Los ruidos de cadenas no se hicieron esperar, los gemidos tampoco. La puerta del armario se abrió abruptamente, las velas que había en dicha pieza apenas la alumbraban, su cuerpo resplandecía en medio de esa oscuridad a la vez que se nos presentaba gimiendo y arrastrando sus pies. En su mirada se veía un gran pesar. Sus gemidos eran escalofriantes, las cadenas se veían demasiado grandes y pesadas a la vez que su forma de moverse era lenta; pero segura. Sin poder evitarlo comencé a temblar de miedo; pero la suave mano de Janette sujetó la mía dándome tranquilidad, su mirada de valor junto a su dulce voz murmurándome al oído me tranquilizaron
- Tranquilo- me susurró al oído- cuidare de ti, estas a salvo
Después se puso delante del espectro, posando sus manos sobre su cadera ella le dijo
- Oye viejo, ¿piensas estar allí en el armario gimiendo toda la noche o qué? Hay personas que quieren dormir, entre ellas nosotros
- ¡Saaalgaaan de mi cuartoooo!- gimió aquel fantasma con un tono lúgubre, haciendo que mis nervios se crispasen al verlo
- ¿Tu cuarto?- preguntó Janette con una sonrisa maliciosa- ¡cielos!, lo sentimos mucho; pero este es nuestro cuarto, ¿acaso el recepcionista te dio la llave equivocada?
- ¡Buuuuuu!- gimió el fantasma acercándose más a Janette; pero ella no parecía perder el temple ante ese espectro- ¿qué hacen en mi cuartoooo?, ¡este es mi cuartoooo!
- Intentábamos dormir o hacer otras cosas antes de que aparecieras- le respondió Janette sonriendo de forma desafiante- y te repito que este es nuestro cuarto, ahora márchate
- ¡Esteee lugar fue mi prisión antes de que me ejecutaraaan!- nos dijo el fantasma a lo que Janette riendo le respondió
- Pues al parecer tu celda debió ser lo mejor que te paso en vida para que quieras venir a visitarla en lugar de estar con tus seres queridos
- ¡Soy un alma en penaaaa!, ¡ellos me asesinarooon!- insistió aquel fantasma alzando las manos y moviendo sus cadenas con ellas
- Dentro de poco tendrás un motivo más para estar triste y enojado si no te largas amigo- le respondió Janette sacando su Mosquete sorpresivamente debajo de su enorme manta azul de mosquetera, no tardo en apuntarlo al pecho añadiendo- ahora amigo, voy a contar hasta tres y si no te largas entonces esas cadenas no será lo único que te cuelgue de la ropa
Bajo su mira a donde estaban los pantalones de aquel fantasma quien seguía gimiendo; pero con ciertas dudas, como si se esforzase en fingir un lamento antes que lamentarse de verdad.
- Uno- contó Janette
- ¡No puedes matarme!, ¡soy un fantasmaaa!- continuó gimiendo aquel fantasma de forma forzosa, podía verse un cierto temor en sus ojos
- ¡Ah, qué bien!, yo también lo soy, ¿Cuál es la razón por la que te encuentras aquí?... dos
- ¡Aquí fue donde me ejecutarooon!, ¡morí hace años atrás!, ¡antes de la revolú…!- no pudo continuar con aquel lamento, que parecía casi un intento desesperado de asustarnos, porque Jannet terminó de contar
- Tres- después disparó
Posiblemente no supiese nada del mundo espectral en ese momento; pero por el modo temerario que Janette actuaba me dejaba a entender que ella no podía sufrir daño alguno de forma física, sin embargo con aquel fantasma de la habitación 106, al recibir el disparo, pude ver como sus pantalones explotaron en una lluvia de sangre, era como si una bolsa de papel lleno de tomate reventase delante de mí. La sangre cubrió el suelo junto con las paredes. Aquel espectro largó un grito de dolor autentico a la vez qué se arrodillaba sujetándose lo que quedó de sus testículos
- ¡Maldita perra!- rugió con voz fina aquel fantasma- ¡me dejaste eunuco!, ¡hija de puta!
- Al parecer el fantasma ahora si tiene un motivo valido para gemir- se mofó Janette cargando su arma, al ver eso fue que dije
- ¡Janette espera!, ¡no lo mates!
- ¡No!, ¡no por favor!- gemía aquel pobre diablo- ¡no lo hagas!, ¡ellos me obligaron!
- En algo tenias razón- sentenció Janette apuntando con su arma a la cabeza de aquel infeliz- aquí fue donde te ejecutaron
- ¡JANETTE NO!- grité; pero fue tarde, ella disparó y reventó la cabeza de aquel farsante acabando con su vida, mirando hacia abajo intentando no romper en llanto por lo sucedido solo pude susurrar- ¿Por qué?
