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Chapter 11 - OVA

A estallado la guerra, entre Yian y Kadem. Doscientos años después de su separación, una peste que sólo afecta y mata a los hombres, ha comenzado a azotar sin piedad, todo lo que un día fue Xiahn, separándolas aún más.

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May... Ella era hermosa, pero mala y ambiciosa; siempre se opuso al patriarcado. Fue muy amiga de Marushan, fundadora del primer laboratorio; quien estaba convencida, de que el hombre era innecesario para la sociedad y que la mujer, podía reproducirse por sí sola. Por eso, ella, siguiendo sus estrictas ordenes, creó el virus X.

Hemos estudiado su comportamiento, pero no logramos entender nada ¿Cómo es que logra infectar sólo al varón? ¿Cómo? ¿Cómo en tan poco tiempo es capaz de pulverizar cada una de sus células? Ni siquiera hemos podido comprender, cómo se transmite.

¿Y si en realidad no es un virus, y es otra cosa? No puedo pensar en nada más, siento que estoy perdiendo el poco de cordura que me queda. Lo hemos intentado todo, quizás sea mejor rendirse y esperar el momento de la muerte, pero... No quiero dejarme vencer tan fácil. Siento dentro de mí, la necesidad de hacer algo, lo que sea.

Hemos estado aislados del mundo tanto tiempo... Con lo poco de comida y agua que nos queda, es imposible sobrevivir más que algunas semanas más.>>

—¡¿Papá!? ¿Estás bien? —Los pensamientos del Dr. Yeo, fueron interrumpidos por su hijo.

—Estoy bien, Darian ¿Qué haces aquí? Te he dicho que no vengas a mi laboratorio, es peligroso, ve a casa… ve con tu madre.

—Perdón por interrumpirte, papá. Estaba preocupado por ti; Además, quiero ayudarte.

—La única manera en que puedes ayudarme, es quedándote fuera de esto. Si te encuentran, podrán matarte… también te puedes contagiar, eres muy pequeño, esto no es un juego; ¡vuelve a casa!

—¡No lo haré! ¡Déjame! ¡Déjame ayudarte, en serio!

—¿En verdad quieres ayudar? Mocoso, tan terco como su madre. Muy bien, acércate aquí.

—¡Sí! —dijo el pequeño y corrió hacia su padre.

—Muy bien. Escucha, he creado una vacuna, pero todos los voluntarios a los que se la he aplicado, han muerto. Ya no queda nadie más en quien experimentarla. Te la voy a poner, no sé si sobrevivas o mueras al igual que todos. He hecho unos cuantos ajustes, basados en las investigaciones que he hecho, del comportamiento del virus. Es tu oportunidad de ayudarme, ¿lo harás o no?

El niño de tan sólo seis años, lo dudó por un segundo, luego, asintió con la cabeza y se acercó a su padre, todavía más.

—¡Lo haré! Lo has hecho antes… Estoy seguro de que funcionará.

—Acerca tu brazo —En el momento, en el que iba a inyectar a Darian… se escucharon algunas voces, y golpes en la puerta, eran unas mujeres que querían derrumbarla.

El Dr. tuvo que actuar rápido, le puso la inyección a su hijo, y luego lo obligó a ocultarse. Rápidamente, él se escondió dentro de un armario. Desde allí vio como atacaban a su padre, a través de las regillas, sin poder hacer nada.

—¡Dr. Yeo, queda usted detenido! Es mejor que se entregue, porque sino… digamos que su vida, depende de ello —dijo una de aquellas chicas. Eran cientos y llevaban un extraño uniforme militar.

—¡Jamás le serviré a esa falsa reina! ¡Nunca!

—¿Cómo te atreves a decir eso? ¡Eres un tonto!

—Pueden hacerme lo que quieran, pero no iré a ninguna parte con ustedes.

Después de decir esas palabras, aquellas mujeres lo atacaron. Estaban armadas, así que él no pudo defenderse. El pobre hombre, cayó al suelo, manchándolo con su sangre.

—Papá… —susurró Darian, desde el interior del armario.

—¿Hay alguien ahí dentro? —preguntó una de ellas. Mirando fijo aquel sitio. De inmediato fue a ver quién se escondía.

El niño comenzó a sollozar, estaba un poco asustado.

