el ángel más cercano al estado puro y absoluto de un Dios Verdadero, lo cual lo hace "uno con el poder multiuniversal"!
»Cada arcángel está por encima de un aspecto o concepto universal. San Miguel está por encima de cualquier guerrero de armas celestiales, y San Rafael está por encima de toda enfermedad, maldición y herida. ¡Pero nuestro ángel es un caso especial! ¡Él está por encima de todos los poderes mortales y divinos, así que cualquier poder, habilidad, técnica y hechizo usado frente a él lo aprenderá con solo verlo y además elevará su nivel de poder! ¡Esa es su maravillosa habilidad: Por Encima del Poder!
"¿Por Encima del Poder?", pensaron cada uno de los nórdicos al mismo tiempo, estando ahora en un nuevo nivel de sorpresa, mezclada con enorme incredulidad (sobretodo Odín y Thor).
—Y como ha estado conviviendo con nosotras que somos diosas, se podría decir que lo hicimos el doble de fuerte de lo que era antes —comentó Morrigan sonriendo de modo perverso, cruzándose los brazos y poniendo la pierna izquierda encima de la rodilla derecha—. Después de todo ha presenciado nuestras peleas, y como extra lo hemos estado ejercitando diariamente mediante el se....
—¡Morrigan! ¡Te pedí que no empezaras con tus comentarios sexuales aquí! —grito San Gabriel, interrumpiendo a la diosa cuervo con tanta molestia e incomodidad que por un momento sus mejillas se tornaron rojas, mientras la reina fantasma solo se reía como una villana al ver la reacción de él.
La revelación de la cualidad especial del arcángel dejó mucho más conmocionados a los nórdicos de lo que estaban antes. Y tenían el derecho de estarlo; ellos no conocían del todo las habilidades de ciertos inmortales de los demás Panteones, como los pertenecientes al Azteca, Inca, Hinduista y obvio el Israelita.
Y de todos ellos Baldur, quien estaba junto con el resto de los Æsir, tenía severas preocupaciones del rumbo de la situación; en su mente creía con firmeza que Thor no iba a ganar ese combate... sólo. Así que se levantó de su asiento y de un salto aterrizó cerca del Dios Nórdico del Rayo, quien había dejado de recibir aquellos relámpagos y trataba de mantenerse de pie.
—¡Baldur! —exclamó Thor furioso y recuperándose del aturdimiento que tenía, tras ser atacado por su propio ataque—. ¡Yo había dicho que sería yo solo...
—Sé lo que dijiste Thor —contesto Baldur con seriedad, e interrumpiendo a su hermano—. Pero si ese maldito trío de diosas dice la verdad, no podrás ganarle tu solo —dicho esto, el cuerpo de Baldur empieza a emanar energía azulada intensa y feroz, al mismo que él, de pronto, cambia su expresión a una emocionada y salvaje—. ¡Además yo también he tenido siglos desde que tuve una pelea decente!
—Baldur, como veo que no usaras armas... —decía San Gabriel sonriendo de forma amistosa, para después desaparecer su espada en una ráfaga de flamas—, yo tampoco usare armas.
—¡Como quieras!
Dicho eso, a la velocidad de la luz avanzó cual proyectil para atacar a San Gabriel. No obstante estando a escasos centímetros frente a él, fue enviado a retroceder una distancia mayor de la que recorrió, debido a un poderoso puñetazo que recibió en el pecho, por parte del arcángel, quien ni siquiera se molestó en copiar su habilidad; solo lo atacó con fuerza y velocidad propia, las cuales fueron por lejos mayores a la del Dios Nórdico de la Luz, y el daño fue amplificado por la velocidad a la que avanzó éste último.
Tras recibir ese golpe de lleno Baldur intentó levantarse, y justo cuando lo hizo, cayó otra vez arrodillado, escupiendo sangre. Esto causó un gran impacto en cada inmortal nórdico espectador de la batalla, al grado de no poder creer lo que veía. Pero sin duda los más sorprendidos fueron Freyja y Baldur.
