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Chapter 24 - CAPITULO 23: JANETTE CONTRA EL TIGRE, UN COMBATE ROMÁNTICO Y ÉPICO

Adentrándose por la ventana, El Tigre, se dispuso a caminar por los pasillos en dirección a donde nosotros estábamos. Acercándose a la Mona Lisa, se detuvo a verla solo para tocarla por un minuto, minuto que no quise desaprovechar para tratar de tomarlo por sorpresa; pero la mano de Janette me tomó del hombro y me jaló hacia abajo, colocando su dedo índice sobre su boca susurro

- Shhh- sin perder tiempo añadió- solo mira

Indignado observé al Tigre tocar la pintura con sus propias manos y pasar sus dedos sobre el lienzo, al poco tiempo noté que la pintura tenía un borrón en dicho lienzo. El Tigre se restregó el índice con el pulgar largando un quejido pensativo. Janette sonriendo dijo

- Ahora podemos actuar

Saliendo del escondite le dijo al Tigre

- Había oído rumores de ti y he de decir que te vez mas apuesto en persona que en retratos pintados- sorprendido, El Tigre, se dio vuelta para confrontarla. Largando una risa demasiado seductora, habló con una voz demasiado profunda y gruesa

- Tú también te vez más hermosa de lo que te describen Janette- su respuesta la hizo sonrojar y sonreír largando un suspiro de enamorada. Obligándose a reaccionar a aquel halago, Janette, dio vuelta su cabeza diciendo

- Los halagos no te llevaran a ningún lado gatito, sabes porque estoy aquí ¿verdad?

- Si y déjame decirte que dicha noticia es una infamia- le respondió el Tigre dejando de lado su tono seductor; pero aquel acento Español aun se mantenía en su voz- no pienso ni deseo robar la Mona Lisa ¿a quién favorecería con ello?

- ¡Lo sabia!- exclamó Janette con un tono de alegría, moviendo su codo hacia abajo en señal de alegría. Recomponiéndose en el acto, sonrojándose de nuevo, colocando sus brazos en la espalda y dando pequeños movimientos a los costados con su cabeza, dijo- lo siento, je, me emocione… como sea, Tigre, sé que eres inocente; pero no deseo que te vean cerca de la pintura. Debo pedirte de forma amable que te marches

- Lo siento Janette- le respondió el Tigre sonriendo y colocándose en pose de pelea- pero mi nombre está en juego aquí, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras me desprestigian deliberadamente para los sucios fines de verdaderos ladrones

- Entonces hagamos lo siguiente- sugirió con una sonrisa, Janette, desenvainando su espada y colocándose en pose de pelea- peleemos y el vencedor decide que harás o que no harás ¿aceptas el reto?

- ¡Adelante!- exclamó El Tigre dando inicio al combate amistoso

Se vieron por un simple minuto mientras mantenían su pose de combate, sin siquiera esperar un movimiento, ambos atacaron a la vez. El sonido de las espadas al chocar resonó por todo el pasillo. Las espadas chocaban hacia arriba, luego fueron hacia abajo y finalmente la muñeca de Janette movió la espada hacia un costado logrando detener un avance recto hacia su pecho. La Mosquetera intentó ir a la cabeza del Tigre; pero este retrocedió mientras su espada esquivaba los avances de Janette moviendo su brazo con rapidez hacia los costados. La mano izquierda de Janette posaba sobre su cadera sin intenciones de moverse siquiera, por otro lado, la mano izquierda del Tigre se mantenía alargada sobre su costado, por momentos su brazo se encogía; pero los movimientos de Janette le impedían poder tomar el riesgo de golpearla. Los combatientes se movían por los pasillos, siendo Janette quien tomaba la delantera obligando a retroceder al Tigre quien se veía muy emocionado con dicho combate. Tomando una armadura de decoración, que se encontraba cerca de una puerta, pudo detener los avances de Janette al tirarla al suelo. Alejándose uno del otro respirando de forma agitada, se podía ver una sonrisa en sus rostros despertando celos en mi interior por motivos que desconocía por completo.