—Realidad… —repetía entre lágrimas—Realidad… ¡Realidad Alterna! —gritó con todas sus fuerzas, cerrando sus ojos, y provocando que aquel armario, se rompiera en mil pedazos.

Entonces desapareció sin dejar rastro.

Al abrir de nuevo su mirada, ya estaba en el jardín de su casa; Paralizado, lleno de miedo, y llorando amargadamente por lo que acababa de pasar; después de unos minutos, se dejó caer. Al golpe, su madre se dio cuenta de su presencia, y fue a buscarlo.

—¡Darian! ¡Darian, regresaste! ¡estás bien! —Lo abrazó y empezó a llorar— ¿Qué estabas pensando? Nunca me haces caso —El pequeño no respondía a su afecto—. Darian, ¿qué te pasa? ¿Ah? Entiendo, sé porqué te sientes así. Se ha ido… Hace rato recibí una llamada del laboratorio. Dicen que ha muerto, pero que no pueden desconectar el cuerpo de la computadora, porque al intentarlo, todo el sistema colapsa.

—No son buenas personas… los que están ahí dentro…

—¿De qué estás hablando? No me digas que…

—Hay algo muy extraño detrás de todo esto. Lo mataron frente a mí y no pude hacer nada para defenderlo —dijo Darían, mientras lloraba.

Mayha, su madre, se acercó a él y le dio una bofetada.

—¿Te atreviste a volver a ese lugar? ¿Cómo pudiste? ¿Después de que te lo he prohibido tantas veces? Volviste a poner tu vida en riesgo.

—Tenía que ayudar a papá.

—¿Y lo lograste? No pudiste hacer nada. Que sea la última vez que vuelvas ahí, ¡¿Me entendiste?! Sea lo que sea que pase, no es tu problema ¡Espero que no se vuelva a repetir!

Aquel día, Darian le hizo una promesa a su progenitora, y tuvo que cumplirla. Ayudar a su padre, que era lo más importante para él, era imposible, ya que estaba muerto. Tuvo que olvidarse de todo y volver a su vida normal. Amigos, escuela, juguetes; aunque por dentro, su corazón ardía y le dolía no poder hacer nada.

Pasaron los años, y cuando cumplió los 18, entró a la preparatoria. Se había convertido en un chico muy fuerte y guapo. Se volvió una de esas personas que no pasan desapercibidas muy fácilmente; Llamaba mucho la atención, sobre todo la de las chicas.

Se esforzaba mucho en estudiar, porque se empeñaba en ser científico, como su padre, por lo que algunos chicos del mismo instituto, se la pasaban hablando mal de él, a sus espaldas.

Era un día muy diferente a los demás, se podía sentir hasta en el aire. Darian, como siempre, se despidió de su mamá, y se fue a tomar las clases. Al llegar a su salón, se sentó en su lugar y sacó sus libros. De inmediato, se puso a leer, pero no logró concentrarse, debido a que sus compañeros estaban murmurando, y eso lo hacía sentir incómodo.

—¡Mika! Míralo, ahí está… Deberías hablar con él, ¿No es verdad, Fura?

—Tiene razón, soy tú, y aprovecho en el descanso… habla con él, no pierdes nada.

—Claro que no, ¿están locas? Moriría en el intento —le respondió Mika a sus compañeras.

—No seas exagerada —le dijo aquella muchacha, llamada Fura. Mientras acariciaba su corto cabello verde.

—Lo digo porque él es el hijo de un científico loco, salió en las noticias, ¿Qué no lo vieron?

—¿Qué dices? —le preguntó Myla, aterrada.

—Así es. Trabajaba para un laboratorio, en el cual hacen experimentos horribles con las personas.

—Que terrible, eso sí que no lo sabía —dijo Fura, asustada.

—Darian es un chico muy lindo e inteligente, pero si es igual a su padre... Es mejor mantenernos lejos, por si acaso.

Al escuchar esto, Darian se puso de pie y se enfureció.

—¡Dejen de decir estupideces! No tienen derecho de hablar así de mi padre. Pueden decir lo que sea, pero no se metan en ese asunto.

—¿Estás hablando conmigo? —dijo Mika, tartamudeando.

—Eso va para cada uno de ustedes.

—Está bien, no te preocupes —dijo Fura— ¿Qué pasa Mika? Vamos, amiga… aprovecha el bug. ¡Háblale!

