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Chapter 27 - El regreso de Saigona.

Fue en la tarde la última vez que Weledyn vio a su hijo. Dijo ir a terminar el entrenamiento con Bli, pero ni Lenet ni Lu lo vieron llegar. A Maldra le pareció extraño desde el inicio. Hedall y él lo fueron a buscar a la montaña, en el centro de la ciudad o en el río. Cerca de la casa de la familia de Yalep encontraron huellas. Temieron lo peor. Se confirmó con la llegada de una nota. 

Lu no quería volver a vivir lo de la isla. Lenet estaba listo para pelear hasta la muerte contra su tío. «Mira que tan fácil hice desaparecer a una cría de los hijos de la nieve» sugería la carta. Tanto Lenet como Hedall y Maldra se reunieron una última vez. Debían pensar en un buen plan. 

—¿Están seguros de que es él? —sugirió Lu. 

—Yehbal me lo advirtió la última vez que nos vimos. Él quiere pelea y eso le daremos. 

—Piénsalo bien Lenet. Hay vidas en riesgo. Podríamos quitárselo —Sugirió Maldra. 

—Pero cómo él sabría que mi Yalep los conoce a ustedes. El dios jamás ha pisado las montañas en lo que tengo de estar vivo. 

—Yehbal es un dios tramposo. Debe tener días observándonos. De seguro fue tarea fácil vincularlo con nosotros. 

Los tres estuvieron de acuerdo en que debían llevar la pelea fuera del pueblo. Lo menos apropiado era perder el apoyo de Goula o de los montañeses. Mandaron así la mejor paloma con el mensaje. En las juntas del río harían el intercambio. 

En la orilla del cauce encontraron a Saigona junto a Kaleck y a la víctima desmayada con sus manos amarradas. 

El hermano de Sahi explicó cómo fue tarea fácil para Saleyman capturar al niño a plena luz del día. Lenet le recalcó su cambio de bando. «¿Ahora ayudas a Golowy?». Dijo para ganar tiempo.

—Niño insolente, jamás ayudaría a mi estúpido hermano sin tener una jugosa recompensa de por medio.

—¿El perdón? Tus años en este miserable planeta nublaron tu juicio mi gordo amigo —. Aclaró Maldra con su mirada puesta en Weledyn quien se escondía en los arbustos lista para la señal.

—Tu corto conocimiento del cosmos es la razón por la que fracasaste en tu campaña contra mi sobrina. Pero soy más astuto que el cielo. Yo obtendré una llave de la fortuna. 

En eso Lenet se paralizó. Incrédulo vio a su hermano y después se echó a reír al suelo. Entre carcajadas le pidió a Weledyn y al resto salir de sus escondites. Horrorizado Maldra regañó a Bli «Niño estúpido, qué hiciste». Él no podía retomar la compostura. Quería levantarse, pero no podía.

—¡Dime de qué te ríes niño insolente! Suficiente tengo con que me intentaras engañar en la cara. Dímelo ahora o mataré a esta cría humana de un chasquido. 

—Ninguna de mis tretas estaría a la altura de decirte que hay otra llave de la fortuna —. Dijo Lenet al limpiarse las lágrimas de tanto reír. 

Saigona volvió a ver al hermano de Bli. En su mirada vio la mentira. Kaleck se vio rodeado. Controló el metal de la mano de hierro de Saigona. Evitó que le perforaran el abdomen de un golpe. Maldra lo sorprendió al amarrarlo con su cadena. Lenet controló su cabeza. Lo obligó ver como el puño de Hedall lleno de rayos enviándolo muy lejos por encima de las nubes. 

Bli le propuso un verdadero trato al hermano del padre tiempo. El dios se rio en su cara. Lenet le recordó su antiguo objetivo. 

—Que quiera la llave de la fortuna para ir al jardín no significa que quiera iniciar otra guerra contra el cielo. Aunque de todos modos podría ayudarlos. La única forma por la cual ustedes entrarán al cielo es venciendo a Sahidra y a mi odioso hermano. Si eso pasa seré feliz. Si fallan, tendrán la muerte más horrible posible. Entonces me daré por vengado por haberme robado mi rubí. Además, que al primer enviado y al hereje original solo se les ocurrió perderse en el bosque para hallar la entrada celestial terrenal es un tanto decepcionante.  

Así el viejo dios reveló un secreto antiguo al niño. La ubicación del mapa a la puerta de piedra.