Chereads / JANETTE LA MOSQUETERA DETECTIVE / Chapter 19 - CAPITULO 18: CÓDIGO DE HONOR

Chapter 19 - CAPITULO 18: CÓDIGO DE HONOR

La mujer Zorro ya sabía que la estatua era historia. Eso nos decía que no tendría que contenerse con sus futuras víctimas, siendo, dos de ellos, nuestras próximas visitas a hacer cuanto antes. Gustav Befloir no parecía estar enterado de la muerte de sus tres amigos y se preparaba para visitar a su mejor amigo Bernard Ditollin, el último nombre de la lista. Aunque parecía que los seis hombres no se volvieron a ver después de su viaje a Japón, Befloir si tenía constante comunicación con Ditollin, siendo ambos muy buenos amigos, y Había motivos muy personales para dicha visita; pero creo que, por respeto a ellos dos junto a sus secretos, solo me limitare a decir que eran íntimos amigos muy unidos como uña y carne.

Si no llegábamos a tiempo, aquella criatura con forma humana mataría a dos pájaros de un tiro. Janette llegó en el preciso momento en que Befloir se subía a su caballo llevando su ropa más elegante, es decir, pantalones blancos con botas negras junto a un saco rojo con algunas manchas violetas. Su era cabello castaño claro rojizo junto a su barba del mismo color y sus ojos eran de color azul. Se sorprendió al vernos llegar al punto de, casi, largar un grito parecido a los que las doncellas largaban al ver el combate de la mujer zorro.

- ¡Bien, llegamos a tiempo!- exclamó Janette viéndolo aun con vida- Monsieur Befloir, si valora usted su vida entonces le aconsejo que nos escuche

- ¡Oh por dios! ¡¿acaso han venido a robarme?!- gritó Befloir aterrado quien no tardo en dar alaridos- ¡socorro! ¡ayúdenme por favor, me roban!

- No- le respondió Janette, molesta, tapándole la boca- no hemos venido a robarle sino a salvarlo por algo que usted robó hace un tiempo atrás, una estatua dorada que no le pertenecía

Befloir se calmó en ese momento y un sudor frio corrió por su frente al saberse descubierto. Janette destapó su boca. Balbuceando, Befloir, nos preguntó:

- ¿Qué… qué quieren de mi?- preguntó asustado

- Que haga precisamente lo que le digamos- le respondió Janette con severidad.

Sin siquiera perder el tiempo, Janette, llevó a Befloir a donde su mejor amigo se encontraba quien, al vernos, no tardó en largar una exclamación; pero Janette, sin perder tiempo en payasadas, les explicó lo que sucedía.

- ¿Que desean que hagamos?-nos preguntó Ditollin asustado ante los eventos que estaban ocurriendo

- Que se oculten- les explicó Janette- los llevaré con su amigo quien se esconde en un molino abandonado, espero que no sea tarde

- ¿Y después qué?- le preguntó Befloir quien empezaba a dejar de lado su miedo para comenzar a envalentonarse con mi amiga

- Una vez que haya derrotado a la asesina de los Yokai, procederán a huir de Francia. Separar sus caminos dirigiéndose a lugares inhóspitos y nunca volver a acercarse a ninguna zona civilizada en lo que les resta de sus días

- ¡No!- exclamó Befloir, sujetando a Ditollin del brazo- ¡no me puedes pedir que deje a mi mejor amigo de la infancia a su suerte! ¡estaré a su lado quieras o no!

- Bien, entonces pueden estar juntos hasta que el descuido de uno delate la ubicación del otro o ambos- le explicó Janette cruzándose de brazos con una expresión de molestia- al parecer no terminan de enterarse que cometieron un sacrilegio imperdonable y seres cuyos poderes van más allá de su imaginación los persiguen para hacerlos pagar su crimen, de momento, puedo contener a su asesina; pero no será para siempre. Si ustedes no hubiesen cometido la estupidez de tomar lo que no les pertenecía y menos haberlo vendido después de destruirlo con su mazo, entonces podrían continuar con sus vidas de forma tranquila. Si desean seguir juntos deben tener en cuenta que uno podría ser la causa de la perdición del otro

