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Chapter 5 - La gran reina está en peligro

Tenía que irme de inmediato, le dije a Yeo, que después hablaríamos mejor. Los dãkaros estaban atacando de nuevo la ciudad, era mi deber ir a destruirlos, y mantener a nuestra gente a salvo.

Pero él me pidió acompañarme, también quería luchar a mi lado. Sin pensarlo dos veces, se convirtió en una mujer y después, nos fuimos, corriendo; sólo nos acompañaba, la luz de la luna llena.

Tratamos de llegar lo más rápido posible. Quedamos sorprendidos al ver a tantos, y eran más grandes que nunca.

—¿Qué está pasando? Esto no es normal...

—le dije a Yuka, me temblaba la voz.

—Lo que me parece más extraño, es que están caminando directamente hacia la universidad. Su caminar no es para nada torpe.

—¿Acaso se dirigen hacia la gran reina? No puede ser, es como si alguien los estuviera controlando. No perdamos tiempo, hay que atacarlos.

—Sí.

Comenzamos a golpearlos por separado, pero no estaba dando resultado. Eran más resistentes que antes. Los dãkaros, sólo eran proyecciones; es algo difícil de comprender, pero es la realidad, o al menos, es lo que nos han enseñado.

Era como si la madre naturaleza, quisiera llenar con algo, el hueco que dejaba, la inexistencia de los hombres, que estaban destinados a existir.

La única manera de detenerlos, era usando la física magnética, creando una barrera eléctrica con protones opuestos a ellos e iguales a nosotras.

"La energía diferente se atrae, la igual se repele". Es por ello, que antiguamente funcionaba.

Pero esa vez...

—¡Barrera magnética! —grité con toda mi fuerza. Una luz cegadora, de color azul, salió de mí, y se expandió de forma horizontal, algunos

metros—. Yuka, ¡ve por ellos, mientras los detengo!

Enseguida, obedeció a mis palabras, y fue a atacarlos. Pero, eran demasiados fuertes, enormes... y eran cuatro, contra dos. Ni yo pude soportar mucho tiempo la barrera, ni él pudo causarles algún daño.

Volvimos a intentarlo, una y otra vez, sin éxito. La última vez, empezaron a traspasarla, y Yeo, terminó muy lastimado. Tan sólo, cayó al suelo, y tuve que ir tras él y ponerlo en un lugar más seguro, tras un muro.

—Quédate aquí, estás muy herido. Perdió tanto poder, que quedó siendo un simple chico, tirado en el suelo, estaba inconsciente.

Volví a aquella escena, a intentar acabar con estos deformes seres. En ese preciso momento, llegaron Matsuki y Yume.

—¡Espera, Zoe! —Gritó Yume.

—¡Aguarda un minuto, no vayas hacia ellos!

No fue una gran sorpresa, después de todo, ellas también eran estudiantes de segundo año, tenían permiso para luchar, las maestras lo veían más como una práctica.

Fui hacia a ellas, tratando de no perder de vista, a los dãkaros.

—Chicas... —Tenían cara de enojadas—. Más tarde les explicaré, ahora no es momento.

—Debemos ir a la universidad antes que ellos lleguen —dijo Yume—. Debemos fijarnos en que no son tan débiles como siempre.

—Sí, algo está pasando y debemos descubrir lo que es —exclamó Matzuki.

—Eso ya lo noté. Entonces debemos irnos cuanto antes.

Estuvimos apunto de partir, pero me acordé de Yeo, quien en ese momento, se levantaba y fue hacia aquellos monstruos.

—¿A dónde cree que va? Estás muy lastimado... ¡Yeo, regresa!

Se les acercó lo suficiente, y metiéndose en medio de ellos, gritó:

"¡Realidad alterna!" Desapareció frente a nuestros ojos. Éll y los dãkaros, ya no estaban.

—¡Yeo! Nooo... Luego, todo volvió a la normalidad. Después de varios segundos, él regresó, pero, caía como un pajarillo muerto en el aire.

Salí de prisa a atraparlo, Matzuki y Yume me siguieron.

Él cayó entre mis brazos, pero no tenía fuerzas para sostenerlo, así que, terminamos, dando vueltas, bailando al compás del polvo que se levantaba.

Pude sentarme, para intentar ponerme de pie.

—¿Quién es esta persona? —me preguntó Yume.

—¿Acaso es un hombre? ¡No puede ser!

—Así es, es mi amigo, y está muy mal herido. No sé que hacer, no puedo llevarlo a un hospital.

En ese instante, en el aire, se dibujaron las naves de la fuerza aérea roja.

—Tenemos que irnos de aquí, antes de que lo descubran ¡Síganme!

Lo subí en mis hombros y traté de llevarlo.

Mi intensión era ocultarlo en mi casa, pero se me puso difícil, cuando la ciudad empezó a ser militarizada.

Tuvimos que ocultarnos y entrar a un apartamento en ruinas, donde al igual que en todas partes, estaba lleno de fallecidos.

—Esto es asqueroso, no quiero estar aquí.

—¡Cállate Yume, o nos van a descubrir!

—¿En serio no había otro lugar?

—¡Silencio! —Pude sentir cada paso, cada movimiento, cada palabra que decían. Hasta que despejaron los alrededores y pudimos salir, y escapar.

Tuvimos que irnos despacio, porque él estaba muy lastimado; así que el camino fue difícil. Atravesamos la ciudad, paso a paso; hasta que logramos llegar.

Lo recosté en mi cama, se veía muy mal. Me quedé observándolo un poco, sin saber qué hacer.

—Creo que nos debes una explicación, Zoe.

—Lo sé, Matzuki. Yo... Prometí no decírselo a nadie, es por ello que no les conté. Sé que son mis amigas y confío en ustedes, pero una promesa es una promesa.

—Creo que está bien que no dijera nada, es algo muy complicado en estos tiempos —dijo Yume.

—Creo que debemos regresar, e ir a investigar qué está pasando.

—Tienes razón, hay que irnos —dijo Matzuki.

—Yeo, no... no quisiera dejarlo sólo.

—Yo me quedaré a cuidarlo.

—Yume... ¿Estás segura? —le pregunté.

—Sí, Zoe. Ustedes vayan... Yo me encargaré de cuidarlo.

—Está bien, cualquier cosa, no dudes en avisar.

Volvimos a la ciudad de nuevo, a la universidad, estaba amaneciendo; los rayos del sol, acariciaban los techos de las casas. Al llegar, la directora estaba afuera, rodeada de otras chicas.