Nada tenía sentido en ese descubrimiento, según los relatos que habíamos escuchado, los cuatro jóvenes habían entrado al bosque y solo Ferrier se había perdido; pero, delante nuestro, estaba un quinto actor en esta macabra obra que no figuraba dentro de la misma. Sin saber que decir, o que pensar siquiera, fue que pregunté:
- ¿Cómo?
- Con un sable en su pecho querido- sonrió Janette. Molesto, aclaré
- Lo que quise decir es ¿Qué hace él aquí y como es que fue asesinado por Jaques?
- Algo me dice que la respuesta la tendrás dentro de poco- me dijo Janette con un tono sombrío. Sus ojos mostraban un inquietante enojo, sorprendido ante tal respuesta, me puse en posición de pelea
El sonido de unos pasos me tomó por sorpresa, al principio se oían a la lejanía en aquel oscuro, pantanoso y sucio bosque cuyas hojas marchitas acentuaban su nombre. El olor de las sucias hojas negras se percibió con más fuerzas al igual que el sonido de los pasos, estos empezaban a oírse más cerca. Al principio era una caminata, después era un trote y al final era una carrera dirigiéndose a donde estábamos nosotros. El sonido de los pasos era tan cercano que la mirada de Janette me aterraba al verla, como si estuviese perdida en el horizonte; pero largué un grito al ver que sus ojos azules se volvieron blancos como los pálidos ojos de un cadáver.
No tuve tiempo de reaccionar, ella me vio con esa mirada fantasmal y gritó con una voz ronca, carente de cualquier humanidad:
- ¡AL SUELO AHORA!
Quizás no era necesario que me lo dijese porque estaba por apartarme; pero de todos modos obedecí y pude ver cómo detrás de mí estaba el mismísimo Jaques. Este sostenía una daga larga, sangrienta, al parecer quiso apuñalarme por la espalda. Como caí al suelo justo a tiempo él falló su ataque, Janette desenvainó su sable y, aun manteniendo esa mirada fantasmal, se puso en guardia diciendo:
- ¡On guard!- acto seguido, con un ademan de su mano, intentó cortarle la cabeza a Jaques, este logró esquivar el ataque cubriéndose con la espada, deteniendo aquel avance
Moviéndose con rapidez, Jaques, intentó apuñalar a Janette; pero ella dio un salto hacia atrás y golpeo la daga del asesino con su espada. Reaccionando con la misma velocidad, Jaques, dio un movimiento rápido con su sable en dirección a las costillas de Janette. Ella logró repeler el ataque y le dio un puñetazo en la máscara a aquel horrible asesino. Quisiera decir que no tuve tiempo para ayudarla, en serio que desearía decirlo; pero la verdad era que estaba tan aterrado en ese momento que me encontraba incapaz de mover un solo musculo para siquiera poder ayudarla. Mis pantalones estaban húmedos en ese momento y no era por aquel pantanoso suelo en el que estaba acostado en ese preciso instante. Sintiéndome como un cobarde, no tuve otra opción que mirar aquel combate esperando que Janette sobreviviese y me perdonase por tener miedo.
Jaques caminó hacia atrás sosteniéndose la máscara, Janette me vio y me gritó
- ¡sostén la espada!
Acto seguido la lanzó a donde yo me encontraba. No pude tomarla; pero al ver que Jaques se dirigía a donde me encontraba, mi instinto de supervivencia me obligó a tomar dicha espada y tratar de apuñalarlo con ella. Jaques logró arrancármela de un solo golpe; pero esos minutos fueron decisivos para Janette. Tomando su mosquete, apuntó y disparó al pecho de Jaques. La sangre manchó su negro atuendo, debajo de su máscara salía un gran chorro de sangre
- ¡No es un fantasma Jean!- me gritó Janette- ¡debido a que sangra y si sangra entonces…!