—Es que no sé, me da mucha pena.

—¡Ve! —le gritó Myla— No seas miedosa.

—Si quieren podemos hablar en la salida, ahora tengo muchas que hacer —diciendo esto, volvió a sentarse en su lugar.

Todos guardaron silencio. La clase comenzó y entró su maestra; Enseguida, está les empezó a hablarles de todo lo que tenían que hacer.

—Buenos días, jóvenes. Hoy aprenderemos acerca de los genes y de cómo estos trabajan en el cuerpo humano. Por favor, vayan a la página 50 de su libro de bio —dijo la hermosa dama, mientras escribía cientos de palabras en el pizarrón. Darian escuchaba su voz borrosa dentro de su mente.

Las chicas que hacía un momento hablaban con Darian, rodaban una nota; se la pasaban unas a otras.

"Si Darian vuelve a escapar de nosotras, hay que seguirotra

De todas formas, estaban cerca de él, aún en el descanso. No paraban de hablar y de proponerse cosas entre ellas. Él sólo escuchaba sus apagadas voces, y sus murmullos.

—Vamos a ponernos de acuerdo, sino, la pasaremos muy mal. Es un chico muy difícil —dijo Myla.

—Bueno, ya nos dijo que lo dejáramos en paz —dijo Mika— ¿No creen que es algo molesto para él que lo estemos persiguiendo?

—No del todo —dijo Fura, sonriendo— Está claro que nos gusta a todas, pero Mika, creo que de nosotras es la más interesada e interesante. Es muy probable que nos siga rechazando, seguro que hay algo que no estamos haciendo bien. Mírenlo, está todo frío ahí y quieto, pero por dentro, seguro que lo disfruta, conozco los de su especie.

—Él sólo se empeña en estudiar y estudiar… No le interesa más nada —dijo Mika, cabizbaja.

—Pues yo digo que hay que perseguirlo, así hay que saber si nos está ocultando algo —dijo Myla, arrugando el entrecejo.

Las horas pasaron deprisa, y sonó la campana. Era el aviso que todos esperaban para entrar al salón. Tuvo que soportar el comportamiento de esas chicas, como siempre lo hacía; Por suerte, nadie más se atrevía a molestarlo, ya que era uno de los más fuertes de ese lugar. Así que tenía que ser muy paciente con ellas, ya que eran la única compañía que tenía en aquel sitio; aunque a veces se notaba duro, pero por dentro si les tenía un poco de aprecio. Así era él, en eso se había convertido, eso había aprendido.

El día poco a poco llegaba a su fin, y Darian se dirigió hacia la salida, las chicas lo siguieron, como acordaron.

—¡Darian! ¡Espera! —dijo, Mika, corriendo junto a sus amigas.

—¡Detente! ¡Dijiste que hablaríamos a la salida! —dijo Myla, muy agitada.

—¡Oye, vuelve aquí! —gritó Fura

Pero Darian no les hizo caso, sólo siguió alejándose. Ellas fueron tras él.

—Hay que seguirlo —dijo Fura.

—Debemos darnos prisa… Mika, de prisa —dijo Myla.

—Lo hago lo más rápido que puedo

—Respondió Mika.

Lo persiguieron hasta la entrada de aquel instituto, allí tuvieron que frenar de golpe. Él se detuvo a esperar a su chofer, el cual aún no había llegado. Se quedaron observándolo varios minutos, hasta que el les dijo:

—Vaya, como molestan ¿Es en serio? A mí sólo me interesa estudiar, se los he dicho miles de veces ¿Quieren saber más? —dijo, al girarse para mirarlas—. Ustedes son demasiado comunes para mi gusto ¿Así o quieren que les rompa más su corazón de melón? ¡Aléjense de mí, y ya dejé me tranquilo!

—Darian… ¿por qué eres así? —susurró Mika.

—¿Pero cómo te atreves a decirnos eso? —le preguntó Fura.

—¡Uy! Pero qué tarado es… ¿Cómo puede hablarnos así? —preguntó Myla.

Darian giró de nuevo, se dispuso a seguir esperando que fuera su chofer a recogerlo.

—¿Con que muy comunes? —dijo Fura, enojada— ¡Ya verá! Hay una tienda cerca de aquí, vámonos a comprar ropa. Nos vamos a poner muy lindas… se va a arrepentir.

