Chapter 8 - Capítulo 8

Una vez frente a la muralla de más menos la altura de un pino de las montañas, hago que mi armadura proteja mi cabeza sin tan siquiera dejar ningún orificio para el rostro, ya que no me son necesarios para respirar ni ver, porque al estar hecha con mi manipulación de sangre me permite hacerlo con completa normalidad y ni tan siquiera posee ningún tipo de peso que me incomode llevarla todo el tiempo.

Observo detalladamente hacia la cima del muro buscando alguno de los centinelas que esté de paso, hasta que lo logro sin mucho esfuerzo e inmediatamente le arrojo mi lanza que le atraviesa el abdomen, después la guío con mi mente hacia todos los demás que custodian el muro, consiguiendo así que todas las y posibilidades de que den la alarma al ver mis seguidores custodiando las salidas desaparezcan. Además de contar con alrededor de 30 hombres que me van a apoyar con sus flechas desde lo alto cuando inicie el ataque.

Llego hasta una pequeña puerta que hay al lado del enorme portón y sin tan siquiera tener la necesidad de tocar, el soldado que allí se encuentra que ya está bajo mi control, me permite el paso con un, "Por favor entre mi señor."

Una vez en el interior de la ciudad que como las todas en este mundo, tiene la apariencia de la Europa clásica del siglo XIV, de casas piedra y techos de tejas o paja, además de el fétido aroma a excremento y orina proveniente de las zanjas de saneamiento a las orillas de las calles, le ordeno mentalmente a uno de mis nuevos esbirros, 'Llévame a donde están los dormitorios de los soldados y el cuartel.'

Este responde sin dudar, "Como usted ordene mi señor."

El soldado me guía directo al mismo corazón de la ciudad y mientras vamos de camino consigo reclutar a 10 más de los que realizan las patrullas nocturnas al arrojarles mis silenciosos dardos de sangre.

Primeramente vamos a los dormitorios que como es de esperar tienen su forma rectangular clásica y fabricados de lo mismos materiales que los demás edificios de época, con literas de madera y piso bloques de piedra, a los que yo entro sin ningún tipo de dificultad para ir sometiendo con sigilo a todos los que se encuentran descansando.

De los 8 grandes dormitorios consigo tener bajo mi dominio a 5 y medio, debido a que un soldado escuchar un gemido de dolor de su compañero en una litera cercana, el cual se despierta gritando alarmado mientras se dirige a por su espada, "¡Un intruso, hay un intruso en los dormitorios!"

'Maldición, y yo que quería hacerlo todo con sigilo. Para después matar a todos en el cuartel sin que nadie le valla a ayudar. Pero bueno, ya me imaginaba que todo iba demasiado fácil.' Tomo aire y prosigo mientras observo al hombre acercarse con su arma en alto, 'Pero no importa, será de la forma difícil entonces.'

Luego añadiendole furia a mis ideas les ordeno a todos los que recientemente he sumado a mis filas, '¡Matenlos a todos! ¡Que no quede ni uno que no sea mi sirviente!'

De forma instantánea puedo ver como a todos los presentes, que por el grito del que me descubrió ya están despiertos, sus ojos brillan con tono rojizo por un segundo y

antes de que mi agresor logre tan siquiera estar demasiado cerca de mí, es detenido por otro soldado al que yo había sometido que lo apuñala por el abdomen.

Entonces se crea el caos en los dormitorios, al todos mis nuevos sirvientes atacar de forma despiadada a los demás, al punto de que a pesar de ser heridos continúan peleando como si no fueran capaces de percibir el dolor.

Calmadamente salgo del dormitorio y me quedo a contemplar orgulloso como sucede todo aquel baño de sangre. Los gritos de agonía de los que son heridos inundan el aire junto al del impacto de las espadas, el hierro cortando la carne, las flechas surcar el aire, la sangre caer al suelo como gotas de lluvia y el mismo aroma de la misma que ya se me sienta casi afrodisíaco.

El combate no dura demasiado tiempo con la victoria rotunda de mis fuerzas. Seguidamente ordeno señalando con mi lanza al pequeño fuerte que corresponde al cuartel donde se ocultan los líderes de la ciudad, "Traiganme la cabeza de su anterior general."

Me responden al unísono los más menos 600 guerreros, "Como usted ordene mi señor."

Cuando varios de mis sirvientes se aproximan al edificio son sorprendidos por una columna de fuego proveniente del interior que los engulle y reduce a cenizas en un segundo.

Me digo muy sorprendido '¡¿Pero qué fué eso!? ¿Magia?'

Mi teoría se confirma al salir del sitio un soldado de cabellera rubia y corta, armadura reluciente muy compleja en cuanto a detalles ornamentales y la forma en sí de sus partes, aspecto que obviamente revela que es un miembro de alto rango, con una expresión de rebosante rabia con la que nos habla de forma amenazante, "¡Peparence para arder malditos traidores!"

Me siento muy emocionado por encontrarme a un rival tan fuerte que pienso, '¡Genial, un muy fuerte candidato para mi ejército!'