El almuerzo mas opíparo se estaba realizando en el palacio de Monsieur Rotisier. La causa de tal festejo se debía a la nueva adquisición de tierras para construir un parque en las cercanías de la ciudad de Orleans. A simple vista parecía algo agradable y para nada reprochable, si no se tenía en cuenta que dichas tierras pertenecían a humildes campesinos que fueron sacados a la fuerza de sus hogares por los hombres de Rotisier. Tampoco era agradable el saber que dicho parque sería solo para las personas más adineradas de Francia. La sociedad Francesa estaba empezando a tener un nuevo declive en sus más altas esferas como lo fue en tiempos de Luis 16. Sin embargo estábamos allí para impedir que a aquel hombre bajo, regordete y portando una peluca blanca que desentonaba con su barba negra fuese asesinado. Tan grande era su soberbia que se encontraba vistiendo trajes de seda en ese particular momento sintiéndose como si fuese el verdadero nuevo Rey de Francia.
Aquel festejo apenas si acababa de comenzar cuando llegamos a donde él se encontraba. Sus hombres, al ver a Janette, desenfundaron sus fusiles; pero Janette dijo
- Monsieur Rotisier, vengo en son de paz y para salvarle el gordo trasero
- ¡Janette la Mosquetera Detective!- exclamó alegremente Rotisier al verla delante suyo. Se encontraba sentado en un trono de roble- imagino la causa por la que se encuentra aquí; pero debo decirle que usted necesita pruebas antes de acusarme de algo en concreto
- No se preocupe Monsieur, en este momento no estoy investigando su reciente adquisición "legal" de esas tierras. Lo que investigo es la muerte de sus dos colegas, tunset y Hoveck, su tercer amigo aun está vivo; pero escondiéndose en un lugar seguro esperando que el asesino de los Yokai no lo elimine- le explicó Janette con una sonrisa que parecía emitir odio antes que alegría. Su ceja izquierda se movía debido a los nervios que tenia. Rotisier empezó a sudar; pero, con una risa histérica, le dijo
- No conozco a esos tres señores y mucho menos a Madame Yokai, si dice no investigarme en este momento entonces le pediré de forma amable que se vaya ahora- dándole una señal con su mano derecha a sus hombres, quienes vestían de un modo similar a los Casacas Rojas Británicas, estos apuntaron a Janette con sus fusiles- pues, como usted verá, estoy bien asegurado y puedo pedirles con total legalidad que los ablanden un poco para después sacarlos a patadas de mi residencia
Janette miró a los hombres de Rotisier con una expresión de enojo. Sabiendo que de nada serviría una confrontación con ellos, dijo con una voz severa y agresiva
- El asesino de los Yokai no es un pobre campesino desarmado señores. He intentado ser amable al preocuparme por sus miserables vidas; pero si desean ese destino entonces que así sea
Tomándome del brazo desaparecimos de allí. Sin embargo aparecimos cerca de la ventana. Iba a preguntarle lo que haríamos después; pero Janette me tapó la boca y, con su dedo índice cubriendo sus labios, susurró "Shhh"
No tardaríamos mucho en ver lo que pasaría a continuación.
La fiesta debía estar en su cenit cuando las puertas se abrieron de forma abrupta y, entrando a la sala, una criatura con aspecto humano hizo su aparición logrando que los presentes callaran al verle. Tenía la forma de una mujer; pero me era claro que no era una mujer. De cabello rojizo largo, nueve colas de zorro y llevando un atuendo demasiado extraño. Se trataba de unos pantalones rojizos con una especie de camisa negra que cubría su cuerpo, sus ojos eran azules como los de Janette y unas orejas de zorro se encontraban en lugar de las orejas humanas, sosteniendo una espada samurái, aquella criatura dijo:
- ¡Rotisier! rata inmunda, ¡¿sabes quién soy?! ¡¿Por qué estoy aquí?! ¡¿recuerdas la estatua de Lin- Net?! ¡La Dragón Dorada!
- ¡¿Cómo se atreve?!- exclamó Rotisier aterrado- ¡no sé qué carajos eres ni de que estás hablando! ¡pero te aconsejo que te largues o de lo contrario…!
- ¡Dame la estatua y me iré!- le exigió aquella criatura con forma humana- de lo contrario te mataré como he matado a los demás
- No me hagas reír, te encuentras tú sola y yo tengo una armada a mi disposición- tomando un silbato, Rotisier, alertó a las demás tropas al silbarlo y estas aparecieron. Los invitados se encontraban aterrados; pero los hombres que allí estaban también parecían interesados en participar de la inminente pelea, quizás porque pensaban que sería sencillo el someter a una sola mujer siendo ellos mayores en número- ahora lárgate o no respondo por lo que suceda a continuación
- Ya veo- susurró aquella criatura extraña cerrando sus ojos y esbozando una tétrica sonrisa- al parecer elegiste tu destrucción, entonces procederé con gusto a matarte desgraciado
Sin previo aviso el combate inició.
Los soldados, sin siquiera esperar la orden de fuego, dispararon; pero aquella criatura dio un salto tan grande que, de no haberlo visto con mis propios ojos, no lo hubiese creído. Al caer detrás de uno de los soldados, largando un grito, golpeó su nuca con el costado de su mano abierta.
