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Chapter 25 - Encuentros y despedidas (Parte 3)

Vio el rostro de un hombre tan hermoso como no había conocido antes, tan bello como nunca pudo haber imaginado. Aquel instante la hizo olvidar todo cuanto había pasado, todo cuanto conocía sobre sí misma, solo por ese instante. Escuchó la voz de Eoin sollozar a su lado. Aquel joven rubio la cargaba en brazos. Era tan alto que Eoin llegaba perfectamente a el rostro de ella erguido a su lado.

Cuando sus pies tocaron el suelo dio cuenta que apenas llegaba a los hombros del rubio, y eso que ella misma se consideraba como una mujer alta. Eoin balbuceaba a su lado con los ojos aguados. «Estoy viva... ¡viva!» En el lugar donde aquella daga la había penetrado solo se hallaba su ropa hecha jirones. Sintió el rubor en su cara y sus ojos dirigirse a los del rubio. «¿qué clase de niña se ruboriza en un momento así?, ¡Soy una insensata! ¿Casi muero y estoy pensando en lo guapo que es?» Un sentimiento de enojo y frustración llenaron su cuerpo.

—Gracias viento tormenta —Eoin salto sobre el rubio abrazándolo sin reparo de nada y agregó al soltarlo —pensé que moriría la señorita, las historias sobre ustedes deben ser exageradas.

—Me alegra cambiar por lo menos tu opinión —contestó el joven.

Se alejó sin mirarlos, hacia los pastizales donde habían caído los cuervos que la atacaron.

—¿Dónde está tu padre Eoin? ¿Qué pasó? —dijo Adelayn resoplando para sacar su frustración con todo lo que pasó.

—Fue a buscar al cuervo que salió huyendo, el viento tormenta le ayudó con la criatura... y luego ayudó con tu herida, perdón señorita si la hice pasar por más dolor, le juro que solo quería ayudarla —imploró Eoin con un par de lágrimas en los ojos y vergüenza cubriéndole la faz.

—Lo sé muy bien Eoin, gracias. Trabajaremos más los dos, para cuando lo necesitemos. —Dijo con una sonrisa falsa en el rostro. Las piernas le temblaban de pensar que pasaría por algo asi otra vez. «Pero uno nunca sabe cuándo volverá a naufragar, no importa cuán malos sean esos recuerdos» resopló una vez más con aplomo y agregó —Ven Eoin veamos la carga... debe ser algo bueno si pelearon tanto, vamos, vamos, mocoso lento. Limpia tu nariz.

Empujó a Eoin para rodear el carromato. Forzaron las puertas de madera oscura con la espada de Adelayn. «Al menos sirve de algo maldita espada» La palanca que hizo abrió la puerta de par en par.

Dentro habia fardos y alforjas. Pero lo que le llamaba la atención era la jaula donde se hallaba una bestia que despedía un leve brillo de sí misma. Su pelaje o lo que ella creía lo era, se esfumaba en movimientos como neblina, como un gas que lo rodeaba, aterciopelado al inicio y desapareciendo como un suspiro en el aire. El tamaño superaba al de un caballo con creces, ocupaba casi toda la instancia. Echado con un hocico similar al de un lobo, sus ojos dejaban ver un furor apagado mientras gruñía amenazante. Mostró los dientes tan largos y gruesos como un brazo. La vida se esfumaba de la bestia, tal como su pelaje. «¿Qué clase de bestia es? ¿un lobo? No hay lobos tan grandes» Unos cachorros asomaban entre las patas de aquella bestia, del tamaño de un perro, lloraban la muerte de su madre.

—Lo'óph saepht —musitó Eoin.

—¿Que?

—Nebulosos, Lobos nebulosos mi padre me llevo a verlos una vez.

La respuesta no daba más que lugar a muchas otras dudas, de las cuales sería más sencillo preguntar a Niall. Eoin aun con su buena memoria obviaba muchas cosas en sus historias y explicaciones.

—¿Son peligrosos? ¿Acaso es un Shaeyvah?

—Mucho, pero no debes preocuparte. Ni siquiera los viento tormenta los ven como un Shaeyvah. Además, los cachorros no podrían matarte —Dijo Eoin examinándolos a la distancia y se apresuró a agregar —no con los dientes aun creciendo.

La pausa y corrección del muchacho le dio escalofríos. Se veían tan lindos, indefensos. Desamparados al perder a su madre. «¿Ustedes también naufragaron? ¡Insensata! —Se recriminó» La garganta se le cerro en un acceso de tristeza.

—¿Qué haremos con ellos señorita? Son demasiados aun si el viento tormenta nos ayuda

Adelayn carraspeo tomando compostura de vuelta. Una imagen de aquel joven de ojos lavanda cargando a los cachorros floreció en su mente. «Una niña, eso es lo que soy, una niña insensata»

—Primero hay que sacarlos, luego le preguntaremos al pacificador si puede ayudarnos con ellos. Se veía agradable.

—Como lo miraba señorita, seguro era más como un ángel que le salvo la vida —Eoin rio para si al entrar al pequeño espacio que dejaba la jaula dentro del carromato.

Adelayn rascó detrás de su oreja apartando el rostro para ocultar su frustración. Esperaba con la cabeza en dirección a los pastizales escuchar alguna noticia de Niall.

El viento aullaba por la arboleda cercana. Luciel intentaba apartar las voces e imágenes que le dejaron las almas luego de curar a la muchacha. La ancha espalda adornada con un arco yacía por encima de los pastizales. Su canoso pelo tupido era la única señal de edad que mostraba. Se giró a él en cuanto lo escuchó llegar. Mostraba una barba completa llena de manchas blancas. Su piel morena cual canela, solo se arrugaba en la frente. Era como tener un oso frente a uno, un oso que marcaba un rencor en sus ojos.