—Pero, Fura, tenemos que seguirlo, ¿recuerdas? —preguntó Myla, un poco triste.

—Se va a escapar otra vez. Tenemos que averiguar si oculta algo, es muy extraño que un tipo como él, esté actuando… de esa manera —dijo Mika mientras empezaba a caminar.

—Estamos acostumbradas a que los chicos literalmente se nos tiren encima. Los de su edad, todos tienen chicas, hasta más de una… ¿ Y él no? Algo anda mal, y vamos a descubrir qué es —dijo Fura, con firmeza.

—Oigan, ¿y si es gay? —preguntó Myla, sonriendo.

—Las cosas que se te ocurren, hasta parece que estás de broma. Claro que no lo es. Bien claro nos dejó que no somos de su agrado —explicó Fura, muy segura de lo que decía.

—Es extraño, ¿No lo creen chicas? —dijo Mika, sonriendo.

—¿De qué hablas? ¿Por qué te estás riendo? —Preguntó Myla.

—A pesar de que es frío con nosotras y distante, siempre nos está protegiendo.

—Bueno, yo no sé qué cosas dices, no lo he notado.

—Dejemos de perder el tiempo, su chofer no tardará en llegar. Son las seis y tres minutos. Siempre llega a las seis y treinta. Tenemos 27 minutos exactos, para ir a la tienda y volver. Ésta será la primera prueba, hay que ver de qué está hecho ese sujeto ¡Vámonos de aquí!

Esas fueron las últimas palabras de Fura, las demás chicas la siguieron hacia una misteriosa tienda, donde compraron ropa muy provocativa, accesorios, y se arreglaron el cabello. Ya que era una plaza muy grande, con varios departamentos, incluyendo un salón de belleza.

Ya había llegado la hora, eran las seis y treinta de la tarde, y todas salieron de allí, tan veloz como un rayo.

—¡Dense prisa o nos va a dejar! —gritó Fura, corriendo.

—¡A toda prisa, chicas! Eso no va a ocurrir, ¡no esta vez, Darian!

—¡Oigan, espérenme! —gritó Mika— Se me rompió un zapato, no puede ser… ¡Esperen! Creo que me torcí el tobillo ¡No puedo correr así!

Ambas se detuvieron a ayudarla, Fura se agachó de espaldas frente a ella.

—Vamos, Mika... Deprisa, no tenemos tiempo, ¡sube a mi espalda! ¿Qué estás esperando? Una invitación? ¡Myla, ayúdale a subir!

—¿Cómo si fueras un caballito? ¡Arre, Arre, caballito!

—¡Myla! ¡Ya basta! ¡Deja de jugar y súbela!

—Muy bien, como digas Fura. Oye pero qué gran trasero tienes. Pasa rutina, princesa.

—¡Ya es suficiente! ¡Vámonos o no llegaremos a tiempo! —gritó Fura, desesperada.

Entonces corrieron lo más rápido posible, hasta que llegaron de nuevo a dónde estaba Darian.

—¡Oh, no... ya se fue! —dijo Myla, sin detenerse.

—¡Ahí chicas, miren! —dijo Mika, señalando un poco más adelante—. Parece que cambió de lugar.

—Llegamos tarde, ¡deprisa, antes de que suba al auto!

Se acercaron a él y un segundo antes de subirse a aquel carro, él notó su presencia, y volteó a verlas; enfadado les gritó:

—¿Pero qué rayos acaban de hacer?

—¿No que no, eh?—dijo Fura, sonriendo enloquecidamente, sudando tanto maquillaje, que parecía que se derretía en su piel— ¿Cómo te quedó el ojo? ¿Cuadrado? ¿Eh, eh, eh? ¡Contesta!

—Se ven ridículas. Estaban bien como estaban… No dije que estaban feas, dije que eran demasiado comunes para mi gusto. No sé por qué siempre arruinan las cosas ¿En serio creen que van a impresionante con ese tipo de cosas? No me conocen para nada, ha quedado claro. Pero está bien... Si tanto insisten en que al menos hable con ustedes, aceptaré el reto. Pero debo irme ahora, vayan a cambiarse de ropa, las esperaré aquí.

—¿Qué? ¿Esto es en serio? —le preguntó Fura.

—Sí. Deben darse prisa, tienen un minuto, o las dejaré aquí.

