Capítulo 3: Mis hijastros (2)
"El señor no regresara hasta después de uno o dos meses. Tuvo que viajar por negocios" fue lo que dijo.
Entonces el ambiente se puso extraño. Ya nadie sonreía, nadie tocaba su comida, todos estaban tensos, especialmente los dos pequeños cuerpos sentados en la mesa.
"Oh, está bien" sin notar nada de esto, solo me sentí un poco dudosa "¿Entonces cómo le puedo pedir permiso?"
Aunque no había problema con quedarme en la mansión, teníamos todo lo necesario, y si queríamos algo solo debíamos pedirlo, aun así quería salir a fuera. No creía tener la fortaleza mental para encerrarme un mes, como mínimo. En mi primera vida había aprendido a ser más de exteriores que de interiores. Amaba conocer y pasear. Pero según la novela, Feng Dingbang no dejaba salir a sus hijos sin su autorización previa. Tenía demasiados enemigos que esperaban una oportunidad.
"Eso está bien, señora" Tía Lan capto por donde iba mi preocupación pensamiento "Mientras llame al señor con anticipación, y no salgan solos, no debería haber problemas"
"¿En serio?" todo mi estado de ánimo se recompuso.
Era cierto, los gemelos tenían un grupo de guarda espaldas asignados las 24 horas que están entrenados para los peores escenarios posibles. Si no recuerdo mal, la novela decía que eran mercenarios y ex militares, tan leales a Feng Dingbang como lo sería un viejo perro rabioso.
¿Pero yo debía comunicarme con él para pedir su permiso? La verdad no quisiera. Aun no estoy lista psicológicamente, y siendo sincera también me atormenta ese primer reencuentro entre los dos... ¡Estaba en su cama semidesnuda! ¡Era lo peor que pude haber hecho! ¡¿Por qué justo regrese en ese momento?! ¡Dios!
Si lo llamara ahora, de seguro pensara que no he cambiado y sigo queriendo que me ame a toda costa. De seguro no tardaría en echarme.
La cara de Hu Bai Ling era un lio. Su ceño estaba fruncido en una mueca, y sin darse cuenta había inflado ligeramente sus mejillas rosadas. Todo eso combinado con su cara de bebe y su mirada concentrada, la hacían ver muy linda a los ojos de los demás.
A veces la Tía Lan se preguntaba como una niña podría tomar el papel como la madre de los jóvenes amos. Cuanto hubiera querido poder oponerse, incluso ahora tenía dudas, y quien mejor que ella, la mujer que no solo vio dar sus primeros pasos a los gemelos, inclusive crio a su padre, estaba más calificada para dudar de todo esto. Nadie en este mundo podría saber más sobre esa familia de tres.
Había sido muy devastador cuando supo que Hu Bai Ling sería su nueva figura materna, esa mujer, una simple desconocida... pero esa no era su decisión.
"¿Desea que lo llame después de la cena?" la tía Lan decidió romper con esta incómoda situación, tirando de nuevo esos pensamientos. Lo único importante era que los niños de verdad la querían y sería un bien para ellos. Solo eso importa.
"¿La tía Lan puede hacerlo?" como una niña esperando dulces, Hu Bai Ling estaba ansiosa, apenas conteniendo sus ojos esperanzadores.
"Claro, en seguida lo haré"
"Ah, qué alivio" Hu Bai Ling palmeo un poco su pecho, suspirando con alegría "Muchas gracias tía Lan"
"No hay problema"
"¿Oyeron eso, niños? ¡Entonces mañana iremos de compras!"
Ninguno de los dos habían dicho algo hasta ese momento. Solo se mantenían mirando fijamente a Bai Ling, pero en cuanto su madre les volvió a sonreír brillantemente ambos se contagiaron de su entusiasmo.
"¡Sí!" vitorearon.
Tía Lan estaba un poco confundida con su respuesta. Aunque es verdad que Hu Bai Ling solo llevaba aquí un mes, con su experiencia tratando con todo tipo de personas en el mundo de los ricos, podía decir con orgullo que era buena leyendo a las personas, por lo que había llegado a la conclusión de que Hu Bai Ling era una niña mimada que solo tenía amor en la cabeza. Y ese amor solo iba dirigido a la persona equivocada.
Ella no había visto verdadero interés en Hu Bai Ling por los niños. No era mala, charlaba y jugaba de vez en cuando con ellos, pero en cuanto veía o escuchaba algo relacionado con Feng Dingbang, olvidaba por completo sus deberes e iba a saltar frente a él buscando su atención.
Pero justo ahora acababa de aliviarse al no tener que hablarle. ¿Podría ser que al fin había comprendido su lugar? ¿De verdad cumpliría su rol como madre amorosa? Si de verdad era así, quizás, y si se lo ganaba con mucho esfuerzo, ella aceptaría a esta joven madre. Pero hasta entonces seguiría dudando.
Después de la cena, Hu bai Ling fue a la habitación de los niños para familiarizarse con esta.
Lo malo es que estaba al frente de la habitación de Feng Dingbang, solo separados por un pasillo. ¿Por qué tenía que tener esta suerte? Ya podía ver venir los malentendidos.
Para no seguir sintiéndose agobiada, acelero su paso y entro con los niños en el espacio seguro.
La habitación era tan grande como cualquier otra en la casa. Habían dos camas junto a la otra de diferente color, rosa pastel y verde lima. Seguro sus colores favoritos.
En cuanto a juguetes y demás cosas para niños, había por lo menos una cosa de lo que se te ocurriera, seguro tenían más en alguna otra parte.
"Qué lindo, yo siempre quise uno de estos" era un zorro de peluche, blanco como el algodón, con hermosos patrones dorados. Hu Bai Ling amaba los animales de peluche, y aunque en el pasado no la consintieron con estos lindos juguetes, se conformaba con observarlo.