—Te agradezco por la ayuda viento tormenta —Sus manos soltaron el joven cuervo muerto debajo de él, y agregó —Puede que mis ojos demuestren lo contrario, pero no guardo tanto rencor a los viento tormenta como otros de los Bosques de las estaciones. A lo largo de mi vida he conocido a varios que han prestado ayuda a los necesitados tal y como sus principios dictan.

Le había pedido al muchacho llamado Eoin que le llamara pacificador o Luciel. Viento tormenta era la forma en que les llamaban en muchas de las tierras más alejadas del imperio de Gabriel. Como las tierras cambiantes o los bosques de las estaciones. La propia iglesia adoptó el término para aquellos pacificadores que solo causaban problemas. «Un Viento tormenta, Camelia echaría a reír ahora mismo» Los pueblos que lo utilizaban lo empleaban de una forma similar, pues cuando un viento tormenta aparece en las cercanías solo significa que algo muy malo estaba por pasar. Podría ser la muerte de alguien querido o la destrucción de un pueblo. Como una fuerza de la naturaleza aparecían de la nada, y se iba dejando nada más que destrozos a su paso.

—Llámeme Luciel o pacificador si prefiere, reconozco que las normas de autoridad son diferentes en este continente.

—Así lo hare entonces joven pacificador, mi nombre es Niall —la voz gruesa de Niall gruñó al frotar sus heridas. Al erguirse agregó —Desde la caza de ángeles no había visto otro de ustedes en este continente. ¿Han venido a reclamar el país como suyo?

—No, por lo menos no que sea de mi conocimiento —dijo Luciel con sinceridad —¿Ustedes son de Litae? He escuchado un poco sobre su trabajo, aunque desconozco los detalles. Me gustaría saber más sobre lo que pasó con los cuervos.

—Nada que no puedas ver con tus propios ojos joven pacificador. —El hombre pasó a su lado con aire malhumorado

—Se lo pido ahora pues dentro de poco mis compañeros vendrán y ellos son mucho más parecidos a las historias de los Viento tormenta que yo. —mantuvo la calma en su tono, pero notó que había cierta amenaza en sus palabras —Evitaría que hablaran con ustedes, creerán lo que yo les diga, mi mentor es flojo al tener que corroborar cosas, prefiere que otros hagan ese trabajo, en este caso ese soy yo.

—Hablas como si hubiese más viento tormenta acompañándote. ¿Acaso vas a escoltar a un príncipe o una princesa?

—Los hay, tres más y mi mentor. No es eso, nos dirigimos a Ilyberk solo eso.

Niall lo examinó con los ojos redondos y oscuros que marcaban su cara en sombras. Resopló resignado formando una mueca más amigable.

—Estábamos descansando a las afueras del pueblo. Los dos que me acompañan son pupilos míos, aprendían a pasar la noche en la intemperie, cerca del pueblo para que tuviesen más seguridad. Uno de ellos vio de reojo el carromato y distinguió a los cuervos...En Litae nos han aleccionado sobre ellos, lo suficiente para reconocerlos, no tanto para saber la clase de monstruos que pueden llegar a crear —Dio un suspiro antes de continuar —ambos son impetuosos, tuve que seguirlos una vez habían emprendido la carrera. Por suerte esta vez el ojo de la tormenta nos vio a nosotros y nos cubrió, por eso te agradezco vient... joven pacificador. La frustración me hizo acabar con la vida del joven cuervo que aún estaba arrastrándose, tengo cosas que aprender aun a mi edad.

El viejo Niall mostraba cierta vergüenza por su actuar. Y sorprendió a Luciel por sobre manera la naturalidad de su confesión final. Él estaba preparado para quitarle la vida a un hombre si era necesario. Pero no lo había hecho nunca.

—Eso será suficiente, todo lo demás estará en el carromato que volcó, si no le importa lo revisare junto a mis compañeros cuando lleguen...Si les incomodan nuestras presencias pueden irse, en cuanto a mí respecta no han hecho nada que los obligue a quedarse.

—¿Qué harán con los cuerpos? —El semblante de Niall se arrugo en una duda sincera.

—Preguntare para llevarlos a la iglesia más cercana, ahí podrán tratarlos como es debido

Era ignorante de que debía hacerse en estos casos. Pues todos los cuerpos de los mastines Aldarwas quedaban en la intemperie cada vez que se los encontraban. En una ocasión Sergius hizo que Agony regresara a investigar que había pasado con ellos. La respuesta de aquella vez fue la misma que dieron los pocos viajeros a los que había preguntado. Los restos se habían esfumado con el viento.

—Siento informarle joven pacificador que no hay ni una sola iglesia que profese a Gabriel, no hasta que llegue al puerto de Ilyberk o a la capital Madalena —Niall caminaba a paso lento alejándose mientras hablaban, esperaba que Luciel le diese alcance.

—En ese caso enterrarlos aquí será suficiente....

—Déjeme ayudarles entonces, debe de carecer de una pala entre sus herramientas.

Luciel asintió, caminando en silencio de vuelta al carromato. La actitud apacible de Niall le agradaba en muchos sentidos. Desde Nela no recordaba ninguna otra cara. «La niña, la canica, cuervos e invocadores, invocadores. Preguntare más a Sergius en cuanto lo vea, su lengua suelta ha servido para algo más que disgustos»