—No por favor, espera. Estaremos listas en un segundo —dijo Fura, y salió corriendo con sus amigas— ¿Qué les dije? Les dije que funcionaría —Reía a carcajadas.

Se habían retirado al interior del instituto, para ir a los baños a arreglarse. Lo hicieron bastante rápido, se ayudaban unas a otras a arreglarse, aunque discutían entre ellas y parecía que no sé entendían muy bien. En poco tiempo, estaban listas y salieron para que él las viera, y ya estaba dentro del automóvil.

—Entren, y por favor, no hablen, ni toquen nada, mientras estén aquí dentro. Yo iré adelante, cuando lleguemos, hablaremos con calma.

—No puedo creerlo, lo logramos —dijo Fura, abrochando su cinturón de seguridad.

—Esto está muy raro, ¿no será una trampa? —dijo Myla, sentándose junto a Fura.

—¡¿Qué les acabo de decir?! ¡Silencio!

Así, estuvieron calladas todo el camino. Hasta que por fin llegaron a la casa de Darian. Se desmontaron del vehículo; él se percató enseguida de que la puerta de enfrente estaba abierta, cosa que su madre nunca hacía, hasta que el llegaba, lo que le produjo preocupación. Así que corrió y cuando entró, se estremeció al ver que todo por dentro, estaba destrozado.

Habían sillas, muebles, estantes, platos, todo estaba tirado. Como un demente, buscó a su madre por toda la casa, mientras las chicas estaban paralizadas por el miedo.

—¿Qué pasó aquí? —Se decía él, mientras buscaba a su mamá— ¡Mamá! ¿En dónde estás? —gritaba.

—Es mejor que llamemos a la policía —dijo Mika, preocupada.

—Aquí parece que pasó algo muy malo —dijo Myla, asombrada.

—¡Mamá! ¡Mamá! —gritaba, cada vez más desesperado.

La buscaba por todas partes… Hasta que, en el piso, vio un pedazo de tela muy extraño. Asombrado, lo levantó, y lo miró. Se trataba de algo que ya conocía. Dibujado en aquel trozo de tela, había un símbolo, nada más y nada menos, que el escudo del uniforme que llevaban aquellas mujeres que asesinaron a su padre, aquel día.

—No puede ser, fueron ellas otra vez. Pero, ¿Cómo? —Se preguntaba en su mente, si era posible que ellas pudieron salir del lugar al que pertenecían.

—Darian… ¿Te sientes bien? —le preguntó Mika.

—¿Puedes explicarnos, qué es lo que pasa aquí? —preguntó Fura.

Darian, después de guardar unos minutos de silencio, con los ojos aguados, les dijo:

—Desde pequeño, ayudaba a mi padre en su laboratorio, y a él le encantaba mi ayuda. Todo iba bien entre nosotros, hasta que se hizo voluntario en un experimento junto con otra científica muy importante. Lo conectaron a una máquina para extraer su conciencia y ver si sobrevive fuera del cuerpo, y por cuánto tiempo. Pero después, su conciencia murió en aquel lugar, y quedó atrapada desde entonces. Los demás científicos a cargo, no pudieron desconectarlo, porque eso provocaba que el sistema tuviera errores y se apagara. Cuando niño, llegué a ir a ese sitio, gracias a que él, implantó dentro de mi cerebro, un chip. Este es para extraer mi conciencia, y trasladarla a aquel mundo artificial. Lo que no sabía mi padre, era que el mismo cuerpo también era teletransportado, y pasaba de un estado material y orgánico, a un estado cuántico. Era mucho más inteligente que esa señora. Vi cuando lo mataron, lo hicieron frente a mis ojos, y no pude hacer nada, porque era muy niño.

—Lo sentimos mucho —dijo Mika—, ¿verdad chicas?

—No te preocupes —respondió Darian—. Maiyatsu, Lleva a estas chicas devuelta a la escuela.

—¡Sí, señor! De inmediato.

—¡No, espera! No nos eches de esa manera! Deja que te ayudemos —dijo Fura.

—La única manera en que pueden ayudarme, es alejándose de mí ¿Es que no lo entienden? Es lo que hago, alejar a las personas que me importan, para no hacerles daño. Las quiero, ¡a las tres! ¡Ahora, largo! —Entonces las empujó hacia afuera, y les cerró la puerta en la cara— ¡Fuera de aquí!