Acercándose al cuerpo de su víctima levantó la camisa de la parte de atrás para sacar de la misma un fusil de mano que me lanzó diciéndome
- Luego te explico, ahora toma esto que sus cómplices tampoco son fantasmas
- ¿Cómplices?- pregunté sorprendido a lo que ella viendo el armario que había en la pared, donde se oía el sonido de varios pasos acercándose por allí,
Tomó mi camisa y con su sola fuerza me arrojó a donde estaba el costado de la cama diciéndome
- Ocúltate allí, los traficantes no se atreverán a dispararle a la cama
- ¡¿Janette de que…?!- no pude decir nada porque ya estaba en el costado de dicha cama a la vez que entraban varios hombres, entre ellos uno que llevaba ropas elegantes, sosteniendo armas de fuego. Janette disparó con su Mosquete al pecho de aquel hombre elegante, al poco tiempo entró otro sujeto que vestía como un rufián sosteniendo un revolver más moderno, sin pensarlo un solo segundo le dispare en el pecho acabando con su vida, al hacer eso, solté el fusil, con mi mano temblorosa, mientras murmuraba- ¡por dios!, ¡¿qué hice?!
- ¡Darme una mano, eso hiciste!- dijo Janette soltando su mosquete y desenvainando su espada- ahora quédate allí y trata de no vomitar tu cena
Sin embargo ya era tarde, ya había vomitado. Los demás rufianes aparecieron de la nada sosteniendo garrotes y pistolas, Janette le clavó su espada en el pecho a uno a la vez que le daba una patada en la cabeza a otro. Con su propia espada pudo atajar el golpe de una cachiporra de un tercer maleante. Ella se movía con rapidez e incluso gracia, una que esos delincuentes no tenían. El de la cachiporra perdió el brazo tras un rápido ataque de Janette. Quien recibió su patada le disparó al pecho; pero ella no cayó. Sin decirle nada le corto el cuello con rapidez. Centrando su atención en donde estaba el armario
- ¡Muchachos!, ¡¿está todo bien?!- gritaba una voz conocida desde el otro lado del armario- ¡¿muchachos?!
Saliendo del armario, el recepcionista apareció solo para ser atravesado en el pecho por la espada de Janette. Ella lo sostuvo, por un momento, de la camisa mientras que él tiraba su arma, al poco tiempo murió de pie con su expresión de horror, sorpresa y agonía.
Todo había terminado.
. . .
Me encontraba temblando debido al miedo y los nervios. Sentía como las pulsaciones de mi corazón corrían más que el caballo más rápido de Francia, jadeando, me vi a mi mismo de espaldas a la cama abrazando mis piernas a la vez que adoptaba una postura fetal. Janette se acercó a mí preguntándome
- ¿Te encuentras bien?- al ver que no tenia respuestas de mi parte se agachó para darme un abrazo, cuando me tocó largué un grito de miedo; pero ella inmediatamente me calmo diciéndome con voz suave- tranquilo Jean, tranquilo, ya paso todo, todo está bien, ya terminó amigo, ya todo terminó, lo hiciste bien mi bravo Mosquetero
Quizás se debiese al miedo, a la adrenalina, a los nervios que sentí en ese momento o, posiblemente, una suma de todo aquello que, al sentir la calma de Janette, no pude evitar largar a llorar. Ella continuó abrazándome a lo que le devolví ese abrazo colocando mi cabeza sobre su hombro para continuar con mi lamento. Estuvimos abrazados los dos durante toda la noche o por lo menos hasta pasada unas dos horas que la policía apareció para ver qué era lo que ocurría.
Sabresse caminaba por la habitación viendo la masacre que se dio en ella, largando un suspiro preguntó
- Janette, ¿acaso el crimen de asustar a las personas con un fantasma falso tiene que resolverse con una masacre innecesaria?
- Claro que no Inspector- le respondió Janette, quien estaba delante de mí. Me había recuperado del impacto inicial debido al combate producido; pero todavía me sentía muy sensible al evento, sin embargo estaba muy interesado en saber porque Janette había tomado esa decisión- pero el crimen de tráfico ilegal si puede ser una justificación para esta batalla
- ¿Trafico?- preguntó Sabresse sorprendido- ¿trafico de qué?
