Chereads / JANETTE LA MOSQUETERA DETECTIVE / Chapter 5 - CAPITULO 4: MI PRIMER CASO, LA MISTERIOSA MUERTE DE MADAME JINEVILLE

Chapter 5 - CAPITULO 4: MI PRIMER CASO, LA MISTERIOSA MUERTE DE MADAME JINEVILLE

Los periódicos de París lo habían anunciado dos días antes. Algunos como un comentario, otros como un suceso; pero de todos, el único que le dio una gran magnitud fue "el Mensajero de Paris" aunque quizás eso se debiese a que el dueño es el hijo de la víctima. Estoy hablando, por supuesto, de la muerte de Madame Jineville, una ciudadana respetable dentro del gobierno Francés y también la esposa del fundador del periódico anteriormente nombrado.

Quizás para poder explicarle lo sucedido a cualquier lector que desconozca estos hechos por haber nacido unos años después o por ser de otra nación. Lo primero que debo decir es que este fue uno de los casos más complicados que pude tener debido a las infinitas especulaciones dadas y también por lo confuso que el caso se veía, incluso me atrevo a decir que el resultado del mismo me hubiese sido imposible adivinarlo de no ser por el increíble ingenio de Janette

Todo inició haría dos días atrás, durante una cena importante que Madame Jineville organizó con sus amigos, todos ciudadanos muy favorecidos por parte del gobierno francés, la cena, según se contó con lujo de detalle en "el Mensajero de Paris", fue una jugosa langosta acompañada de una deliciosa ensalada de tomate, carne asada de cordero que estaba cocinada a punto, budín de carne con especias. Como bebida tenían un vino de gran fineza proveniente de las viñas más prestigiosas de Francia e Italia, también poseían un champagne que se mantenía resguardado desde el año de 1830. Un suffle como postre junto a un pastel de durazno, otro hecho de manzana y por supuesto manzanas cubiertas en caramelo para los pequeños que asistían junto a sus padres durante dicha fiesta.

Aquella deliciosa cena que describo podría generar cierta envidia en los ciudadanos nada favorecidos por el gobierno francés; pero créanme cuando les digo que lo último que debíamos sentir fue envidia, porque la carne del budín no estaba en buenas condiciones y gran parte de los comensales terminaron intoxicándose con su opípara cena. Ni siquiera llegaron a tocar las manzanas acarameladas cuando los dolores de estomago iniciaron.

Siendo un caso de intoxicación demasiado grave, el esposo de la difunta Madame Jineville mando a llamar al médico de confianza, el respetado Monsieur Gaverx, quien acudió presurosamente a la escena, luego de un rápido y minucioso examen del estado de sus pacientes fue que medicó de inmediato a los individuos. Después de haber tratado a los pobres comensales, la tragedia ocurrió. Aunque la gran mayoría estaba recomponiéndose, Madame Jineville tuvo una recaída seguida de una fiebre tan alta que no pudo recuperarse y, luego de una hora de ardua fiebre, ella murió.

Como era de esperar por parte de las autoridades francesas, la cocinera fue acusada de incompetente y la pusieron en un calabozo por haber intoxicado a varios ciudadanos distinguidos a la vez que asesinado a la esposa del editor del periódico más importante de Francia, sin embargo las habladurías pudieron traspasar la estupidez de los prestigiosos inspectores parisinos y estas acusaban al esposo de Madame Jineville de haber envenenado a su esposa, argumentando que les parecía muy extraño que todos los comensales pudiesen recuperarse de su malestar mientras que la desafortunada poseedora de una gran fortuna que mantenía a flote al periódico de su esposo, murió inevitablemente. Los rumores de las malas decisiones en juegos de azar y enormes pérdidas de dinero por parte de Monsieur Jineville también agrandaron aun más la incertidumbre al punto de que el inspector en jefe decidió aprobar una autopsia al cuerpo de Madame Jineville para corroborar dichos rumores. El resultado se dio el día anterior a que conociera a Janette. La víctima tenía una gran cantidad de cocaína en su cuerpo, había muerto de una sobredosis.

Obviamente las sospechas recayeron sobre el marido de la infortunada victima; pero su hijo defendía su inocencia a capa y espada, por lo que ese día en particular recibiríamos su visita para ayudarlo a probar la inocencia de su padre.

Me encontraba sentado mirando a Janette, quien se veía tranquila apilando sus escritos en el altar donde el sacerdote solía dar su misa, estaba por preguntarle que íbamos a hacer cuando ella con un ademan de su mano derecha me dijo

- Solo se paciente, nuestro cliente está por llegar. Algo me dice que tu primer caso te será interesante