El Dios Nórdico de la Luz a duras penas era capaz de creer lo que sentía: cuatro costillas rotas, junto con una insoportable sensación recorriendo todo su pecho, desde la piel hasta los órganos internos y las costillas. Era una sensación que él no había sentido desde hace siglos, y ha anhelado volver a sentir.
"¿Dolor...? ¿Acaso él puede herirme?", fue lo que pensó Baldur, todavía costandole creer que podía sentir aquella terrible sensación, que además de sorprenderlo, le llenó de alegría volver a sentirlo.
—Baldur, te recuerdo que cuando tu madre te hechizo para que cualquier ser viviente o inerte no pudiera dañarte, incluyó a los Nueve Reinos de Yggdrasil en ese hechizo —comenzó a decir San Gabriel, todavía sonriente, y captando la atención de un sorprendido Baldur—. Pero nosotros, los ángeles, no pertenecemos a ninguno de esos reinos. Por lo tanto, no estamos sujetos a ese hechizo. Pero si aun así quieres enfrentarme, te aconsejo estar preparado. No quiero matarte por accidente.
Aquella revelación hizo que el estado de sorpresa en los nórdicos escalara a un nuevo nivel —y eso ya de por sí era imposible—. No obstante Baldur, además de estar sorprendido, su felicidad se convirtió en furia por el último comentario del arcángel; lo que él jamás toleraba era ser considerado débil, por lo que aquel comentario encendió otra vez su deseo de seguir peleando.
Sin embargo no era el único que se sentía ofendido y con intenciones de ayudar a Thor: también decidieron entrar al campo de batalla Magni y Modi. Ambos hermanos aterrizaron cerca de su padre y tío, portando en mano sus respectivas armas listas y cargadas con electricidad celeste.
—¡Padre, tío Baldur, nosotros también lucharemos! —declaro Magni con desbordante orgullo, furia y deseo de pelear.
—¡Exacto! —estuvo de acuerdo Modi, aunque lucía más precavido y menos arrogante que su hermano.
—Está bien —respondió Thor de mala gana, y encendiendo su martillo en electricidad azul—. ¡Veamos quien derrota primero a esta estrella parlanchina!
Con lo dicho, Thor embistió con la fuerza de un rayo, y descendió su martillo en un potente golpe, que fue redireccionado por la mano derecha del arcángel, mientras éste último evadía hacia la izquierda, haciendo que Thor terminase golpeando la tierra. Pero de inmediato el dios nórdico volvió alzar su martillo para intentar un golpe vertical. Entonces San Gabriel, con un simple gesto de su mano derecha, invoco la espada en un torbellino flameante, y bloqueo el potente golpe del martillo del dios nórdico por medio de un veloz movimiento, que hizo a un lado el Mjolnir.
Pero lo que fue un combate uno contra uno, se convirtió en uno contra tres; puesto que Magni y Modi, a la misma velocidad, avanzaron con el propósito de dar cada uno un tajo en la retaguardia del arcángel. Aunque terminaron impactando con la hoja de la espada flameante cuando San Gabriel, a una velocidad mayor, retrocedió y se giró para bloquear los ataques de ambos: algo que Thor decidió aprovechar.
—¡Voluntad de Mjolnir: Impacto Sísmico! —conjuro Thor esbozando una sonrisa llena de arrogancia, mientras ejecutaba un golpe vertical con su martillo cargado de tanta energía eléctrica, que se tornó de un resplandeciente color blanco.
Sin embargo, San Gabriel extendió la mano izquierda en dirección al martillo; una acción que no preocupó al dios nórdico berserker, pues tenía la absoluta creencia de que el arcángel, por muy fuerte que fuese físicamente, no podría detener un ataque de tal calibre. Pero detener el ataque con la mano no era el propósito de San Gabriel; el verdadero propósito lo demostró al pasar la mano por encima del martillo, y luego apoyarse en dicha arma para impulsarse hacia arriba en el aire, mientras daba algunos giros; esquivando el ataque y redirigiendolo hacia la tierra, cerca de donde estaban parados Magni y Modi.