Las chicas fueron atrapadas por aquel hombre alto, fuerte, y raro. Este se les acercó e intentó detenerlas y llevarlas de nuevo al instituto.

Mientras que Darian se destrozaba la cabeza pensando en qué hacer. <>

Aquel jóven, salió de prisa de su casa, dispuesto a todo por recuperar a su madre y ponerla a salvo. Corriendo, atravesando la ciudad. Al llegar al lugar, varios días después, se encontraba justo en frente, pero no le permitían pasar, puesto que no poseía alguna identificación que validara que pertenecía o trabajara allí. Entonces, lo hizo por las malas.

Necesitó enfrentarse a varios de los guardias que custodiaban aquel lugar. Peleó con todas sus fuerzas y por nada se dejó atrapar. Recorrió toda el área, entrando a cada habitación, sin que quedara una que no revisara. De pronto, se detuvo al escuchar voces.

—Mataremos dos pájaros de un tiro. Es inexplicable lo que está sucediendo. Murió estando dentro del sistema, pero se aferra a no ser apagado, es lo que está causando una reacción en cadena de los demás pacientes; es como si estuviese contaminándolos. Esa cosa, es su misma conciencia, estoy segura de ello —era la voz de una mujer, llevaba una bata blanca. Darian la reconoció, se trataba de ella, la Dra. Marushan, a su lado habían otros doctores.

Darian espiaba por la puerta que estaba entreabierta.

—¿Me quieres decir que ese caos dentro del sistema lo está causando la conciencia muerta del Dr. Yeo? —le preguntó uno de esos científicos.

—Sí, ese debe ser el problema. La única manera de que se tranquilice es… La computadora principal no está siendo capaz de procesar, ni decodificar la información que está recibiendo. No posee ese nivel de inteligencia, sólo la conciencia de un ser humano real, sería posible conseguirlo. Además de que siendo alguien que quiere y proteje, seguro cederá.

—¿Todos los datos escaneados de tu conciencia, van a pasar a la de ella?

—Así es, pero primero debemos resetearla. Hay que borrar casi todo, sólo dejar los sentimientos y cosas importantes, y luego insertar mis conocimientos.

—Es algo muy difícil... crear una conciencia artificial, usando como empuje una humana, mucho más difícil que una desde cero, como la que ahora lleva la computadora principal.

—Lo único que debía hacer esa chatarra, era crear una realidad artificial, en la que esas conciencias pudieran "vivir", y crear sus propias experiencias, en conjunto, unas con otras.

—Si persiste el error, hasta el último minuto…

—La computadora no está reaccionando correctamente, aún teniendo instalada, una conciencia artificial… es por eso que debemos responder de esta manera, sino, todas esas personas que están conectadas… pasará lo mismo con ellas. Nadie de nuevo confiaría en nosotros sus pacientes, ningún doctor, y nuestras ganancias se verían muy afectadas; caeríamos en banca rota. Vamos, date prisa, debemos conectarla ahora mismo al sistema, antes de que pase la anestesia y despierte.

Darian comprendió todo lo que estaba pasando y se enfureció bastante. Tanto, que comenzó a sentir un hormigeo en todo su cuerpo. Una sensación extraña lo invadía… Estaba furioso. Crujían sus dientes, arrugaba el entrecejo, hasta se erizaba su piel, mientras lo envolvía un aura blanca.

—No… No puedo permitir que le hagan lo mismo a mi madre. No puedo dejar que eso pase.

Entonces, algo muy raro le sucedió. Su cuerpo comenzó a transformarse, y a cambiar de una manera indescriptible. Se sentía diferente hasta por dentro, y por fuera de su piel. Él no entendía lo que le estaba pasando , y se tocaba su cuerpo para intententar comprenderlo. Así confirmó que algo no estaba bien, al tocar unos enormes senos en su pecho.

—¿Qué me está pasando? ¿Qué es esto? —Se preguntaba, una y otra vez.

—Hay alguien detrás de esa puerta, ¡Nos están espiando! —dijo la Dra. Marushan.

Darian se asustó y corrió, tropezando con sus propios pies, y cayendo al suelo.

—No… ¡No puedo dejar que me descubran aquí! Debo irme...

