Las noticias ocupaban todos los diarios del país, e incluso en los de las naciones extranjeras, y no era de extrañar que aquello pasara. Al fin y al cabo, los abominables asesinatos de ancianos debían ser algo de qué preocuparse, en especial cuando no se sabía quién era el asesino.
Todo comenzó unas semanas después de lo ocurrido con el fantasma del cuarto 106. Una venerable anciana fue encontrada muerta en su hogar por su propio nieto, al parecer había muerto en base a fuertes golpes que recibió en todo su rostro, caderas y pecho. Nada parecía indicar que hubo un robo o algo similar a uno. A las pocas semanas un evento similar había ocurrido y el Inspector Sabresse, quien hasta ese momento sospechaba del joven nieto de la víctima, tuvo que cambiar sus teorías e intentar encontrar un patrón a los asesinatos. El problema era que no lo había. Las dos señoras mayores no se conocían de nada, no tenían una amistad en común o un familiar en común, incluso ambas mujeres iban a comprar sus alimentos a lugares distintos. Sabresse comenzó a sudar cuando un tercer cuerpo fue encontrado. Esta vez era un hombre de unos setenta años que apenas si pudo poner resistencia a su agresor y, si eso no fuese algo malo, la víctima ni siquiera era residente de la ciudad de París sino que vivió en Orleans toda su vida hasta que vino a visitar a su nieto unas semanas antes de su muerte. No había palabras en los diarios, o en las bocas de las personas, para describir a aquel monstruo que asesinaba ancianos por placer. Janette se veía seria y pensativa, debo haber estado a su lado durante esas semanas como más de diez horas, donde esperábamos futuros casos. En esas semanas, ella, no sonreía como antes ni tampoco parecía interesada en hablar conmigo, como si estuviese aguardando algo, ¿un pedido por parte de Sabresse para que lo ayudase a investigar el caso? Podría ser; pero en ningún momento vi que ella intentase desacreditar al Inspector o solo exasperarse por su estupidez al llevar un caso tan importante sin pedirle ayuda alguna. Janette se quedaba allí, sentada, con las piernas sobre la mesa y su sombrero puesto sobre sus ojos a la vez que escuchaba una especie de ronquido, o algo similar a uno. Una expresión seria y, después, silencio por unas horas hasta que volvía a ocurrir.
Al ocurrir el quinto asesinato fue que yo mismo decidí actuar cuando leí en el periódico que la victima de sesenta años murió, debido a una brutal golpiza, me indigné y golpeé el periódico en la mesa de Janette exclamando
- ¡Asesino bastardo!, ¡no lo puedo soportar más Janette!, ¡tenemos que investigar este caso!
Su silencio solo hizo que mi furia se acrecentara por lo que pregunté
- ¡¿Es que acaso esto no te indigna?! ¡ya van cinco muertes y Sabresse no sabe quién puede ser el asesino! ¡no hay patrones! ¡no hay pistas ni nada que pueda indicar quien pudo cometer tales atrocidades!, has podido dar en el clavo por medio de tu telepatía y tu ingenio con dos casos difíciles, esas personas te necesitan Janette ¡¿y piensas quedarte aquí sentada durmiendo mientras los demás mueren?!
- Si me necesitaran entonces habrían venido a mi puerta ¿no lo crees Jean?- me respondió ella con indiferencia, totalmente sorprendido, fue que exclamé
- ¡No puedo creer lo que oigo! ¡¿acaso es la misma fantasma que me dijo maravillas sobre sus ideales de justicia y valor, de cuán importante es el preservar la vida, quien ahora actúa de forma egoísta y fría?!- completamente decepcionado me dirigí a la puerta a la vez que añadía- iré por mi cuenta a buscar al asesino "heroica Mosquetera" tu puedes quedarte allí sentada sin hacer nada, ¡gracias!
- Puedes empezar buscando a Joan Depaxteur, allí será donde podrás encontrar todo lo necesario para poder avanzar tu investigación- me dijo Janette con un tono tranquilo a la vez que la veía sonreír por primera vez en todas esas semanas
- ¡Gracias!- dije con brusquedad retirándome de allí
Y en efecto que busqué a la joven Joan Depaxteur, debí pasar horas buscando su dirección por medio del correo, a quienes les expliqué el porqué de mi presencia y cuanto deseaba descubrir quién era el asesino. Los del correo asintieron, buscamos, durante horas, la dirección de la joven Depaxteur; pero no encontramos nada, ni siquiera un familiar o algo por el estilo. Sorprendido, por no poder encontrar alguna pista sobre esa muchacha, decidí ir al cementerio para hablar con uno de los familiares de las víctimas, quienes estaban enterrando a su familiar muerto, el lúgubre lugar mostraba más un aire melancólico antes que terrorífico aquella tarde nublada. Fue allí donde, buscando a los familiares, me topé con una tumba que decía "aquí yace Joan Depaxteur 1775- 1794" era una tumba de una muchacha joven de diecinueve años que murió durante la época de la revolución, hace varios años atrás.
