Se había recostado en su cama, en su sonrisa se veía una seguridad, sin lugar a dudas, muy grande, sin embargo yo no veía solo su sonrisa, también la veía a ella.
¿Sería inapropiado decir lo que sentía por ella en ese momento? ¿Sería inapropiado decir que en ese preciso instante en que la vi acostada en su cama sentí algo nuevo en mi interior? Era un pequeño nervio extraño, en un principio lo atribuí a la situación en la que estábamos metidos, un cuarto embrujado donde mi única compañía era una fantasma que deseaba agredir a otro solo por asustar a los inquilinos de dicha habitación; pero a medida que la veía, sentía que los nervios crecían y no por el fantasma del cuarto 106 sino por la fantasma que tenía enfrente, ¿Cómo lo pudo describir sin sonar mal, sin parecer un pobre degenerado que mira de forma incorrecta a las mujeres aunque estas sean espectros?
Lo primero que vi fueron sus manos, se había quitado un guante para acariciar las sabanas de dicha cama, era un comportamiento raro; pero lo hacía. Tocaba las frazadas, las sabanas y las colchas con su mano cuyos dedos eran largos y finos junto a unas uñas largas; pero de delicado aspecto. Incluso la suavidad de su piel era visible desde lejos, sonrojándome un poco, miré sus botas marrones, estas parecían marcar sus pies y pantorrillas, el rubor creció sin darme cuenta siquiera. Dichas pantorrillas eran marcadas por sus botas al punto de notarse cuan fuertes y resistentes eran. Debían serlo para poder soportar la acción que Janette deseaba usar sobre sus oponentes. El pantalón de Janette mostraba no solo sus piernas fuertes sino cuan duras, atléticas y bonitas eran. Su cuerpo era otra historia. Sus senos se veían grandes, al punto de que se remarcaban en aquella tela azul que ella poseía. Sus brazos se veían gráciles, musculosos y también resistentes. Su cadera era delgada y sus pantalones mostraban su ancho vientre. Cuando fui a donde estaba su rostro, pude notarla observándome, no con enojo sino con agrado. Con una voz dulce ella me preguntó
- ¿Vez algo que te guste?
- Solo note que estabas acariciando la cama- le respondí asustado a la vez que me sonrojaba al punto de parecer un tomate- me pareció llamativo nada mas
- Creo que notaste más que eso- me respondió Janette con una sonrisa agradable, riendo dijo- pero no te apresures amigo, no tengo nada en contra de las relaciones laborales; pero no estamos aquí solo para portarnos mal, sino para poder dar con el fantasma
- ¿Qué hora es Janette?- pregunté nervioso tratando de desviar el tema de la conversación
- Aun es temprano- me contestó ella sonriendo- pero por favor, no te preocupes por ello, hablemos un poco dime ¿tienes novia?
Dando un suspiro de pesar le contesté
- Apenas si tengo contacto humano con los demás, no tengo amigos, novia ni a nadie, con excepción de ti; pero algo me dice que tú ya lo sabías Janette
- Sip- me contestó riendo- ya lo sabía, ¿puedo preguntar por qué?
- No lo sé amiga- le dije con pesar- lo intente; pero… ¡ah!, ¿a quién engaño?, si sé la causa, estos anteojos Janette, me hacen ver como un intelectual sabelotodo que nadie quiere tener cerca, suelo ser muy objetivo y eso cansa a los demás quienes son más apasionados que intelectuales, ser inteligente puede ser algo bueno; pero trae consigo la soledad al no saber sentirse comprendido, entendido y querido
- Te comprendo, cuando era una niña yo también me sentía solitaria, veras… mis padres murieron cuando contaba con unos cinco años de edad, estaba sola durante ese tiempo, sobreviviendo en las calles como podía, después vino la guerra… en realidad fue la revolución Francesa; pero yo lo sentí como una guerra, siendo vista como una bastarda por los demás, me sentí humillada, pisoteada y dejada de lado- sus facciones se podían ver tristes y con un resentimiento muy grande ante aquellos revolucionarios que la maltrataron cuando pequeña- durante una pequeña parte de mi infancia me las arreglé como pude para sobrevivir hasta qué… una mujer que amo como si fuera mi madre apareció para ayudarme, ella me dio un hogar, una familia y el cariño no solo de un padre sino también su cariño maternal, me ayudó a salir adelante e incluso obtuve este sentido del humor gracias a ella, todavía lo recuerdo nosotras dos junto a su marido Jinius, éramos como los tres mosqueteros, todos para uno y uno para todos, peleamos contra… Napoleón en su momento, queriendo mantener la monarquía de… Francia
Su voz se cortaba constantemente, no sabía si era porque ella misma sentía un gran pesar al recordarlo o por que parecía estar pensando, o sobre pensando, lo que sucedía en sus recuerdos. Incluso a día de hoy siento que eso fue lo segundo.
