Alfred queda un poco embelesado con tanta belleza por unos segundos.
—Eh... Sí, sí, claro. Tú debes ser a quien ordenó el Administrador que curará a mi compañero de equipo.
Me siento satisfecho y le dirijo una sonrisa inconsciente a Alfred por haberme considerado como su compañero tan fácilmente; me alza el pulgar mientras se dirige a ella nuevamente. —Por favor cuida bien de él, que es una persona que promete mucho.
La dama le responde con mucha soberbia. —No hay de que preocuparse, yo sé muy bien lo que hago— Pone su delicada mano sobre mi cabeza, y surgen las luces de un portal por el cuál desaparecemos.
Reaparecemos en lo que más que una sala de enfermería aparenta ser una sala de tortura, me encuentro asegurado con grilletes en los pies, brazos y cuello, además de estar amordazado con listones de cuero en el torso.
Al verme en esta situación no puedo evitar preguntar. —¡¿Pero qué lugar es este?! ¡Esto no parece para nada una enfermería!- Mi tono es de absoluta preocupación.
Ella muestra una sonrisa maliciosa. En su mano sostiene un pedazo de cuero que acerca a mi boca introduciendolo a la fuerza. —Muerde bien fuerte que esto va a doler.
Acto seguido le da un fuerte tirón a mi brazo haciendo que el hueso tome su lugar de origen, gimo terriblemente con un dolor indescriptible mientras me retuerzo descontroladamente.
Casi pierdo el conocimiento de tan intenso sufrimiento que fue aún mayor que cuando el gigante me lo rompió.
Escupo el pedazo de cuero que casi atravieso con la fuerza de mi mordedura. —¡Pero que clase de médico o sanadora eres!- Reclamo con furia. -¡Casi haces que me desmaye del dolor! ¡¿Acaso no tienes algún hechizo, posima o lo que sea para el dolor?!
—Si, de hecho tengo varias posiones y hechizos para ello- Da su respuesta con un tono de calma cómo si que aquí nada hubiera pasado.
Le dirijo una mirada asesina. —¡¿Y entonces porqué no las usaste!?— Grito muy alterado.
Alza las cejas. —Pues porque de ser así no sería para nada divertido. Si no veo sufrir a mi paciente no me siento a gusto- Afirma con elocuencia junto a una sonrisa aterradora.
Trago saliva. «¡Creo que he caído en manos de una asesina en serie! ¡Si salgo vivo de aquí será todo un milagro!» Pienso muy asustado.
En ese preciso momento sitúa sus manos encima de mi brazo y comienza a recitar un conjuro en una lengua que jamás había escuchado y es cuando de verdad mi agonía comienza.
Al inicio prácticamente puedo sentir cómo si que me arrancarán el brazo, pero cómo a los 15 segundos más terribles de mi existencia, el dolor se reduce hasta el punto de que todo la hinchazón y moretones negros en la zona desaparecen completamente.
Al terminar me siento tan aliviado, casi cómo que estuviera en el paraíso y de verdad que no pretendo ni le agradezco por la atención médica prestada.
—Ya está listo, todo bien para poder romperse de nuevo— Me dice con su enferma y desquiciada sonrisa.
Me libera de mis ataduras. En estos momentos prácticamente la asesino con la mirada con unos deseos de apretarle el cuello que nadie se puede imaginar, me pongo de pie y mi ira se hace presente de nuevo por la forma en la que disfrutó torturandome.
—Por favor ya me puedes enviar de vuelta, no quiero estar en este sitio ni contigo un segundo más.
Deja salir una sonrisa burlona que hace que me hierva la sangre. —¿Por qué dices esas cosas, si nos divertimos mucho? ¿No es así?- Enarca una ceja. -Para mí al menos así fue. Ver el sufrimiento en tus ojos fue algo verdaderamente maravilloso.
Me limito a quedarme en silencio apretando los puños, la miro fijamente con ojos asesinos y suspiro profundamente tratando de tranquilizarme. —Pues yo no me divertí en lo absoluto; así que por favor sácame de aquí.
—Bueno si es lo que deseas, regresamos ya mismo entonces- Responde con desilusión en su mirada.
Sitúa su mano sobre mi frente e inmediatamente aparece el portal que nos lleva en un pestañeo de vuelta a la sala de reposo.
En seguida me encuentro de vuelta, me alejo sin tan siquiera despedirme ni mirarle al rostro. «El Administrador es un sádico y ella aún más que él... ¡¿Acaso aquí no hay nadie que esté cuerdo!?» Estoy que ardo del enojo.
Tras haberme alejado unos metros, escucho su voz a mis espaldas. —Adiós Irán, espero vernos pronto.
Acelero mi paso sin responderle, la escucho reír ligeramente y de reojo veo que desaparece de la misma forma en que vino.
Camino un poco por el lugar buscando a Alfred, pienso un poco sobre lo que haría un ex policía con un pensamiento siempre razonable cómo mi compañero, voy directo a revisar las habitaciones con armaduras y en efecto lo encuentro examinando una de modelo muy sencillo sin ningún resfuerzo, aparenta ser bastante ligera por la forma en que fácilmente la balancea de arriba a abajo comprobando su peso.
Al acercarme un poco y justo antes de hablarle él nota mi presencia. —Oooh, pero miren quién viene por ahí... el galán del juego jeje...
No hago más que sonreír. —Mi amigo si ser un galán cómo afirmas significa tener que pasar el sufrimiento por el que me hizo pasar esa demente, mejor déjame impopular como siempre- Digo con certeza y mi mano apoyada en su hombro.
—¡¿Cómo así?! ¡¿De verdad?! Y yo que pensaba que era todo un ángel— Se expresa muy sorprendido. —¿Pero y qué fue lo que te hizo?- Me mira incrédulo.
Respiro profundo, me pongo las manos en la cintura y mirando al suelo rememorando la agonizante experiencia le respondo con mucho dramatismo. —Me trató la lesión sin ningún tipo de anestesia o algo para que yo no sintiera dolor, porque dice que si no me ve sufrir no es divertido.
Alfred me mira con asombro. —En verdad que este lugar está lleno de dementes, y nosotros cómo títeres de su obra—niega con la cabeza—En momentos cómo este pongo en duda eso de reencarnar en otro mundo.
Se toma una pausa y comienza a hablar con entusiasmo cómo de costumbre. —Ten, es de tu talla y muy ligera, perfectamente acorde a tu habilidad- Me asegura poniendo delante de mí una armadura.
—¡Increíble amigo, eres muy atento, te lo agradezco mucho!- Comento mientras me la pruebo—¡Y me queda genial!— Digo muy satisfecho a la vez que me observo y muevo fácilmente. —¿Y cual es la tuya?
Se da la vuelta y toma una de múltiples enchapados, y un casco reforzado del mismo modo con cuernos que solo se pueden ver los ojos a través de una lámina con múltiples agujeros.
—Jeje ¿sabes a lo que te pareces verdad?- Me da gracia al verlo cómo todo un vikingo.
Muy orgulloso comienza a hacer poses y movimientos de combate. —Yo siempre he sentido algo de admiración por las muy conocidas habilidades de combate de los vikingos. Y bueno si ahora tengo la posibilidad de ser cómo uno pues la aprovecharé.
En ese momento se escucha la fuerte voz de alguien proveniente del exterior que expresa con voz desafiante. —¡Vengan partida de debiluchos y demuestren que son dignos de estar aquí!