- Joan Depaxteur fue una joven muchacha, hija de un panadero de París, que murió durante la época del terror de Robespierre- me habló a mis espaldas Janette con un tono tranquilo- esa época, posterior a la muerte del rey de Francia, es conocida por ser un caos tan terrible que nadie podía ni vender el pan a un precio determinado sin que fuese acusado de enemigo de la revolución. Joan siendo la hija de un panadero , intentó hacerse cargo del negocio de su padre, luego de que este fuese asesinado en la misma revolución, sin embargo algunas de sus clientas, celosas por su belleza y por el hombre con quien se iba a casar el cual era un valiente soldado bajo el mando de Napoleón, decidieron denunciarla con el oficial a cargo del Terror de Robespierre, él la apresó y luego la decapitó
- ¿y qué ocurrió con su novio?- pregunté sorprendido ante lo que me contaba Janette
- querías saber quién es el asesino de ancianos ¿no?- me preguntó Janette tomando mi hombro y llevándome un poco lejos de la tumba, a la distancia, pude ver a un hombre mayor, desgastado, que apenas si podía moverse con su bastón, llevando unas flores a la tumba de su antigua novia- Jean, déjame presentarte al culpable de estas muertes: su novio. Él estuvo en una campaña militar lejos de París cuando ocurrió lo de Joan. Al enterarse de su ejecución y del por qué fue arrestada, tardó años en planear una complicada venganza contra sus asesinos
- pero si las ancianas no se conocían de nada y…- protesté a lo que Janette me dijo
- ¿acaso para denunciar a una persona debes conocer a los que te acompañan en dicha denuncia o sabes los nombres de todos los que van a comprar el pan durante las mañanas? Aquello fue espontaneo. Ninguna de las acusadoras se conocían ni lo planearon en conjunto, la envidia las hizo actuar casi simultáneamente, el oficial a cargo era el anciano de Orleans quien cumplía funciones momentáneas en París en ese momento
- ¿pero por qué ahora?- pregunté asombrado, Janette, con un tono de pesar, me respondió
- porque toma tiempo, demasiado tiempo, saber quiénes fueron las que la denunciaron en aquella época caótica donde apenas si habían registros. No quería matar a inocentes, solo a las culpables, que no se conocieran entre ellas tampoco ayudaba a que el proceso se acelerara; pero la disciplina, la templanza y el ardor de justicia fueron motor suficiente para no ceder ante su trayecto de venganza. Cuando, por fin, pudo saber quiénes eran las que acusaron, casi a la vez, a Joan y quien se hizo cargo de su ejecución. Procedió a buscarlas y matarlas, una por una hasta que la ultima asesina de Joan pagó por sus acciones
Viendo a aquel hombre, cuyo cabello ya no existía, con su sombrero en mano, colocando las rosas en la tumba de su novia, fue suficiente para que entendiese que de nada servía siquiera el pedirle respuestas por sus acciones. No debió pasar menos de una hora que aquel hombre se retiró de allí con la cabeza baja y Janette no dijo palabra sino hasta que lo vimos perderse en el horizonte.
- ¿sabes? es gracioso como la muerte tiende a redimir a las personas sin antes saber quiénes fueron en vida y si su crudo final no fue algo que ellos mismos provocaron
- ¿dices que los asesinatos terminaron Janette?- le pregunté esperanzado, ella asintiendo con su cabeza me dijo
- si, la muerte de Joan, por la envidia de sus conocidas, ya fue vengada y su novio no tendrá mucho por qué vivir a futuro- tomando mi brazo, con cariño, me dijo- volvamos a la catedral Jean, hace mucho frío y no deseo que te resfríes amigo mío
- si Janette- asentí y nos retiramos de allí
A la mañana siguiente, saldría una noticia en el periódico que informaría sobre la muerte de un quinto anciano, debido a un paro cardíaco, las descripciones coincidirían con el novio de Joan. En la noticia se diría que, aquel hombre, tenía una sonrisa en los labios a pesar de estar muerto. Tras esa noticia, el asesinato de ancianos terminaría tan abruptamente como había iniciado y nadie, nunca, sabría quien fue ni por qué. Siendo un verdadero misterio sin resolver en todo París durante mucho tiempo, debido a que nunca se investigaría las victimas sino a su victimario, sin antes preguntarse ¿quién fue la verdadera victima en esta historia?