- Fuimos felices Jean, hasta que nos traicionaron- luego de decir eso su voz tomó un tono de ira
- ¿Cómo?- pregunté sorprendido, al ver su expresión de ira pregunte- ¿por quienes?
- Mi padre era un hombre noble, del mismo modo que me incluyó a mí en su familia también incluyó basura inmunda. Una verdadera bastarda de la sangre de tiranos, la cara monárquica francesa que la revolución deseaba tirar estaba presente en esa maldita puta, Litia era la hija de un conde tirano derrocado que fue sacada de las calles por papá, él creyó que ella sería una gran hija como lo fui yo; pero él no vio ese peligro, yo si lo vi e intenté decírselo, no era alguien noble, no era alguien bueno, era malvada, una arpía con forma de niña bonita. La noche en que se festejaba la boda de uno de mis hermanos, quien su esposa esperaba un hijo por cierto, Litia, Drinette y un malnacido, que jamás me cayó bien, qué se decía a si mismo Señor de la Guerra
- ¿Señor de la guerra?- pregunté sorprendido
- Se adentraron sorpresivamente y los mataron a todos- continuó Janette con su mirada en llamas, casi literalmente hablando- intenté defenderlos, mamá también; pero ese maldito hechicero la envió a otra parte a la vez que Drinette mató a mis hermanos junto a sus esposas mientras eructaba… por el vino que había bebido unas horas antes. Litia me golpeó por sorpresa, intenté sacar a mi padre de allí; pero era tarde, ya lo tenían prisionero, pudo escapar después, sin embargo yo no tuve su misma suerte. Huyendo de allí fui interceptada por Litia quien, con una sonrisa maligna, me disparó en el pecho, después vertió pólvora sobre mí para incendiarme con ella, morí viendo las estrellas, aun recuerdo como oía las llamas junto a los gritos de mi familia y de… mis amigos
- Que paso después- pregunté sorprendido a lo que Janette recuperando su compostura me dijo
- Mamá fue exiliada, no sé donde pueda estar ahora; pero sé que está viva. Papá también está vivo, Drinette se quedó en mi hogar conviviendo con Litia; pero ella se retiró a Italia para tener un descendiente, je, lo último que oí de ella fue que su propia hija la asesinó y que mi padre recuperó su hogar matando a Drinette; pero de nada sirve ya volver con ellos… no vale la pena, es mejor dejar atrás el pasado
- ¿Y el Señor de la Guerra?- pregunté indignado ante tal malvado ser
- No lo sé y tampoco deseo saberlo, ese bastardo es peligroso Jean, por lo que es mejor dejar que él mismo encuentre su final de otra forma- me respondió Janette con su tono serio, viendo aquel pasado tan terrible fue que le dije
- Lo siento mucho Janette, creo que no te merecías todo ese dolor- viendo que me encontraba mal fue que recupero su sonrisa diciéndome
- Oye, no te preocupes, ya fue bastante tiempo de aquello, la razón por la que estoy aquí ahora no es solo para encontrar a una persona en especial, sino para poder demostrar aquello que me enseñaron aquellas dos maravillosas personas que tuve el honor de llamar padres, demostrar que sus ideales no están muertos si alguien, aun el espectro de su propia hija, los mantiene en vigencia, mis asesinos pagaron con creces sus actos y de la peor forma, Drinette murió con su cabeza aplastada y Litia fue víctima de sus propias maldades, créeme cuando te digo que sintió hasta la última gota del dolor que le provoco a otros antes de morir
- Sí, pero su hija debe ser peor que ella- señalé molesto haciendo reír a Janette- es decir si siguió su mismo ejemplo, no es alguien de fiar
- Espero por el bien de su familia, sus amigos y todos los demás en el mundo que si lo sea- rió Janette, aquella risa me hizo sentir mejor
Después de un rato oímos un ruido cerca de donde estaba el armario, sonriendo Janette dijo
- Es la hora, ¡vamos Jean!, ¡hay un fantasma al cual capturar!