- Los hombres de Rotisier son unos idiotas- susurró Janette molesta ante lo que veía- no debieron dispararle todos a la vez, ahora están desarmados ante ella
- Sin embargo si son mayores en número, todavía hay chances de que puedan someterla y ganarle- señalé con un tono de esperanza en mi voz que hizo reír un poco a Janette
- Solo mira lo que pasara a continuación- me pidió tratando de aguantar su risa
Los hombres intentaron atraparla al mismo tiempo; pero al ser tantos los que se movieron a la misma vez terminaron tropezándose entre ellos, allí pude la razón de la risa de Janette, para poder contenerla, o intentar contenerla, debían ser unos tres o cuatro los que debían atraparla y esos cuatro hombres no parecían un desafío para aquella criatura.
Uno intentó tomarla por la espalda; pero ni bien le sujeto un brazo, ella, con el otro brazo, pudo agarrarlo y empujar su cuerpo hacia adelante. Pude ver como el cuerpo de ese soldado voló a donde estaba su compañero quien recibió de lleno dicho ataque. Otro de los hombres de Rotisier intento darle un puñetazo; pero la criatura esquivó el golpe y le dio tres puñetazos seguidos en el pecho haciendo que aquel pobre diablo sangrase por la boca, se sujetase su malherido pecho con su mano izquierda y cayese al suelo medio muerto. Aterrados, otros dos hombres, se abalanzaron sobre ella; pero la criatura les dio un rápido puñetazo en el estomago y, como si fuesen muñequitos de paja antes que seres humanos de carne y hueso, los levanto a los dos, con cada mano en sus pechos, del suelo. Dio vueltas en círculos con ambos hombres a la altura de sus hombros y lo arrojó a donde estaba la mesa con la comida servida, dichas mesas se rompieron, el vino junto a la deliciosa langosta ensuciaron el blanco mantel que caía al suelo debido al impacto de los infortunados hombres al chocar con ellas. Las mujeres acompañaron dicha imagen largando gritos de horror que, en lo personal, me parecían demasiado estúpidos de su parte considerando que no ayudaban en nada a la situación y que solo creaban en ellas mismas un falso estereotipo de feminidad. En especial cuando veíamos con nuestros propios ojos que era una criatura femenina quien estaba dejando en ridículo a todos esos hombres entrenados. ¿Acaso será que del tiempo que llevaba con Janette mi concepto de la feminidad y el sexo débil estaba cambiando de forma radical? Podría ser; pero eso no importaba ahora, lo que importaba era ver como los infortunados soldados estaban intentando cargar sus armas; pero aquella criatura, con sus manos aun al desnudo y abiertas, los golpeaba en las gargantas logrando que estos desistieran y se rindiesen.
Sacando de la parte trasera de sus rojizos pantalones, aquella mujer, tenía un arma que me pareció demasiado curiosa. Era un bastón… en realidad el termino era incorrecto, porque parecían ser dos bastones o uno solo de color rojo partido a la mitad con una cadena de metal que los mantenía unidos. En mi vida habría visto semejante arma; pero Janette, con una pequeña risa contenida, me dijo
- Esa arma se llama Nunchakus y es un armamento ninja, al parecer los Yokai decidieron enviar a la mejor de sus asesinas para esta misión
Tras mostrar sus Nunchakus sosteniéndolo de forma horizontal con las dos manos, aquella criatura procedió a hacer malabares demasiado increíbles e incluso indescriptibles para poder detallarlos en esta obra. Con solo decir que eran movimientos rápidos y admirables a la vez que amenazadores podría ser de mejor descripción que detallar dichos movimientos. Al finalizar los malabares puso los Nunchakus debajo de sus brazos sobre sus costillas y con su mano libre hizo un movimiento de provocación, de forma literal estaba invitando a los soldados a que intentasen atacarla. Uno se atrevió y ella le dio un rápido golpe con su arma en la cabeza. La sangre, que salió de su cráneo partido, manchó nuestro lado de la ventana casi impidiéndonos ver lo que pasaría a continuación. Tirándose al piso, con sus Nunchakus aun en mano, la criatura procedió a golpear los talones de aquellos hombres con la fuerza suficiente como para poder oír cómo se rompían desde donde estábamos escondidos. Cayendo al suelo, los guarda espaldas de Rotisier, estaban derrotados. Acercándose al indefenso Rotisier, le exigió
- La estatua ¡ahora!
- No la tengo, no se encuentra aquí- le respondió Rotisier intentando huir; pero cayéndose de su trono debido al miedo que aquella mujer le imponía
- ¡¿Donde se encuentra?!- le exigió aquella criatura
- ¡La destruimos y la vendimos!- le contestó Rotisier aterrado
- Mierda- susurró Janette, tomando mi brazo, añadió- mejor que nos vayamos de aquí para buscar al siguiente de la lista
- ¡¿Qué le pasara a Rotisier?!- pregunté asustado
- ¿Qué crees que le pasará a alguien que robó, profanó y vendió como si fuese chatarra un objeto sagrado?- me contestó Janette molesta- no quiero que lo veas Jean, no será algo agradable y mucho menos poético o romántico para tus inocentes ojos
- Bien- murmuré en voz baja, ambos desaparecimos en el preciso momento en que la criatura desenvainaba su espada y emitía un rugido animal antes que humano
Aunque no vi lo que le hizo si lo leí en los periódicos del día siguiente, creo que solo puedo describir el justo castigo a Rotisier como una horrenda y carnicera masacre.