- ¡Puede morir!- dije sorprendido, dejando de lado mi miedo, tomando la espada arremetí contra Jaques y la enterré en su, ya maltrecho, pecho. La sangre salía debajo de su máscara por todos sus orificios manchando de rojo aquel blanco pálido
Janette, sin pensarlo dos veces, disparó a la cabeza de Jaques, reventando la máscara y tumbándolo en el suelo, acabando con él. La batalla había terminado.
- Buen trabajo Jean- me felicitó Janette tomando mi hombro
- No es verdad- le respondí avergonzado- tuve miedo y me quede paralizado, si tú no hubieses arrojado la espada a donde yo estaba, posiblemente no hubiese hecho nada para ayudarte
- Pero lo hiciste- sonrió ella- escucha, ya te dije que durante la primer batalla uno se queda petrificado y eso también cuenta un poco en la segunda; pero supe que ni bien te diese un medio de defensa procederías a usarlo, porque no eres un cobarde Jean, solo eres un novato nada mas
- Gracias Janette- sonreí, dirigí mi vista al cadáver desenmascarado de Jaques para poder corroborar quien estaba detrás de la mascara
Acercándome a él, pude ver que, acostado en el suelo con la mirada pérdida y un enorme agujero en su frente donde salía mucha sangre, Jaques era en realidad: ¡el joven Ferrier!
- ¿A que no lo viste venir?- sonrió Janette, sin embargo yo me encontraba tan anonadado que pregunté
- ¿Pero como…? ¿por qué?
- La respuesta siempre será fácil Jean, no importa donde, como ni porque, casi siempre todo se reduce a una sola cosa, el amor- me respondió Janette mirándome de nuevo con sus ojos azules, los cuales habían retornado, largando una risa añadió- supongo que te debo una explicación
- Supones bien- dije todavía sorprendido
- Creo que la razón de toda esta confusión Jean, se debe a la leyenda de Jaques. Toda la mitología de este bosque ayudó a desviar la atención del verdadero crimen que había ocurrido aquí y no tenía que ver con el espectro de un pobre hombre que sufrió una terrible injusticia hace milenios atrás, sino con un problema pasional reciente de dos hombres enamorados de una misma mujer
- ¡¿Jacqueline?!- pregunté sorprendido
- Si, Jacqueline- asintió Janette- los relatos de los tres amigos me ayudo a completar el rompe cabezas que había en torno a este caso, veras: Ferrier estaba enamorado de Jacqueline; pero ella no lo quería a él sino a Kostac, un mujeriego arrogante y maleducado qué, según Sebastián, no trataba para nada bien a Jacqueline. Ferrier obviamente pensaba lo mismo, el modo de ser de Kostac era una afrenta para este muchacho por lo que ideó un plan perfecto para matarlo. Sabiendo que nadie dentro de sus amistades creía en la leyenda de Jaques, en especial Kostac, Ferrier ideó un modo de cometer el crimen perfecto. Mataría a Kostac disfrazado de Jaques, el plan consistía en que él junto a André y Sebastián irían al bosque de noche para probar que el mito de Jaques era falso; pero, durante dicha expedición, él se separaría de los demás para acabar con la vida de Kostac disfrazado de Jaques. Era obvio que hablaría del mismo plan de desacreditación del mito con Kostac e incluso concordarían en distintos horarios dicha reunión. Luego del crimen se mantendría oculto en este bosque lo suficiente para que lo dieran por muerto hasta que reapareciera dentro de, unas posibles, dos semanas con una historia de fantasmas y heroísmos donde contaría como pudo salvarse de las garras de Jaques; pero que Kostac, quien había ido en su rescate, terminó muriendo sin que Ferrier pudiese hacer nada para evitarlo. Lo que no salió de acuerdo con el plan de Ferrier era que Jacqueline los acompañase en dicha aventura. Los motivos de Sebastián de que no fuera si eran puros, él también la ama y no deseaba que corriera un peligro