—susurraba, pero, estaba tan nervioso, que no podía ponerse de pie, lo único que veía como salvación, era lo que ya había hecho antes— ¡Realidad alterna!

En ese preciso momento, abrieron la puerta, pero ya no había nadie allí. Él había desaparecido.

Darian sintió una presión en su pecho que lo obligó a despertar. Al abrir los ojos, miraba al cielo, y Miles de gotas de lluvia penetraban su mirada. Estaba tirado en el suelo. Con su vista borrosa, pudo vislumbrar, la silueta de una persona que se le acercó.

—¿Necesitas ayuda para levantarte?

—dijo aquella persona, dándole su mano.

—Ah, sí… Por favor —Al pararse se dio cuenta de que se trataba de una chica, con ropas muy extrañas, parecían arapos, grises girando alrededor de su piel.

—Eres un hombre, no puedo creerlo, después de tanto tiempo que no veía uno. Soy Dámara, un placer conocerle.

—Me llamo Darian, es un gusto, igual.

—¿Qué buscas en estos lugares?

—No lo sé. Pensándolo bien, creo que busco a mi padre.

—¿A tu padre? ¿Quién es tu padre?

—Larga historia. Este lugar, si mal no recuerdo… justo aquí estaba su laboratorio, hace algunos años.

—¿Laboratorio? ¿Te refieres al laboratorio del Dr. Yeo?

—Sí, él mismo.

—Supe que murió, intentando buscar una cura.

—Yo me enteré de que es posible que parte de su conciencia siga viva de alguna manera.

—Eso... ¿Qué significa?

—Es muy difícil de explicar, pero tengo que buscarlo.

—Te sugiero que no lo hagas, olvídate del tema. Si sales a la ciudad, te harán polvo. La gran reina, creó el virus x que terminó matando a todos los hombres de este mundo. Si te encuentran, seguro no sobrevives.

—No me importa sobrevivir, pero las cosas no pueden quedarse como están.

—Entiendo.

La brisa, se volvía cada vez más fría, así que aquella chica, le dijo que entraran a su casa, que estaba justo en frente. Darian accedió, pues aún estaba cansado. Allí permaneció un tiempo, y con su ayuda pudo adaptarse a la situación.

En el transcurso de los días, se dio cuenta de que eso que pasó en el laboratorio de la Dra. Marushan, no fue un sueño, sino, que de verdad podía convertirse en chica a su antojo. Aunque no entendió cómo le había pasado ello, pero si que lo aprovechó. Lo usó como herramienta para infiltrarse en la ciudad y buscar por todas partes a su padre y a los errores que estaba provocando en el sistema.

—Hay muchos monstruos por todas partes, son oscuros, como si fueran sombras. Proyecciones; Detestables y repugnantes.

—Estoy preparado para atacar lo que sea, tú, no te preocupes.

—Será mejor que te enseñe cómo pelear, tienes que entrenar para poder enfrentarlos, son muy poderosos.

—¿Tú entrenarme? —pregunto Darian, riendo.

—Pues, si no lo sabías, yo estudié en la universidad de Famme, una de las más antiguas, populares, e importantes de este país. Conozco todos sus puntos débiles, y qué no se debe hacer al enfrentarlos. Te matarían en un segundo y ni siquiera te darías cuenta de que estás muerto.

—¿Acaso tengo otra opción? Necesito encontrar…

—Ni lo menciones. Si eso sucede, será a su tiempo. Debemos destruir todas esas criaturas.

—Pero creo que debemos arrancar el problema de raíz, sino, seguirán apareciendo. Es por ello que lo digo.

—No lo estás entendiendo…

—Tú tampoco.

En ese momento, una alarma se escuchó a lo lejos, retumbaba en sus oídos. Era una alerta que se daba para advertir a todas, que esas horrendas criaturas habían vuelto a aparecer. Tenían que salir hacia la ciudad a atacar a los dãkaros, así los habían nombrado. Casi todos los días debían hacerlo, se volvió una lucha constante, hasta que, pasó algo que ninguno de ellos se esperaba.

Ambos fueron a pelear en contra de esas malvadas criaturas. Darian trataba de poner en práctica lo que Dámara le había enseñado. Él debía estar convertido en chica, para que no lo descubrieran las fuerzas armadas, y lo mataran, por órdenes de la gran reina.