- Eso espero- aclaré acostándome sobre la butaca de la iglesia

La misma se veía totalmente abandonada. Sus estatuas estaban en mal estado y algunas vigas de madera parecían estar sujetando pedazos de yeso en algunas columnas que parecían estar a punto de caer al suelo. Lo único que se mantenía aun intacto eran los vitrales con imágenes inquietantes. Eran tres que se repetían constantemente en todas partes, una era de un Ángel del señor cuya cabellera era de color violeta o morado, este sostenía una espada de fuego y su mirada se veía aterradora debido a que no tenia pupilas. Otro vitral mostraba la escena del pecado original en donde se veía a Adán y a Eva recibir el fruto prohibido de la serpiente, solo que en lugar de ser un manzano lo que había era una especie de nuez o durazno, no estaba seguro del todo; pero si de que era una pelotita pequeña de color marrón. La serpiente por otro lado poseía una forma humanoide, siendo su parte superior humana y su inferior con forma de serpiente. Se parecía a las Lamias, criaturas mitológicas de la Grecia antigua, aparte de que su rostro humano me era inquietante, parecía tener un cabello rubio y expresiones demasiado bellas en comparación con las otras expresiones, aparte de que sus ojos de color verde brillaban demasiado al ser iluminados por el sol, como si fuese una mirada hipnótica, por otro lado la imagen de Dios era demasiado rara. Se veía como si fuese una mujer de cabello rubio antes que un hombre con barba blanca, aunque la imagen largaba un blanco muy brillante al ser iluminada por el sol. No podía fijarme con detenimiento si era un muchacho joven o una mujer. El tercer vitral si era el doble de extraño, se mostraba a tres dragones, uno era de color cobrizo y se encontraba a la derecha, este sostenía una espada, a la izquierda se veía un Dragón de color blanco, casi plateado, este sostenía la flor de Liz y al centro arriba un Dragón Dorado de aspecto imponente, este sostenía una esfera del mismo color que sus escamas con una cruz en la parte superior, abajo se podían leer algunas inscripciones en latín. Bajo el Dragón Cobrizo se leía "Sil- Ia Regina coccoque bis tincto" eso quería decir Sil- Ia Reina escarlata. Bajo el Dragón Dorado se leía "Lin- Net et universum domine" es decir Lin- Net señora del universo; pero quien si me intrigó fue la inscripción que se leía bajo aquel Dragón de piel Plateada, este decía "Jan- Net Argentum Principis" viendo aquella inscripción fue que me sorprendí al leer dicho nombre debido a que, a menos que me equivocase, parecía decir Jan- Net princesa de plata, siendo el nombre de aquella criatura muy similar al de mi nueva amiga.

- A mi padre siempre le encanto ese nombre- me dijo Janette casi de inmediato- solía venir a esta iglesia cuando estaba en funcionamiento, ya sabes, antes de la revolución de ese sádico de Robespierre

- ¿Que se supone que sean esos tres dragones Janette?- le pregunté un poco sorprendido a lo que ella me contesto

- Son la sagrada trinidad que protege el mundo del mal Jean- me respondió ella con un tono de pesar- la Dragón Cobriza es la Reina de una tierra que queda en otra parte, lejos de este mundo, ella junto a su esposo fueron valientes héroes de una guerra, una que al parecer todos olvidaron que existió, la Reina Escarlata es quién protege a los humanos, la Dragón Plateada es su hija, la Princesa de Plata. Según cuentan las leyendas: ella era una bastarda que nunca conoció el amor sino hasta que Sil- Ia la tomó bajo su cuidado cuando era pequeña. La crió como si fuese su propia hija dándole una contención que nunca creyó que iba a tener de nadie. Después de años de insultos, agresiones e incluso frialdad, cuando fue adoptada por la Reina Escarlata conoció las palabras suaves y amorosas. Los mimos junto a las caricias seguidas de un cálido amor imposible de describir para ella. Cuando, aquella Dragón Plateada, viendo como alguien que nada le debía y que no tenía por qué cuidar de ella ni mucho menos criarla; pero de igual forma le dio un hogar, una familia y un futuro, entendió en ese momento lo que significaba la felicidad junto a la justicia y el amor porque aquella Dragón Escarlata la amó como si fuese su propia hija y ella sintió un gran amor en su madre del corazón, siendo así que en su interior tomó como credo la idea de la justicia y el ayudar a los demás, por lo que si Sil-Ia es la que protege a los humanos, entonces Jan- Net protege los ideales más altos que estos pudiesen tener. Respecto a la ultima figura del vitral, Lin-Net, es una Dragón de Oro muy poderosa que protege el universo, siendo un ser divino que está por encima de las otras dos; pero que si las tres estuviesen juntas… serian imparables

Su visión se volvió luminosa y añadió con un gran pesar nostálgico

- Siempre he creído que Jan- Net adora a Sil- Ia más de lo que puede adorar a Lin-Net, debido a que fue ella quien le dio un hogar y un motivo para vivir, algo que la valiente Dragón Dorada nunca hizo por aquella Dragón de Plata y el amor que ambas se tienen es tan grande que serian capaces de ir al mismo infierno para estar juntas

Estaba por preguntarle si se sentía bien cuando tocaron a la puerta de nuestra catedral. Jannet, con una sonrisa de alegría que contradecía su anterior y extraño estado de pesar, dijo

- Llegó nuestro primer caso juntos Jean

Al poco tiempo se abrió la puerta de la catedral y entrando en ella se encontraba el mismísimo hijo de Lady Jineville

- Hola Kusag- lo saludó Janette- pasa

- Janette, ¡Gracias a la Diosa Justicia que te encuentras aquí!- le dijo Kusag Jineville- ¡Necesito tu ayuda!

- Soy toda oídos- rió Janette con un brillo en sus mirada, iniciando así mi primer caso