- De esto- le respondió Janette tomando el colchón de la cama y, de un solo movimiento, lo retiró mostrando debajo de la misma un segundo colchón que tenía en su interior varias botellas con ciento de bebidas importadas que, al parecer, no habían pasado por la aduana. A su lado habían medicamentos junto a algunas armas nuevas como la llamada Colt 45 usada en la reciente guerra Civil Norteamericana- trafico de bebidas, medicamentos y armamento, usted elige. Los muertos eran traficantes de alto nivel que usaban el hotel como lugar para sus turbios negocios
- Por favor explícate- le pedí a lo que ella, mirándome con ternura, me respondió
- Encantada
Con un tono ceremonial Janette empezó a explicar lo que ocurría
- Como ustedes sabrán este cuarto de hotel tenia la mala fama de estar embrujado. Por motivos obvios supe que algo raro debía ocurrir allí, debido a que un fantasma no suele vagar por un determinado lugar a una determinada hora a no ser que tenga un motivo valido por ello, sin embargo los motivos de dicho fantasma eran difusos e incluso carentes de sentido. Lo que no carecía de sentido eran los informes de constantes embargos de artículos traídos de contrabando o por medio de un tráfico ilegal de armas o medicamentos cuya base de operaciones aun era misteriosa. Al ver dicha noticia supuse que la habitación ciento seis en realidad era un lugar donde había otro tipo de actividad y esta no era para nada sobrenatural. Obviamente los traficantes habían elegido esta habitación y usando la historia turbia de donde antes estuvo dicho hotel, usaron como medio de distracción, e incluso intimidación, el cuento de un fantasma que aparecía a las tres de la mañana con intenciones de ahuyentar a los huéspedes. Logrando, de esa forma, mantener sus negocios sin temor alguno a que la policía, o cualquier otro curioso, se entrometiera en sus asuntos. Cuando llegué aquí fue que noté como el recepcionista reaccionó a mi interrogatorio, era obvio que él estaba enterado de lo que ocurría debido a que puso resistencia a darme la llave de la habitación. Al entrar a la misma tuve que buscar minuciosamente donde podrían estar los objetos, lo descubrí al acostarme en la cama y notar que esta era el doble de alta que una cama común, eso significaba que algo estaba escondido en la misma
- Mantener sus negocios turbios a salvo por medio de mitos y leyendas de fantasmas o espectros, muy ingenioso- dijo Sabresse sobándose el mentón
- No lo suficiente para mí- aseguró Janette con una sonrisa victoriosa
El caso estaba cerrado, ella me cuidó durante todo el camino de vuelta a la catedral, al entrar a la misma me senté y le dije:
- Lamento mi actitud de más temprano Janette- ella se dio vuelta para verme y continúe hablando- lo que sucedió… debo haberte avergonzado con una actitud tan cobarde y débil, es que yo…
- Tuviste miedo de morir- me respondió ella sentándose al lado mío- está bien, fue tu primera batalla de vida o muerte donde incluso mataste a alguien en defensa propia ayudándome en el proceso, es normal que tras algo así tengas miedo, ansiedad e incluso quieras mojar los pantalones
- ¡Janette!- exclamé sorprendido haciéndola reír
- Sin embargo te diré algo, todos pasamos por eso sin excepción durante nuestros primeros combates de vida o muerte, algunos lloran otros en cambio quedan hiperventilados e incluso he sabido de quienes se han asustado; pero luego de un tiempo se acostumbran, la actitud heroica no nace de un momento para otro, esta se encuentra en nuestros corazones; pero, como con el mármol, la vamos puliendo, hay quienes tienen miedo y se niegan a pulirlo; pero hay quienes, a pesar de lo ocurrido, desean tener otra oportunidad de demostrarse a sí mismos y demostrarle a los demás de lo que están hechos. Creo que la mentira más grande que se puede contar en dichas historias de heroísmo es que los héroes son valientes al actuar como irresponsables que no tienen miedo. Jean, el valor no es la ausencia del miedo, es tenerlo y aun así actuar, saber cuándo estar frente al arma y aun así enfrentar la muerte en lugar de rogar por tu vida. Los héroes reales son los que enfrentaron a la muerte con el corazón palpitando rápidamente en lugar de quedarse en su estatus quo solo por comodidad
- Dime Janette, ¿durante tu primera batalla de este estilo? ¿lloraste como yo?
- Estaba tan asustada que al acabar dicha batalla me acurruqué en un lugar que creí seguro y me quedé allí durante horas hasta que el hambre me obligó a salir de mi escondite- me contestó ella sonriendo tomando mis brazos con calma- no recuerdo si lloré o no; pero sí que tuve pesadillas durante unos días hasta que me habitué a ello
- Gracias- le dije sonriendo a lo que Janette me preguntó
- Jean, ¿deseas seguir adelante o crees que esto es demasiado para ti?, no te juzgaré mal ni mucho menos me enojaré contigo si me dices que no, incluso seguiremos siendo amigos; pero necesito saber qué es lo que harás a continuación, por tu bien y por el mío
Tras pensarlo solo un minuto que fue más que suficiente para ambos le respondí:
- Quiero seguir adelante Janette, deseo ayudarte estando a tu lado
- Muy bien Jean- me respondió Janette sonriendo- eres un muchacho valiente ¿sabías? Otros incluso habrían usado lo negativo de la batalla como una excusa para negar su cobardía y hacerse ver a sí mismo como víctimas, por fortuna no eres de ese tipo de llorón
- ¿Cuál es el siguiente caso Janette?- pregunté sonriendo a lo que ella me respondió con una voz maternal que terminó por quebrarme por completo
- No te apresures, antes debemos descansar un poco de esta noche agitada que vivimos, cada cosa en su momento muchachito- luego de decir eso yo volví a llorar a lo que ella me abrazo, puse mi cara en su regazo a la vez que ella acariciaba mi cabeza, quedándonos así durante toda la mañana mientras el sol nos iluminaba a ambos por medio de los vitrales.