Sin añadir nada más, nos transportó a donde se encontraba aquel hombre pelirrojo. Cuando llegamos al escondite improvisado, me sorprendí al ver un molino en muy mal estado. Unos truenos se oían a la lejanía y el cielo empezaba a nublarse dándole un aspecto fantasmagórico a dicho molino. Janette se dirigió a la puerta y la abrió. Nosotros le seguimos adentrándonos al escondite secreto, el viento frío junto al aroma a lluvia se sentía con más fuerza, una tormenta se acercaba y era una que había sido pronosticada desde hacía mucho tiempo atrás cuando unos ladrones imprudentes robaron una estatua sagrada que no les pertenecía. Dentro se encontraba aquel hombre junto a su esposa quienes al ver a Ditollin junto a Befloir, solo largaron unas pequeñas exclamaciones de pesar seguidas de algunos suspiros angustiosos; pero nada cercano a un saludo o una palabra propiamente dicha. Janette cerró la puerta a nuestras espaldas acabando con el fresco de la noche tormentosa, sin perder tiempo me dio las indicaciones que seguiría al pie de la letra para salvar a esos hombres.

- Jean necesito que te quedes aquí para cuidarlos. Si esa desgraciada se entera de esta ubicación antes de que pueda dar con ella entonces todo será en vano

- ¿Qué es esa cosa Janette?- le pregunté asustado recordando el singular aspecto de aquella mujer zorro

- El asesino de los Yokai querido, pensé que ya lo sabías- sonrió ella con dulzura

- Sabes a lo que me refiero- le respondí molesto- no es un ser humano sino una cosa con nueve colas de un zorro y orejas de un animal cuya forma parece ser humana ¿Qué diablos es?

- ¡Oh dios mío!- murmuró Befloir horrorizado, al parecer él sabía de lo que estaba hablando

- Es una Kitsune, Jean- me respondió Janette dejando de lado su sonrisa y hablándome con un tono demasiado serio, quizás más serio de lo que esperaba cuando le pedí que me respondiera la pregunta y más serio de lo que deseaba en ese momento – es un Zorro mágico femenino cuyos poderes sobrepasan al resto de los Yokai, siendo pocos los que pueden enfrentarlos, entre ellos los Catinus

- ¿Los qué?- pregunté sorprendido al oír dicho nombre misterioso

- Hombres Gato- continuó ella conservando ese tono severo- estos idiotas destruyeron la estatua de una deidad que algunos templos del Japón veneran. Al hacer eso han provocado la ira de los Yokai y ellos mandaron a una Zorra capaz de hacer todo tipo de artimañas mágicas con intenciones de recuperar la estatua matando a sus ladrones. Sin embargo ella es solo una de muchas criaturas que pueden tomar su lugar si llegase a fracasar y no puedo garantizar la victoria si llegaran a enviar a otras criaturas como un Draco o un Elfo entre tantas. La Kitsune es una Ronin, eso quiere decir que en el pasado fue una soldado honorable que servía a un shogun y este murió por su culpa, fuese que lo asesinó o que no pudo defenderlo. Si ella está aquí es porque los Yokai creen que ella carecerá de escrúpulos al cumplir su misión, espero equivocarme; pero su actuación en el palacio de Rotisier me da una idea de hasta qué punto puede llegar para…

No pudo terminar de hablar porque la puerta del molino se abrió de un solo y fuerte movimiento. Escuchándose un trueno seguido de un rayo que ilumino el portal de aquel escondite, la Kitsune apareció delante de nosotros. Todavía desconozco el cómo pudo saberlo e incluso intuir en ese preciso momento que sus presas estaban reunidas allí, sin embargo eso no importaba en ese momento. Ella nos observó y nos dijo con una voz fuerte, carente de feminidad alguna e incluso severa al punto de que parecía un ladrido antes que una orden

- Solo vine por los sacrílegos, ustedes tres no tienen nada que ver en esto, lárguense ahora

Janette se puso delante de nosotros y, desenvainando su sable, la provocó con su tono de mofa, sonriendo mientras lo hacia

- Vaya Ronin ¿por qué tardaste tanto en aparecer? podía oler tu aroma a deshonor desde un kilometro de distancia

- Y yo puedo oler el tuyo desde un país de distancia Draco- le respondió la Kitsune manteniendo su actitud disciplinada e irascible- ahora lárgate que no es contigo mi batalla