"Si te gusta te lo puedo dar. De todos modos ya no soy una niña"
"... Gracias, XiaoXue. Me gusta mucho"
Feng Xue eres muy linda intentando complacer a mamá, pero eso quiere decir que Hu Bai Ling tiene gustos de niña.
Feng Yang se sintió incomodo al ver que a su mamá le gustaban las cosas lindas. Como era un niño siempre sintió que debía tener gustos rudos. Solo debía jugar con autos de juguete y con superhéroes, por lo que pensaba que los juguetes de su hermana eran tontos, y no dejaba que los pusiera de su lado de la habitación. Ahora a su mamá le gustara más su hermana, y todo porque no guardo cosas lindas antes... "¡Mama, mama!"
"¿Dime, XiaoYang?"
"¡Te regalare mis juguetes más geniales, solo espera!" sin dejar tiempo a contradicciones, el pequeño niño se apresuró a buscar en su baúl de tesoros. Tenía que buscar algo que superara al lindo zorro de su hermana.
"¡Eres un envidioso!"
"¡Cállate!"
"Ya, ya, no se peleen" aunque Hu Bai Ling quería negarse, viendo el entusiasmo con el que el niño escarbaba entre sus juguetes y batallaba por decidirse por uno, sinceramente solo un ser inhumano se negaría.
Hu Bai Ling y los gemelos estuvieron mucho tiempo jugando y calificando los juguetes, hasta armar toda una flota de figuras de acción y cochesitos de diferentes tamaños, y otra de muñecas y peluches hermosos. Dolía de solo pensar que alguien tendría que recoger todo eso.
Al final ya era muy tarde. Tía Lan vino a preparar a los niños para dormir, y mientras los llevaba al baño, Hu Bai Ling se impuso la difícil tarea de recoger el desorden de colores.
"¡Sigues aquí, mamá!
"¡Mamá!"
Cuando puso el último juguete en un lugar que hiciera ver la habitación medianamente decente, ambos niños corrieron oliendo a shampoo para bebé, siendo atrapados por su mamá.
"Si, voy a darles las buenas noches a ambos"
Sus caritas estaban completamente rojas por el agua caliente, y su piel, aunque fuera imposible de creer, se veía aún más limpia y dulce que antes.
Me pregunto si alguna vez llegue a verme así de limpia.
"Bien niños, a la cama" aunque tía Lan amaba mucho a los dos niños, era una persona que aun creía en las viejas enseñanzas. Y como una mujer nacida y crecida hasta la edad madura en el campo, era estricta cuando se debía.
A regañadientes ambos niños se subieron gateando a sus camas.
Hu Bai Ling lo reconoció como su turno de actuar y corrió emocionada al lado de los niños.
"¡Hora de las buenas noches, niños!" había visto en las caricaturas como las madres tomaban este momento como un ritual de suma importancia para acabar el día. Era necesario para que los niños durmieran bien, y si no se completaba con éxito los niños se deprimían. ¡Y si ella quería ser una buena madre debía completarlo con éxito!
Hoy Hu Bai Ling estaba actuando muy diferente a como lo hacía todos los días. Era más amorosa y atenta. Feng Xue y Feng Yang, que tenían una comprensión tacita entre sí, se miraron mutuamente y decidieron arriesgarse a hacer su primer berrinche en años.
"Mamá, mamá, te quiero mucho" la niña se abrazó a Hu Bai Ling como un koala. Era increíble lo cálido que podría llegar a ser un cuerpo tan pequeño y regordete. Sentías como te derretía dulcemente.
"Mamá, mamá, XiaoYang quiere mucho a mamá" el niño siguió el ejemplo de su hermana mayor, y así ambos estaban abrazados a cada lado de su cuello.
Hu Bai Ling estaba alegremente abrumada.
"Mamá, mamá, duerme con XiaXue"
"Solo esta noche, quiero dormir con mamá"
Feng Xue y Feng Yang ya tenían seis años, pero aun conservaban ese leve aroma a leche tan característico de los bebes. Sus brazos y cabezas eran aún muy pequeños, tiernos y fuertes, se sentían como cachorros. Cachorros sedientos de amor y compañía. Para empeorar eran gemelos idénticos.
Hu Bai Ling no fue oponente para este nivel de ternura.
¿Dormir juntos? Solo hazlo, después de todo aún se sentía bastante desconcertada, estar sola en esa inmensa habitación seria agobiante.
Tener compañía la ayudaría más a ella que a los niños.
Al final los tres estaban en una misma cama. En la habitación de Hu Bai Ling.
Ella acepto dormir en su habitación, pero las camas ahí habían sido diseñadas para que un niño de seis años durmiera cómodamente. Al principio creyeron que su madre usaría esa salida para no dormir con ellos, y la tía Lan también en desacuerdo con molestar a Hu Bai Ling, entonces ella propuso dormir en su habitación. Era grande y muy cómoda.
Sin mayor impedimento se organizó un poco la habitación por si ambos necesitaban algo en medio de la noche.
"Niños, aquí. Vamos a dormir" la sonrisa de su madre era amable, no solo amable, estaba animada. Ella no solamente dormía con ellos por querer complacerlos, ella los quería ahí, realmente lo hacía.
"¡Sí!"
Los dos pequeños cuerpos se acomodaron a cada lado de Bai Ling, abrazándola buscando calor, buscando temerosamente su amor.
"Descansen" Bai Ling los acerco aún más, apegándolos a ella sin pensarlo.
"Descansa, mamá" sonrieron tiernamente.
Así, esa noche fue la más feliz y colorida para un par de gemelos.