- ¡Nada mal!- la halagó el Tigre- ahora es mi turno de pedírtelo de forma amable

Colocando su espada en su espalda y haciéndole una reverencia formal, le preguntó

- ¿Bailamos?- tras pedírselo, volvió a colocarse en pose de combate. Janette se sonrojo al punto de que su rostro se parecía un tomate y largando humo por su nariz le respondió

- Creí que nunca me lo pedirías

El combate reinició, siendo esta vez el Tigre quien tomó ventaja. Sus movimientos eran demasiado directos y suaves a la vez, sus avances eran ininterrumpidos. Ambos se movieron a donde estaba una sala más grande y circular. Allí contemplé un combate que si pudiese describirlo con una sola palabra seria: un baile

El Tigre y Janette bailaban al ritmo que sus espadas producían al chocar. Solo que, esta vez, ninguno trataba de tomar la ventaja sino que iban en círculos con movimientos lentos. Aquello me extrañó e incluso me hizo preguntarme si ella necesitaba ayuda cuando tuve una alucinación, posiblemente provocada por los nervios y lo escalofriante de la noche. Ante mis ojos el Tigre y Janette dejaron de combatir para estar los dos bailando en un salón enorme iluminado por las luces de las velas que habían a su alrededor. El Tigre ya no llevaba su disfraz sino que ahora era un hombre de piel blanca con cabellos largos y un bigote negro fino junto a una pequeña barbilla, llevaba un traje negro de gala con guantes blancos. Janette, por otro lado, se veía hermosa, al punto de sentirme celoso de verdad. Llevaba un hermoso vestido blanco de gala que dejaba ver el inicio de sus senos, con sus brazos descubiertos. Su cabello plateado largo y arreglado tenía una tiara blanca de perlas con varias flores rojas acomodadas en su cabello, su mirada era la de una mujer enamorada. Llevando unos zapatos negros con tacos demasiado elegantes junto a unos guantes blancos resplandecientes. Ambos bailaban una hermosa pieza de tono español. El Tigre sostenía su cadera junto con su brazo derecho y ella se movía con una gracia demasiado femenina. De un solo movimiento, el Tigre, la hizo dar unas vueltas en círculos alejándola y acercándola, una vez que las vueltas terminaron, Janette, cayó al suelo y el Tigre la sostuvo de la cadera con su brazo izquierdo evitando que su cuerpo tocase aquella pista de baile. Sus cabellos plateados casi rozaban el piso, de un solo movimiento, El Tigre la reincorporó y ella se acercó aun más a él. Sus masculinas manos acariciaban su suave mejilla y viceversa. Aquella boca roja, debido a la ardiente pasión, se acercaba a la suya. Ambos cerraron los ojos para besarse. Dicha ilusión terminó cuando Janette logró cortar con el filo de su espada una parte de su camisa junto con su brazo, de otro movimiento logró cortar la pierna del Tigre obligándolo a caer. Eran solo unos pequeños tajos; pero debieron ser lo suficientemente dolorosos como para obligarlo a soltar su espada y caer al suelo. Janette se puso delante de él, todavía sonrojada, esbozando una sonrisa de felicidad le dijo con un tono demasiado juvenil:

- Gané

- ¿Lo hiciste?- preguntó el Tigre con ese acento español seductor

- Sin embargo considero que tienes derecho a limpiar tu nombre, por lo que nos ayudaras- continuó Janette con su tono amistoso, largaba demasiado humo de sus fosas nasales- bajo la condición de que harás todo lo que te diga ¿entendido Don Juan?

- ¿Cómo podría decirle que no a una dama tan hermosa como tú?- le respondió el Tigre sonriéndole de forma seductora

- Ahórrate los halagos lindura, tenemos trabajo que hacer- rió Janette ofreciéndole la mano para levantarlo

- Si señora- afirmó el Tigre tomando la mano de Janette

Ella lo incorporó, ambos se vieron de manera casi pasional en silencio por unos minutos, después volvimos al lugar donde se había realizado el crimen que nos interesaba: el robo de la Mona Lisa.