Atacaron con todo, a la misma vez en que los edificios caían al paso de esas cosas. Dámara era muy fuerte, pero siempre estaba pendiente de los ataques de Darian, por eso, se descuidaba bastante y una vez, en el intento por destruir uno de estos seres, salió muy lastimada. Cayó al suelo, veía doble y no podía ponerse de pie por si misma. Darian la tomó en brazos, y salió de aquel lugar, para llevarla a casa, allí, le curaría sus heridas.

—Dámara, no creí que fueras tan débil —le dijo, recostando la en la cama.

—¿Crees que soy débil? ¡Cierra la boca, Darian! Bien sabes que no es cierto.

—Sabes que no me gusta que me llames así.

—Muy bien, Yeo. Como tú digas.

—Vamos a empezar… Primero, deberías de quitarte todos esos arapos de encima.

—¿Y eso para qué?

—Necesito revisarte bien, a ver si tienes alguna herida que esté tapando tu ropa.

—No seas payaso —dijo sonriendo, con voz entrecortada—. Yo estoy bien, sabes que soy fuerte.

—No digas tonterías y déjame revisarte. Déjame ayudarte... —diciendo esto último, puso sus grandes manos sobre la ropa de Dámara y tratando de hablarla, pudo quitársela. Ella tenía sólo unos cuantos raspones y moretones, nada muy importante.

Entre ellos comenzó a encenderse una chispa, se miraron a los ojos, queriéndose decir algo con la mirada, pero hubo un incómodo silencio. Después, se sonrojaron y, Darian se sintió acorralado. Comenzó a balbucear palabras sin sentido, y de pronto gritó:

—Dámara, ¡te amo! —se asustó al escucharse decirlo así mismo— ¿Cómo pude decir eso? Que tonto soy… ¿Qué me pasa?

—¿Qué dijiste Darian? Bueno, pero no puedes enamorarte de tu maestra.

—Claro que puedo —dijo él, acercándose a ella, y abrazándola—, pero no debo, no por ahora. Lo que si te prometo es protegerte con mi vida. Yo te sacaré de este infierno. Te salvaré, lo prometo.

—Yeo…

La alarma volvió a sonar, interrumpiendo aquel momento especial, y esta vez, más fuerte que antes. Perforaba sus tímpanos, y era tan molesta, pero era el aviso de que estaba la ciudad en problemas. Así que de nuevo se fueron a intentar detener esos monstruos. Cada vez que tenían que salir, debían atravesar un espeso bosque.

Darian se convirtió en chica para poder salir, y que eso, no le causara problemas.

La atmósfera que envolvía la ciudad, se asemejaba a la lava de un volcán, y así mismo estaba caliente el aire. Fue ese día, que se dieron cuenta, que sus golpes, no los afectaban y que debían usar otra manera para eliminarlos.

Dámara seguía descuidándose de sus ataques, y de nuevo, fue golpeada brutalmente; pero esta vez, su cuerpo inmóvil, cayó muy herido, fue mucho peor que antes. Darian quiso ir a rescatarla, pero aquellos seres se lo impidieron. Físicamente, no podía causarles ningún daño, y se puso a pensar:

<>. Y eso hizo, sin miedo a equivocarse.

—¡Realidad alterna! —gritó, mientras desaparecía y se llevaba consigo, algunos de los dãkaros.

Unos minutos después, regresó, y corrió a buscar a Dámara. Al mirarla de cerca, se dio cuenta de que sus ojos estaban en blanco. Había muerto. Él se puso triste, porque era otra promesa más que rompía; promesas de personas que quería, y eso, lo conmovió.

Desde aquel momento, se prometió a sí mismo, que buscaría al culpable de toda su desgracia y destruirlo. No le quedó más remedio que cargar a Dámara entre sus brazos y sacarla de allí.

Se dirigió a la casa, en el jardín, la recostó, sobre la hierva. Se quedó helado, observándola detenidamente, hasta que ella desapareció. Lo único que quedaba, era un humo negro y espeso, flotando en el aire, sobre una marca quemada en el suelo.

Después de todo eso, por un tiempo se alejó. dejó de enfrentarse a los dãkaros, y de buscar a su padre. Se fue, siguió adelante en aquel extraño país, por unos 300 años.

Durante todo ese tiempo, entrenó sólo, en medio de aquel boscaje. Tanto su físico, como su mente.