NÉMESIS: del griego "memoria"; pero también es usado para describir al opuesto u enemigo de un héroe dentro de la realidad y la ficción. Por lo tanto, siendo Janette una heroína sin igual, entonces no era una locura, o una estupidez, que ella también poseyese una Némesis, en este caso era alguien llamado Kitsune la Ronin, la guerrera sin honor.
Todo comenzó unas semanas después del caso de Jaques el asesino de los bosques negros. Un misterioso crimen se había dado en la casa de Monsieur Tunset. Alguien había entrado a su habitación de noche y lo asesinó cortándole la cabeza, junto a su mano derecha. La criada encontró el cuerpo a la mañana siguiente y, tras gritar de horror cayendo desmayada por unas horas, dio aviso a la policía. Sabresse llevaba el caso; pero el modo de actuar del asesino era demasiado extraño, no había sido un robo ni mucho menos un intento de secuestro fallido. Solo un asesinato demasiado extraño; pero que Janette se tomó como personal al leer el periódico
- Últimamente los periódicos son mejores clientes para casos importantes que los clientes en sí- señalé al ver la expresión de interés que tenia Janette al leer dicha noticia
- La prensa siempre será aliada de la justicia mientras se comprometa a decir la verdad y no su verdad de los hechos- me contestó ella con un tono serio que rara vez usaba al tomar un caso. continuaba leyendo la noticia en silencio y, tras terminar de informarse, puso el diario en la mesa exclamando- ¡esto es grave! ¡tenemos que intervenir antes de que ocurra otro crimen de igual magnitud!
- ¿Piensas que el asesino volverá a actuar?- pregunté sorprendido y Janette me respondió
- ¡Sé que volverá a actuar! ya había visto esto antes… en mi juventud; pero no creí que volvería a verlo otra vez… por lo menos no en esta ciudad- levantándose de la silla y tomando su sable junto con su Mosquete, Janette se dirigió a la salida de nuestro cuartel de operaciones- acompáñame Jean, debemos evitar que ellos maten a otra persona
- ¿Ellos?- pregunté sorprendido levantándome de mi asiento y siguiéndola hacia la salida, Janette se dio vuelta y me miró con una severidad que no la creí posible de alguien tan risueño como ella
- Si ellos- con un tono demasiado sombrío añadió- los Yokai
Tras decir aquel extraño nombre, Janette, cruzó la puerta saliendo al exterior, sin perder un minuto, la seguí a ese extraño mundo que, al parecer, ella conocía demasiado bien para ser el fantasma de una peculiar ciudadana parisina.
El primer lugar que visitamos fue la escena del crimen. Aunque el cuerpo ya estaba listo para ser enterrado y todas las evidencias se habían encontrado. Janette, de todos modos, entró a la habitación de Tunset para buscar alguna evidencia que pudiese vincular el crimen de aquel pobre hombre con ese tal Yokai.
La habitación era elegante, una cama de roble con sabanas blancas, ventanas con marcos dorados y paredes tapizadas con líneas azules. Los muebles, como no podían ser de otra forma en una casa tan lujosa, también eran de roble. Janette se acercó a donde estaba la mesa de noche del fallecido Tunset y la abrió buscando algo en particular; pero no había casi nada. Cruzándome de brazos le dije
- Janette, la policía ya debió revisar este lugar de cabo a rabo. Sabresse podrá no ser el mejor inspector de policía de toda Francia; pero no creo que sea tan incompetente en su trabajo como para poder dejar algún cabo suelto en un crimen de esta magnitud
- No busco pistas para deducir quien fue el asesino Jean- me respondió Janette hurgando en dicho cajón leyendo cuanto papel encontraba- ya sé quien fue
- Sí, me lo has dicho, Monsieur Yokai junto a su familia, quizás debamos ir a detenerlos cuanto antes en lugar de perder el tiempo aquí- le respondí molesto con los brazos cruzados todavía y apoyándome sobre la pared. Janette largó una fuerte carcajada al oírme decir eso. Molesto, le pregunté- ¿Qué es lo que te causa gracia?
- Tu inocencia Jean- me respondió ella risueña mientras continuaba hurgando en el segundo cajón- Yokai no es una persona o una familia querido, los Yokai son criaturas mitológicas muy poderosas que residen dentro de los bosques y templos abandonados del Japón
- ¿Y qué carajos hacen aquí en Francia?- pregunté indignado ante tal revelación
- Ajustando algunas cuentas personales y atando cabos- me respondió Janette revisando el ultimo cajón, fuese lo que fuese que buscaba lo pudo hallar porque, al poco tiempo, exclamó- ¡lo encontré!
Incorporándose detrás de mí, dejando de mostrarme sus atractivas posaderas, ella me dio un papel que tenía varios nombres anotados en él. Con una expresión seria, a pesar de que la comisura de su labio izquierdo esbozaba una pequeña sonrisa, me dijo
- Tenemos que dar con estas cinco personas cuanto antes, caso contrario ellos serán historia para la media noche.