Ambos hermanos, aunque sorprendidos, intentaron retroceder para escapar del ataque de su padre. Pero aun así fueron enviados a chocar cada uno contra una colina, ubicada a varios metros detrás de ellos, por el catastrófico levantamiento de tierra y destrucción generado, a causa de la tremenda fuerza del martillo hechizado al impactar contra el suelo. Thor estaba sorprendido por lo ocurrido, aunque un segundo después empezó a buscar con la mirada al arcángel, sin siquiera preocuparse por sus hijos, y al ver detrás de sí lo encuentra parado varios metros lejos.
—Me sorprende que ni siquiera te preocupes por tus hijos —dijo San Gabriel sorprendido y afectado al ver que Thor ni se inmuto al atacar a sus propios hijos, e incluso parecía que ni les importara.
—¿Para qué preocuparme? La culpa la tuvieron ellos por meterse en esto. Además, si no aguantan un simple golpe, no tienen derecho a llamarse guerreros —dijo Thor con molestia y enorme ego.
—Oye eso es bastante cruel. Aunque no debería sorprenderme, viniendo de alguien como tú —comentó San Gabriel mostrando indignación a la actitud del dios nórdico.
Acto seguido Thor avanzó para atacar, y en los siguientes segundos el Ángel de la Divinidad bloqueo otros cientos de golpes del martillo con su espada flameante. Siguieron así, atacando y bloqueando a una velocidad tan alta que era imposible decir cuántos golpes y bloqueos hubo en la confrontación. Pero tras dos choques más ocurrió un impacto mayor, cuando San Gabriel se giró y golpeó el estómago de Thor con el pomo de la espada flameante, agrietandole la pechera en el acto, además de hacerle retroceder más de diez metros.
Fue en ese instante que hubo un destello blanco detrás de San Gabriel: era Baldur, quien recargo su propia magia de luz, y a la velocidad de la misma, atacó desde atrás. A pocos centímetros de su objetivo Baldur ejecutó un gancho derecho cargado de poder luminoso. Y para su total sorpresa, recibió un codazo en el lado izquierdo de su rostro, por parte del Ángel de la Divinidad, quien había dado un codazo izquierdo en reversa, mientras evadía el puñetazo de Baldur y era envuelto por el mismo brillo que el Dios Nórdico de la Luz.
Había copiado su magia justo cuando lo tenía un metro en la espalda.
—¡¡¡Maldita estrella!!! —exclamó Baldur entrando en un nuevo nivel de cólera. Luego se gira a la derecha para darle una potente y simple patada a San Gabriel. Pero éste bloqueó el golpe con su propio pie, y contraataco con un potente cabezazo en el rostro de Baldur.
—Voluntad de Mjolnir: Impacto Sísmico —conjuro San Gabriel tras dar el cabezazo, para después conectar un puñetazo izquierdo cargado de energía eléctrica pura, que además de provocarle más dolor a Baldur, lo envió lejos hasta el bosque, donde luego de atravesar varios árboles impactó contra una roca.
—¡Esto cada vez se pone mejor! —exclamó Thor escupiendo un poco de sangre, cada vez más eufórico por continuar lo que él consideraba la pelea más difícil que ha tenido hasta ahora.
—En eso estoy de acuerdo hermano.
Habló alguien más, con un tono tranquilo y serio, mientras aterrizaba en el campo de batalla, levantando una nube de tierra con su aterrizaje. Era otro de los Æsir que había saltado al campo desde donde estaban los otros, con el propósito de también unirse a la lucha. Y tras aterrizar en el campo, avanzó un par de pasos hacia adelante, revelando su identidad.
Era un hombre joven de constitución fuerte. Además de un pantalón de piel no traía mucho equipamiento encima, por lo que se veía su musculatura desarrollada, casi como si él hiciera gala de ello. Su piel era clara como cualquier nórdico. Tenía una larga cabellera dorada, empezaba a crecerle una pequeña barba y tenía unos ojos azules, que transmitían una paz y serenidad que muchos nórdicos carecían.
Era Vidar, el Dios Nórdico Silencioso de la Venganza; perteneciente a los Æsir y otro de los hijos de Odín.