innecesario; pero Ferrier sabía que si Jaqueline veía a su novio en dicho bosque, su historia carecería de coherencia posteriormente, por lo que debió cambiar de estrategia decidido a cambiar su historia principal, acelerar el paso y hacer creer a todos que Jaques seria el asesino de Kostac como a de lugar. Cuando los cuatro entraron al bosque , Ferrier, aprovechó la primer distracción posible para poder separarse, sin embargo André lo vio a la distancia y lo siguió en silencio, cuando lo llamó Ferrier debió de sentir miedo de sentirse descubierto; pero la niebla estaba de su lado y pudo escabullirse para poder colocarse su disfraz. Kostac había llegado al punto de encuentro solo para toparse con Jacqueline quien se sorprendió de verlo allí, lo mismo debió pensar Kostac; pero antes de poder siquiera hablar Ferrier apareció y lo apuñaló por sorpresa. Jacqueline no vio a su amigo sino a Jaques matar a su prometido, por lo que huyó de allí. Tras matar a Kostac, Ferrier se quitó la máscara y fue descubierto por Sebastián
- Él dijo que no había visto nada- señalé sorprendido y Janette cerrando los ojos cruzándose de brazos con una sonrisa maliciosa me dijo
- Mintió- con un suspiro añadió- si se encontraba en este bosque era para hablar con él y convencerlo de que se entregara a la justicia. Es obvio que al ver a su amigo matar a Kostac, debió sentir confusión y horror; pero entendía que Kostac no era un hombre decente, en realidad, si Ferrier no asesinaba a Kostac entonces Sebastián lo haría debido a que Kostac era la clase de hombre que le gusta maltratar a sus parejas o atacarlas sin un motivo valido, Sebastián supo que Ferrier salvó la vida de Jacqueline al matar a esa lacra humana; pero también supo que Ferrier amaba a su amiga, por lo que decidió callar lo ocurrido y solo decir que no vio nada ni a nadie, qué Jaques cargase con la muerte de Kostac. Por fortuna, o quizás desgracia para Sebastián, la conciencia es algo imposible de callar. Motivo por el que decidió venir a hablar con él. Creo que me deberá invitar a la boda como agradecimiento por haberle salvado la vida, de no haber intervenido en este caso entonces Ferrier lo habría asesinado adjudicando su crimen a Jaques también
- ¿Eso quiere decir que la leyenda de Jaques es falsa?- pregunté esperanzado, Janette, abriendo los ojos y mirando a lo lejos dicho oscuro bosque, me dijo
- No- con un tono severo e incluso aterrador, añadió- porque el mito fue mal entendido durante años, Jaques murió con su familia aquella noche; pero lo que mató a aquellos hombres, lo que mató al clérigo y a la nobleza es la misma fuerza invisible que obligó a Ferrier a matar a Kostac. El verdadero asesino es este bosque Jean, su energía oscura posee a las personas convirtiéndolas en monstruos qué, de un modo u otro, terminan portando esa mascara. Matando sin piedad alguna a quienes vienen a perturbar la paz de este lugar. Quizás Jaques sea un nombre indicado para el Bosque Negro
Tomándome del hombro añadió
- Y fue el que te obligó a quedarte paralizado durante mi batalla contra Ferrier. Vámonos ahora Jean, no quiero estar en este lugar maldito por más tiempo del necesario, su atmósfera me es vomitiva- sin decir más nada desaparecimos de ese horrible lugar
Como Janette supuso Sebastián se casó al poco tiempo con Jacqueline. Los dos cuerpos fueron encontrados a las pocas horas de nuestro encuentro y el caso del asesino de los bosques fue cerrado.
Pero no puedo evitar recordar las palabras de Janette sin sentir un escalofrío correr por todo mi cuerpo al pensar en la maldad que rodea aquel oscuro bosque y, como si de un demonio se tratara, posee a las personas más bondadosas convirtiéndolas a todas en Jaques, el asesino de los Bosques Negros.