A primera vista el trayecto parece ser bastante extenso, y a pesar de que las antorchas que hay están a cada cierta distancia no son suficientes para que todo se vea con claridad; al menos permiten ver algo y sirven para marcar el camino correcto a seguir, porque de lo contrario nunca nadie sería capaz de encontrar la salida de este laberinto de túneles y por suerte el suelo está bastante plano por ahora.
Ya ha pasado un tiempo desde que comenzamos a huir de los demonios que están cada vez más cerca, al punto que puedo ver con bastante claridad su impactante número que han de ser cientos y sus horripilantes apariencias de piel extremadamente pálida y babosa, con cuerpos de diferentes formas y tamaños como alargados igual a ciempiés con múltiples extremidades tanto pies como brazos, todos con garras y hasta inclusive tentáculos que salen de sus espaldas, otros parecen arañas con la mitad del torso con forma humanoide o con apariencia similar a un sabueso pero con cola de escorpión y seis patas en vez de cuatro, todos de múltiples tamaños que van desde bastante más alto que un hombre normal hasta grandes como un autobús.
Hay de muchas más formas, pero esos en específico los que resaltan, ya que hasta corren por las paredes, pero todos tienen dos detalles en los que coinciden, muchos ojos y bocas por todo su cuerpo.
Debido a lo fuerte e incesante de la carrera, ya el cansancio y la fatiga comienzan a hacer su mella en los que están más fuera de forma y no están acostumbrados a largos periodos de esfuerzo.
Cierto chico bastante regordete que porta una espada y escudo, ya se le aprecia con una respiración sofocada y se encuentra bañado en sudor, comienza a quedarse rezagado y por mucho que le alientan los demás para que se apure, ya no le quedan fuerzas, por muy asustado que esté ya no puede más, ya sus piernas no se sabe si tiemblan por el miedo o por el agotamiento.
Comienza a quejarse entre llantos y lágrimas. —¡Joder, esta no es la oportunidad que yo esperaba! ¡Maldición, no puedo más! ¡Pudrance todos los que crearon este maldito juego!
Pretendo acudir en su ayuda pero Alfred me retiene con su brazo y lo veo tan frustrado como yo. —Detente.... yo sé que te es difícil dejarle morir sin hacer nada. Créeme te comprendo— Cierra los ojos con pesar. —Pero lo único que vas a conseguir es que te maten a tí también.
Le hago caso a mi compañero. —¡Mierda!— Exclamo con impotencia, sin pensarlo más continuamos.
Después un demonio con forma de sabueso se le acerca por detrás y le ataca con su cola que puede proyectar desde bastante lejos.
El chico al ver de reojo a su atacante se expresa furioso. —¡Yo sé que voy a morir pero no lo voy a hacer sin pelear!— A la misma vez que interpone su escudo bloqueando el letal ataque.
Sorpresivamente se puede ver un gran destello seguido por una gran explosión que causa un gran asombro e incertidumbre entre todos.
Se levanta una cortina de polvo y humo desde el lugar donde ocurrió la explosión y se pueden ver como salen por los aires el sabueso infernal repleto de quemaduras de fuego por un lado. —¡Wow, jajajaja... toma esa cabrón! ¡¿Qué te pareció mi habilidad eh?! Este hueso no es fácil de morder perrito.
Alfred que lo ve volar por encima de nosotros hace uso de su habilidad y da un gran salto que agrieta el suelo bajo sus pies al salir desprendido.
Toma entre sus brazos al chico en una graciosa forma de como si fuera un príncipe salvando a una damisela en apuros.
Caen unos pocos metros delante del grupo y Alfred le apresura nada más dejarle en el suelo y salir corriendo. —¡Vamos, sigue corriendo, no te detengas!
El chico le habla muy agradecido. —Muchísimas gracias amigo, te debo la vida. Sino hubiera sido por tu ayuda es muy probable que me hubiera roto algo con la caída.
—No hay nada que agradecer, estoy seguro que tú hubieras hecho lo mismo en mi lugar. Además para eso somos un equipo.
—Tienes razón amigo, todos somos un equipo.
El chico se siente algo recuperado producto al poder que le otorgó su escudo sagrado e instantáneamente continúa con la huida.
Al ver como Alfred da uso a su habilidad, uno de los que está cerca de mí me pregunta. —Oye chico ¿Por qué ustedes no se adelantaron con el uso de su habilidades?
—Porque si nos adelantamos no vamos a conseguir nada si el resto del equipo muere. Además de que no sabemos cuántas veces le podemos dar uso sin que se nos agote el poder que de seguro no es infinito. Así que hay que reservar los ases bajo la manga para cuando en verdad sean necesarios. Como ahora por ejemplo— Digo al ver como un enorme ciempiés sale de un túnel frente a nosotros.
Me desplazo a toda velocidad y justo antes de que ataque por sorpresa a uno de los nuestros le corto el brazo con forma de lanza que dirige contra el sorprendido chico.
No me detengo y le corto varias patas una a continuación de la otra de un mismo lado, causando que el enorme demonio caiga de costado y sea presa fácil para el filo de las armas del resto del grupo que le cae encima furioso haciéndolo pedazos enseguida.
Entonces yo les digo eufórico a todos sosteniendo mi espada ensangrentada bien en alto. —¡Vamos lleguemos todos hasta el final!-
Los demás gritan al unísono. —¡Siii!— Muy motivados.
De pronto uno es alcanzando por un gran hueso con forma de lanza justo en medio del pecho proveniente del techo frente a nosotros, del que surge otro horripilante y enorme demonio que se lanza al suelo causando un gran estruendo que ruje muy sediento de sangre.
En este momento me digo preparándome para atacar de nuevo. «Yo sabía que esto no iba a ser para nada fácil»