- ¡Pero yo deseo participar!- se mofó Janette golpeando el suelo con su bota negra haciendo una rabieta similar a la de una niña pequeña- ¡vamos! ¿qué dices? te desafío a un combate de honor para que puedas sentirte mejor por lo de la estatua

- ¿Honor, Draco?- le preguntó la Kitsune molesta e indignada ante lo que oía- ¿Qué hay de honorable en el robar un articulo sagrado y destruirlo para venderlo? Si deseas retarme a un duelo, lo aceptaré; pero antes debo limpiar la basura

Los ojos azules de la Kitsune brillaron con una intensidad similar a la del sol. Lanzando su espada al aire, ella dijo algo en un idioma incomprensible e indescriptible para mí. La esposa de aquel hombre pelirrojo, cuyos ojos se habían vuelto igual de fríos que una canica, agarró el cuerpo de su esposo, largando gritos inarticulados similares a los que en teoría largaban las personas poseídas por el demonio en la edad media, obligándolo a agacharse en señal de reverencia. La espada aterrizo sobre la espalda de aquel hombre y el filo salió por su pecho ensangrentando.

- ¡Hija de puta!- gritó Janette dejando de lado cualquier mofa o burla ante su adversaria. Levantó su espada con intenciones de matarla; pero una especie de pared, de cristal azul, nos rodeo casi de inmediato, la Kitsune tenía su brazo extendido sobre nosotros con su mano abierta

- Espera tu turno- le respondió la Kitsune esbozando una sonrisa maligna- antes debo terminar mi misión, luego tendremos nuestro combate

- ¡Desgraciada!- exclamó Janette golpeando aquella pared de cristal con su puño cerrado sin poder romperla

La esposa del difunto ladrón, todavía poseída por la magia de aquel monstruo, sacó la espada ensangrentada de la espalda de su víctima y, largando otro grito desgarrador, se abalanzó sobre Befloir, sin embargo Ditollin sacó un pequeño fusil del bolsillo de su pantalón y le disparó en el pecho a aquella pobre mujer matándola en el acto. Por desgracia, no pudo cargar a tiempo para evitar la patada voladora de la Kitsune, cuyo impacto fue tan devastador al igual que fuerte al punto de hacerlo atravesar la pared.

- ¡Ditollin!- gritó Befloir corriendo con desesperación a donde estaba su estimado amigo; pero era tarde, este estaba en el suelo muerto, con su boca manchada de sangre- ¡oh no! ¡no por favor!

La Kitsune se acercó al lloroso Befloir saliendo del molino, lo tomó de su cabellera y, de un solo movimiento de su mano, golpeó su garganta acabando con su vida. Los ladrones estaban muertos, Janette furiosa se volvió intangible pudiendo salir de su prisión de cristal. Cuando la Kitsune se volteó para vernos encontró a Janette delante de ella. En su mirada se veía una ira como pocas veces se podía observar en sus ojos. El sonido de los truenos se oyó más fuerte que antes, la lluvia comenzaría de un momento a otro

- Llega tarde Draco- rió la Kitsune- los ladrones fueron asesinados

- ¡Y pronto los acompañaras maldita asesina!- rugió Janette

- ¡No soy una asesina!- se defendió la Kitsune- soy una enviada de la justicia con la misión de recuperar la estatua de Lin-Net y vengar la muerte de uno de sus sacerdotes ¡mi nombre es Gian Li! ¡hija de la General Yeng de las tropas orgullosas del Chirapon y antigua Samurái bajo el mando de nuestra emperatriz Lin-Tara!

- ¡Y yo soy Janette Turox! la ultima Mosquetera en pie y tu futura verduga- le respondió Janette furiosa, la fresca brisa de la tormenta movió sus blancos cabellos junto con su pluma tras decirle eso - por haber asesinado a esas personas sin un juicio justo te reto a un combate de honor ¿aceptas o eres una cobarde?

- ¡Acepto!- rugió Gian Li, la Kitsune, colocándose en una pose de pelea añadió- y será un placer el poder acabar contigo, Princesa de plata

Sorprendido ante tal revelación no tuve otra opción que ver allí, atrapado e incapaz de poder hacer algo para ayudar a mi amiga, como ambas mujeres guerreras iniciaban un combate a muerte por el honor.