Adopto la misma posición que realicé en la ocasión que derroté a los espectros y sostengo bien fuerte la empuñadura de mi espada para dar inicio a una carrera de impulso contra el dragón, nada más percibir que toda la energía que fluye por mi cuerpo alcance su máximo potencial. Ya alcanzado el punto de energía deseado salgo a tal velocidad que en una fracción de segundo y creo una fuerte briza como vientos de huracán por desplazar el aire que se me interpone en el trayecto, hasta que llegó donde está el dragón y sin perder ningún tipo de impulso precipito con todo mi ser, el filo de mi espada corta una de sus patas que a pesar del grueso blindaje de escamas o el diámetro de la extremidad la corto completa y limpiamente de un lado a otro.
El mítico animal ruge muy adolorido mientras su pata amputada por debajo de la articulación no para de sangrar y justo después se escapa volando mientras todavía se queja del dolor, hasta que se desaparece en la inmensidad de las nubes que rodean las cumbres.
Claudine muy alegre y también angustiada es la primera persona en llegar corriendo hasta donde estoy yo para comunicarme con un gran abrazo. —¡Irán, no sabes lo feliz que me hace que te encuentres bien; ya me imaginaba cosas horribles después de haber visto como te golpeó esa bestia con su cola! ¡Y ahora me sorprendes de esta manera derrotando tu solo al dragón!
Yo le respondo muy feliz con su abrazo pero también muy adolorido al ejercer fuerza sobre la lesión en mi torso. —No sabes lo feliz que me hace tu siempre gentil recibimiento, pero por favor te pido que me sueltes que me estás lastimando.
Ella en cuanto escucha lo que le digo me libera de su afectuoso abrazo y pregunta muy alarmada luego de disculparse. —¡Perdón Irán no lo sabía! ¡¿Qué te pasó?! ¿Fue el golpe que te dió el dragón el que te lo hizo?
Tomo un poco de aire tratando de disminuir la agonía del dolor y le cuento. —No, él tan solo me lastimó, esta herida ya la tenía de antes. Pero no te preocupes no es nada serio.
Me responde enojada al ver como trato de no preocuparle. —¡Que no me preocupe dices! ¡¿Me tomas por tonta o qué?! ¿Acaso crees que yo no puedo notar como sufres por el dolor? ¡Ahora mismo me vas a mostrar esas costillas quieras o no!
Comienza a levantar mi abrigo y yo le digo con pesar. —Sabes, ahora me recuerdas a mi madre cuando de niño me hacía algún tipo de herida jugando.
Me devuelve el comentario muy molesta. —Yo no seré tu mamá, pero no significa que no me pueda preocupar por el bien de tu salud.
Al ver como se encuentra bastante ennegrecida la piel por el moretón del tan fuerte impacto, me dice tan alterada que llego a pensar que me va a dar algún golpe. —¡Pero mira como está esto! ¡Y así decías que no era nada! ¡Maldito imprudente, acaso no te preocupas por tí mismo o qué!
En ese preciso momento interviene Steven que hasta ahora se había mantenido renuente a felicitarme, con una actitud de pura envidia que casi de forma obligatoria se me acerca y me habla con desgano y alzando el pulgar. —Buen trabajo Irán, has sido el héroe del día.
Yo le hablo con modestia. —Muchas gracias. Solo hice lo posible por dar todo de mí para derrotar a esa cosa, como un miembro más de nuestro equipo.
Poco tiempo después Claudine se calma un poco conmigo, en cuanto a no estarme pronunciando sermones sobre por como me he descuidado la lesión, pero no me dirije la mirada en el resto del día, la que es de un disgusto perenne hacia mí.
Hasta Alfred en una ocasión me dice burlonamente. —Me parece que te vas a tener que ir acostumbrando a verla así porque estoy seguro que ella va a estar así por varios días. Lo cual es una lástima verdad, yo notaba ya que lo vuestro estaba ya en su clímax.
Vuelve a llegar el anochecer y nos resguardamos dentro de una gran grieta en la roca lo suficientemente grande como para que quepamos todos pero con el inconveniente que ya no hay madera para hacer fuego, por lo tanto nos tenemos que conformar con dormir unos al lado de otros bien juntos para conservar el calor. Por suerte desde el primer día por sugerencia de nuestro compañero asesinado Vladimir, cocinamos toda la carne para cuando nos vieramos en una situación como está en la que no había con qué cocinarla.
Al día siguiente lo primero que tenemos son malas noticias; los pies de Gabat también comienzan a presentar signos de hipotermia a pesar de que él realizó lo mismo que Kingsley de cubrirlos con listones de cuero.
Edith comenta advirtiéndonos a los demás de lo que les puede suceder a los dos más afectados del grupo. —La verdad que no recomiendo que ellos dos continúen subiendo. Porque con mucho pesar les digo que de está noche no van a pasar— Seguidamente indica a los pies del nigeriano y asegura. —Yo no he visto tus pies de nuevo, pero estoy segura que has continuado perdiendo sensibilidad más arriba, ¿verdad?
El hombre se limita a asentir con tristeza al comentario.
Todos nos miramos sabiendo perfectamente los riesgos que conlleva que ellos se queden en éste sitio hasta que la prueba finalice y que todos seamos enviados de regreso porque peligra toda la misión al dividirnos, ya que en caso de que regrese el dragón ya no habrán suficientes para enfrentarle o peor aún que ellos dos solos serían el blanco perfecto para el Sombra del Abismo.
Pero peor sería que a mis compañeros los mate la hipotermia de continuar ascendiendo estas laderas.
Yo me dispongo a tomar la tan peligrosa decisión pero Gabat me detiene en el momento preciso que separo mis labios para hablar al interrumpirme gritando con júbilo al ver, tocar y oler un polvo que encuentra sobre el suelo y reconoce de inmediato. —¡Miren chicos esto es ceniza volcánica! ¡La reconocí de inmediato cuando la ví!— Ríe sumamente alegrado y continúa. —¡Eso quiere decir que más arriba deben haber grietas en la roca que expulsen calor y ya la subida no será tan fría!